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LA CORTE DE LOS MILAGROS. por Whisperyuki

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Notas del capitulo:

Veremos la introducción de más personajes ¡Sirius al rescate!

Una extraña calidez fría era lo que percibía Severus en su frente, pasaba sobre ella en una suave caricia para luego colarse en su cabello,  peinándolo,  apartándolo con ello momentáneamente de  la  espesa negrura de la inconsciencia que le envolvía y revolcaba  como las olas de un río gélido que lamían su piel.

 

Más no fue suficiente la frágil ancla que representaba aquella caricia para asirse, el remolino de la inconsciencia no lo soltó, hundiéndolo más profundamente. 

 

****************************************************

 

Sirius ajustó la capucha de su capa para cubrirse mejor en aquella noche ventosa que prometía una fuerte tormenta, maldiciendo por la bajo haberse dejado engatusar por encantos de aquella chiquilla de cara inocente pero de ojos turbios, claro señal que la inocencia ya no formaba parte ni siquiera de su corto vocabulario, constatándolo mejor  al pactar cual sería el pago  -Geez, espero  que  este  preparada,  este favorcito se lo cobraré bastante duro- Bueno, ambos tenían necesidades que cubrir: Ella aquel artículo- Aunque es algo extraño, es solo rapé- y él desfogarse de la abstinencia en la que estaba sin tener que esperar o que le fastidiaran los previos pasos que se requerían con una pareja estable.

 

Una gota de agua impactó en su ojo, debía darse prisa o de lo contrario terminaría atrapado en  la incesante lluvia. Caminó cerca de treinta pasos por aquella calle, dobló a la izquierda para tomar un callejón y evitar así pasar por enfrente de la Cabeza de Puerco, lugar que de seguro estaría abarrotado de ebrios  y algunos de ellos lo traían entre ceja y ceja, así que optó por evitar una confrontación innecesaria o para ser sincero, no quería perder tiempo en una riña que sabía que ganaría, como siempre.

 

 -Maldición-juró en un susurro, la ausencia de luna le dificultaba avanzar más rápido, y él precipitadamente había salido sin siquiera procurarse un farolillo para iluminarse. Otra gota de agua se estrelló en su frente, y otra más y otra- No puede ser cierto- Echó a correr, no faltaba mucho por llegar y  odiaba mojarse en la lluvia, era engorroso tener la ropa húmeda pegada al cuerpo hasta que uno lograba cambiarse.

 

Su carrera fue cortada al resbalar con una sustancia viscosa del suelo, terminando de narices en el piso - ¿Qué diablos? Aun no comienza a llover para que el piso este resbaloso- Se levantó revisando su cuerpo y tanteando los bolsillos de la capa, percatándose que la cajilla de rapé no estaba. Se puso en cuclillas  y con los ojos entrecerrados buscó el recipiente, encontrándolo sobre un charquillo de lo que supuso  era el causante de su tonto accidente, lo tomó y revisó verificando que el contenido no se hubiera regado o mojado volviéndose inservible, cuando un olor metálico llegó a su fosas nasales -¿Sangre?- acercó sus dedos a su nariz, olfateándolos- Es sangre y es fresca- lo confirmó. Tal vez sería alguien de la comunidad quien estuviera herido al defenderse y no había alcanzado a llegar al refugio, no podía confirmarlo porque se había escabullido antes del toque de queda -Pero solo los miembros andan por este lugar- Como sea, debía ayudarlo.

 

Como pudo a través de la noche y con su pie fue sondeando el terreno, era peligroso buscar  el rastro con sus manos pues alguna rata o bicho podía morderlo y ese sí que sería un grave problema. Con el empeine tocó un fardo, le había encontrado -Hey amigo, andando – le habló al bulto, nada. Acercó su rostro al del herido, pero no le pudo reconocer, la sangre oscurecía las facciones de la persona, dándole un aspecto bizarro y grotesco. Con su mano le tocó el rostro y apartó el cabello- Así que es de aquí donde está herido-pensó después de que su mano quedara manchada de sangre al haberla pasado por la cabeza.

 

 

-Esto  no está bien- le regaño una voz interna, esa que solo escuchaba de vez en vez, sobre todo cuando sus alarmas internas  gritaban desaforadas que se estaba metiendo en una buena.

 

-¿Qué no está bien?- le respondió a la voz- ¿Dejarlo aquí  a que muera desangrado o llevarlo a la Corte?- Refunfuñó mientras maniobraba para cargarlo y llevarlo  a sitio seguro.

 

La voz no respondió.

 

-Eso pensé-

 

 

Lo  tomó del brazo y un ligero gemido lo alertó, dio un bote casi soltándolo pero rápidamente le tomó de la cintura como afiance –Geez ¿También te rompieron el brazo?  ¿Pues qué rayos hiciste?– Y ahora ¿Cómo lo iba a mover?

