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Undisclosed Desires por Mary-chan6277

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

El título del fic, como supondrán los que han leído antes mis historias, es de una canción.... esta vez es del grupo Muse, y la canción se llama como el fic, y creo que le va perfectamente a estos dos xd la canción es hermosa, y recomiendo que la escuchen n___n 

Notas del capitulo:

Dedicatoria: esta vez, se la voy a dedicar el fic a una lectora,KISUKI que dejó comentarios en todos y cada uno de mis fics xd muchas gracias!! soy una persona llena de miedos e inseguridades, que no cree en sí misma, y leer tus comentarios me sacó una sonrisa y pensar "creo que sirvo para esto, en verdad..." Había prometido dedicarte una historia y aquí esta, espero te guste xd después escribo una ClaudexAlois, pero últimamente la inspiración no me ha dado para tanto xd

también le dedico esta historia a Ciel, que es el cumplañero y  que cumpla muchos más!! (?) xd 

You're wicked and divine
You may be a sinner
But your innocence is mine

1

—¿Hay algo más que desee?— tomó el candelabro de la mesa, dispuesto a marcharse de la habitación.

—Sí, si hay algo— respondí con media sonrisa, quitándome el parche del ojo derecho, y dejándolo a un lado, como si su utilidad fuera nula en esos momentos. —Acércate.— él obedeció enseguida, como solía hacerlo siempre.

 

Dejó el candelabro sobre la mesa de noche, y me observó desde las alturas con esa mirada carmesí tan arrogante y seductora. Me pregunté en mi fuero interno si ese demonio era consciente de la sensualidad que transmitía por cada poro de su cuerpo, y si notaría con sus perceptivos sentidos todos los pensamientos que pasaban en ese momento por mi mente y mi cuerpo sin necesidad de que se lo dijera.

 

—Sebastian…— dije su nombre en voz alta. Lo saboreé, y me encantó como se escuchaba. Estiré un poco mi brazo, y sacando la corbata de su sitio sobre el pecho de la camisa blanca bien planchada, lo jalé lo suficiente hasta que quedó a mi altura. —Bésame.— ordené, sonrojándome muy a mi pesar, con el corazón desembocado por la emoción y la adrenalina que corrían por mi cuerpo.

—Pensé que jamás lo pediría— fue su respuesta, antes de que pasara sus refinados dedos por mi nuca, erizando mi piel y haciendo que me estremeciera completamente, y uniera sus labios al fin con los míos.

 

Eso era algo a lo que no podría resistirme jamás. Ni el más delicioso chocolate, ni la más hermosa mujer sabrían proporcionar a alguien el placer que proporcionaba ese demonio con una simple caricia.

 

Sus labios se sentían como la seda, tan suaves, pero tan demandantes. Su lengua lasciva que buscaba penetrar en mi boca con lujuria, arrancando de mi guturales gemidos que nunca creí que yo, el líder de la familia Phantomhive, pudiera emitir tan desvergonzadamente…

Pero hoy no me importaba ni mi prestigio, ni mi orgullo, ni mis deberes. Era mi cumpleaños, y tenía todo el derecho a reclamar mi regalo. El que estuve esperando todo el día.

 

El besó se acabó luego de algunos momentos en los que me faltaba el aire. Podía notar mi cuerpo descontrolado, a su merced. Me prometí en mi fuero interno que jamás, jamás, dejaría que nadie me viera en una situación como aquella, tan vulnerable, apasionado, y deseoso del cuerpo de alguien más.

 

—Se ve que ha crecido bastante desde la primera vez que nos vimos— dijo Sebastian con una sonrisa burlona dibujada en el rostro, mientras se desanudaba la corbata con una sola mano, y la otra la utilizaba para acariciarme las mejillas.—Se nota que ha madurado, al igual que sus deseos— introdujo una de sus manos enguantadas bajo el camisón de dormir, acariciándome los muslos solo con las puntas de los dedos, muy suavemente, sacándome un leve jadeo que no pude reprimir.

—Cállate, no quiero escuchar nada más— ordené, rodeándole el cuello con los brazos, atrayéndole hacia mí, besándolo descaradamente.

