CAPITULO 11
-Niñas, niños, ¿Qué edad cree que tengan oficial? ¿3, 4,5? –
-solo déjalos ir-
-¿Por qué debería? Mire, yo soy el malo del cuento, jamás mataría niños, no después de saber lo que se siente perder a un hijo… ¿usted es padre oficial?- preguntó interesado aquel hombre de cabellera negra, despeinada y desarreglada
-…no…-
-pues, que desafortunado usted, ¿le cuento algo? Yo, fui padre, progenitor de un hermoso niño, muy listo, lindo, carismático…. ¿sabe usted que le paso a mi niño?-
-no-
-murió… murió por que unos doctores no quisieron operarlo, por que yo no contaba con el dinero suficiente para pagar la operación… dejaron morir a mi hijo… ¿Por qué debería dejar vivir a estos pequeños?-
-por que usted no es como esos hombres, que dejaron morir a su hijo-
-si, tiene razón, soy un acecino, mas no de niños, aun tengo algo de… moral…su vida por la de ellos… oficial. ¿Qué dice?-
La vida de un grupo de niños, a cambio de la de un hombre… ¿es este un “precio justo”?
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-Hayato, ¿estas bien?- preguntó el medico a su paciente, parecía que seguía en shock por aquella noticia
-si, estoy bien… gracias…- contestó distraído, mirando aquellas hojas de papel con tinta impresa… algo tan simple y complicado…
-deberías llamarle a Hibari… -
-lo se, es solo que, no se como decirle algo como esto, no es algo momentáneo lo que me acabas de decir shamal, es algo que nos afectara por el resto de nuestra vida… es lo último que esperaba escuchar…-
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-tu, pequeña, ven aquí… - indico el hombre señalando a una niña que portaba un lindo vestido amarillo de patitos.
La infante temerosa y sin soltar su mochila de winnie pooh se acerco al hombre, aparentando valentía, aquella fortaleza que solo los niños tienen al levantarse después de una caída.
Se detuvo a un costado del hombre armado.
-dime, ¿como te llamas linda?-
-Lucy señor…-
-valla, que bello nombre, tan bonito como la canción, ¿has escuchado la canción de Lucy?
-si… Lucy en un cielo de diamantes…-
-vaya vaya, además de linda, eres muy lista pequeña-
-gracias-
-no hay de que Lucy- respondió el asaltante mientras miraba con un poco de… ternura y dolor a aquella pequeña
-no se lo dije a usted, se lo dije al señor policía- Hibari miró sorprendido a la niña, temiendo por ella.
-…. Y... ¿por que le agradeces Lucy?-
-por que el es muy valiente, vino aquí y nos va a sacar a todos-
-… ¿estas segura? Por que, el es un mortal… y esto- dijo señalando su pistola- es un arma muy poderosa, solo tengo que apretar el gatillo, y una bala saldrá disparada directo al corazón de tu adorado oficial-
-pero el es inmortal-
-¿Por qué?-
-por que los buenos nunca mueren-
-¿así? En verdad Lucy…. Tú te encuentras en un cielo de diamantes…. –
Hibari miro a su alrededor, niños… pequeños abrazando sus peluches, escondidos detrás de algún juguete… asustados, inocentes…
-Lucy… vuelve con tus compañeros pequeña, el oficial y yo tenemos que charlar- decía aquel hombre con ternura, una ternura enfermiza, tan cercana a la locura.
La niña obedeció, camino de regreso por donde había venido, a veces parece impresionante lo mucho que los pequeños nos pueden enseñar, el valor y la fortaleza que nos pueden otorgar…
-mi vida… por la de ellos…. ¿cierto?-
-así es oficial… nos vamos entendiendo…-
Un disparo en seco se izo escuchar, abriendo paso entre el sonido, tiempo y espacio, llegando a los oídos de todos los presentes…
Pasos, llantos, gritos… todos los infantes comenzaron a salir corriendo de la pequeña escuela, de inmediato el resto de la policía fue por ellos, acompañados de algunos médicos para revisar que todos estuvieran bien.
Al final, detrás de todos aquellos pequeños, se logro ver a el japonés, con una pequeña en sus brazos, al instante algunos médicos acudieron a el, recibieron a la pequeña, notando como su vestido tenia algunas manchas de sangre.
-¿esta bien? ¿¡la pequeña esta bien!?- preguntaba el portador de hermosos ojos azules mientras observaba como los médicos atendían a la niña
-si, ella esta bien, solo se desmayo… la sangre, no es de ella oficial…-
-…lo se…- respondió mientras miraba su costado derecho y como su camisa poco a poco se pintaba de carmesí – me alegra que este bien…
Fue lo ultimo que se escucho salir de sus labios antes de caer inconsciente por la perdida de sangre.
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¿Hola?
No sabia donde estaba, todo era una oscuridad total, como el fondo del mar… negro, frio… sin vida….
“ven, sígueme… yo puedo aliviar tu dolor y ponerte de pie otra vez”
-¿Quién eres?-
“yo soy... Quien tu quieres que sea… vamos, sígueme... te ves cansado… ya has hecho mucho, te mereces un descanso”
-…yo…no lo se-
“no tienes que saberlo, solo tienes que venir…”
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La ambulancia se apresuraba a llegar al hospital mientras los paramédicos luchaban por mantener respirando al hombre herido
Gritos, la sirena, ordenes, movimientos… y sin embargo, para aquel hombre dormido… todo era silencio…
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Poco a poco… el dolor comenzó a desaparecer…
¿Qué sucede? ¿Qué me esta pasando?
Preguntaba el japonés desconcertado mientras veía como dejaba de sangrar y el dolor desaparecía
“te estas volviendo insensible…”
-oficial, ¿puede escucharme? Ya estamos llegando -
-¿que fue eso? ¿Quién es el?-
Preguntaba nuevamente el japonés a aquella misteriosa voz, a aquella misteriosa obscuridad.
“no es nadie, no les hagas caso… ellos, te quieren hacer daño, te quieren torturar…
Vamos, sígueme”
-muéstrate-
Ante esta petición, logro ver a una niña a un par de metros… de cabellos negros, vestido rosa rayado y un gorrito.
-¿Lucy?-
-no… no soy Lucy-
Respondió con una vos tierna…dulce, atrayente.
-¿Quién eres?-
-ven, acércate y lo sabrás-
“no la sigas, no le hagas caso a ella, ven conmigo, ella miente”
-por que mentiría… ven conmigo, no lo escuches, no lo sigas… confía en mi…-
Dos voces, tentadoras, seductoras…desconocidas…
-¿vendrás conmigo?-
“no la sigas, ella dolo se interpondrá entre tu y Hayato”
…..