 

Pues colócalo en tu espalda pedazo de alcornoque-

 

Como pudo se lo echo a la espalda y avanzó a trompicones hasta que llegó a la entrada de la guarida: Una  destartalada casucha afueras del pueblo que según muchos contaban estaba embrujada-Patrañas- Puras supercherías, aunque esto les era beneficioso, nadie ni por asomo se atrevía a asomar las narices por allí y ellos alentaban los rumores contando escabrosas historias de hombres perdidos en las fauces de ese lugar al intentar desentrañar sus secretos.

 

Dio un vistazo alrededor verificando que nadie  lo hubiera seguido, todo estaba en orden, reacomodó al herido y entró. Iba lo más sigilosamente posible, todo lo que le permitía su inconsciente carga que llevaba a través del pasillo que conectaba la casa con el escondite -Ya casi, un poco más- Vislumbraba la zona en donde los guardias interceptaban a todo aquel que entraba, sonrió lleno de triunfo, era la hora en que los hombres intercambiaban puesto y no había nadie  que le cerrará el paso, así  pudo llegar ¡Por fin! a la Corte de los Milagros.

 

-Bien, bien ¿Ahora que sigue?- Se detuvo provisionalmente  mientras pensaba en el siguiente paso, cualquiera que este fuera.

 

 –Debes llevarlo a la carpa de la enfermería- Le aconsejó su voz interna –Debes llevarlo, lo dejas en la entrada y luego huyes, así evitarás que alguien te pille y te regañe

 

 ¡Qué excelente plan! Así el tipo sería problema de Madame Pomfrey y él podía ir a cobrar su recompensa por el encargo hecho.

 

La citada carpa estaba a la mitad de la corte, lugar estratégicamente localizado para que todo mundo tuviera que recorrer ante las emergencias el mismo trecho de un lado y otro, sin que se alegara favoritismo para algún grupo de los que allí vivían, algo beneficioso y problemático a partes iguales dada la situación en la que se encontraba.

 

Resollaba por el esfuerzo de cargar al inconsciente y evitar que se lastimara más a la par de avanzar sin ser visto. Daba gracias por estar a solo treinta pasos de la enfermería. 

 

-¡Sirius Black!- La voz de una chica retumbó a sus espaldas, helándole la sangre.  

 

-Hay no, de todos menos ella por favor- Se giró solo para confirmar lo que de antemano ya sabía: Era la pelirroja Lily Evans, una de las guardianas, así que debía darse por muerto.

 

-Hola Lily ¿Qué hay?- trató de hacerse el inocente mientras escondía o mejor dicho trataba de ocultar al  herido.

 

-Ho nada en  realidad Sirius, solo que desapareciste antes del toque de queda y aunque tus amigos lo ocultaron muy bien pues me di cuenta, así que te estuve esperando y ¡Ho sorpresa! Regresas después de una larga ausencia de quien sabe donde con una extraño a cuestas, como vez nada en realidad ¿Algo que agregar?-

 

-Eh, pues…-

 

-¡Como se te ocurre Sirius Black! Ese hombre no es de los nuestros, estas poniendo en peligro nuestro secreto- Explotó la chica.

 

El pelinegro tragó duro, estaba en serios  aprietos. Era oficial,  había metido un completo extraño a la corte.

 

- Te lo dije- canturreo su voz interna -No vas a salir ni siquiera mal librado de esto-.

 

-Lily, no creo que sea el momento de regañar a Sirius, ese pobre hombre está herido, necesita atención- La conciliadora voz de un castaño que venía llegando les pedía  consideración- Será mejor que Poppy lo atienda primero, luego podemos pedir consejo a Albus para  saber cómo proceder con él-

 

Lily asintió, no era tan desconsiderada como para ir a tirar al pobre hombre a la calle a saber qué suerte corría -¿A qué esperas Sirius Black? ¡Andando! – Ordenó imperativa mientras se adelantaba a los pocos pasos mientras llamaba a suaves voces a la enfermera para no molestar a los pacientes internos, si es que había.

 

-Gracias Remus, me has salvado-  agradeció Sirius a su castaño amigo e igual guardián del lugar, mientras zanjaba el corto espacio de donde se encontraba a la carpa.

 

-No des gracias aun, Lily te despellejara vivo cuando las cosas estén más tranquilas- desestimó el castaño.

 

-Es una paranoica, no va a pasar nada-

 

-Sabes que ella solo se preocupa por la gente de aquí- Remus  explicó- Si quien fuera revelara la localización de este lugar estaríamos en graves problemas-

 

-Duele admitirlo pero lo sé- ¿Por qué siempre que lo reconvenía Remus se sentía lo peor del mundo? El castaño tenía el don de saber que justas palabras decirle para que su conciencia  se removiera arrepentida por sus actos. En esos casos prefería cien veces ser regañado por la pelirroja.

 

Lo que pasó después que pusiera un pie en la enfermería bien podía catalogarse como una hecatombe: La madura enfermera gritándole para que se diera prisa en acostar al desconocido, el cómo lo trajeron de mandadero consiguiendo agua limpia, vendas, ungüentos, sábanas limpias y velas para iluminar mientras Poppy y Lily trabajaban a marchas forzadas por evitar que el herido pasara a mejor vida, quien se quejaba de las curaciones aun inconsciente; sin mencionar que  Remus desapareció  para seguramente ir a buscar a el anciano Jefe, abandonándolo con el par de  mujeres histéricas.

