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Buenas Noches~ por Kouya Natzuki

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Era aproximadamente un poco más de la medianoche, en una habitación iluminada tan sólo por una pequeña lámpara de mesa. Dos chicas en medio de la habitación, platicando…

-Detesto la ducha…- dije ladeando mi cabeza.

-Entonces ¿Qué tal la tina?- sugirió quien estaba frente a mí.

-¿Desde cuándo tenemos tina?- Mi expresión lo decía todo: no conocía del todo el baño, aunque no era de extrañarse, admito que soy algo distraída y no tenía mucho que empezábamos a vivir juntas.

-…Bañémonos juntas en la tina, ¿quieres?- dijo en tono sugestivo, alzando una ceja y con una sonrisa de lado, provocando que me sonrojara de golpe, pues el solo pensarlo me hacía hervir más la sangre.

-B-bueno, está bi-en- le respondí, tartamudeando un poco. Mi corazón latía con demasiada intensidad y decidí calmarme dando un comentario –Esa propuesta suena a…hermandad- solo noté el silencio y decidí añadir algo más -Las hermanas se bañan juntas y…hacen de todo menos bañarse- acoté riendo al final.

-Pero…nosotras no somos hermanas, somos pareja- un leve sonrojo apareció en sus mejillas, no lo noté demasiado, sabía disimularlo bien.

-Lo sé, solo decía amor mío- digo abrazándola, mi abrazo es correspondido junto con un “Ah, bueno, me quedo más tranquila”, pero la paz no duró demasiado, sentí un leve pellizco en mi cuello, no dolió pero no deja de ser un pellizco.

–No hagas esas bromitas de nuevo Hitomi-

-Ha-haru- Fue todo lo que alcancé a decir, mientras colocaba mi mano en donde me había pellizcado.

 

Éramos una pareja algo… ¿dispareja?. Demasiado diferentes la una de la otra que era difícil asimilar el que nos lleváramos tan bien; y aún más difícil que fueramos pareja, pero con nuestras diferencias, virtudes y defectos, nos amábamos.

 Me había olvidado del asunto sobre el baño y parecía que entre Haruka y yo manteníamos una pelea de miradas, la situación llegaba a aparentar que la que se dejara de ver, perdía.

 

No soporté mucho estar en silencio y simplemente viéndonos, y decidí acercarme y besarla. Sentí como acarició mi cabello. De nuevo nos veíamos a los ojos, esta vez mirándonos más tiernamente. Las miradas se acababan, cuando sentí un beso un tanto tierno en mis labios. Acaricié sus hombros y brazos, llegando a sus manos.

 

-¿Te había dicho alguna vez que eres tan linda?- de la nada un brillo apareció en mis ojos al decirlo, tal vez era por el entusiasmo que puse al hacerlo. No recibí respuesta, sólo siento como jugó un poco con mis dedos para después entrelazar sus manos con las mías, haciéndome sonreír y poner un poco mi cabeza de lado a tal reacción, nunca había durado tanto un momento así entre nosotras. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un abrazo, o más bien, porque ella reodeó mi cuello acariciando mi nuca junto a una leve sonrisa.

-Sabes…-dije haciendo una pausa rápida para luego seguir –No quiero estar parada, vayamos a la cama- todo este tiempo estuvimos en medio de la habitación, supuestamente porque decidiríamos quién entraría primero a la ducha o, en el reciente caso, si nos meteríamos juntas a la tina que no sabía que existía en el baño –Ok-, oí su respuesta mientras iba hacia la cama para luego sentarse. Yo la seguí, e hice lo mismo. Sentada en la cama junto a ella, empecé a mover mis pies como su estuviera salpicando agua en la orilla de una piscina -¿Qué haremos esta noche?- por mi parte, tenía demasiadas ideas sobre qué hacer esa noche…

–No tengo ninguna especie de “plan”… ¿Qué quieres hacer tú?-

-Por ahora… sólo verte, pues tampoco tengo nada en mente- recosté mi cabeza en su hombro, sin dejar de observarla. Ella sonrió mostrando sus dientes, luego me tomó de la cintura y me jaló despacio hacia atrás, haciendo que ambas quedemos recostadas en la misma posición en la que estábamos cuando nos encontrábamos sentadas, pero luego ella se colocó sobre mí, mirándome a los ojos, me abrazó y quedó abrazada encima mío. No pude evitar sonreír y susurrarle muy cerca del oído –Entonces… ¿jugaremos esta noche?- reí levemente al final de la orasión al igual que ella al oírla, pero, esbozando una sonrisa traviesa, por su parte respondió: -¿Quieres jugar? No me contendré- volvió a reír, esta vez menos levemente.

