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La experiencia de ser padre por Yulya18

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece… ni uno solo… buuu

¡Hola chicas y chicos!. Después de una noche de insomnio y según yo estudiar italiano, se me ocurrieron estas escenas de la vida de los twins y de su hijo. Espero que les gusten :D


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La experiencia de ser padre

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5 años

¡CRASH!

- ¿Georg? – preguntó una voz, yendo en dirección a la sala, que era de donde había provenido el ruido.

El pequeño miró alarmado hacia el pasillo, buscando la forma de escapar de ahí. Pero antes que pudiera llevar a cabo su plan, una persona entró en la habitación.

- Georg, ¿qué hiciste? – preguntó Tom acercándose a su pequeño hijo y viendo a su lado el jarrón roto. ‘Oh no. El jarrón favorito de Bill.’

- Fue un accidente, papi. – el pequeño estaba al borde de las lágrimas.

Tom inspeccionó el resto de la sala hasta que su vista se posó en la pelota que estaba en la esquina.

- ¿Qué te hemos dicho tu padre y yo acerca de jugar con tu pelota dentro de la casa? – preguntó serio Tom.

- Que no lo haga, papi. – el pequeño ya no aguantó sus ganas de llorar y su pequeño cuerpo se sacudió de miedo.

- Ven aquí, cariño. Shhh… shhh… tranquilo. – Tom acunó a su hijo en sus brazos y empezó a acariciar su espalda, logrando que su hijo se fuera calmando.

- Lo siento papi. Lo siento mucho. Rompí el jarrón querido de papi Bill. – gimió el pequeñito.

- Shhh… esto se soluciona, pero necesitamos total discreción y rapidez.  – Tom fue a la cocina y trajo una escoba para barrer el desastre. No fuera a ser que su hijo se cortara por accidente. – Ve a tu habitación y guarda tu pelota. Luego bajas y te pones tu casaca para salir, ¿si? Ve Georg. – el padre le dio una pequeña nalgada a su hijo para apresurarlo.

 

Y así, el plan de Tom se llevó a cabo. Luego de limpiar el desastre, él y su hijo Georg fueron a un centro comercial a comprar el mismo jarrón que Bill había comprado y que su hijo había roto. Así, Bill jamás se daría cuenta del cambiazo que le estaban haciendo.

 


Para cuando Bill regresó del trabajo, encontró a sus dos amores en la sala viendo una película.

- Hola chicos, ¿qué tal su día? – Bill se acercó y dio un beso en la frente a Georg y otro en los labios a su pareja.

- Todo muy bien, Billa. Estuvimos afuera jugando a la pelota, ¿verdad Georg? – dijo Tom.

- ¡Si papi! – el pequeño ya sabía lo que tenía que decir y como debía comportarse para no llamar la atención.

Pero Bill no era tonto. Sentí que ese par se traía algo, no era normal que estuvieran tan tranquilos siendo ambos tan hiperactivos. Al final lo dejó pasar y fue hacia la cocina a preparar la cena. Pero le sorprendió ver que ya la cena estaba casi lista.

‘Si Tomi ha hecho la cena… es porque algo raro esta pasando aquí.’

Y dicho y hecho. Cuando regresó a la sala vio que Tom y Georg cuchicheaban en voz baja y veían de rato en rato el jarrón que estaba a un lado de la sala. Y cuando sintieron a Bill cerca, se hicieron los locos y empezaron a reír de la nada.

‘Muy raro.’

 


Llegada la hora de dormir del pequeño Geo, fue Tom el encargado de acostarlo y arroparlo esa noche, mientras Bill aseguraba las puertas y subía a la habitación que compartía con Tom. El mayor de los gemelos entró a la habitación momentos después y se acomodó en la cama, abrazando a su hermano y siendo abrazado por igual.

Ya estaba quedándose dormido cuando escucho como Bill lo llamaba.

- Tomi… Tomi, despierta.

- ¿Qué pasa, mi amor? – el de trenzas solo se acurrucó más contra el calor que emanaba su pareja esperando que Bill lo dejara dormir de una vez.

- Ya sé que mi jarrón se rompió. – fue lo único que dijo Bill, pero solo eso fue necesario para que Tom abriera los ojos lo más que pudo y mirara alarmado a Bill.

La respuesta de éste solo fue reírse con fuerza y luego besar a su Tomi.

