CAPITULO 12
El japonés miro a la niña, ¿en verdad ella se interpondría entre él y hayato?
-¿es eso verdad?-
-si me sigues, llegara un ser con ustedes… pero, no seré yo-
“¿Lo ves?, yo te digo la verdad. No vayas con ella, ven conmigo”
Todo era oscuridad y frio ¿a quién seguir?
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La ambulancia llegó al hospital, mientras los paramédicos bajaban de esta con el hombre herido
-recibió un impacto de bala cerca del corazón, prepárenlo para cirugía de inmediato-
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Salió del consultorio del doctor Shamal, mientras permanecía sentado en una banca de aquel jardín.
El viento fresco le pegaba en la cara, mientras las ramas de los árboles se mecían bajo el mismo compás.
¿Qué haría? ¿Qué pasaría de ahora en adelante? Hibari… ¿él lo apoyaría? ¿El estaría bien?
Sintió una vibración en su bolsillo izquierdo, saco su celular mientras observaba el número que aparecía en la pantalla
“Cuartel Policiaco de Japón”
¿Sería él?
Tan solo habían bastado unos segundos en línea con la policía, para que el joven italiano de ojos verdes abordara un taxi mientras le pedía al conductor que lo trasladara de inmediato al hospital de la ciudad
Hibari había sido herido y se encontraba en el internado, en plena cirugía para tratar de salvarle la vida.
Aquella llamada había sido solamente para informarle sobre el estado del oficial.
¿Por qué ahora que todo parecía ir tan bien? ¿Acaso nunca disfrutare de la felicidad?
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-si voy contigo, ¿en verdad te interpondrás entre hayato y yo?-
-ya te lo dije, yo no lo hare, alguien más lo hará, pero… no lo veas como un obstáculo, velo como una unión más-
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5 horas, el japonés llevaba 300 minutos en el quirófano y aun no salía nadie a informarle de su estado.
Sentía que se derrumbaría, estaba ahí solo, completamente solo sin nadie a su alrededor, su hermana, su única familia estaba en Italia, y el hombre al que amaba se encontraba al borde de la muerte.
Tenía miedo, ¿qué haría si a Hibari le pasara algo?
Y con los resultados que Shamal le había dado… no, no podía él solo, lo necesitaba a él, tenía miedo, demasiado miedo.
Un hombre de cabellos verdes con bata y anteojos se acercó a el
-¿Gokudera hayato?-
-Sí, ¿Cómo está?-
-hemos logrado extraer la bala, desgraciadamente esta se encontraba entre dos arterias del oficial, hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos, ahora todo depende de él.
-¿puedo verlo?-
-camine hasta la habitación número 9, de ahí gire a la izquierda, hasta la penúltima puerta del pasillo, es el cuarto número 18-
-gracias-
El italiano se armó de valor y siguió las indicaciones de aquel médico,
Y…
Ahí estaba, aquella alta e impotente puerta blanca frente a él.
Poso su mano sobre el picaporte y se adentró en aquella habitación con olor a medicamentos y suero.
En medio de aquel cubículo, estaba el, postrado sobre la camilla, conectado a varios aparatos que indicaban sus débiles signos vitales.
-Hibari…-
Todo estaba tan silencio, tan…sin vida.
Acercó una silla a la camilla y tomó asiento.
Lo miró, su rostro tan tranquilo, sus cabellos negros estaban alborotados y no llevaba camisa debido al constantemente cambio de vendajes.
-no te vayas, no te atrevas a dejarme solo, no puedo sin ti…-
Se permitió derrumbarse en aquel momento, le permitió escapar a esas lágrimas que se escondían tras sus ojos verdes, se desahogó mientras se hundía en su propio mar.
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-¿a dónde me llevas?-
-de regreso, tú no perteneces aquí, no ahora-
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Lloraba, sin consuelo alguno, no, no podía dejarlo ahora que más lo necesitaba
-no te atrevas a irte ahora prefecto idiota-
Sujeto con fuerza la mano del japonés, esperando que este despertara, pero no lo hacía.
