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Absurdo por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Juro solemnemente que mis intenciones no son de lucro. Y que, sorpresivamente, los derechos de la obra Naruto no me pertenecen. 

 

Notas del capitulo:

Debería estar haciendo un cerro de tarea, pero no puedo dejar de pensar en esto.

Me inspiré en la canción de MDO Te quise olvidar. Por si alguien desea conocerla, pueden encontrarla aquí

Espero que les guste :D 

Absurdo

Por: chibiichigo

 

Había intentado, desde el momento en que su mundo se cayó, huir del dolor, escapar de ese enemigo silencioso que lo amenazaba por las noches. Sin embargo, no siempre era capaz de hacer oídos sordos a las palabras llenas de cizaña y de amargos recuerdos que el sufrimiento le susurraba.

No era un dolor punzante, ni una melancolía que interrumpiese sus sentidos de manera trágica. Nunca había sido de aquellos que se tiraban a matar por cosas que no podía solucionar, de los que parecían desgarrarse las vestiduras por el sólo hecho de encontrarse en una posición indeseada. Era, más bien, un dolor estoico que no se iba ni hacía el amago de colarse en lo hondo de su ser. Inmutable frente a todos los intentos vacuos por olvidar lo que había ocurrido.

Era, en pocas palabras, un dolor que fungía como la herida siempre abierta a la que únicamente le permitía sangrar en la soledad de su habitación, en lo más oscuro, recóndito y macabro de su alma. Un alma marchita.

Pero, si algo había de rescatarse era la irreductible necesidad que tenía por seguir adelante. Por olvidarse del cuerpo de un hombre que se había alejado para cumplir un destino que cada vez se le antojaba más inverosímil. Por abandonar la lealtad enferma que había establecido con el recuerdo de aquel que no había dudado en olvidarlo.

Aquello era, y no otra cosa, lo que le había llevado a encontrarse con ese ser de cabellos oscuros y sonrisa vacía. Porque, no era posible para él mentirse: Estaba con él porque añoraba desprenderse por completo del hombre al que había amado, al que seguía amando y odiando con un fervor inusitado.  Era, en cierta manera, el suplente que se encargaría de difuminar el tacto de su antaño amante, quien le devolvería esa sensación de “deber ser” él mismo.

No era amor. Eso se había ido por completo de su ser, o yacía lo suficientemente oculto como para permitirse explorar de nuevo, como un animal indefenso y herido dentro de una caverna, temeroso para encontrarse de nuevo con una jungla que se le antojaba el encuentro con una muerte que no deseaba. Era algo sin nombre, una atracción malsana por mancillar la historia pasada con sus actos presentes. Una prostitución anhelada donde ofrecía su cuerpo en sacrificio para redimir su alma del amor que alguna vez había profesado por alguien que no era él mismo.

Ese hombre cuasi inanimado era, para efectos prácticos, su juguete. Su venganza tácita y secreta al hombre con quien había inventado un final feliz que, por azares en los que el destino no tenía injerencia alguna, no se había podido concretar. La absolución al pecado de su ingenuidad y de su fe.

 

La primera vez que vio a Sai, no pudo sino obsesionarse. No por su peculiar manera de ser, ni por su atípica persona. No, nada de eso, si hubo algo que le hizo pensar en siquiera dirigir su atención a ese sujeto fue su cabello azabache y sus profundos ojos que le recordaban en algún extraño nivel a quien había sido su pareja.

Y lo metió en su cama sin darle una segunda consideración.

Necesitaba sentir a otro hombre dentro de él, quitar el aroma de su amante y reconocerse como un hombre. No quería ser más el asqueroso e irreconocible despojo que había dejado el Uchiha con su partida, el rastrero remedo de persona incapaz de valerse por sí mismo, por muy fuerte que pareciera frente al resto del planeta. Ansiaba encontrarse de nuevo, y eso sólo podía hacerlo si perdía al otro.

Con cada caricia ensuciaba el recuerdo de las manos que tanto extrañaba, como una muestra clara de desprecio a un pasado en el que se creyó feliz.

Con cada roce se desprendía de esos ojos oscuros que lo escrutaban y lo analizaban en todo momento, deseando jamás haber reparado en todo el amor que se demostraba sin expresarse, y que había terminado antes de que él se diese cuenta.

Con cada beso relegaba todo aquello que se había prometido vivir al lado del único hombre que le había conocido lo suficiente como para querer regalarle todo lo que era. Al único que le había complementado lo suficiente como para hacerlo sentir menos solo en un mundo donde no existía nadie como él.

Con cada intromisión fingía ser libre, más que un desechable artefacto. Apretaba los dientes y evitaba pronunciar el nombre de quien, esperaba, le estuviese proclamando como suyo. Porque sabía que no era él, que cuando abriera los ojos vería a Sai, y no a Sasuke, tocándole los muslos y examinando su cuerpo con una sonrisa ladina. Y eso no lo podía permitir.

Se aferraba tanto a esa venganza, a ese necesitar olvidar,  que no podía lograrlo. Cada aliento le recordaba al rítmico respirar que tenía su ex pareja, cada movimiento le hacía recordar lo que había perdido… Pero no había vuelta atrás. No podía recuperar a Sasuke. No podía hundirse en su propia desesperación sin sentido, ni alimentar el vacío en su corazón.

Sasuke no estaba. No estaría más. Quizás nunca más. Y Sai era lo único que le quedaba, el único esbozo de recuerdo que se podía permitir sin infringirse ningún dolor. Un hombre a quien no necesitaba querer, con quien no tenía que relacionarse en lo absoluto y que, en apariencia, no tenía miedo a sus silencios.

Porque Sai tampoco le quería, y no le importaban los motivos, pese a que parte de su ego lo agradecía inmensamente. Quería respetar esa pequeña parte de sí que le pertenecía a Sasuke Uchiha, guardar ese corazón desmembrado y ese ínfimo resquicio de alma aunque fuese sólo para regodearse en un dolor que podía no compartir con nadie.  

Tenía miedo, miedo de recordar lo pleno que se había sentido alguna vez. Lo comprendido. Lo acompañado. Pero no podía; siempre que lo intentaba, el fantasma de Sasuke entraba por la puerta grande y le recordaba los motivos que lo ataban a él. Le hacía creer que, tal vez al final del día, podían reencontrarse y vivir de la única manera que él habría deseado.

Y era entonces cuando se revolvía los cabellos, que parecían sangrar con el dolor de sus memorias. Se prostituía porque quería olvidar. Fingía sentir placer porque no soportaba ser ese pequeño y desechable ser del cual siempre se podía prescindir. Esperaba paciente el amanecer sólo para comprobar que no había muerto y que ese inmenso dolor que se acunaba en su pecho no era más que pasajero.

Quería creer que podía vivir sin Sasuke. Seguir adelante sin él, como el hombre entero que siempre se había jactado de ser.

Y eso, justamente eso, le hacía pensar en lo absurdo de una situación de la que ya no quería tener el control: Quería olvidar con otro cuerpo, el inmenso sentimiento que profesaba por alguien a quien ni siquiera podía odiar.

Podía sentir rabia, coraje, desgañitarse sólo por la soledad que le abrumaba en los momentos de dolor más profundo. Sin embargo, no lo hacía. El suyo era un dolor estoico, que no iba ni venía, del cual otros cuerpos no podrían sacarle por mucho que se empeñara en sus prácticas sibaritas.

Finalmente, Sasuke ya no estaba… por mucho que se aferrara en creer que sí. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Apreciaría mucho un comentario de su parte.

Gracias por haber leído.

Kissus, c.

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