‘Oh no… nos atraparon.’ Fue lo último que pensó Tom, antes de dejarse llevar por la avasallante pasión de Bill.

 

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7 años

- Muy bien, Geo. ¿Estás listo? – preguntaron Bill y Tom a su pequeño.

- No. – refunfuñó el menor. – ¿Y si me caigo?

- No te vas a caer, mi cielo. Tu papi Tom te va a sostener, ¿no? – le sonrío Bill, antes de alejarse un poco y dejar que Tom enseñara al único hijo de ambos a montar bicicleta.

Poco a poco, el pequeño fue agarrándole confianza a la bicicleta, sobre todo por que Tom la sostenía por detrás, evitando que el pequeño se cayera.

- ¿Estás listo, Geo? – recibió una señal de asentimiento de parte de su hijo, por lo que lentamente fue disminuyendo la presión que tenía Tom sobre la bicicleta, dejando que su hijo empezara a montar solo.

El pequeño avanzó unos cuantos metros, antes de empezar a ponerse nervioso y finalmente caer con todo y bicicleta a un lado del camino.

Ambos padres corrieron al lado de su hijo y lo ayudaron a  levantarse con cuidado.

- ¿Estás bien, bebe? – preguntó Bill, mas preocupado que Tom.

El pequeño miró feo a su bicicleta antes de volver a mirar a sus papis y señalar su rodilla.

- Me golpeé mi rodilla, papi. – refunfuñó el pequeñín, haciendo sonreír a sus padres.

- A ver. – Bill se quitó la mochila que había llevado con él ese día al parque y ante la mirada de sus dos amores, empezó a sacar algodón, alcohol y gasa de ahí.

Tom sostuvo a Georg mientras que su otro padre comenzaba a limpiarle la herida con tanto cuidado que le pequeño no sintió dolor cuando le puso el alcohol sobre la herida. Y antes de darse cuenta ya le estaba poniendo una pequeña gasa para cubrir la zona magullada.

- Listo bebé. – le sonrió Bill, dándole un beso en la mejilla a su hijo. – Fuiste muy valiente, Geo.

- Gracias papi. – sonrió también el niño.

- ¿Quieres volver a intentarlo Geo? – le preguntó Tom.

- Mmm… - el pequeño vio las miradas de ánimo que le daban sus padres y al final asintió. - … Está bien papi.

Tom volvió a subir a su hijo a la bicicleta y volvió a guiar a su hijo, hasta que éste le pidió que lo soltara. Ahora, con mucha más confianza, pudo comenzar a pedalear hasta afianzarse a la bicicleta y empezar a reír, loco de contento.

Sus padres también rieron mientras lo veían manejar por el parque, hasta que Tom recordó algo y volteó a mirar a su hermano y pareja.

- Billa, ¿cómo supiste…?

- ¿… qué se caería? Elemental mi querido Tomi… a mi también me paso lo mismo, ¿recuerdas? Tú fuiste quien me enseñó a montar bicicleta… y al igual que Georg, yo también me caí. Pero tú me curaste y me animaste a intentarlo nuevamente. – terminó de decir esto y se acurrucó contra el costado de su pareja, sintiendo la mirada de amor y adoración que Tom le enviaba.

Y abrazados, los hermanos continuaron viendo a su hijo reír y montar su bici con gusto.

 

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11 años

- Deben quedarse aquí, señores. – dijo un hombre a los hermanos Kaulitz, quienes estaban desesperados parados en medio de la sala de emergencias.

- Pero yo debo estar con mi hijo. – chilló el menor de los gemelos, teniendo que ser sostenido por su pareja.

- Van a tener que esperar. – el hombre terminó de decirles eso y se fue en dirección a la sala donde había sido llevado el pequeño Georg Kaulitz.

Todo había pasado muy rápido. En un momento estaban acostando a su pequeño de 11 años, y a los dos minutos el pequeño estaba muy pálido, vomitaba y ardía en fiebre. Tuvieron que llamar al 911 para que vinieran a ayudarlos. Y por eso ahora estaban ahí, a medianoche, en el hospital que quedaba más cerca a su casa.

- Tranquilo, mi amor. No le va a pasar nada a Georg. – trató de calmar Tom a su devastada pareja mientra él mismo intentaba no derrumbarse también. Su pareja y su hijo necesitaban que él fuera fuerte por ellos.

