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Deus dedit, Deus abstulit por -Mikunami-

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Entre oníricos deseos

 

Se miró en el espejo como por decima ocasión. Lavándose afanosamente, borrando la melancolía y cubriendo las tenues ojeras con algo de maquillaje; mejor la máscara que la verdad.

Alisó su cabello lo más correcto que podía; miró su impecable uniforme tan diferente de lo que acostumbrara, quizás lo necesitase dejar unos quince minutos hecho bolita bajo las cobijas, así se asemejaría más a su personalidad.

En lo que la ropa se alistaba bajó a prepararse algo de café y una tostada, es verdad que no acostumbraba a tomar tal infusión pero el desvelo lo ameritaba. Además prefería algo de cafeína con extra azúcar y mucha leche a una bebida energética.

Desde la ventana del comedor percibió la lluvia de cerezos que bañaban a los alrededores.

Pese a que la primavera tocaba todos los días a su puerta con los tonos coloridos y la cálida brisa, para él sólo era una época de pesimismo. Un eterno estigma que se cargaría, tan gélido como el corazón que se empecinaba en demostrar su príncipe de arrogante mirada.

Mejor dejar de recordar días más bellos. Tenía que enfrentar el ahora y salir siempre con la frente en alto—. Es lo que él hubiese deseado.

¿Sabes? Ahora me gusta la primavera —declaró abrazándolo codicioso, viendo el espectacular atardecer entre unos matorrales en el parque.

Sí, es muy bonita-ttebayo —se recostó en el otro, disfrutando del momento.

Lo dijo porque me recuerda a ti. Es imposible ignorarla y antes sencillamente era insoportable en mi vida. Pero luego descubres que es my hermosa y cálida.

Ya te pusiste sentimental —dijo divertido—. Vamos ¿Qué paso con mi bloque de hielo-ttebayo?

Creo que le gusta calentarse de vez en cuando —no hubo necesidad de más palabras; luego todo se volvió otro onírico paraíso, en donde lo único que necesitaban escuchar eran sus jadeos entre cada respiración presurosa.

Aferrándose a un sueño, cuando ya había despertado de él.

Si vida no podía seguir así.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

El interminable segundero, rítmico y desesperante, ya le estaba crispando los nervios.

Era viernes, hace una semana que no veía al Uzumaki. Los maestros cansados de llamar para saber el motivo de las faltas simplemente lo dejaron de largo, ya luego aparecería. Ahora, a menos de cinco minutos de comenzar de nuevo las clases, del chico sol ni sus luces.

Tenía que relajarse. Si algo malo le hubiese ocurrido, estaba segura que ella sería de los primeros en enterarse que no por nada era su mejor amiga. Volteó a ver a Gaara, su pelirrojo compañero y otro de los confidentes de Naruto. La verdad es que el antisocial chico apenas había interactuado con ella; pero al tener ambos relación con el blondo, su comunicación había mejorado bastante.

El príncipe azulado era el lazo que los unía.

— ¿Ne Gaara? —le dijo bajo, el maestro aun no llegaba pero tampoco le apetecía que toda el aula se enterase de la situación de su rubio destello, en caso de que el hermético bermejo supiese algo—. ¿Naru no ha contactado contigo?

— Ya te había dicho que no —le contestó malhumorado—. Y sí, si sé algo de él te llamo al momento —le cortó antes de que volviera a atosigarlo con lo mismo. Su "amiga" de verdad que era una mujer paranoica. Igual a su hermana. Definitivamente nunca las comprendería.

Bajó la mirada resignada, la verdad es que no podía hacer mucho.

Unos pasos apresurados la sacaron del estupor. Y un momento después la puerta del aula era abierta estrepitosamente.

— ¡Lo siento profesor! —gritó disculpándose el rubio muchacho. El plan original era llegar fresco como de costumbre, no quedarse dormitando en el autobús y pasarse la parada.

