Shindou Shuichi, importante empresario de renombre, a su corta edad de 26 años era dueño de una de las más grandes discográficas en el mundo Empire Records, con casa matriz en Estados Unidos, regresaba a casa luego de una extenuante semana de reuniones, el avión en el que viajaba aterrizo sin problemas en el aeropuerto de Narita, su automóvil se encontraba en el estacionamiento tal cual lo dejo la semana pasada, a pesar de ser el presidente de dicha empresa le gusta trabajar desde la comodidad de su hogar, y solo se ausenta cuando situaciones importantes requieren de su presencia y su firma. Por fin podría descansar y estar al lado de su pequeño hijo Rikku de cinco años. Se dirigía a toda velocidad por la carretera para llegar a su apartamento en una de las zonas más costosas de la capital del país.
¿Por qué..? ¿¡Por qué nadie me cree!? –Gritaba desesperado caminando bajo la tenue luz de los faroles en el parque –“Porque él es más importante que tu” –su mente respondió a sus cuestionamientos –“¿Quién le va a creer a un niño de 14 años que se droga?”
Lloro amargamente hasta llegar a una de las pasarelas, tenía los audífonos puestos, escuchando la última canción de su vida, la cual no le decía nada, tan solo era un estúpido bolero que su mp3 dañado por varios golpes alcanzaba a captar de alguna radio FM, además estaba en inglés, y el no entendía ni una sola palabra. Cerró amargamente sus dorados ojos dejándose llevar por la música, y por la brisa nocturna mientras caminaba en una pasarela que cruzaba la carretera.
Shuichi cantaba alegremente una canción mientras manejaba, de vez en cuando tomaba uno que otro sorbo de café, acostumbrarse a la diferencia de horario le era un tanto difícil, decidió manejar lento y que los demás autos le adelantaran, no quería el sueño le jugara una mala pasada, vio por el espejo retrovisor que un camión un tanto grande intentaba adelantarlo, por lo que se desvió un poco a la derecha para darle el espacio necesario, pero de pronto sintió una fuerte explosión y comenzó a perder el control del vehículo. Maniobro varios metros hasta lograr detenerlo y bajarse, percatándose que uno de los neumáticos había reventado.
Maldición –abrió el maletero y coloco todos los implementos de seguridad para avisar a los demás conductores que su automóvil estaba detenido y comenzó con la labor de cambiar el neumático, se encontraba frente a una pasarela, cuando elevo su vista y se percato que un rubio bulto caía pesadamente de estaba dirigiéndose a su automóvil, corrió lo más rápido que pudo, pero este aterrizo en su capot abollándolo por completo.
¡Qué diablos! –miro lo que se encontraba sobre su automóvil, y se percato que era una persona, un niño para ser exacto, quien abría con lentitud y dolor sus ojos, para darle al pelirosa una vista sin igual de dos joyas ámbar mirándolo con curiosidad
E…e..er..eres un…an..ange..l? –trato de sonreír pero de sus encías solo salía sangre..
¡Ángel!, ¡ángel como que ángel estúpido niño voy a ser tu peor pesadilla! –grito el pelirosa y sin ninguna delicadeza tomo el cuerpo del menor y lo introdujo en el automóvil, con pesadez cambio la rueda y se dirigió a toda velocidad al hospital más cercano
Tomo su celular y marco el número de su casa, a los pocos segundos la voz de su hijo resonó a través de la línea
Hijo cómo estás? –saludo Shuichi a través del teléfono
¡Papi!, papi cuando vuelves a casa? –pregunto de inmediato, quería tener a su padre cerca lo más pronto posible
En un par de horas estaré allá mi amor, hijo, esta Noriko por ahí? –le respondió al niño de sus ojos
Si, enseguida de la paso –se escucharon sus pasos hasta entregarle el teléfono inalámbrico a la mujer
Shu-chan –contesto animada la mujer de 30 años mientras preparaba la cena para Riku –ya estás en Japón?
Sí, pero hubo un pequeño gran problema –respondió suspirando resignado
Qué paso? –pregunto la mayor, un poco asustada
Pasa, que cuando venía en la carretera un niño intento suicidarse, ¡Se tiro sobre mi auto!, mi preciado auto y lo dejo todo abollado –le contesto ganándose una horrible mirada por parte de una enfermera que pasaba por el lugar –así que estoy en el hospital dando declaraciones y todo eso, por lo que voy a llegar más tarde
Pero tu estas bien cierto? –la mujer estaba muy sorprendida, los índices de suicidios casa día aumentaban más, y ahora ponían en riesgo la integridad física de otros.
Si, no me paso nada, bueno te explico mejor después –dicho esto corto la llamada, puesto que el médico se dirigía donde él.
Señor Shindou –el hombre de cabello azabache se dirigió con una tablilla metálica en las manos –el joven se encuentra estable, tiene un par de heridas y un esguince en su mano derecha, todo sanara con el paso de los días, y se le dio de alta, puede recogerlo y llevárselo a casa
Espere un momento –miro al doctor –yo no conozco a ese niño, le digo que salto sobre mi auto, y no me lo pienso llevar a ningún lado, eso si necesito hablar con él primero –entro sin importarle que el médico le diera autorización alguna
Oye tu –el niño levanto la vista y abrió los ojos al encontrarse con su salvador. –por qué rayos saltaste sobre mi auto?, dios era una autopista con cientos de autos en movimiento y tuviste que elegir el mío niñato del demonio
El niño de ojos ámbar observaba a aquella persona, su cabello era rosa y sus ojos de un extraño color amatista, no le importaba que le gritara, no era la primera ni sería la última persona que lo tratara mal, pero había algo en él que lo hacía sentirse atraído, quería estar con él, daría lo que fuese por no tener que separarse de él.
Me estas escuchando? –hablo al ver que el menor lo miraba fijamente pero al parecer estaba perdido en sus pensamientos
Si..-respondió un poco asustado
Apresúrate y vístete, ya te dieron de alta –salió de la habitación a esperar al pequeño, una vez que este salió el mayor le indico silenciosamente que lo siguiera hasta su vehículo notoriamente dañado
Vas a tener que pagar por eso –abrió la puerta de copiloto para que el menor se subiera, y luego tomo asiento él. –dame la dirección de tu casa, te llevare
No –dijo mirándolo fijamente
No qué? –lo miro un tanto confundido
No me lleves donde mis padres por favor –sus ojos se humedecieron, con la clara de intención de llorar
A donde quieres que te lleve? –le pregunto un tanto colmado de paciencia, tenia sueño, fatiga, estaba cansado y quería ir a casa a ver a su hijo
A ningún lado –respondió con un hilo de voz
Está bien, entonces bájate –respondió fríamente el pelirosa
No, por favor no me dejes solo –le suplico ya con varias lagrimas rodando sus mejillas
Y que quieres?, que te lleve conmigo? –le respondió irónicamente, a lo que el menor bajo la mirada
Por favor, pu..Puedo trabajar para usted, para pagar lo de su auto, puedo..Puedo hacer el aseo..Se cocinar, por favor, no me deje solo, no quiero estar solo –lloro amargamente cubriendo su rostro con sus manos.
El pelirosa no podía concebir lo que sus ojos veían, el pequeño niño estaba indefenso y se aferraba a cualquier oportunidad que le diera la vida para escapar de su familia, ¿Tan terrible era lo que le ocurría?, se imagino a su pequeño Riku, en una situación como aquella y se estremeció de solo pensarlo, su instinto paternal afloro en ese momento y decidió llevar al pequeño a su casa, por lo menor, por un par de días. Encendió el motor del auto y partió a su departamento.