 

Sebastian sopló las llamas de las velas, y quedamos en la completa penumbra.

 

Afuera llovía a borbotones. Escuchaba el traqueteo de las gotas golpear el cristal de la ventana, y del viento arremolinándose y haciendo entrechocar las hojas. Pero también escuchaba el sonido de los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos, enloquecido y emocionado. Me fastidiaba que Sebastian causara eso en mí, pero a la vez, me fascinaba. Ese era otra de sus habilidades: hacer latir un corazón que yo creía que estaba muerto.

 

Nos besamos apasionadamente como hacen los amantes durante varios minutos. Sentía mis labios hinchados por el salvajismo de mi contrincante, pero no me quejaría, no mostraría debilidad.

 

Mi mayordomo empezó a desabrochar cada uno de los botones de mi camisón tomándose su tiempo, disfrutando de mi desesperación y ansiosos suspiros al sentir el más ligero rose de sus dedos contra mi pecho.

 

Se deshizo de uno de sus guantes utilizando sus dientes, y esa mano la utilizó para tocar la piel desnuda que iba quedando expuesta para él, al alcance de sus mortíferas caricias y cadenciosos besos.

 

Tomó mis pezones entre sus labios, mimándolos, estimulándolos con sus dientes sin que yo dejara de gemir desenfrenado su nombre, rogando en mi fuero interno que ese placer nunca se terminara.

 

Sus labios fueron bajando lentamente, atendiendo cada porción de piel que quedaba a su alcance.

Beso la parte interna de mis piernas, besó cada uno de los dedos de mis pies, y recorrió el dedo gordo con su húmeda lengua, haciendo que una descarga de placer recorriera mi columna vertebral.

 

No podía resistirlo más. La sensación de sus abrumadoras caricias era demasiado, y mi miembro rogaba por atención.

 

Dirigí tímidamente mi mano hacia mi hombría, y empecé a acariciarla de arriba abajo, cerrando los ojos, dejándome llevar por el placer, sin pensar en nada más.

 

Sebastian se río en la oscuridad de la habitación. Una risa musical, sutil y delicada, como unos cascabeles tintineando. Sabía que observaba cada uno de mis movimientos, pero aun así no me detuve, y seguí con mi trabajo hasta que su mano firme y de dedos largos rematados en uñas negras reemplazó mi propia mano.

 

Sus dedos se cerraron alrededor de mi falo, y luego, sentí que era su boca la que se encargaba de darme placer. Sus labios se movían de manera majestuosa, sentía que perdía el control. Enredé mis dedos en su cabello azabache, se sentía demasiado suave al tacto, como el de un muñeco de porcelana, como el de algo irreal.

 

Gemí sin parar hasta que me vine en su boca con un último gruñido, respirando fuerte, y totalmente sonrojado.

 

Sebastian no perdió oportunidad, y juntó sus labios con los míos en un beso húmedo y pasional. Probé de sus labios mi propia semilla, amarga y dulce al mismo tiempo.

 

Sentí como dos dedos invadían mi entrada sin compasión. Gimoteé un poco, aun a pesar de todas las veces que había compartido mi lecho con Sebastian, no lograba acostumbrarme a esa invasión que se sentía dolorosa y placentera a la vez.

 

Sebastian no dejó de besarme mientras me preparaba, y mi miembro volvía despertar.

 

Con mis manos temblorosas bajé el cierre del pantalón de Sebastian, y liberé su propia hombría. Parecía muy grande entre mis pequeños dedos. La toqué suavemente, arrancando un ligero gemido de Sebastian, al parecer lo había tomado por sorpresa, y eso me hizo sonreír.

 

—Hazlo ya.— le dije, le ordené, casi le supliqué.

 

Sebastian me recostó sobre el lecho tan cuidadosamente como si tratara con una dama, y subiendo mis piernas con la ayuda de sus brazos, me penetró de una sola estocada, mirándome con sus fulminantes ojos.

 

Los movimientos de caderas empezaron, y pronto nuestros cuerpos se movían a un compás tan perfecto que seguramente era digno de una melodía.

