CAPÍTULO 9: YO TE ENCONTRARÉ
-Más te vale obedecer si no quieres que te perfore el estómago, Uchiha –advirtió el encapuchado-. Baja de inmediato.
-¿Quién rayos eres?
-¡Baja ahora! –otro hombre desde afuera apuntaba con la pistola al chófer- De lo contrario mi compañero dejará sin cabeza a tu sirviente.
Mareado por el impacto y la pérdida de sangre, Sasuke no tuvo otra alternativa que descender del maltrecho vehículo. El auto con el que los habían impactado también quedó muy dañado.
-No te preocupes, mocoso –le dijo adivinando sus pensamientos-. Ya vienen por nosotros.
Una camioneta negra se detuvo y abrieron la puerta. Un sujeto bajó y entre los tres empujaron al azabache dentro. Sacaron una gruesa cinta de vinil para amarrarle los brazos y las piernas.
-Se arrepentirán por esto –amenazó el moreno con valentía
-Ya lo veremos –respondió con burla, amordazándolo
-Sasuke ya se está tardando –decía Obito caminando en círculos por la sala de la mansión
-Tal vez todavía se encuentra con su amigo –opinó Kisame-. Creo que Akatsuki consiguió su número, deje que lo llame.
El peliazul sacó una tarjeta que Pein le dio y marcó el número desde su celular. Esperó los pitidos y luego una alegre voz contestó.
-Hola, habla Uzumaki.
-Mmm… Naruto-kun, ¿verdad?
-Sí –cambió el tono por uno más serio-… ¿Quién es usted?
-Hoshigaki Kisame, la persona a la que le diste información acerca de Uchiha Itachi.
No obtuvo respuesta. El adulto estaba seguro que había sorprendido al chico, pero lo que menos necesitaba en ese momento era asustarlo.
-Tranquilo, no te llamé por eso. Es que Sasuke no ha vuelto a casa y creí que tal vez se encontraría contigo.
-¿Qué? Sí, aquí estuvimos… ehem, haciendo un trabajo de la escuela, pero tiene bastante rato que vinieron por él –se oía preocupado-. Ya debería estar allá.
Kisame escuchó el celular de Obito sonar y cómo éste contestaba, de modo que decidió seguir la conversación con el rubio.
-Bueno, Naruto-kun, si regresa contigo dile que…
-¡¿Qué?! –gritó Obito- ¡Maldita sea! ¡Sí, voy para allá!
-¿Qué sucede? –preguntó Kisame sin tapar el auricular de su teléfono
-El auto donde venía Sasuke chocó. Akagi-san está herido aunque ya lograron estabilizarlo, pero todo indica que unos hombres se llevaron a Sasuke.
-¡No puede ser! –se oía la voz de Naruto- ¡Kisame-san! ¡Kisame-san, contésteme!
Éste colgó sin darle explicaciones y sujetó a Obito del hombro para tratar de calmarlo.
-Vamos al lugar –dijo-. Haré que Pein y el resto de Akatsuki nos alcancen allá.
-Sí, vamos. Tenten –volteó a ver a la sirvienta quien llegó al escuchar los gritos y ahora tenía cara de horror-, por favor no avises a Rin, mi prometida no se ha sentido muy bien últimamente con todo lo que ha pasado y no quiero preocuparla más.
-C-Como diga, Obito-sama –sollozó-. Por favor… tienen que hallar a Sasuke-sama.
-Ya verás que lo lograremos.
Mientras que en la casa Uzumaki, Itachi trataba de hacer reaccionar a Naruto quien estaba petrificado todavía con el teléfono en la mano, además lucía pálido.
-Naruto-kun, ¿qué pasa? –le preguntó en tono angustiado- Por favor, dime algo.
-I-Itachi-san… es Sasuke.
-¿Qué?, ¿qué le ocurrió? ¡Naruto-kun, contéstame!
-S-Se lo llevaron –se le quebró la voz-. Kisame-san no terminó de decirme bien, pero al parecer lo secuestraron.
-¡Demonios! –golpeó la pared y le hizo una marca- ¡Seguro fue ése maldito de Orochimaru y sus secuaces!
-¿Ahora qué vamos a hacer? –sollozó el rubio- Ese hombre es capaz de… matarlo…
-Escúchame con atención, Naruto-kun, sé que para ambos es difícil, pero debemos tranquilizarnos –lo miró directo a los ojos-. Mi hermano nos necesita y no podemos derrumbarnos en este momento.