Dos horas después su hijo fue trasladado a una habitación y se les permitió a sus padres entrar a verlo. Les dolió verlo ahí en esa cama, tan pequeñito y desvalido.

Inmediatamente ambos padres se acercaron a su bebé y no se alejaron de su lado hasta que vino el doctor.

- Buenas noches, señores Kaulitz.

- ¿Qué le sucede a mi hijo, doctor? – preguntó Tom.

- Hemos detectado un virus en sus pulmones. – los padres empezaron a pensar lo peor. – Existe una cura, pero las probabilidades son de un 50/50. Lo siento.

- Queremos que comience ese tratamiento, doctor. – expresó Bill, con una mirada firme. Él sabía que su hijo se iba a reponer. Él era fuerte como sus padres.

- Muy bien. En una hora le estarán poniendo la primera dosis. Pero debo decirles que es un proceso largo y van a tener que tener mucha paciencia.

- La tendremos. – dijeron ambos padres y siguieron contemplando a su retoño.

Durante las siguientes semanas el pequeño recibió dosis diarias de la medicina que le ayudaría a recuperarse. Sus padres habían dejado de lado todo lo que no fuera cuidar de su hijo, llegando incluso a turnarse en las noches para vigilar que el pequeño durmiera tranquilo.

El pequeño parecía no entender mucho de lo que ocurría a su alrededor, puesto que la medicina lo mantenía adormecido la mayoría del tiempo. Pero descansaba tranquilo porque sabía que sus papis lo estaban cuidando. Simplemente ya quería despertar definitivamente para abrazarlos y decirles lo mucho que los quería.

Y este deseo del pequeño fue lo que le dio las fuerzas para salir adelante y poco a poco la medicina comenzó a hacer efecto, sorprendiendo incluso al medico que seguía su caso. Después de todo, no eran muchas las personas que se sobreponían a ese virus.

El pequeño lentamente fue necesitando menos las medicinas, por lo que podía pasar periodos más largos despierto y siendo consentido por sus dos papas, quienes no se alejaban de su lado ni un solo instante.

Mejoró tanto, que llegó el día en que el médico les dijo que su hijo ya estaba completamente curado. Fue un día memorable para ellos. Su hijo reía feliz mientras jugaba con todas las cosas nuevas que sus papas le habían regalado. Y ellos solo podían verlo embelesados, sabiendo que su pequeño seguiría con ellos durante mucho, mucho tiempo.

Ellos se asegurarían que fuera así.

 

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14 años

- Buenas tardes. Con el señor Bill o Tom Kaulitz, por favor. – escuchó Bill decir cuando contestó el teléfono.

- Habla Bill Kaulitz. – contestó él.

- Buenas tardes, señor Kaulitz. Soy el director de la escuela de su hijo Georg. Lamento tener que pedirle que se acerque usted o su pareja para discutir un tema concerniente a su hijo.

- ¿Le ha pasado algo a Georg? – preguntó preocupado.

- En lo absoluto, señor. Su hijo está bien físicamente, pero necesitamos hablar con uno de ustedes. ¿Podría venir inmediatamente? – se escuchó.

- Salgo para allá enseguida. – luego de eso colgó y se arregló rápidamente para salir.

 


20 minutos después Bill ya estaba sentado frente al director, y con él se encontraba su hijo. Con el pómulo inflamado y muy despeinado.

- Señor Kaulitz. Lamento tener que decirle que su hijo fue encontrado peleándose con un compañero de clase. Se necesitaron 4 profesores para lograr separarlos, pero hasta ahora su hijo no nos ha querido decir el motivo de la pelea. Contaba con que usted pudiera sacarle esta información.

- ¿Quieres decirme por qué te peleaste hijo? – preguntó Bill con delicadeza.

- No, papá. No fue nada.

- Obviamente no fue solo nada, Georg. – dijo su padre señalando su pómulo magullado.

- Solo fue por una tonta competencia de deportes.

Su padre se dio cuenta de que estaba mintiendo, pero no lo quiso forzar.

- Está bien hijo. – aceptó. Luego volteó a mirar al director. – Como ve, fue solo eso.

- De igual manera, ambos van a tener que ser suspendidos por tres días. En esta escuela no alentamos la violencia.

- Entiendo, señor director. Y le aseguro que esto no volverá a suceder.