— Justo a tiempo Naru —le reprochó su amiga—. No es normal que Ebisu-sensei llegue tarde.

— Buen día Sakura-chan —saludó el Uzumaki con una despreocupada sonrisa casual, como si no hubiese faltado cuatro días.

Todos sus demás compañeros también se le quedaron observando, y más de uno estaba a punto de abordarlo con miles de dudas respecto a sus inasistencias, cuando el profesor irrumpió en el aula. Mandando callar de inmediato a todo el alumnado; ya luego se preocuparían de la vida del chico estrella del colegio.

El blondo suspiró aliviado por la pertinente interrupción. Acto del que Sakura fue consiente. No quería irrumpir en la privacidad de su querido principito pero la curiosidad la corroía; si por algún motivo, el encantador muchacho andaba en malos pasos, dios sabía que ella haría todo lo que estuviera a su alcance por ayudarlo.

Entre cavilaciones, que nada tenían que ver con el tema impartido en el aula, el tiempo se pasó rápido dando lugar al almuerzo.

Como de costumbre el astuto zorro dorado se escabulló, siendo únicamente seguido por sus fieles amigos, la muchedumbre de curiosos metiches eran lo último que le apetecía tolerar al Uzumaki. Quería disfrutar de un pacífico almuerzo en compañía de sus amistades.

Asuntos familiares. Fue todo lo que dio de excusa. Mejor dejar el tema de lado por ese día pensó Sakura.

— Ahhh tanta tarea en tan poco tiempo —dijo bromeando relajando el ambiente. Sakura ignorando la curiosidad le siguió la corriente al áureo chico, mientras Gaara simplemente observaba callado el espectáculo florar que rebosaba en la estación. Comían animados en una vereda al lado de los campos de atletismo.

Pasando el tiempo entre chistes y anécdotas de la semana. En las que uno de ellos no fue participe.

— ¿No es romántica la primavera? —quiso sacar a relucir la chica. Mejor concentrarse en otros planteamientos más convenientes, después de todo, si llegaba a conquistar a su onírico amor ya luego los secretos se irían desvelando.

Las palabras se sintieron como un aguijonazo al corazón para el blondo. Dejando caer un poco de la comida que se disponía a consumir.

Con la sencilla cuestión no creyó que causaría la mirada perdida en Naruto o que la atmósfera se afligiera ¿Acaso fue impertinente al preguntar aquello? Tan sólo era un tema banal, en el que aparentemente no se debería tener mayor trascendencia.

— Es ridículo, no sé cómo a las chicas les gustan esos cuentos de que es la estación del amor —mencionó el bermejo para amenizar el ambiente.

— Es porque eres un pesimista Gaara ¿Qué no sabes que a las mujeres les gusta casarse en una época tan bonita como ésta?

— Son cursis, y mejor no me voy enterando de lo que les gusta; ya tengo suficiente con mi hermana que me atosiga.

Mejor relajarse con las discusiones de sus amigos. Aun su ánimo no se componía del todo y lo que menos quería era preocupar a los demás.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

La brisa de la tarde revolvía suavemente sus cabellos, cual tiernas carisias. Era viernes y lo que menos ambicionaba Sakura era llegar a su casa, mejor disfrutar lo que quedaba del día en compañía de sus amigos.

— Nee, chicos ¿No les gustaría ir a ver como quedo la plaza comercial que acaban de inaugurar? —sugirió para matar el tiempo.

— No somos chicas Sakura, ni me gusta andar viendo ropa o maquillaje —declaró Gaara entretenido, enviando un mensaje de texto—. Aparte, tengo planes.

— Yo me apunto Sakura-chan, me pruebo el vestido de tu preferencia y luego me acompañas a la tienda de videojuegos —bromeó el blondo.

— De verdad no creo que sea tu estilo Naru; te ves bien con pantalones—pero sin ellos estaría espectacular, dijo su fuero interno.

