Con cada paso que daba era fácil identificar de quien se trataba, esas firmes y agiles pisadas solo podían pertenecerle a él. Casi podía ver esas hebras rubias moverse con armonía y eso ojitos verdes que con seño fruncido se estaban aproximando. Suspiro, dejo el documento que tenia entre las manos y se dispuso a enfrentar al demonio de fuego.
La puerta se abrió con fuerza y como lo preveía ahí delante de él se encontraba Wolfram Von Bielefeld.
Por un momento esas hermosas facciones se suavizaron y pudo ver un dejo de melancolía.
- Majestad me permito yo Von Bielefeld Wolfram hacer una solicitud
- Wolf nunca hemos tendido tal formalismo, entonces por…
- Yuuri – grito una joven entrando de improvisto a la estancia – no se suponía que ya casi terminabas. Oh!! Perdón Von Bielefeld – dijo ella un una sonrisa avergonzada
- No tiene porque disculparse majestad – hizo una reverencia – solo estaba pidiéndole a su majestad el Maou una licencia para mi marido Lord Von Wincott – el pelinegro escondió una mueca agria
- Vamos Yuuri concédele lo que te pide estoy segura que Von Bielefeld tiene una buena razón ¿verdad? – ella le guiño el ojo y el solo se ruborizo
- Está bien – concedió – y espero que otro día puedas venir a visitarme – extendiéndole la mano, el rubio solo lo miro
- Si tal vez, con permiso – hizo una reverencia y se retiro
A la que vive contigo yo la envidio
Porque es dueña de tu entrega
De tus besos, tus caricias de tu espera
Debe ser un privilegio estar contigo
Se quedo unos instantes contra la puerta conteniendo un suspiro, aun lo amaba, siempre lo aria, que tonto fue al pensar que al contraer matrimonio lo olvidaría, cuando Lear Von Wincott se acerco unos meses después de su ruptura del compromiso sintió que de nuevo el mundo le sonreía ese chico era idéntico a Susana Julia, y casi sin pensarlo se volvieron muy cercanos, pero una cosa es una amistad y otra muy diferente el amor.
A la que vive contigo yo la envidio
Porque tuvo mejor suerte
Mientras ella se deleita con tenerte
Para mí solo has podido ser mi amigo
Aun así cuando ese joven de ojos azules como el cielo le propuso matrimonio no declino, esperando que con el tiempo llegaría a amarlo tanto o más de lo que lo había hecho con Yuuri, que equivocado estaba. Los días pasaban rápido, y ahora que estaba casado no había podido negarse a estar con su marido, se mordió los labios en ese momento para no gritar el nombre de su rey, sus lagrimas de angustia y dolor al sentir su cuerpo profanado por alguien que no era el pelinegro fueron encubiertas por esas que eran normales para los doseles en su primera vez.
A la que vive contigo
Le daría cuantas cosas me pidiera
Todo el verde que hay en una primavera
Porque una noche junto a ti me permitiera
Lear lo sabía, muy dentro suyo, y también lloro esa noche, y aun así le susurro a su oído palabras de amor eterno, el rubio se aferro a esa amplia espalda y se desahogo, su noche de bodas fue tan amarga
- Yo te amo – dijo el chico de cabellera azul – y lo que más desearía es hacerte feliz, Wolfram eres mi todo, déjame convertirme en eso también para ti, yo curare tu corazón de a poco, por favor no me alejes – sus ojos bañados de lagrimas lo respaldaban
- Lear – el rubio solo asintió y se propuso intentar dejar ese amor que solo le hacía daño
Ahora a dos años del matrimonio había vuelto al Pacto de Sangre, debía darle una noticia a su esposo, sus pasos se alejaron de esa habitación en donde sabia esa chica seguramente besaba al rey, se limpio una lágrima rebelde. Levanto el rostro orgulloso y su porte escondió ese dolor tan añejo y endemoniadamente arraigado en su corazón que nada ni nadie lo sacaría de ahí nunca.
Y aun si ahora podía decir que era feliz. Que pronto tendría una familia. Se acaricio el vientre aun plano y una sonrisa triste se instalo en sus labios. Ya no quería pensar en aquello que en algún momento pensó que era suyo y que solo fue una ilusión
A la que vive contigo
Le adivino como son sus madrugadas
Me imagino que pudieran ser conmigo
Esas horas de pasión desenfrenada
Coro:
A la que vive contigo, contigo, contigo
Mi querido amigo los pasos le sigo
Sus pies sin darse cuentan ahora corrían sentía una gran necesidad de estar entre los brazos de Lear, salió a los campos de entrenamiento, a su boda su esposo había tomado sus responsabilidades como oficiales del rey, ahora era Lear quien estrenaba a los soldados del Pacto de Sangre mientras el tomaba su lugar como dirigente en las tierras Bielefeld, sus bellos ojos verdes lloraban desesperadamente.
