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Un año de amor por karlaa miichellee

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Notas del capitulo:

CAPITULO FINAL

CAPITULO 18

Principios de:

Noviembre

 

El llanto de una pequeña traspasaba las paredes de su pequeño cuarto, viajando por el pasillo hasta llegar, con fuerza, al cuarto de sus padres.

Las ondas sonoras que emitía la niña se repetían una tras otra, alcanzando los oídos de sus progenitores, os cuales apenas si percibían aquel sonido, apenas si llevaban durmiendo un par de horas, sus cuerpos aún no se recuperaban del todo, era como si ese instinto paterno estuviera desconectado momentáneamente.

La pequeña, como lo insistente y terca que era, terminó por arrojar uno de sus juguetes, lo suficientemente fuerte  como para romper la lámpara que tenían.

-Kyoya… tus hijos te llaman – hablo el italiano débilmente, sin abrir sus ojos o levantarse, aquella mañana era fresca y el colchón junto con las colchas eran una opción bastante tentadora.

-mmm… ya voy, cinco minutos- respondió el japonés mientras abrazaba con mayor fuerza a el italiano entre sus brazos, captando esa fragancia y embriagándose con el calor corporal del menor.

-no creo que ella quiera esperar cinco minutos- en eso, el chico tenía razón.

-tu eres su madre… ve tu…-

-lo haría si  pudiera levantarme, pero “su padre” quiso jugar durante toda la noche - ok, ese era un jaque mate, el japonés no tenía con que defenderse ante aquella certera acusación

Se dio la vuelta dispuesto a ponerse de pie mientras se ponía algo decente para cargar a la niña, cuando el insistente llanto desapareció.

Eso era raro… su hija nunca guardaba silencio a menos de que obtuviera lo que quería, algo andaba mal.

se levantó corriendo, agradeciendo enormemente el conservar sus bóxer y pantalones puestos, atravesó el pasillo con tan solo dos zancadas mientras el italiano se despertaba y buscaba algo que ponerse, no su niña nunca se callaba, algo no andaba bien.

Casi derribo la puerta al llegar a la habitación de los niños. Encontrándose con algo que no esperaba, que lo dejo petrificado en su sitio

Un par de segundos después el italiano llego hasta el, tambaleándose y con su camisa puesta.

-Kyoya los niños…- se calló al verlos… tan tranquilos, tan calmados, tan contentos y felices.

La pequeña histérica se encontraba sentada en su cuna bebiendo su biberón, mientras que a un costado de ella, sosteniéndose en los barrotes estaba el pequeño varón de pie, mirando a su hermanita tomar su jugo.

-creo… que, se levantó y le dio su biberón con jugo a la niña…- habló el japonés rompiendo el silencio – el deseo de ayudar a su hermano lo hizo ponerse de pie y caminar…-

Sin poder soportarlo más el oficial camino hasta su primogénito y lo levanto en sus brazos, abrazándolo y alzando, acariciando aquella melena negra, estaba orgulloso de ese pequeño.

-hermanita tenía hambre- se explicó el niño con su voz de infante

-lo se… lo se…-

*

*

*

Había marcado a su oficina, se comunicó con el segundo al mando y le dijo que se quedaría en casa esa tarde, permiso que no se le negó, debido a  los inútiles intentos por encontrar al ex convicto.

Termino la llamada y observo a aquel trio.

No esto no estaba bien, aun no encontraban a Mukuro y eso aumentaba su nerviosismo. No le había hablado al albino sobre el escape de su secuestrador, no lo creía conveniente, suficiente con su histeria como para también sumar la del italiano.

Todo estaría bien, solo tenía que mantener a su familia segura mientras los policías iban tras el hombre de cabellos índigos.

Observó a su pequeño acercarse a él, con pasos cortos pero seguros, tambaleándose hacia él, hasta que lo alcanzó y se abrazó a sus piernas, tomo su manita y caminaron de regreso con el italiano que se encontraba sentado con la pequeña en el césped, era hora de comer y el albino había preparado lo necesario para un picnic en el patio.

Lo único relevante para el japonés era el proteger y disfrutar a su familia… nada más importaba.

Llego con el menor y se sentaron a comer.

-creí, que eras incapaz de caminar hayato-

El aludido se sonrojo a mas no poder ante el sarcástico comentario  por parte de su amante, ¿Cómo podía hablar de eso delante de los niños?

-cállate –

El japonés sonreirá, su amado continuaba siendo tan huraño que en su vieja época de estudiantes.

 

Fines de:

Noviembre

 

Continuaban sin encontrarlo, eso no estaba bien, nada bien, debía de hacer algo, cada día su familia estaba en un eminente riesgo.

Miraba a un costado, lo tranquilo que el albino dormía, su pierna desnuda salía de entre las sabanas que cubrían el resto de su cuerpo, que, al igual que su extremidad, se encontraba también desnudo.