Ambos hombres se dieron la mano y tanto Bill como su hijo salieron para irse a casa.

Pero antes de salir, vio que Gustav bajaba las escaleras y se acercaba a su hijo. Vio como le susurró algo rápidamente y luego le dio un pequeño beso en la mejilla, haciendo que ambos se sonrojaran.

‘¿Será posible que…?’ pensó emocionado Bill.

 

 

Cuando Tom llegó a casa, Bill lo puso al corriente de lo que había sucedido, ya que ambos tenían que ser quienes hablaran con su hijo.

- Muy bien, Georg. Ya es momento de que hablemos. – comenzó Bill, acomodándose los tres en la mesa de la cocina.

- Ya te dije lo que pasó, papá. – el joven no quería decir el verdadero motivo de la pelea. Le daba vergüenza.

- Y yo acepté esa excusa porque me di cuenta de que estabas incómodo. Pero ahora si cariño, dinos qué pasó.

Al ver que sus papás no estaban molestos por haber mentido, les empezó a contar todo.

- Ese estúpido se puso a molestar a Gustav. Tiró sus cosas y yo no me podía quedar ahí parado viéndolo hacerla de matón. – confesó sonrojándose, ganándose miradas sospechosas de sus padres.

Sus padres se quedaron callados.

- Estuvo bien lo que hiciste hijo. Defender a tus amigos es algo noble, pero debes recordar que con violencia no se soluciona nada. Lo entiendes, ¿no es así?

- Si papá. Lo siento.

- Bueno, bueno. Ya olvida eso cariño. Ahora tienes estos tres días para reflexionar sobre lo que pasó. Sube a lavarte las manos que ya vamos a cenar.

El niño hizo lo que le pidieron.

- Pasó algo más, Tomi. – dijo Bill cuando su hijo ya no podía escucharlos.

- ¿Qué ocurrió?

Bill cambió su mirada de seriedad, por una de picardía.

- Cuando nos estábamos yendo del colegio, bajó Gustav y se puso a cuchichear no sé qué con Georg… y luego… le dio un beso… pero solo en la mejilla. – le dijo a su pareja con una sonrisa de oreja a oreja.

- Habrá sido un beso de agradecimiento. – desestimó Tom, haciendo que Bill le jalara una de las trenzas.

- Que tonto eres, Tomi. ¿Acaso no recuerdas que tú también te peleabas cuando me molestaban en el colegio?

- Si. Y eso que tiene que ver con… ahhh ya entiendo. Pero, ¿tú crees que Georg y Gustav…?

- Yo creo que si, mi amor. – chilló Bill emocionado.

Tom solo rió, pensando que si Bill creía que su hijo y su amigo iban a estar juntos, probablemente terminaría siendo cierto. Después de todo, Bill nunca se equivocaba con esas cosas. Al menos no se equivocó cuando los involucrados fueron ellos.

 

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15 años

- ¡Pero papá…!

- Nada de peros, Georg. No vas a ir a esa fiesta y punto. – expresó Bill, esperado que su hijo no discutiera más del asunto.

- Por favor papá. Es solo una fiesta. Todos van a ese lugar, yo seré el único tonto que nunca ha ido. – refutó nuevamente el adolescente.

- Ya te dije que no vas a ir Georg Kaulitz. Si continuas insistiendo, te castigaré por un mes.

- ¿Qué sucede aquí? – preguntó Tom, quien recién llegaba a casa.

- ¡Papá! – Georg se alegró que por fin hubiera llegado su otro padre. Él siempre le daba mucha más libertad que su papá Bill, así que no dudaba que él le daría el permiso para salir. – Papá Bill no me quiere dejar ir a una fiesta. Convéncelo. – pidió Georg a su padre, ya sintiendo que había ganado.

- He dicho que no va a salir Tom. – su pareja le envió una mirada que claramente decía ‘Mas te vale que estés de acuerdo conmigo o sino…’

- Hazle caso a tu padre, Georg. Y yo tampoco creo que debas salir. En primer lugar, ¿en donde es esa dichosa fiesta?

- En “Hellish”. No es tan lejos.

Los padres se miraron y asintieron imperceptiblemente.

- No hijo. No vas a ir a ese lugar. La zona es muy peligrosa.

- Pero papá… - comenzó a refutar nuevamente el jovencito.