Lo vio frente al escuadrón, sus piernas le temblaron pero no se detuvo
- Lear – grito, todos se volvieron, se escucho un suspiro general, hacia bastante que no habían podido ver a ese ángel – Lear – seguía diciendo mientras corría a su encuentro
- Wolf – dijo el otro dejando la espada en el suelo y corriendo hacia su esposo – que pasa? ¿ha sucedido algo malo? – sus ojos azules lo miraban inquisidora mente
- No tranquilo – sus esmeraldas no dejaban de llorar diamantes
- ¿Por qué lloras?
- Porque soy feliz
- Eh!!!
- Lear felicidades
- Eh!!
- Vas a ser padre – le dijo muy quedito cerca de su oído para que solo él pudiera oírlo
- … - lo levanto en brazos y grito a todo pulmón – voy a ser padre, voy a ser padre – dio dos vueltas con el rubio en brazos y los soldados gritaron de emoción y lo felicitaron – gracias Wolfram – acerco su frente al de el rubio
- No Lear yo soy quien debe agradecerte, soy muy feliz, muy feliz – repitió mientras más lagrimas salían de sus ojos verdes
Von Wincott no dijo nada, solo lo arropo entre sus fuertes brazos, y su vista se levanto hasta la ventana que daba al despacho principal del Moau. Ahí parado mirando la escena esta el pelinegro. Sus manos apretadas y su seño fruncido.
Ahora que…
Ahora que soy libre como antes
Ahora que…
No tengo que ser fiel a nadie
El Maou había escuchado el grito, y sin pensarlo bien su cuerpo se había movido por su cuenta, miraba la escena como si fuera lo más ofensivo del mundo, sus manos y sus dientes estaban apretados al límite.
- Yuuri – dijo la chica intentando acercarse
- Leonor – se dio la vuelta para quedar de frente a ella – recoge tus cosa mañana por la mañana te marchas del palacio
- Pero Yuuri – dijo ella con ganas de llorar
- No lo hagas mas difícil, sabes que no me gustan las escenitas
- Si – fue su lacónica respuesta al ver salir al monarca, y después se asomo a la ventana – si tanto lo amabas ¿Por qué lo dejaste ir? – ahora si rompió en llanto
Ahora que soy libre al fin
Para elegir con quién vivir
No me puedo olvidar
Que fui tu amante
Entro a la habitación, esa que tanto tiempo compartió con ese chico de rubios cabellos ¿cuántas veces le envolvió ese dulce aroma a miel que solo el demonio de fuego poseía? se tiro en la cama ¿cuántas novias había tenido desde que rompiera el compromiso? unas diez, tal vez mas, que mas daba, todas ellas eran solo un intento de remplazo, en cada una había visto al principio una similitud con su amigo, sus rubios cabellos o esos ojos verdes que siempre terminaba por aceptar que no eran los que buscaba porque simplemente no eran de él.
Y ahora que soy libre al fin
Para elegir con quién vivir
No me puedo olvidar
Que fui tu amante
Pensó en hablar con él, hacerle ver que si bien no estaba dispuesto aun a declarar públicamente ese cariño que el rubio tanto deseaba, si estaba interesado a comenzar una relación de verdad, pero fue ahí cuando sus miedos e inseguridades lo dejaron minusválido. Wolfram anuncio su compromiso con el sobrino de Von Wincott y parecía feliz
Ahora que…
Ahora que soy libre como antes
Que puedo hacer
Si estas en cada cosa que tocaste
Después de aquello se enteraba de su vida por las pocas cosas que llegaba a sus oídos, supo de su boda, pues recibió una invitación, se presento, si, pero aun si nunca dejo salir todo aquello que se guardo por que ahora solo era lo que siempre quiso “su amigo”
Nunca permitió que ninguna de las mujeres que durante esos dos años entraran y salieran de su vida tocara ese lugar que solo le pertenecía a él.
Ahora que soy libre al fin
Para elegir con quién vivir
No me puedo olvidar
Que fui tu amante
Y ahora que soy libre al fin
Para elegir con quién vivir
No me puedo olvidar
Que fui tu amante
Y ahora que…
Y ahora que…
Y ahora que
Ahora entendía el tormento que el rubio tuvo que soportar estando a su lado, esa constante inseguridad, ese dolor en el corazón al saber que él le sonreía a todos, que todos tendrán un minuto de su tiempo excepto él. Ahora las lágrimas ya eran el perfume que bañaban sus almohadas cada noche, siempre aferrado aquella que en algún momento le perteneció al demonio de fuego.
Hoy al escuchar a Von Wincott gritar de emoción y felicidad lo supo, esa era la que a él le correspondía y que como un tonto había despreciado, ya no había nada ahora, sus arrepentimientos solo podrían llenarlo de amargura.
Ese seria su castigo.
Fin