-Esa es mi chica- No fue ni un “si” ni un “no”, mi respuesta fue besarte en la mejilla, muy cerca de tus labios y rozándolos.

–Desde esta vista te ves hermosa-

-Lo tomare como un sí…- comenzó a lamer mi oreja, y mordió sin causar demasiado daño, mientras acariciaba mi mejilla. Por mi lado, me dejé. No tenía intención alguna de detenerla. Hoy pasaba algo raro, no sabía mi límite y mucho menos el de mi pareja. Sentí su mirada en mí por unos momentos y las yemas de sus dedos pasaron por mis labios, y distinguí dibujarse una sonrisa en sus labios antes de darme un beso, un beso que se podría considerar un poco apasionado. Me limité a cerrar los ojos y corresponderle. Instintivamente una de mis manos se posó sobre su cadera, dudando si bajar o no. La incertidumbre no duró mucho, y decidí bajar lentamente mi mano, algo nerviosa. Pareciera que recibí “respuesta” al sentir una de sus manos ir por debajo de mi blusa, acariciando mi estómago. Yo por mi parte, no pude evitar bajar un poco el short que traía, era corto pero no lo suficiente para mí, me gustaba más sentir su piel al desnudo a sentirla entre la fina tela. Cuando menos me di cuenta la mano con la que acariciaba mi estómago estaba ahora desabrochando los botones de mi blusa. Era un movimiento algo lento, pero lo suficiente para hacer deseable el momento. Aunque no podía ver muy bien su rosto, pues lo tapaba su cabellera larga y lacia color castaño oscuro. Decidí guardar mis ansias de verlo.

Acariciaba su espalda con la mano que tenía libre: iba de arriba abajo, mientras que la otra mano la mantuve inmóvil. Esperaba el momento para actuar, pero aún seguía jugando con su espalda, hasta que ella llegó al antepenúltimo botón, antes de dejar un poco al descubierto mis pechos. Era hora de poner en acción aquella mano inmóvil.

 

Quitando la mano de su espalda, pasé un dedo que fue desde su barbilla hacia el final de su cuello, dejándola inmóvil por unos momentos. Ese momento fue el indicado para adentrarme dentro de su ropa interior. Aún estaba tocando sus glúteos. Decidió acercarse a mí y antes de que pudiera susurrar alguna palabra decidí pasar mi mano hacia su entrepierna. No fue suficiente para doblegar su determinación a lo que iba a susurrar.

-Te…- no sé si fue por maldad o por diversión, tal vez simplemente porque me encanta oír a mi pequeña en apuros, ya que mayormente era yo la que parecía la menor entre nosotras dos; empecé a acariciar su entrepierna. Con un poco de dificultad, pudo completar su susurro: -…amo-, -también te amo mi pequeña- a pesar de todo, ella es fuerte, y logró decirlo sin quejas, mas quería ser yo la que dominara en ella esta noche, basta de dejarle hacer el papel de la mayor. Lentamente penetré un dedo en su sexo, procurando no hacerle daño al hacerlo, pues ante todo tenía que cuidarla.

 

-hgm…- es un muy leve sonido el que escuché provenir de ella, ¿acaso un gemido?, para comprobar seguí mi labor estimulando un poco más, esta vez con otro dedo. No recibí respuesta alguna de su parte, ¿me estaba retando a hacerle sentir más placer? La conocía más que a nadie, no le gustaba mostrarse débil ni a la primera ni a la última, pero sé que ante mi tendría que pasar. Un tercer dedo acompañó mi labor de penetrar de adentro hacia afuera, cada vez intensificando más y más. No conseguí oír algo de ella, pero no podía controlar su cuerpo a las reacciones que pudiera tener por esas caricias; lo comprobé cuando cayó sobre mi cuerpo. Temblaba un poco.

