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LA BESTIA por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

Kyo Kara Maou no me pertenece, como siempre, jejeje.

Notas del capitulo:

Bueno, tal como dije hace un par semanas cuando invite a escribir historias de terror, suspenso, misterio o fantasia, con honor a las fechas de Hallowen y Dia de los Muertos, aqui va mi primera historia.

Esperando que les guste y que otras se agreguen aparte de las mias, ahi va la primera entrega.

 

 

 

“LA BESTIA”

 

 

 

Por más que corriera el fin estaba cerca.

Pasos cansados se escuchaban en el fondo del bosque, respiración agitada de a quien el cansancio sumado con el terror vivo le grita.

 

¡Corre, no te detengas!

 

Mas el cansancio puede más que cualquier advertencia hecha desde el fondo del alma pura del inocente, haciéndoles caer en la inconciencia de lo irremediable.

 

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!-

 

El grito de terror inunda todo a su paso, las aves vuelan despavoridas de las copas de los árboles, los animales que no habían huido, ahora lo hacen y cualquier recuerdo de aquellos parajes conocidos como hogar desaparecían de sus memorias para siempre.

 

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Ancas de ranas, bigote de rata, leche de pasto de Alejandría, una gota de rocío y un cuarto de hoja de albaca. 

 

El joven frente a ella arruga la nariz por el extraño olor que emite la cacerola en donde se cuece su poción, preguntándose nuevamente si será buena idea todo aquello, mas la inescrutable mirada de esa mujer le pone en claro que ya no hay marcha atrás.

 

Por ultimo, un par de cabellos del amado, aunque de preferencia ella hubiese agregado fluidos, pero sabia que esa labor seria difícil para el joven, por algo había ido a solicitar su ayuda con el rostro compungido y el corazón a punto de hacerse trizas.  Debia conformarse con lo que tenia en las manos, no hay de otra, se decía cansinamente, mientras el muchacho notoriamente contrariado por su conciencia, se debatía en dejar todo eso hasta ahí, dar la vuelta y marcharse, mas ella conocía el corazón humano, aun mas el enamorado que en vez de razonar actuaba sin contra tiempos,  sin siquiera pensar en consideraciones por el prójimo.

 

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De las profundidades del abismo, arrastrándose através de docenas de cadáveres, cubierto por sangre, un ser extraño, olvidado por aquel mundo insípido que algún día le viera nacer, intenta tomar el oxigeno que hace siglos, para él, se le niega, siente por primera vez en aquella vida el calor que le dan los rayos del sol apenas despertando al nuevo día.  La belleza que le rodea se le mete por los ojos provocándole un nudo en la garganta, mas no llora, no hay tiempo para ello, debe comenzar su camino, ir por él, detener la maldición, cambiar la historia y su propio fin.

 

 

 

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Debia dárselo a beber, pero como, en la cena con tanta gente seria imposible no levantar sospechas, en el cuarto seria perfecto si hubiese sido hace tres días atrás, a solas, cuando eran pocas la veces en las cuales tenia aquella suerte.  Desde su ultima pelea dormían por separado, apenas se dirigían la palabra, fue esta indiferencia total que a diferencia de otras ocasiones, impedía reconciliación alguna, lo que le orillo a tal desesperación, porque el no estar a su lado como antes, era mucho peor que no verle, al menos así podría olvidarle, pero ni eso podía.  Tendría que ingeniárselas, si deseaba conseguir su amor, recuperar su relación, debería usar cualquier arma a su alcance.

 

Los nervios lo carcomían, mas debía mantenerse firme, le suplicaría si era necesario pero sin lugar a dudas le haría beber el contenido de aquel frasco que llevaba oculto en su bota.

 

Entro sin mas, después de todo ese era su cuarto, apenas le miro,  supuso que iría en busca de algo olvidado.  Al regresar del cuarto de baño seguía en el mismo lugar, con la mirada gacha, le ordeno marcharse pero al no tener contestación, apenas se hubo cambiado de ropa le tomo del brazo con la firme determinación de echarlo de ahí.