Riendo por la vereda de salida, iban platicando, todo era más cálido en compañía de Naruto. No es que Gaara le cayera mal a la de rosada cabellera ni nada por el estilo, pero el de las aguamarinas se abría en presencia del Uzumaki, lo hacía un ser interactivo. Y no el parco muchachito que acostumbraba.

Naruto ya estaba planificando las tiendas que verían cuando el potente rugir de un motor los sacó de su ensoñación.

La Yamaha al frente de la escuela y el tripulante con su ajustada cazadora de negro cuero y los jeans desgastados, era el sueño de más de una colegiada, en especial cuando el joven se despojó del casco mostrando sus tersas facciones interpretando una falsa sonrisa, y alzando la mano llamando la atención de cierto chico de escarlata cabellera.

— Los veo el lunes, hasta luego —dijo Gaara apresurado, corriendo para interceptarse con el motociclista; tomando lo más veloz que pudo el caso extra y acomodándose en la parte trasera del vehículo, gritándole al otro para que se moviera, evitando por más tiempo las inquisitorias miradas del resto de sus compañeros, que un tenue sonrojo ya le habían sacado.

Al final, el moreno no tuvo más opción que poner el motor a toda marcha.

— Luego olvido que Gaara ya tiene pareja —comentó soñadora la chica. Sai, si mal no recordaba se llamada el occiso, y para qué negarlo el tipo estaba como quería; por lo que les dijo el bermejo le llevaba poco más de tres años.

Yo no quería, pero él no me dejaba de acosar, al final me termine acostumbrado, por eso estoy con él. Si fuera por mí nunca hubiese conocido a semejante idiota.

Claro, y por eso se sonrojaba a cada que le robaba un discreto beso, o guardaba avaro una foto del pálido muchacho en su billetera.

— ¿A ti no te molesta ese tipo de relación Sakura-chan?

Comentó el rubiecito al notar a unos compañeros cuchicheando de la pareja que había partido; palabras venenosas de desaprobación y burla, de lo asquerosos que eran. Era extraño, pero aun sabiendo la respuesta que su amiga le daría, tuvo la necesidad de cerciorarse.

— Claro que no —respondió rápidamente, relajado al otro—. Si hasta le tengo envidia a Gaa-chan —dijo burlona—. Mira que conseguirse semejante tío; guapo y se nota caballeroso y atento, no sé porque los mejores siempre son gays. Además protagonizan su propio amor prohibido y eso es lo más tierno que puede existir.

Si por algo no molestaban a Gaara en el colegio, era exclusivamente por que éste era amigo de Naruto: el Uzumaki ya se había ganado demasiado prestigio en la escuela para que alguien se metiera con él y por ende con sus allegados. Bien se sabía, que aun muchos alumnos tenían un margen de tolerancia bastante pobre y ambiguo repudiando a quien fuera en contra de los tradicionalismos. Una lástima semejante sociedad.

— Eres muy curiosa Sakura-chan.

— Pues en nuestros días, el que una persona se pueda enamorar de otra sin importar que sean del mismo género, ya es muy común, que la "mayoría" no lo quiera aceptar es su problema.

— Más deberían de pensar como tú.

— Eso a la larga sería un problema —rebatió juguetona—. Mejor ya vámonos o llegaremos luego tarde a nuestras casas —dijo tomándole la mano para comenzar a correr en dirección a la parada del autobús, apreciando el momento que duro el contacto. No fue consciente en que instante se detuvo ni cuando un repentino y fugaz pensamiento acerca de unos ojos negros le llegó a la mente. Deteniendo todos sus movimientos ante la atenta mirada de su caballero.

— Es verdad, no lo he visto —comentó para sí, la chica de las esmeraldas.

— ¿A quién? —preguntó desubicado el zorrito.

— Al acosador.

— ¿Qué?

— Digo… te acuerdas que hace como una semana te comente de un chico raro que deambulaba por la escuela —dijo refrescándole la memoria.