-Tienes razón –se limpió las lágrimas con el dorso de la mano-. Lo siento, Itachi-san –lo observó decidido-. Debemos pensar en una forma de encontrar a Sasuke.
-Sí, creo que lo mejor será ir a la mansión, de esa forma nos enteraremos de cómo va la búsqueda.
El rubio asintió. Tomó el primer suéter que encontró, sus llaves y corrió a la puerta para ponerse unos tenis. Justo estaba cerrando la casa cuando Sai y Gaara, quienes venían llegando apenas, lo vieron y se percataron de que lucía alterado.
-¿Le habrán hecho algo? –murmuró el pelirrojo
-Ni idea, será mejor asegurarnos –Sai cruzó la calle para acercarse al menor-. Buenas noches, Naruto-kun, ¿te encuentras bien?
-Sai-san, tengo que ir a una parte de inmediato.
-¿A estas horas? –preguntó Gaara aproximándose también
-Sí, es urgente. Con permiso.
-Alto ahí –lo detuvo el pelinegro-. Ni creas que te dejaremos ir solo tan noche, ¿qué clase de padres sustitutos seríamos?
-P-Pero…
-Nada de reclamos. ¿Cierto, Gaara?
-Iré encendiendo el auto. Vamos.
Naruto e Itachi subieron a la parte trasera del vehículo mientras Sai ocupaba el asiento del copiloto. El rubio le dio las indicaciones a Gaara para que lo llevara a la mansión Uchiha. Naruto observaba por la ventana con la preocupación reflejada en el rostro. Por su parte, Itachi agradecía internamente que aquellos adultos cuidaran tanto del chico. Ya se habían logrado llevar a Sasuke, no podría perdonarse si también arriesgaba la vida de su nuevo cuñado. El pelinegro tenía que mantenerse firme, sus hermanitos lo necesitaban y aunque muerto, impediría que Orochimaru y los involucrados les hicieran daño.
-¿Estás seguro de no querer que me quede contigo? –preguntó Sai una vez lo dejaron en la entrada de la mansión
-Sí, voy a estar bien.
-Cualquier cosa no dudes en llamarnos –dijo Gaara
-Gracias, prometo que lo haré.
Sus vecinos se marcharon y el rubio tocó el timbre. Tenten abrió la puerta corriendo y se decepcionó al verlo ahí parado.
-Oh, buenas noches, Naruto-kun –dijo recordándolo, era el amigo de Sasuke-. Este no es un buen momento.
-Lo sé –interrumpió-, por eso vine. Necesitaba saber si ya tenían alguna información sobre el paradero de Sasuke.
-Me temo que no –la mujer se percató de la preocupación del chico-. Pasa, será mejor que esperemos adentro.
Mientras tanto, Sasuke abrió los ojos y se dio cuenta de que se encontraba en una pequeña habitación muy oscura. Al fondo podía escuchar el sonido del mar; seguramente se encontraba en el muelle.
-Al fin despiertas, Sasuke-kun.
-¡Tú!
El azabache intentó zafarse, pero estaba sentado en una silla con las piernas y brazos amarrados. Frente a sí tenía a Orochimaru quien sonreía cínicamente.
-¡Maldito asesino! ¡Deja que te ponga las manos encima y te arrepentirás de haber nacido!
-Vaya, se nota que tienes carácter. Justo como Itachi-kun.
-¡No te atrevas a mencionar si quiera su nombre!
-¡Silencio! –lo sujetó del cuello con fuerza- Será mejor que no termines con mi paciencia, chico –sonrió de forma sádica-. Es una pena, posees un rostro atractivo.
-Bastardo.
-Orochimaru-sama –llamó un hombre de gafas desde la puerta-, él ya está aquí.
-Perfecto, Kabuto. Nos vemos más tarde, Sasuke-kun.
Ambos hombres salieron para darle paso a otro individuo alto y de cabello negro al que el joven cautivo conocía bastante bien. Sus ojos se abrieron de sobremanera al reconocerlo.
-N-No puede ser –murmuró completamente sorprendido-… Tío Madara.
-Saliste bastante bien librado del choque –señaló la poca sangre que todavía tenía en la frente-. Por supuesto eso cambiará pronto.