 

Su cuerpo temblaba, parecía a punto de derrumbarse, sintió pena, pero entonces recordó la resolución que tomara hace una semana, no daría vuelta atrás, la decisión había sido tomada.

 

Se fue al suelo de rodillas rompiéndose en sollozos que infructuosamente intentaba de disimular sin éxito, le tomaba de los hombros para ponerlo de pie pero él ya no tenia fuerzas ni para respirar, le odiaba, eso era lo que sentía por él, odio puro y neto desprecio por su patética persona.

 

Con escasas fuerzas lo tomo en brazos depositándolo en la cama, los que pensara simple tiritones se volvían en contracciones con una fiebre que aumentaba con alarma, si antes sentía pena, ahora era culpa, estaba mal y todo fue a causa de su notable desprecio.

 

Intentaba darle a beber agua, pero no debia, en aquella vertió el brebaje momentos antes, intentaba forzarlo, en medio de eso entro en pánico tirando lejos el baso junto a su contenido.

 

Era increíble aun en esos momentos su ex seguía siendo tan orgulloso, jamás lo entendería, por una parte se metía  a su cuarto, rompía en llanto dando un patético espectáculo y cuando el intentaba de darle algo de atención, reaccionaba de esa forma.

 

Le miraba con desprecio, estaba conciente de ello, valdría acaso la pena seguir con lo planeado, aun no era tarde, podría echarse para atrás, dejar pasar los días, intentar de sanar su corazón, pedir un traslado basándose en alguna misión, esperar el día en que una dichosa carta llegase pidiendo su retorno, regresar a palacio y encontrarlo en brazos de otra.

 

Estaba angustiado, mucho tiempo le llevo comprender las emociones del rubio, aun le costaba, pero en ese momento estaba seguro de ello, mordía su labio inferior, apenas visible, cerrando con suavidad los ojos, casi ceremoniosamente.

 

Ni siquiera un suspiro salio de su boca al verle beber aquella agua, se notaba sediento, estaba hecho, no cabía duda, ni mucho menos arrepentimientos, lo planeado se llevo a cabo justo cuando había dado todo por terminado.

 

Estaba sediento, el beber no ayudaba, el agua fresca que debia saciar su sed, no tenia efecto alguno, su cuerpo ardía, sus ojos dolían, la rabia reprimida crecía en su interior, sus articulaciones se retorcían produciendo un horrible sonido y un muchacho acostado en su cama era la victima perfecta para saciar su ira.

 

Ni cuenta se dio cuando se tiro sobre su cuerpo apresándolo contra la cama.  Su rostro denotaba cualquier cosa, menos el amor tan esperado por él, su aliento caliente cubría su rostro, sus rodillas apresaban sus caderas en los extremos, su mirada hipnotizarte lo perdía en la nada, lo devoraría, estaba seguro, mas  no le importaba con tal de ser uno por fin con su amado.

 

 

 

 

 

Frío, el piso estaba congelado, los golpes dados al chocar contra las paredes no le producían el mínimo de dolor, el fuego desaparecía y el rastro de sangre a su paso aumentaba con cada trecho de camino avanzado.

 

 

Gritos desesperados se escuchaban en palacio, pánico generalizado en sus ocupantes, armas tomadas se dispusieron acabar con la bestia que daba muerte a su gente al azar, mas al estar frente a esta no supieron que hacer.

 

Su rey, su amado y noble Heika bañado en sangre, manchaba su propio palacio con aquel liquido vital tan necesario para los seres vivos, su mirada ya no era la misma, su actuar tampoco, los movimientos de su cuerpo eran sigilosos, listos para el momento de atacar, donde antes tuviera manos ahora le reemplazan garras al igual que en los pies, su acogedora sonrisa desapareció para darle paso a una macabra dentadura compuesta por colmillos, la paz que produjera su sola presencia ahora se transformaba en miedo y sus ganas de larga vida para todos ahora solo eran de muerte.

 

 

Podía escuchar los alaridos a lo lejos, con dificultad abrió los ojos para encontrarse con sus ropas rasgadas y varios rasguños de los cuales no paraban de brotar sangre, lo último en su memoria fue alguien llamándole por su nombre con desesperación.