 

Mis párpados se cerraron involuntariamente para ayudarme a canalizar todas las emociones, y mis manos se aferraron a su ropa.

 

Aunque Inglaterra estuviera siendo azotada por un inverno tan indolente, y el frío calara hasta los huesos, hasta las almas de las personas… jamás, en toda mi vida, había sentido tanto calor. Un calor que calentara cada parte de mi cuerpo de esa manera, y que también me abrasara el corazón en llamas.

 

2

Me protegí de los rayos del sol de la mañana siguiente en cuanto cayeron sobre mi rostro, ocultándome en el pecho cálido de la persona que estaba a mi lado…. Y a punto estuve de quedarme dormido otra vez, cuando:

 

—¿Qué demonios haces aquí todavía?— Sebastian abrió los ojos de un bien simulado sueño, y me miró con su rostro de expresiones incalculables, y  una sonrisa de medio lado.

—Pensé que le complacería— respondió simplemente, haciendo que me sonrojara completamente. Debía admitir que no me esperaba esa respuesta. Abrí la boca para replicar algo, pero la cerré en seguida, apartando la mirada por primera vez, indignado de que hubiera dejado que Sebastian ganara su juego.

 

Sebastian río, y miró su reloj de plata de bolsillo, antes de cerrarlo con un clic, y levantarse de la cama.

 

Compuso su cabello y su ropa, para que nada luciera sospechoso, se calzó los zapatos, y caminó hasta el otro extremo de la cama hasta estar en frente de mí.

 

Sentí sus dedos bajo mi mentón, y permití que levantara mi rostro, para que nuestras miradas se encontraran.

 

—Gracias— dijo, y por segunda vez en la mañana me sorprendió.

—¿Qué estupideces dices?— le espeté, apartando su mano de mi rostro. Las pasiones de la víspera habían culminado, y era hora de que volviera a la realidad, con mis calculados sentimientos.

—Usted es un humano bastante interesante, por eso lo elegí— dijo con voz solemne, mirándome con su sonrisa— Cuando decidí hacer un contrato con usted, pensé que sería divertido, pero me ha demostrado de mil y un maneras que no es solo divertido, si no reconfortante. He vivido durante siglos y siglos, pero jamás me había encontrado un humano que me ofreciera sus sentimientos como usted, tan honesta y desinteresadamente, y quisiera agradecérselo.

 

Me quedé en silencio, procesando todo lo que acababa de escuchar. En el fondo, quería ponerme a llorar y arrojarme en sus brazos, diciéndole cuanto lo quería. Pero me contuve.

 

—¿De qué sentimientos hablas?— dije aun sin mirarlo, con las mejillas ardiendo.

—Permítame, aun no he terminado— agregó, completamente complacido con mi nerviosismo y estúpido sonrojo— ayer en el ajetreo de la noche no tuve oportunidad de decírselo, pero, happy birthday— sacó de su bolsillo una pequeña caja envuelta en papel de satín rojo, rematada con un voluminoso listón plateado, que deposito en mis manos, junto con un beso en mi mejilla, antes de dejar de la habitación.

 

En cuanto estuve a solas, abrí el envoltorio y encontré en su interior un anillo de oro blanco a la medida de mis dedos, con una hermosa y desconocida piedra de color rojo, como sus ojos, brillando en el centro.

 

En ese momento mientras me ponía el anillo en un dedo de mi mano izquierda, no sabía si odiarlo por hacer que me descontrolara de esa manera, o si amarlo por ser tan especial a su modo; pero de algo sí estaba seguro, y era que ese había un buen cumpleaños, y que esperaría el siguiente con muchísimas ansias. 

Notas finales:

hmmmm

Espero les haya gustado n___n

Reviews?? si, por favor, me encantaría saber que pensaron al respecto, si odiaron el fic, si lo amaron, si quieren mentarme la madre... lo que quieran, todo review será bien recibido n___n

Gracias de antemano por leer, y pido disculpas si se me pasó algún error de redacción o ortografía, juro que la revisé como 1000 veces -___-U 


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