-¿Por qué estás haciendo esto? –apretó los puños- ¡Itachi era tu sobrino! ¡Tu familia! ¡¿Cómo pudiste aliarte a ése desgraciado de Orochimaru?!
-Te equivocas, Sasuke, fue él quien se alió conmigo –sonrió con crueldad-. Cuando me deshaga de ti, recuperaré lo que tu padre nos quitó.
-¿De qué hablas?
-Uchiha Company creció gracias a Fugaku, a Obito y a mí, pero cuando tu padre murió se olvidó de ello y les dejó todo a ustedes dos, mientras que Obito y yo tuvimos que conformarnos con las sobras –le sujetó del cabello para hacer que alzara la cabeza-. Por eso decidí librarme de sus molestos mocosos.
-Maldito seas, Madara –espetó con rencor-. No me digas que después de mí irás tras el tío Obito para quedarte tú solo con todo.
Como respuesta recibió un puñetazo que le rompió el labio y lo hizo sangrar. Sentía la mejilla izquierda caliente, la cual se sumó a los golpes y contusiones que le dolían tras el accidente. Aunque nada se comparaba a estar frente a los causantes de haber perdido a Itachi.
-Cállate –dijo el mayor-, no creas conocerme, mocoso insolente. Mi preciado hermano menor siempre ha sido el único de la familia que me ha importado realmente –volvió a jalarlo del cabello-. Estaré a su lado llorando la lamentable pérdida del segundo hijo de Fugaku –le soltó y se puso de pie dando media vuelta-. Adiós, querido sobrino.
Tenten le había dado a Naruto una taza de té para que se calmara un poco, cosa que veía difícil. El rubio estaba sentado en la sala con las manos cubriéndole el rostro evitando así que vieran su expresión.
-Él resistirá, Naruto-kun –afirmó Itachi sentado junto a él-. Lo conozco bien, no se rendirá.
-¿De verdad lo crees?
-Claro que sí, lo contrario es inconcebible. Sasuke es muy obstinado y estoy seguro que menos se dará por vencido ahora que sabe correspondes a sus sentimientos.
El ojiazul sonrió débilmente. Debajo de su camiseta sacó un collar con una piedra azul, la cual apretó con fuerza.
-¿Qué es eso? –preguntó el fantasma recordando que ya se la había visto en otras ocasiones, pero nunca le prestó atención
-Es un recuerdo de mi mamá, me lo dio cuando niño.
Itachi lo observaba fijamente y de pronto se puso de pie golpeándose la frente con una mano.
-¡Por supuesto! ¡Qué tonto soy! ¿Cómo pude haberlo olvidado?
-¿A qué te refieres?
-Sasuke también tiene un collar que yo le di y le hice jurar que nunca se lo quitaría.
El chico también lo recordó: se trataba de aquél pequeño abanico que le mostró en su casa.
-¿Y qué hay con eso? –preguntó
-Que no es un simple accesorio. Precisamente porque quería tener bien cuidado a mi hermano, mandé que le insertaran un rastreador antes de regalárselo. Jamás se lo dije a nadie, pero ahora debes informárselo a Kisame, es vital para encontrar a Sasuke.
Obito, Kisame y todos los miembros de Akatsuki regresaron a la mansión. Justo estaban entrando cuando se encontraron con el de ojos azules quien ya iba de salida para buscarlos.
-Naruto-kun –dijo Konan
-El amigo de Sasuke, ¿cierto? –preguntó Obito
-¿Qué estás haciendo aquí? –cuestionó Pein con desconfianza
-Me quedé muy preocupado luego de la llamada de Kisame-san y decidí venir para tratar de ayudar –explicó a toda velocidad y vio al mejor amigo del espíritu-. Kisame-san, el collar que siempre usa Sasuke, tengo entendido que Itachi-san le instaló un rastreador.
El de pelo azul lo observó con detenimientos y abrió los ojos con impresión. Hacía un tiempo que Itachi, en tono de broma, comentó que colocándole un rastreador a su hermano siempre sabría dónde localizarlo. Nunca lo tomó en serio, pero conociendo a su difunto amigo, por Sasuke era capaz de eso y mucho más. Mientras él seguía sumido en sus pensamientos, Zetsu miraba de arriba abajo al joven: cabello rubio, ojos azules intensos, Namikaze. Ahí lo recordó.