 

Amanecía y el pequeño pueblo a pies de palacio despertaba entre gritos de alarma.  Una bestia de más piel que pelaje atacaba sin mesura  a quien se le cruzara en su camino. 

 

Los gritos de auxilio eran ignorados por completo, los soldados que debieran salvarles no aparecían y en medio de tal algarabía se hicieron de lo primero a su mano para intentar de huir del lugar, mas en medio de la confusión moría gente inocente en el pánico de individuos cegados por el terror puro de la situación que Vivian.

 

Nuevamente despertaba para encontrarse vendado en gran  parte de su cuerpo.  El dolor punzante le decía que cualquier ilusión de que haber tenido un extraño sueño eran falsas.  Solo un par de horas, eso había pasado desde su llegada  a la enfermería. Todos corrían de un lado para otro atendiendo a los heridos que no paraban de llegar, sin nadie que pudiera ponerle al tanto de lo acontecido en su inconciencia, ¿Dónde estaba él?  Era lo único que pensaba.

 

 

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Hacia trizas las puertas, derribaba el primer cuerpo a su alcance, lo destrozaba por completo, con garra y fauces.  Necesita con urgencia apagar el fuego que resurgía en su interior con más fuerza desde que abandonara el castillo.

 

Ni la sangre, ni la carne le saciaban, no significaba nada para el, algo faltaba, ¿pero que?

 

Los gritos, el terror, reflejados en sus rostros, el dolor de cada victima le tranquilizaban por lo cual no pensaba en detenerse.

 

 

Oculto se escabullo del castillo, debía encontrarle a como diera lugar, fue lo único que se le ocurriera en esos momentos.  Montado en su caballo se dio a la tarea de cabalgar sin descanso, si así era preciso, mas al poco andar, su fiel corcel le tiro de bruces y espantado emprendió la huida.

 

Un tumulto de cadáveres impedía el paso tiñendo el camino e inundando el aire con su pútrido olor.

 

Adolorido se dispuso a ponerse de pie, mientras noto como aquellos curemos inertes se movían, no, no eran ellos, vio entonces unos ojos inyectados de sangre y locura, mirándole fijamente de entre estos, entonces supo que debia huir a  toda prisa.  Apenas emprendiera la huida escucho un gruñido para luego transformarse en un feroz aullido que le helo la sangre.

 

Se adentro en el bosque tal como lo hiciera su presa, era él, su olfato no fallaba, su piel se erizo al sentir su presencia, debia encontrarlo, tenia que devorarlo a como diera lugar. Podía escuchar a los lejos sus torpes pisadas en una huida sin éxito, su respiración cansina, el olor de su sangre aun brotando, el latir de su corazón, hasta su misma angustia.

 

 

El cansancio le va ganando, sus heridas recientemente tratadas le pasan la cuenta, el aire comienza a volverse denso, sus piernas ya no le obedecen, en vez de correr apenas y se arrastran, debe descansar, solo un segundo, solo eso, debe tomar aire, calmar sus nervios, le lleva un buen tiempo de distancia, falta poco, se dice, aunque sabe que no es cierto.

 

 

Cerca, muy cerca, ya lo siente, no es un presentimiento, esta ahí, justo en frente suyo.

 

Como una sombra le ve caer sobre él, sin tiempo siquiera de pensar, instintivamente grita, quien es esa bestia que ahora habita el cuerpo de su amado.

 

El sonido que emitiera desde el fondo de su ser le erizaba la piel, esos ojos verdes despavoridos en busca de ayuda le atraen, el escaso calor de aquel cuerpo le atrae, su miedo le excita.

 

Sintió como la bestia lamia su rostro con premura, como olfateaba con detenimiento su pecho.  Quiere cerciorarse que es un a de sus tantas presas que lograron escapar de su condena mortal, esta seguro de eso.

 

Destroza las ropas in consideración, intenta acariciar aquella piel nívea, ya herida, que enseguida queda marcada por sus garras para dar pasos a hilos tenues de sangre en donde no los tenía.

 

Estaba decidido, desde mucho antes, lo devoraría por completo y así lo hizo en medio de gritos agónicos de dolor constantes que recorrían cada centímetro del frondoso bosque.

