CAPITULO 10
El menor se movió, al parecer por fin había despertado, Hibari lo miro, como este se tallaba los ojos y se estiraba.
-buenos días-
-buenos días-
-¿Cómo te sientes?-
-bien…gracias – respondió tímidamente mientras se abrazaba al cuerpo del mayor, intento sentarse pero sintió una leve incomodidad en su retaguardia, de inmediato entrecerró la mirada.
Hibari le sonrió cálidamente antes de bajar una de sus manos por la espalda del menor hasta llegar a sus glúteos, de ahí busco la entrada del menor y comenzó a masajearla lentamente, como pidiendo una repetición de la noche anterior.
-hi-hibari…- gimió mientras cerraba sus ojos y se abrazaba con mayor fuerza al japonés, aquellas caricias le parecían tan placenteras que bien podría volverse adicto a ellas.
El italiano tomo la mano del oficial, lo miro a los ojos y pronuncio la frase más peligrosa y hermosa que pueda existir…
-Ti amo amore mio~
Hibari se quedo callado, mientras aquella frase se repetía una y otra vez dentro de su cabeza, como si de eco se tratara.
Observo con sus orbes azules el sonrojo que habitaba en las mejillas de su amado, sonrió y besó aquellos dulces labios.
Este 2012 tenía una buena pinta para estos dos…
Permanecieron en aquella cama por tiempo desconocido, mimándose el uno al otro hasta que sus estómagos les empezaron a reclamar por la falta de alimento, finalmente ambos se cambiaron y salieron de aquel desordenado cuarto.
Desayunaron lo primero que encontraron, no tenían ganas de nada que no fuera dormir junto al cuerpo opuesto.
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-mañana tienes cita con el médico – le recordó el japonés a el joven de orbes verdes, que para ser sinceros lo había olvidado por completo.
-¿iras conmigo?- pregunto el italiano
-claro, estoy de vacaciones- comento mientras besaba aquellas hebras plateadas con un aroma tan exótico y embriagador…
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Los días fueron pasando, pronto el japonés se acostumbró a su nueva vida, esa en la que cada mañana se levantaba con sumo cuidado de la cama para no ir a despertar a su amado, después caminaba descalzo por la habitación entre toda la ropa que permanecía regada en el piso para llegar al baño y darse una buena ducha, pues su actividad física que había tenido anoche con su pareja lo había dejado exhausto.
Y al salir de la ducha se encontraría con un italiano apenas despierto, que solo se levantaba con el motivo de planchar el uniforme de su amante y despedirlo con un beso en los labios.
Era una rutina de la cual no quería salir, una que amaba repetir cada día y no le molestaría en lo absoluto realizarla por el resto de sus días en este mundo…
Hayato también tenía su rutina, después de despedir a su amado se volvía a recostar por media hora más, descansando un poco y pensando en lo feliz que lo hace su amante, en la satisfacción que lo llena al hacer el amor con aquel japonés.
Después saldría de la cama y también se daría una ducha, pues tenía que arreglar la habitación.
Y al terminar abandonaría el cuarto y caminaría por el largo pasillo hasta llegar a la pequeña oficina del oficial, tomaría el quinto libro de la octava estantería y comenzaría a leer.
Hasta que se diera cuenta que el tiempo se le ha ido volando y que tiene que preparar la comida.
Cada mañana, tarde y noche se repetía todo, uno y otra vez, la misma obra pero con distintos escenarios, sin embargo con los mismos actores, con el mismo papel, con el mismo sentimiento cada día y un mismo objetivo.
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-Hayato… estas teniendo relaciones con el oficial Hibari Kyoya ¿verdad? – esta pregunta lo tomó por sorpresa, no esperaba que Shamal le preguntara aquello, ¿Por qué justo hoy? ¿Por que cuando él había ido solo a la cita? ¿Cuando Hibari había tenido un importante asunto que atender en la oficina y no había podido acompañarlo?
-no te estoy reprochando nada, no te estoy regañando, es solo que… tengo una ligera duda sobre tu condición física, es por eso que pedí te hicieran un estudio de sangre y ahora tengo los resultados en este sobre… pero necesito que contestes mi pregunta ¿tienes relaciones con el oficial?
-…si…. – contesto un poco apenado mientras desviaba la mirada a sus estudios médicos
-bueno, entonces toma… - sin decir más el médico le entregó el sobre al menor, esperando la lluvia de preguntas que sabía, se aproximaban…
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-quiero franco tiradores en el edificio de enfrente y hombres en cada posible salida de la escuela ¡vamos! – ordenaba el oficial ¿Cómo había sucedido esto? Se suponía que tenían todo bajo control, ¿en qué momento los asaltantes habían entrado a la escuela en busca de refugio, y ahora tenían a cientos de niños como rehenes?
-capitán los asaltantes quieren hablar con usted- decía uno de los hombres con uniforme que se acercaba al japonés de ojos azules con un teléfono
-deja salir a los niños…-
-no, lo siento señor pero no podemos hacer eso, estos niños son nuestra boleto de escape…-
-¿Qué quieren?-
-que nos dejen ir, eso es todo…. Pero sé que tal deseo no será posible, así que le propongo un trato-
-dímelo...-
-no por teléfono, porque no entra, pero usted solo, sin armas ni micrófonos…-
-…..-
-tiene 5 minutos para decidirlo, o los niños comenzaran a salir uno a uno, pero no le garantizo su estado…
Sin más la llamada fue cortada.
-¿señor?-
-tráiganme un chaleco antibalas y mis tonfas –
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-…. ¿estás seguro? Es decir, ¿no existe algún margen de error? ¿De que sea mentira?- preguntó el italiano a su medico.
-no, mande a hacer el estudio dos veces y por si las dudas yo realice el tercero, es verdad Hayato- no recibió respuesta alguna, así que decidió continuar
-tendré que prohibirte el seguir teniendo relaciones con el oficial Hayato, por su bien…-
Una lágrima cómplice de judas escapó de los ojos verdes del menor…¨
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-señor… es una misión suicida, no puede entrar hay-
-claro que puedo, y lo hare, ahora apártense de mi camino-
Sin decir nada más, el oficial comenzó a caminar rumbo al edificio, no podía arriesgarse a que algo les pasara a esos niños, actúa hoy, has lo correcto, después de todo…
“Todos los días son el día del juicio”