 

-¿Cómo puedes negarte tanto a algo que te gusta?- pregunté bajando el ritmo de las caricias para que pudiera contestar.

-Te equivocas…-

-¿Ah, sí? Entonces ¿voluntariamente decidiste caer repentinamente sobre mí?- solo un gruñido salió de tus labios. Terminó la corta conversación. Como era de esperarse, se negó, y yo solamente retomé, pero al doble. Esta vez ya no pudo contenerse más, un quejido se produjo entre sus labios, desvié mi mirada hacia la derecha, donde tenia su cabeza. Se estaba mordiendo el labio inferior, tan fuerte que un hilo de sangre había empezado a caer.

 

-Solo demuestra que te gusta-

-Que…no- entre jadeos pudo contestar.

-Bien…si con estas estamos- Mi mano libre volvió a su espalda. Esta vez no divagué y fui directamente al broche de su sujetador; no podía alcanzar sus pechos en la posición en la que estaba, a menos que se moviera más frente a mí, mas no esperaba pedírselo, esperaba que lo hiciera voluntariamente, así que aproveché lo que tenía más cerca: su cuello. Lamía una y otra vez de forma provocativa, dando leves mordiditas sin hacerle daño. Su resistencia estaba acabándose de poco a poco: ya podía oír sus jadeos. Cuando sentía que estaba a punto de llegar al clímax, sostuvo mi blusa fuertemente mientras sacó fuerzas de donde pudo para susurrar: “Basta…me encanta, sigue…”. Me conocía bien, si no lo admitía, era capaz de dejarle con las ganas. Aumenté la velocidad de mi mano para hacerle acabar. Algo electrificó su cuerpo que le hizo mover la rodilla que tenía entre mis piernas. Solo me sonrojé y esperé el final… cuando oí un sonoro gemido de su parte. Había acabado, dejó caer completamente su cuerpo contra el mío.

-Sabía que no soportarías por siempre-

-No me lo reproches…- su rostro estaba hundido en mi pecho, saqué mi mano, pero antes de poder sostener la sábana para secarla, fuertemente la sostuvo ella por la muñeca, alzó la cabeza y se sentó en la cama. Yo hice lo mismo, pero aún tenía mi mano.

 

-Has sido una chica mala…- me dijo desviando su mirada hacia mi mano, y yo solo veía como aún seguía temblando levemente. Su short estaba mojado al igual que su ropa interior.

-¡ja! ¿Qué harás? ¿Castigarme?- un tono algo burlón fue aquel que usé.

-Efectivamente- sentenció, y de pronto empezó a lamer mis dedos. Me excitaba verla haciendo eso; eran sus propios fluidos, mas aún así me exitaba, mi entrepierna empezaba a sentirse caliente… pero no iba a pedir que me tocara… no esta vez, que había llegado tan lejos.

-Sentir tu propio sabor ¿es tu manera de castigarme?- tratando de disimular que me encantaba lo que hacía.

-Tomando en cuenta de quién es la mano…sí- una mueca fue la que respondió por mí.

 

-Bien, la hora de que los pequeños entren en acción ha llegado- dijo quitándose la blusa junto con el short, quedando sólo en ropa interior, aunque su sujetador estaba medio desabrochado, en cualquier momento podía caerse. Tragué saliva y recordé sus palabras… “No me contendré”.

 

El corazón empezó a latirme rápidamente, como si temiera de algo. Temo, no a que me toque, si no a que lo haga de una manera que lo disfrute tanto que termine pidiendo por más… aún más, después del clímax. Era capaz de lograrlo, pero yo no sabía si era capaz de contenerme tanto como lo hizo ella. No podía pensar en nada más que no fuera…

 

…“¿Qué piensas hacerme, Haruka?”.   


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