SIEMPRE TUYO
Draco:
Estoy a punto de morir y sé que vas a odiarme por ello. Por favor, no lo hagas. Recuerda que los Malfoy no odian, nada puede afectarlos lo suficiente como para odiar a alguien. Y aún yo, no creo haber llegado tan hondo en ti como para que puedas odiarme… por mucho que te ame, por mucho que odie, te cele, te admire y te adore, no creo haber llegado tan hondo en tu persona. Quisiera que me odiaras, de verdad, lo deseo fervientemente, porque si me odiaras sabría que soy dueño de un sentimiento intenso que me profesas. Así es, “profesas”, yo también puedo usar grandes palabras aunque no lo creas.
Te amo tanto, Draco. Te amo hasta el punto en que no puedo respirar, en que siento un dolor tan atosigante en el pecho, que si consigo aplastarlo sube hasta mi garganta y me aguijonea hasta convertirse en un gemido agonizante… como el de un hombre que está siendo torturado por enésima vez y ya ni siquiera tiene fuerzas para gritar. Así me dejas, Malfoy, a ese estado me reduces.
Cuando me miras, siento que desvanezco, y cuando me miras con desprecio mi mundo se desbarata… pero entonces pienso, con esfuerzo y frialdad, que si me diriges aunque sea desprecio, es porque estoy presente en tu vida. Odiaría de verdad ser un cero a la izquierda, no figurar de ninguna manera en tus días, que me ignoraras completamente. Creo que eso me habría matado mucho antes de este momento.
Te amo desde que tengo memoria, aunque como un sueño, no recuerdo en qué momento comenzó ni en qué momento se convirtió en algo tan fuerte que me aterraba siquiera responder a tus insultos. Ay, Draco, si tuvieras la más mínima idea de lo que has significado para mí… las veces que he soñado contigo, con cualquier situación cotidiana en que estuvieras a mi lado.
Quisiera explayarme tanto en esta confesión, quisiera, la mano no me aguanta y mi magia ya ni siquiera puede mantener en alto una pluma. No quiero desperdiciar líneas, sólo quiero decirte que te amo, que te amo y que pensé en ti hasta este momento en que la vida se me escapa. Si hay algo de lo que debo arrepentirme, es de nunca haberte dicho esto, ya fuera para recibir un rechazo, debí hablar… ser un verdadero Gryffindor y decirte cómo me sentía.
Te amo, Draco Malfoy. Y si alguna vez te hice daño o algo que hice llegó a herirte, te pido que me perdones usando mi lecho de muerte para apelar a tu misericordia. Porque ahora, Draco, ahora mismo, no quiero que me odies.
Siempre tuyo.
Harry J. Potter.
Harry abrió los ojos… sorprendido de aun tener ojos, habría esperado que a donde quiera que fuera, no habría un cuerpo físico. Sin embargo, el dolor que le recorrió el cuerpo fue señal suficiente de que seguía vivo.
-M-Mierda…-masculló.
-Sshhh, tranquilo-susurró una melodiosa voz a su lado mientas le apartaba los cabellos del rostro-. No te esfuerces.
-¿D-Draco?
Harry giró el rostro para verle. No, seguramente se había confundido porque… porque eso era estar en el cielo. Merlín le había elegido para dejarle en un lugar privilegiado donde pasar su eternidad... si, tenía que ser eso.
-Potter, Potter, Potter… ¿pensaste que te dejaría morir? Cuando tu lechuza trajo la carta, inmediatamente la rastreé y ella me trajo hacia ti. La leí sólo después de que te tuve estabilizado.
-¿D-dónde estamos?
-En un departamento de Londres, en la zona muggle. Creí que era el lugar más indicado para que nadie nos encontrara. Llevas desaparecido mucho tiempo, pero aún así hay quienes no dejan de buscarte.
-Si… si… si Voldemort se entera que me has salvado…
-No se enterará-le sonrió Draco sin dejar de mimarle-. ¿Sabes? Siempre creí que te dejaría morir si tuviera la oportunidad. Pero… pero cuando te ví, en esa vieja casa abandonada… mi primera reacción fue salvarte. Y cuando leí tu carta supe que tenía que hacer lo imposible para preservar tu vida.
-Draco…
-Te odio, Harry, eso no lo dudes. Pero no quiero odiar… estoy tan cansado de odiar, vivimos rodeados de odio y eso me tiene cansado. No tenía motivos para amar, ni para disfrutar ni nada… hasta que leí tu carta. Algo melodramática si me permites, pero qué se podía esperar de un bruto Gryffindor.
Harry se hubiera reído si las costillas no le estuvieran pinchando los pulmones. Cerró los ojos y se giró para acurrucarse cerca de Draco. El rubio lo mimó, y sólo con eso Harry sintió que valía la pena vivir. Todos esos meses de exilio, de haberse escondido con los horrocruxes buscando la manera de exterminarlos… después de perder a Ron y Hermione en el camino, después de todo… sin haber encontrado la manera de terminar con las partes del alma de Voldemort había caído enfermo y convaleciente por sus heridas. Se habría dejado morir, porque ya era tiempo, si nada podía ser hecho y realmente no tenía por qué vivir…
-Tienes que recuperarte-continuó Draco tendiéndose a su lado para abrazarlo-. Tienes que recuperarte para que tu jodido Ejército de Dumbledore derrote a Voldemort.
-Si… lo haré, ahora lo haré. Sólo… sólo déjame estar así un momento-respondió Harry.
-Todo el que quieras, Harry… todo el que quieras.
FIN