-Minato-san… -susurró
-¿Cómo podrías tú saber algo así? –preguntó Pein con recelo. No confiaba en ése chico, de alguna misteriosa manera parecía tener demasiada información casi imposible de conocer
-Escúchenlo, Pein, Kisame, Obito-san –pidió Zetsu y cruzó su mirada con la del menor-. Estoy seguro de que dice la verdad.
-Yo también le creo –apoyó Konan, pues el chico le agradaba
-Pein –llamó Kisame-, seguiremos la pista de Naruto-kun. Debemos encontrar a Sasuke lo más pronto posible.
El líder de Akatsuki lo pensó unos minutos y luego suspiró al sentir las insistentes miradas de todos sus compañeros.
-De acuerdo –cedió-, se hará como digas.
-Muchas gracias –Obito le puso una mano en el hombro al rubio-. Sasuke confía mucho en ti, Naruto-kun, así que yo también lo haré.
Todos acordaron regresar a las instalaciones de Akatsuki para rastrear la ubicación del azabache, pero antes de salir, Naruto detuvo a Zetsu.
-Un momento –le dijo-. Disculpe, pero ¿por qué me respaldó con tanta convicción? No me conoce.
-No, a ti no –notó el desconcierto del chico, por lo que prosiguió-. Tu verdadero apellido es Namikaze, eres el hijo de Namikaze Minato-san, ¿cierto?
-¿Conoció a mi papá?
-Dime Zetsu y puedes tutearme. Sí, lo vi un par de ocasiones cuando era pequeño. Seguramente mi nombre no te sonará de nada, pero tal vez lo entiendas si te digo que el apellido de soltera de mi madre era Amamiya.
El rubio se sorprendió. Claro que le sonaba conocido, la familia Amamiya era famosa por sus ritos de exorcismo. Ellos y los Namikaze muchas veces trabajaban juntos; los unía una larga y vieja relación amistosa.
-Aunque yo no tengo ningún poder de esos –continuó Zetsu-, pero estoy seguro que tú sí. ¿Acaso Itachi-san se encuentra aquí contigo?
Lentamente el joven asintió y movió la cabeza hacia su lado derecho, lugar donde Itachi estaba de pie escuchando la conversación con una mezcla de confusión y sorpresa.
-Comprendo. Entonces en honor a nuestros antepasados te ayudaré en lo que pueda, Naruto. Ven conmigo, si trabajas con nosotros estoy seguro de que salvaremos a Uchiha Sasuke.
¡Zetsu sabe del don de Naruto! ¿Podrá Akatsuki localizar a Sasuke?, ¿lograrán llegar a tiempo antes de que Orochimaru lo lastime?, ¿descubrirán que Madara es la mente malévola tras todos esos sucesos? Esto y más en el siguiente capítulo cuyo título no les diré para dejarles con la intriga.
~~~~~~~~~~ HISTORIA DE UNA FRASE ~~~~~~~~~~
IX
¿Era un sueño o era real? No tenían idea, y a decir verdad tampoco les importaba saberlo. Sasuke y Naruto se miraban fijamente. Su primer encuentro desde que el rubio le dijera que cuando pelearan ambos morirían. Se observaban analizándose en silencio. Naruto estaba feliz por estar ahí con su amigo, aun si éste todavía quería matarlo. Sasuke lo miraba sintiendo una mezcla de odio, temor y melancolía. Él quería que Naruto dejara de perseguirlo, que dejara de arriesgarse a tanto por él, que abandonara sus sueños y pusiera su vida en peligro por él.
-Eres más idiota de lo que creí –le dijo-. Cualquier otra persona hace mucho que hubiera desistido de buscarme.
-Lo sé.
-¿Entonces por qué lo haces? Tienes amigos, el reconocimiento de tu aldea, estás cerca de tu sueño. ¡Tienes casi todo lo que siempre deseaste!
-Así es, casi todo –sonrió con sinceridad-. Pero todavía no recupero a mi lazo más importante. Sé que para todos, incluso para ti, es algo absurdo, sin embargo –lo miró- a mí me gustaría construir un mundo sin guerras, odio ni venganza… contigo a mi lado.
Sasuke seguía serio, pero por dentro estaba dolido. Por eso quería destruirlo, alejarlo, para evitarle todo eso, ya que el camino de Naruto seguía lleno de espinas. Sólo que el propio Naruto no lo veía así. Y nunca lo haría.
“Y entonces un día… los dos… podremos caminar hombro con hombro”