Era un chico muy solitario, lo único que hacía era estudiar, no tenía vida social, no hablaba con nadie, no se llevaba bien con sus padres, vivía solo, tenía una vida miserable. Era atractivo tenía el cabello negro y los ojos verdes, pero desgraciadamente no se podía apreciar su belleza por culpa de unas no muy lindas gafas, era delgado y de gran altura.
Su rutina era levantarse temprano, tomar desayuno, ir a la universidad gracias a una beca que se había ganado por sus excelentes calificaciones, estudiar estudiar estudiar estudiar estudiar…. volver a casa y descansar.
Un día cualquiera cuando estaba en el comedor de la universidad un chico le llamó la atención, era joven, un poco más bajo que él, tenía el cabello castaño y los ojos no se los alcanzaba a ver, era delgado y demasiado guapo. Ese día no comió se quedo embobado mirando como comía el castaño como movía sus labios, como miraba hacia la nada, tenía aspecto de estar preocupado por algo.
Ángel no tenía el valor de acercársele y preguntarle su nombre o que estudiaba…nada.
En la clase que seguía después de almuerzo no puso ni una pizca de atención, en sus pensamientos sólo estaba la imagen de aquel chico. Al llegar a su casa se fue directamente a la cama a pensar que podía hacer, nunca supo como relacionarse con las personas eso era algo que a él no le importaba, no necesitaba a nadie o eso era lo que creía, además con suerte hablaba, sólo abría la boca para comprar o para hacer las exposiciones en la universidad .
Al día siguiente Ángel se acercó a ese chico en el mismo comedor y a la misma hora después de haber tenido una pelea mental que consistía en ir o no ir a por el chico
-hola-lo saludo el pelinegro lo que produjo un saltito del parte del castaño ya que no había percibido la presencia de Ángel.
-ho-hola- respondió el castaño -¿que quieres?-esta fue una pregunta un poco agresiva la cual hizo que el pelinegro estuviera a punto de dejar su plan pero sus ojos azules lo cautivaron
-saber tu nombre-dijo esto haciendo un intento de sonreír cosa que no le iba nada bien
-¿para que?-lo miro desconfiado
-que mal humor yo sólo quiero tener un amigo-dijo esto apenado
-oh, lo siento últimamente no controlo mi genio, soy Dante y tu?-preguntó el castaño sonriente y éste si que tenia una linda sonrisa.
-Ángel-
Dante no sabía que haberle hablado a aquel hombre fue el peor error de su vida
Ángel ya no era un ser tan solitario, después de ese encuentro en el comedor comenzó a hablar con Dante todos los días y si no lo veía un día se desesperaba y empezaba a marcar su número reiteradamente hasta que Dante le contestaba y le decía que se había atrasado, que tenía cosas que hacer, que estaba enfermo o algo por el estilo, el pelinegro era un poco obsesivo y no permitía que alguien que no fuera él se acercase al castaño y si alguien lo hacia él se enfadaba y se desahogaba lastimándose una y otra vez.
Dante solo veía a Ángel como un amigo y no pensaba que podría llegar a ser otra cosa pero el pelinegro quería más.
El castaño tuvo problemas con la renta de su departamento y no tenía adonde ir, por lo cual se fue a vivir con el pelinegro.
Así se fue ganando el ojiverde la confianza del ojiazul y cuando vio que ya era mucha creyó que era necesario pasar al siguiente paso de su plan.
Dante se desespero al ver que no podía abrir la puerta para salir del departamento en el cual vivían, la llave no funcionaba. Llamó a Ángel, el castaño tenía un mal presentimiento y cuando vio la mirada de deseo del pelinegro que ni con las gafas se escondía lo entendió, el nunca lo vio como amigo por eso esos acercamientos innecesario.
El pelinegro lo acorraló entre su cuerpo y la puerta, empezó a tocarlo, a pasar sus manos por debajo de su polera mientras el otro intentaba zafarse
-no tienes escapatoria – le dijo el ojiverde con una sonrisa maníaca
-¿por qué haces esto?-preguntó el castaño llorando
-porque te amo -contesto ladeando la cabeza
-¡pues yo no!-
-eso no es lo que quería escuchar – empezó a besarle por el cuello a morder la oreja del castaño, Dante tomó la cara de su atacante y empezó a besarlo para que bajara la guardia, tal vez así tenía una oportunidad para librarse de él. Cuando el pelinegro hubo bajado la guardia dejándose llevar Dante le dio un golpe bajo y escapó hacia la cocina en busca de un cuchillo, cuando lo tuvo en la mano Ángel apareció tras el sujetándole la mano.
-¿qué piensas hacer?-preguntó con una vocecita impropia de él
-na-nada -
el pelinegro le quitó el arma blanca de la mano y arrastró con una mano a Dante hacia la habitación y en la otra llevaba el cuchillo
-te dije que te amaba, así que vamos hacer lo que hacen las personas cuando se aman jejejeje
-no, por favor no – que placer le producía escuchar esas palabras era lo mejor
-si, te recomiendo que pongas de tu parte, así será menos doloroso- el pelinegro comenzó a quitarle la ropa hasta dejarlo completamente desnudo y después acabo con su propia ropa haciéndolo con una sola mano porque con la otra sujetaba a su presa, el cuchillo ya había caído hace un rato a la cama.
El otro forcejeaba para salvarse de lo que venía después, pero nunca había tenido demasiada fuerza y el otro le ganaba notablemente.
El pelinegro lo lanzó a la cama y se la metió de una sin preparación sin nada, el castaño pensó que se partía en dos era asqueroso repugnante tener eso dentro y sentir tanto dolor, comenzó a morder a su atacante y lo hizo sangrar pero esto solo provocaba más placer y excitación en el otro.
El castaño gritaba de dolor era horrible, las lagrimas caían por sus ojos y el pelinegro se sentía en el cielo. Dante logró alcanzar el cuchillo que estaba a unos centímetros y se lo paso por su propia garganta justo cuando Ángel se corría dentro de él.
El pelinegro se percató de que la vida de Dante se había ido, sólo empezó a lamer su sangre que bien sabia, empezó a morder el miembro del muerto y fue a por una segunda vuelta y esta vez se excitó más aún, su amor ahora no se resistía estaba sólo para él y lo podía mover a su gusto.
Después de aquello se acostó agotado al lado de Dante y se cubrió a el y al muerto con las sábanas, y se quedó profundamente dormido.
Había sido la mejor noche de su vida.
A la mañana siguiente se despertó besando el cuerpo del castaño y se excitó una vez más y se lo hizo de nuevo, encontraba que era lo mejor que podía haber en el mundo. Mientras lo hacía se rasguñaba y se mordía su propio cuerpo haciendo que de éste emanara sangre y la cual a veces derramaba en las manos del castaño y llevaba estas a su miembro moviéndolas a su gusto hasta estar listo para metérsela y derramar su esencia dentro del muerto.
Nunca fue bueno para relacionarse con las personas no sabia que hacer solo se dejo llevar por su instinto.