- No. – la seriedad en la mirada de Tom le hizo saber que su padre hablaba en serio. Pero no por eso le tenía que agradar.

- ¡Los odio! – gritó el jovencito completamente molesto.

- ¡Cuide esa boca jovencito! Somos tus padres y nos debes respeto. – dijo Bill.

- No me importa. ¡Los odio! ¡Desearía que no fueran mis padres!

- ¡Suficiente! Estás castigado, así que sube a tu habitación en este instante.

- ¡Bien! – el hijo se fue rápido de ahí y entró a su habitación azotando la puerta y dejando a un Bill triste por las palabras tan duras de su hijo y a un Tom que abrazaba a su pareja tratando de consolarlo.

 


- Hey Gustav, ¿qué haces? – preguntó Georg mientras se acomodaba en su cama.

- Nada.

- ¿Van a ir a la fiesta?

- No. No me gusta esa zona. Es peligroso.

- Oh vamos. No seas un aguado. ¿Qué dice Andreas? Seguro que él si va. – volvió a decir el joven Kaulitz.

- Tampoco. Va a venir a mi casa para continuar con el juego que dejamos pendiente.

- Ustedes a veces pueden ser tan aburridos. – renegó Georg.

- ¡Hey! ¿Cuál es tu problema? – Gustav se estaba fastidiando lentamente con su amigo. Desde hace un tiempo que se venía comportando como un imbécil.

- Mis papás me castigaron. No quieren que vaya a la fiesta.

- Entonces, ¿cómo pensabas…? ¡Ibas a escaparte! ¿Acaso estás loco Georg? – gritó Gustav al teléfono.

- Ay, no empieces Gustav.

- Te lo advierto Georg. Como pienses en escaparte llamaré a tus padres. – le advirtió. Y conociendo a Gustav Schäfer, no dudaba que lo haría.

- Está bien. Me quedaré aquí muriendo de aburrimiento. Gracias Gustav. – dijo con sarcasmo el otro. – Adiós. – y colgó el teléfono, dejando a Gustav con la palabra en la boca.

 


Al día siguiente se despertó pasadas las 10 de la mañana pero como no quería bajar y ver a sus padres, encendió el televisor de su cuarto y se puso a hacer zapping, buscando algo bueno que ver. El destino quiso que justo pasara por el canal de noticias y escuchara lo que se decía.

… se declaró la muerte de 8 adolescentes en la discoteca de moda “Hellish”. Al parecer los causantes de esta masacre fueron los miembros de las pandillas que aterrorizan la zona. Seguiremos informando.

Georg se quedó de piedra cuando terminó de escuchar las noticias. Él había estado a punto de ir a ese lugar… y ahora… podría estar…

‘Muerto. Podría ser yo uno de los muertos.’

El joven se aterró de solo pensar eso y levantándose de la cama, salió corriendo escaleras abajo, buscando desesperadamente a sus progenitores.

- ¡Papá! – gritó el chico entrando a la cocina y abrazándose a uno de sus progenitores con tanta fuerza, que hizo que éste tirara al suelo el vaso que tenía en la mano.

- Georg, ¿qué pasa? – Bill estaba preocupado. Sentía los suspiros desesperados de su hijo y no le gustaba para nada.

- Lo siento mucho papá. Lo siento mucho. – repetía el joven una y otra vez.

- Explícame qué pasa, mi amor. – mientras hablaba, Bill acariciaba los largos cabellos de su hijo, buscando calmarlo lo suficiente como para que le explicara bien lo que tenía.

- Asesinaron a varias personas en la discoteca. Lo siento tanto papi. No debí insistir tanto en ir.- el joven tenía muchas ganas de llorar ahora que recordaba todo lo que les había gritado a sus padres la noche anterior.

- Cariño… shhh… shhh… tranquilo.

- Lamento haberles gritado, papá. Perdóname. – el joven se abrazó más fuerte a Bill.

- No hay nada que perdonar, Georg. Nunca podríamos estar molestos contigo, mi amor.

- Prometo portarme bien desde ahora, papá. Te lo prometo.

Bill sabía que aunque su pequeño lo prometiera, siempre existirían más roces. Su hijo estaba pasando por la adolescencia y esas muestras de rebeldía tenían para rato.