Se dejó caer sobre el pecho del oficial en busca de un poco de amor.
-te necesito… -
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Ya habían pasado tres semanas y el oficial continuaba en coma, no parecía responder a los medicamentos ni tratamientos.
-hayato…deberías ir a descansar- era su hermana, había llegado a Japón poco después del accidente
-no, no quiero-
-no seas terco, es por el bien de ambos, yo me quedare con el oficial-
-¿y si pasa algo?-
-estamos en un hospital, también hay policías por todo el edificio cuidando a su superior-
-no, me quedare aquí, quizá por la noche me vaya a la casa-
-como quieras… cuídate, iré al banco
Observo a su hermana alejarse, era pésima mintiendo, había visto el auto de aquel rubio estacionado abajo, seguramente se darían una escapada.
Levanto el brazo inerte de su amado y se recostó a su lado, buscando encontrar aquella calidez al lado de aquel cuerpo, pero nada… todo era frialdad.
Volvió a llorar
¿Cuándo despertaría?
Contigo, yo quiero estar contigo, ¿no te das cuenta que ya no puedo vivir sin ti?
Quiero dormir contigo, y estar todo el tiempo así, juntos.
Solamente quiero vivir a tu lado, bailar un nuevo vals contigo. Soñar contigo, hacerlo cada noche contigo…
Un nuevo día comenzaba, nuevamente había dormido en aquel incomodo sofá, le dolía el cuello y la espalda, quería volver a casa, dormir de nuevo en aquella amplia cama después de hacer el amor con el japonés.
Se levantó, miro a la enfermera que revisaba los signos vitales del oficial.
“No hay cambios”
Le había informado.
Salió de aquella habitación, también abandono el hospital, aquel olor y esencia comenzaba a fastidiarle de sobre manera.
Llego hasta un pequeño restaurante, no tenía hambre, pero tenía que comer, lo sabía y se lo exigían. Resignado, pidió de desayunar y se dedicó a comer su pedido, a pesar de que este no contara con sabor alguno para el en estos momentos.
Tenía que hacerlo, no podía dejarse vencer por aquella enfermedad, él quería estar bien para cuidar de Hibari cuando este despertara.
-Hibari…-
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-¡Hey Lal! ¡Tú no te puedes morir! ¿Qué va a hacer ese niño sin su madre? Kora-
-va a vivir… sabes Colonello, ese niño también tiene un padre-
-¿se lo vas a entregar a él?, ¡Jamás te visitó durante todo tu embarazo! ¿Cómo sabes que es un buen hombre o que será un buen padre?-
-¡no lo hizo porque no sabía de su existencia Colonello!...- aquel joven de ojos azules y cabellos rubios comenzaba a desesperarle- además, tu sabes cómo ocurrieron las cosas, ambos estábamos demasiado borrachos
-yo podría hacerme cargo de él Lal, Kora, - la chica en cama sonrió, ese idiota la amaba, y ella a él…
-no es correcto, su padre, es un buen hombre, es oficial…Colonello, es tan solo un bebé de un par de días de nacido, no quiero negarle a su hijo a un hombre ni a su padre a mi hijo.
-¿estas segura de que es el padre? Yo también tengo ojos azules-
La mujer se rio
-cuando lo veas, te darás de cuenta de que es su padre, es igual a el-
-está bien… pero, aunque él lo acepte, no creas que dejare de verlo, no puedo ser su padre, pero al menos puedo ser su tío, si no es un buen padre le quitare al niño Lal-
-si… si es así, puedes convertirte en su padre-
-y… ¿Cómo se llama él?
-Hibari Kyoya-
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Hoy estoy llorando, y solo quiero volver a ver esa ilusión, ese par de ojos azules. Hoy estoy tan solo, y tan solo me faltas tú, no quiero volver a esa soledad
Hibari, vuelve a estar conmigo, vuelve a sonreír, vuelve a este camino para vivir.
Solo me faltas tú