— No me digas que lo volviste a ver —afirmó el güerillo, preocupado de que su amiga hubiese tenido un altercado y él no hubiese estado ahí para defenderla.

— Sí, pero descubrí que únicamente es algo tosco y un tanto prepotente, no malo. Y que buscaba a alguien, me dijo que no tenía intenciones de dañar a nadie —explicó relajada, tranquilizando a su acompañante.

— La gente puede mentir.

— Pues mi instinto me decía que estaba diciendo la verdad —el afamado instinto femenino, para Naruto una cosa era tener un tanto de suspicacia y otra que las chicas se dejaran llevar por su "sexto sentido"—. El punto es que no lo he visto desde hace como dos días, me parece raro.

— Quizás ya encontró a quien vino a buscar —expresó retomando la marcha—. Si alguien se llega a extraviar será mejor que le digas de inmediato lo que sabes a algún maestro —señaló precavido; hubiese preferido ver al tipo, una segundo opinión no le venía mal a nadie.

— Tienes razón —concedió la chica —. A ver si lo vuelvo a ver, hasta eso era tan divertido como Gaara, es divertido hacerlo enfadar.

— No es verdad.

— Claro que sí, es sólo que tú no me comprendes —expuso contenta—. Ahh ese tal Sasuke.

Y sin embargo el sueño volvía convirtiéndose en pesadilla.

Miles de imágenes frente a sus ojos; momentos felices, días bellos y luego dolor. Soledad. Una que no quería volver a experimentar.

No pudo ocultar el ligero temblor de sus manos y apenas pudo controlar la picazón en los ojos, anunciado casi de manera inminente el querer ahogar a los zafiros. Concentrando toda su temple, tan sólo desvió la mirada de la chica intentando recuperarse.

— Sasuke…—repitió autómata con la voz apagada, entristecida, sin ánimo ni vida.

— ¿Naruto, estás bien? Te pusiste pálido —declaró preocupada la niña de las esmeraldas; sin saber que pasaba con su amigo.

— Dices que se llama Sasuke —siguió con el mismo tono lánguido.

Era imposible que se estuviese refiriendo a él, una persona que en absoluto vería de nuevo, tan inalcanzable como la luna, como el edén; sólo lo podía ver en sueños. Jamás en la realidad.

— Sí ¿Conoces a alguien que se llame así? —cuestionó intentado ver la expresión del blondo, que se empeñaba en ocultar la faz bajo el flequillo.

— No, no es nada —dijo siguiendo repentinamente con la marcha y apartando con cierta brusquedad a la del rosado cabello—. Es impo… ehh mejor vámonos, o vamos a llegar muy tarde a casa, también quiero pasar a ver un si tienen un CD que ando buscando —declaró presuroso, acelerando el paso.

— ¿De verdad estás bien? —se echó a correr para alcanzar al otro. No convencida en absoluto por los cambios de humores de su caballerito.

— Claro Sakura-chan —se detuvo volteando a ver a la joven, proyectando una enorme sonrisa.

Una falsa careta, una rasgo deforme a comparación de los genuinos gestos espontáneos que tanto le gustaban la chica; no como la mentira que estaba observando.

No sabiendo que Naruto tenía que olvidarse de su sueño, como hasta ahora había conseguido, antes de que lo dañara más.

¿Me amas?

¡Claro que sí!

Espero que siempre estemos juntos.

Eso tenlo por seguro-ttebayo.

Antes de que lo hundiera por completo.

 

Notas finales:

Sí me retrase mucho, perdón mis otros fics absorbieron mi tiempo. De todas formas esta historia esta diseñada para pocos capítulos, unos seis o siete; necesitaba plantearme bien el estilo de escritura, creo que ya lo agarre; ya que a mi parecer el capi dos quedo muy lento.

Muchas gracias por leer, especialmente a aquellos que se toman la molestia de dejarme un review:

lili y Valo.


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