Pero mientras Bill abrazaba y consolaba a su único hijo, se dijo a si mismo que no importaban todas las peleas y discusiones por las que pasaran, porque al final su hijo era un buen chico y siempre aceptaría la voluntad de sus padres, sabiendo que ellos siempre hacían lo que era mejor para él.

 

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17 años

- ¿Estás ocupado papá? – preguntó un joven de cabello castaño largo y sedoso, metiendo la cabeza en el estudio de su padre.

- No Georg, pasa. – cuando el hijo se hubo sentado en uno de los sillones su padre se sentó a su lado. – ¿Qué sucede? – lo animó Tom a decirle a lo que venía.

- Mmm… pues verás papá… mmm… Gustavyyohemosdecididotenerrelaciones . –soltó todo a la carrera, ganándose la confusión de su padre.

- ¿Qué? En español por favor, Geo. – rió Tom.

- Que Gustav… y yo… hemos decidido… tener relaciones. – el hijo se ruborizó como nunca antes, y agradeció tener el cabello lo suficientemente largo como para cubrirle el rostro.

Tom se quedó pensando por cerca de un minuto antes de comenzar a hablar.

- Bueno, hijo. Debo admitir que supuse que no pasaría mucho antes que me dijeras esto, después de todo, Gustav y tú ya tienen más de un año de ser pareja. Pero, ¿están seguros?

- Si papá. Pero… no sabemos como… tú sabes. – el sonrojo del menor no descendía.

- Ya veo. Bueno lo primero es que estén seguros y que no existan presiones por parte de ninguno. Luego… necesitaran estar protegidos, como supongo será la primera vez de ambos, pero es para prevenir un embarazo. Son muy jóvenes para traer un hijo al mundo.

La parte que seguía era un poco difícil de mencionar para Tom.

- Van a necesitar… lubricante. Para que… ya sabes… uno pueda… preparar… al otro y que la penetra… penetración… no sea tan difícil. – ahora el sonrojo de Tom se unía al de su hijo.

- Entiendo papá. – definitivamente ambos querían terminar con esa conversación de una vez. Esos datos que le daba su padre le hacían tener una imagen mental de lo que sus padres hacían. ‘Ay no. Mis papás y eso… ay no.’

- ¿Algo más, Georg? – preguntó Tom.

- Mmm… no papá. Muchas gracias. Yo… eh… tengo que irme a ver a Gustav. – el menor salió disparado del estudio, sin escuchar como su padre dejaba su sonrojo de lado y empezaba a reírse con ganas.

Cuando Bill entró al estudio, vio que su pareja se reía como loco.

- Tomi, ¿por qué te ríes así? – preguntó curioso el menor de los gemelos Kaulitz.

- Vino Georg… a hablar de sexo.

- ¿Que qué? – Bill veía a su hijo aún como un bebé, y no podía creer que ya estuviera en esa edad donde muchas personas ya experimentaban los placeres de la carne.

- No me mires así Billa, nosotros éramos más jóvenes que él cuando hicimos el amor por primera vez. – Tom se levantó del sofá y abrazó a su pareja, hundiendo su rostro en el cuello de su amor, y aspirando su aroma.

Bill ya no pudo decir nada más respecto a su hijo. El placer que sentía mientras Tom lo tomaba sobre su mesa de trabajo era demasiado.

 

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22 años

- Georg Kaulitz. – llamó el hombre, antes que un ya Georg de 22 años se acercara al podio a recibir su diploma de graduado.

Sus padres, desde su sitio, miraban a Georg con miradas de orgullo. Después de todo, no todos se graduaban un año antes de lo normal de la universidad y con grandes honores.

Luego que la ceremonia concluyó, todos hicieron un brindis de honor por los graduados y los jóvenes se dispersaron a conversar con sus familias.

- Papá Tom, papá Bill. – dijo el hijo de ambos apenas llegó hasta donde estaban ellos conversando con otros padres.

- Hijo… estamos tan orgullosos de ti, cariño. – dijo emocionado Bill, abrazando con fuerza a su hijo.

- Gracias papá. – Georg abrazó con igual fuerza a su padre, mientras que Tom ponía su mano en el hombro de su hijo.

- Tu padre y yo queremos llevarte a cenar para celebrar. Así que tú elige el lugar. – expresó Tom una vez que Bill y Georg se hubieron soltado.

- Mmm… me encantaría papás, pero quedé con Gustav.