 

Bostezó cansado después de largas horas de un frenético vaivén - Esta no era la manera en cómo había planeado pasar la noche- Pensó mientras volvía de ir a tirar a la fosa séptica un palangana lleno de agua rojiza. El crujido de algo que sonó como madera le despejó el sueño y  se puso alerta,  entró al pabellón solo para ver una escena aterradora: como Madame Pomfrey antes de vendar una mano herida reacomodaba las falanges en su lugar para luego cubrirla con un cataplasma de quien sabe que hierba y luego vendarla.

 

-Con esto terminamos- Habló por fin la mujer, entre satisfecha y cansada por todo el labor hecho-  Solo queda rezar porque salga con bien de esto.

 

-Me sorprende que el pobre no haya muerto antes- habló Lily que empezaba a lavarse  en una palangana  de agua limpia para quitarse las manchas de sangre que le quedaran al tratarlo.

 

-Puedes ir a descansar Lily, yo me quedaré velándolo-

 

-Pero Madame, está más cansada que yo, estuvo tratando a los otros enfermos todo el día- replicó la chica- Yo me quedare-

 

-No muchacha, no te ofendas pero él necesita que alguien un poco más capacitado lo cuide-

 

-Pero…-

 

-Bueno, ya que terminaron y no me necesitan más yo me retiro- Sirius intentó escabullirse.

 

-Alto allí, tu no vas a ningún lado hasta que llegue Albus- Lily lo tomó de una de sus orejas para evitar el escape.

 

-Pero ya no me necesitan- el chico forcejeó para liberar su oreja que era apresada como por un par de tenazas.

 

 

-¿Se puede pasar?-

 

Al instante ambos jóvenes dejaron de forcejear para erguirse y quedarse muy quietos ante la presencia del Jefe del grupo: Albus Dumbledore, un venerable anciano, tras él venía un calmado Remus.

 

 

-Adelante Albus – permitió  Pomfrey.

 

A pesar de sus años, el hombre se movía con una soltura e imponencia impresionantes, sumándole además un aura de sabiduría, protección  y paternalismo tal que a  nadie le cabía duda de por él era el líder.

 

 Con sumo cuidado el anciano revisó a prudente distancia al chico;  esté no debía tener más de dieciséis años, diecisiete a lo mucho. Negó apesadumbrado al verlo en semejante estado, inconsciente, la mano entablillada, vendado del pecho  así como su cabeza  que de tanta tela perecía traer un grueso turbante, amén de los hematomas que empezaban a cambiar de color.

 

-Querida Poppy, por favor no te separes  de muchacho, y quiero un informe de su estado dos o tres veces al día, cualquier improvisto no dudes en avisarme-

 

-Claro Albus, así será- asintió la enfermera que comenzaba a prepararse para una larga estadía a un lado de su delicado paciente.

 

-Lamento que te hagas cargo de tan penosa tarea, pero eres la única capaz de resolver cualquier emergencia.- Albus palmeó el hombro de la mujer que ya se encontraba sentada a un costado de la cama.

 

-No hay problema, gustosa cumplo con  ello- 

 

-¿Quién lo encontró?-  Ahora la atención del jefe estaba en los jóvenes, a quienes miraba sobre sus lentes de media luna, haciendo a que más de uno le diera calosfríos  ante la mirada azul, capaz de leerlos como libros abiertos.

 

-Fui yo- confesó Sirius.

 

-Bien, bien, vayamos afuera, no debemos perturbar más la enfermería-Sirius asintió ante la amable orden, salieron del lugar  y fueron a parar al cubículo de Dumbledore, lleno de cosas inimaginables y que de preferencia era mejor no saber que eran.

 

-Te agradecería que me contaras que ha pasado Sirius- Albus se sentó en un viejo banquillo, ya era muy viejo aunque no lo pareciera y tanto trote realmente era cansado.

 

Sirius se quedó de pie y  empezó a hablar, claro omitió varios detalles de lo sucedido, pero a grandes rasgos contó todo. El silencio después de su historia le carcomía los nervios.

 

-Hum, es un asunto delicado mi muchacho, será mejor que vayas a descansar, mañana será otro día-

 

-Pero Albus, quisiera saber si…-

 

- No se te esta perdonando, pero debo meditar cual será tu castigo, si hubieras solo salido no habría problema- Dumbledore le dio una significativa mirada, diciéndole mudamente que sabía de sus anteriores escapadas- Pero volviste con un desconocido- el anciano entrecruzó sus dedos y sus dedos índices bailotearon en su barbilla- Actuaste  de buena fe,  pero se salió de tus manos. Ahora  debo minimizar los daños de  tu buena acción, para que ninguno de los dos sean afectados-

 

Sirius sabía que no ganaría nada si replicaba y solo terminaría hablando de más y cavaría más honda su tumba. 

 

Notas finales:

¿Que opinan? ¿Cual sera la reaccion de Severus al despertar?pero sobre todo ¿cual sera el castigo de Sirius?.

Nos vemos, bye bye


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