Le gustaba lo fácil que el chico podía caer dormido después de una noche de pasión, agradecía ese libro de bebés que el Cavallone le había obsequiado, ahora podía dormir a sus niños temprano y hacerle el amor a su pareja sin preocupaciones de que los infantes despertaran a media noche.

Acaricio esas hebras plateadas, tratando de averiguar con que era lo que el menor soñaba, si sería con él o no, si fuese algo lindo o devastador, se preguntaba cómo serían las cosas si no le hubiese rescatado, si hubiera perdido su pista y no se hubiese esmerado en aquel caso... ¿sería feliz? no… posiblemente no.

Si no se hubiera enamorado de ese niño en su época de escuela era bastante probable que no tuviera nada de lo que ahora tenía.

Quizá, simplemente el no sería nadie.

 

*

*

*

 

Los dos niños lloraban sin control, mientras observaban la horrenda imagen que se presentaba ante ellos.

Su padre, el azabache de ojos azules permanecía de rodillas a media calle, con el italiano albino entre sus brazos.

Todo era un bullicio alrededor, unos doctores cargaban a los niños, revisando que estuvieran bien, mientras que la policía trataba de alejar a la gente del lugar y otros cuantos se llevaban el cuerpo inerte del hombre de ojos bicolor.

Todo había sido tan rápido…

En tan solo una fracción de segundo el italiano se había impuesto entre la bala y el japonés, y solo 5 segundos después una segunda arma se había disparado, impactando contra el pecho del prófugo de cabellos índigos.

Dos meses, la pequeña tan solo tenía dos meses y acababa de quedar huérfana de madre.

Sus dos hijos lo estaban…

Eran tan pequeños, tan frágiles….

Y solamente le tenían al de ahora en adelante.

No podía dejarse caer, el derrumbarse no era una opción, tenía que permanecer de pie… tenía que hacerlo por ellos dos.

Él era su garantía de vida

Y ellos… eran su bote salvavidas

 

*

*

*

 

Su niño permanecía de pie a su costado derecho, tomándolo de la mano, con un lindo traje sastre color negro, mientras que en su brazo izquierdo cargaba a la pequeña, que lucía un hermoso vestido negro con un moño blanco que sostenía sus cabellos.

mientras que el… portaba un traje negro y corbata, permanecía de pie frente aquella fosa, observaba como uno a uno los visitantes se acercaban y dejaban caer una rosa blanca sobre el ataúd, sobre esa caja de caoba que ahora formaban los aposentos de su amado y susurraban un quedo

“lo siento”

 

-adiós…- susurro débilmente cuando el cofre comenzó a ser cubierto.

No lloró, no tenía la fuerza para hacerlo, permaneció de pie, abrazado a su hija y sosteniendo la mano de su hijo.

Ninguno derramo una sola lágrima, ya habían dejado fluir a muchas la tarde anterior.

Pero todos lo notaban, la enorme sombra que cubría esos 3 pares de ojos, dos huérfanos de madre y un viudo… bonito trio formaban ellos.

La gente se fue marchando, menos ellos, al final… solo quedaban… ellos…

El japonés se sentó en el césped junto con sus hijos, ahora… era padre soltero.

Miro la lápida… esa estúpida roca que se encargaba de recordarle el hecho de que nuevamente le había perdido, solo que en esta ocasión… no podría hacer nada al respecto.

Observó a su niño correr en los alrededores, no estaba feliz ni contento, eso se notaba, pero tampoco era como si se dejara vencer por la tristeza, el niño seguía adelante con pasos firmes, no en una dirección, ya que no estaba seguro del camino, pero eso no le detenía, exploraba todo…

después miro a su niña, sentadita en el césped, gateando, tampoco se detenía, no reía, pero tampoco lloraba, ellos no eran tontos, estaban conscientes de que el albino se había ido, y mientras tanto el, sentía que se hundía en un océano de tristeza y melancolía, no sabía cómo ellos podían seguir, pero tendría que encontrar la forma, sus hijos no podían hacerlo solos, y tampoco el…leyó la frase escrita en aquella lapida, eran la auténtica cita de las últimas palabras de su albino

 

“one year of love”

Solamente un año de amor

Es mejor que una vida en soledad

 

 

Se acercó a la lápida y dejo una flor sobre de esta.

Un tulipán rojo en medio de esas rosas blancas.

 

Miro a sus hijos, a ese par de melenas negras, los tomo a ambos y se marchó,  tenían muchas cosas que hacer, algunos caminos que recorrer.

Y nadie alguna vez me dijo que el amor dolería tanto

Y el dolor esta tan cerca del placer

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

bueno... se supone que serian 19 capitulos, pero decidi juntar el 18 & 19, estaban algo cortos

este fic a llegado a su fin

espero que lo hayan disfrutado :D

muchas gracias por haber leido

bye bye, besos~

PD:

 

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