- No te preocupes hijo. ¿Será entonces para… digamos mañana? Y trae a Gustav contigo. – le sonrió Bill, siempre conciliador.

- Claro papá. – asintió Georg un poco nervioso. – Mmm… papás.

- Si, ¿qué pasa hijo? ¿Por qué estás tan nervioso? – preguntó Bill.

El joven en lugar de contestar, sacó de su saco una cajita, y abriéndola, mostró el contenido a sus padres. Era nada más y nada menos que un anillo de compromiso muy parecido al que Tom le había regalado a Bill hacía ya muchísimos años como señal de su amor por él.

- Oh, mi bebé. – Bill abrazó nuevamente a su hijo, entendiendo perfectamente lo que ese anillo significaba.

- Ya, ya, Bill. Deja al chico respirar. – Tom abrazó a su Bill contra él y luego se volvió hacia su hijo. – ¿Y tú qué haces aún aquí jovencito? Vaya a buscar a su pareja, y mas te vale que veamos ese anillo en el dedo de Gustav mañana, ¿entendido? – Tom le guiñó un ojo y le sonrió alegre.

Georg abrazó a sus padres una vez más y besando sus mejillas partió en dirección a la casa de su pareja. Después de todo, él tampoco podía esperar para ver ese anillo en el dedo de su hermoso novio.

- Y ahora, señor Kaulitz, creo que tendremos que celebrar tú y yo solos. – susurró Tom al oído de su gemelo, dándole a entender a qué clase de celebración se refería.

- Mmm… parece que si, señor Kaulitz. Pero no se le olvide que la celebración debe ser por doble motivo. – Bill le sonrió con picardía antes de tomar su mano y llevárselo de ahí.

 

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23 años

Tom y Bill llegaron con el tiempo justo a la casa donde vivían ahora Georg y su esposo Gustav. Su hijo los había llamado unos días antes invitándolos a una comida en su casa y los gemelos pensaron que la comida era por el primer año de aniversario de matrimonio de los dos jóvenes.

Cuando ingresaron al lugar, fueron saludados efusivamente por su hijo y su yerno, quien no dejaba de sonreír y de ser acariciado por su esposo.

Los gemelos saludaron a los padres de Gustav, quienes eran unos muy buenos amigos de ellos desde que los chicos se habían conocido a los 5 años.

Media hora después todos se acercaban a la mesa a disfrutar de una comida preparada en su totalidad por Gustav, quien era un renombrado chef en Alemania. Y obviamente, él no dejaba que su esposo se acercara a su cocina, porque su hijo podía ser un magnifico escritor y todo, pero era un desastre en la cocina.

Todos alabaron la comida de Gustav y para cuando llegaron a los postres, la joven pareja se levantó y se tomó de las manos antes de comenzar a hablar.

- Bueno familia. Saben cuanto nos gusta a Gustav y a mí que nos vengan a visitar, pero en esta ocasión, el motivo es uno muy diferente. – inicio el discurso Georg.

- Sabemos que ustedes piensan que esta es una pequeña celebración por nuestro primer aniversario y así lo es. Sin embargo, también hay otro motivo. – dijo Gustav sonriendo ampliamente.

- Ya chicos, digan que sucede. No nos dejen en ascuas. – rogaron los cuatro padres con comentarios parecidos a ese.

- Queremos anunciar que… ¡Gustav esta esperando un hijo! Tiene 2 meses de embarazo.

E inmediatamente comenzaron las felicitaciones de los cuatro felices padres, quienes no podían esperar la llegada de su primer nieto.

Cuando Tom y Bill abrazaron a su hijo, no pudieron evitar sentir nostalgia. Georg había sido su pequeño, el fruto de su amor, alguien a quienes sus padres habían querido con locura. Y ahora su retoño había crecido, se había casado y ahora esperaba un hijo. Un hijo que ellos esperaban los hiciera tan dichosos como la llegada de Georg lleno de dicha los corazones de sus padres.

Y Tom y Bill esperaban que su hijo pudiera vivir todas las mismas experiencias por las que ellos habían pasado cuando lo criaban.

A ver si así también el karma hacia que sufriera de las mismas travesuras que él les había hecho a sus padres.


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Notas finales:

Espero que les haya gustado, aunque casi me vuelvo loca cuando tuve que corregir todas las faltas ortográficas jejeje… ¡Besitos!


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