 

 

 

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La escena que viera aquella tarde le acompañaría hasta la muerte.

 

Apenas se hubo enterado fue en busca del terco de su hermano menor, al contrario de lo que le ordenara el mayor. 

 

Aquel ser no era ese muchacho gentil y amable que conocían, estaba demostrado, sabía bien que de estar conciente, él mismo Heika ordenaría su eliminación antes de ver tal calamidad en su nación.  Le frustraba pensar en esto, mas si no había otra alternativa debería acatar la orden dada por el general, por mucho que esto le doliera.

 

Fue fácil seguir su rastro, solo debia ir por donde se encontraban los cadáveres y daría con él, sabia bien que lo haría, estaba entrenado para aquello, solo deseaba que en esta ocasión su orientación fallara sin importar que.  La fila acababa en una pila de recientes difuntos, de frente no siguió, era obvio por la falta de muerte, a su costado estaba el bosque, dudo en ello, quizás regreso al pueblo por los sobrevivientes, pensó, cuando vio en el cielo una parva de aves volando sin rumbo y animales salir despavoridos del bosque chocando entre si.

 

El rastro era claro a medida que avanzaba, pisadas humanas seguidas por las de una bestia, se puso alerta en seguida, preparado para todo lo que le deparara por delante.

 

Escucho unos gruñidos cancinos cerca de donde estaba, quizás el hermano menor le había herido, pero si eso sucedió él también debía encontrarse en el mismo estado o peor, a causa de las heridas recientes que apenas y curo.

 

Lo observaba oculto desde su escondite, esperaría el momento propicio y le atacaría, la bestia, para su sorpresa, se encontraba fornicando un cadáver inerte, el estomago se le revolvió al ver esto.  Si antes pensó que habría una oportunidad de traer de vuelta a su rey, ahora lo ponía en duda.

 

Al escuchar un gemido del que creyera un cadáver, se puso en alerta, la bestia continuaba las embestidas con sus constantes jadeos, la acción parecía no tener fin.

 

Sintió lastima por aquella victima de tal brutal acto, mas sabia que si deseaba capturarle, la mejor alternativa era hacerlo al final de su orgia, cuando se encontrara agotado.  Dio gracias entonces que el menor se hubiese extraviado, ver aquello del ser que amaba perdidamente, le habría roto el corazón.

 

Cambio su posición para observar mas de cerca de a la bestia, con mano empuñada en su espada.  

 

Aquella mano pálida tiritaba pausadamente, volvió a cambiar su posición, no podía dejarse llevar por sentimentalismos con su plan ya puesto en marcha, entonces noto por el costado del pelaje, unos rizos de color oro teñidos de rojo.  Su corazón se congelo, su mente queda en blanco, mas su cuerpo reacciono sin darle tiempo de pensar en nada que no fuera asesinarle.

 

 

Le clavo la espada en la espalda, la bestia lanzo un aullido agónico soltando su presa al instante, le lanzo con espada y todo, lejos de él, poniéndose en guardia para atacar, el castaño ya mas conciente hizo lo mismo esquivando apenas sus garras, la bestia gruño con furia lanzándose a su nueva presa con la intención de despedazarlo por completo, pero el individuo no le dejaría acabar con su vida tan fácilmente, nuevamente le esquiva, produciéndole una nueva herida en el pecho, sin esperárselo el animal retrocede y huye  del lugar, al percatarse que tenia todas las de perder, mas el castaño no pretende dejarle y lo sigue un gran trecho hasta que descubre que lo ha perdido, aun siguiendo un rastro de sangre.

 

La ira le invade, quería zanjar aquel asunto con sus propias manos, sabía que con ayuda seria más pronta su captura, debia regresar, cobraría venganza por la frenta cometida, trastabillo y por primera vez recordó a la victima, la cólera del momento le había nublado la mente, dio la vuelta y corrió en ayuda de su agonizante hermano.

 

 

 

 

 

 

Continuara...................

Notas finales:

Gracias a quienes lean esta historia, se espera comentarios.

La continuacion de la historia saldra para mañana, obvio,  para dar cierre a esta serie.


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