Amor
Por Aurora
- Te amo- Voz suave contra piel sedosa. Seto escuchó y sintió en la piel el tibio aliento de su amante agitar su pelo. Seto gimió, disfrutando la boca que permanecía en su cuello, permitiéndose un segundo más de paz.
-¿Qué haces aquí? - Preguntó aún más despacio, al encontrar los ojos mieles que lo miraban con adoración y una sonrisa. Joey se había colado Quien-Sabe-Cómo en su oficina, cinco minutos antes de una reunión muy importante.
-Te amo- volvió a decir Joey, rozando con su nariz el cuello, la mandíbula hasta casi los labios. Seto cerró los ojos aguantando apenas un ronroneo, dejando que el abrazo de Joey lo acunara.
- Te amo- Repitió Joey, como si rezara, rozando mejilla con mejilla hasta besar la sien, los parpados, la pequeña nariz hasta los labios.- Te adoro- Dijo esta vez, su voz tornándose cada vez más fuerte y juguetona. - Te amo. Te amo. Te.Amo.-
-Debes irte... Ellos vendrán y te verán...- Lengua húmeda en su oreja- No podemos... Reunión... Ah- Pequeños dientecitos en su cuello... Importante.- Seto, mirando a la puerta intentó apartarlo. Tratando de calmar los latidos de su corazón que lo asfixiaban. Pero Joey lo miraba, sus grandes ojos pardos humedecidos de felicidad, ajustando más su abrazo de cachorrito feroz.
- No te alejarás de mi. Miomiomio- Seto había comprobado con hilarante fascinación que los ojos de Joey eran miel pura derretida al sol cuando sonreía, allí, justo ahí, alrededor de las pupilas habitaba un tenue verde, como las hojas antes de secarse.
-Te amo- Repitió, esta vez subiendo la voz- Seto Kaiba TE AMO. ¡¿Puedes creerlo?!
Seto entre divertido y enojado se preguntó si Joey conectaba el cerebro a la boca. ¡Claro que lo sabia! ¡Y Claro que Joey hablaba sin pensar! Le había abierto las puertas de su casa y de su habitación. Le había mostrado cada faceta de su vida: Enojado, aburrido, jadeante, enfermo, ansioso, cansado, satisfecho, orgásmico y sin fin... Y por sobre todas las cosas, en lo vano y lo vital, se había permitido amar y ser amado, como un niño febril hambriento de amor.
Una oportunidad. Seto Kaiba, que se había forjado orgulloso y duro como una roca, tan fuerte en sus convicciones de no necesitar a nadie más que a sí mismo para vivir, se había prometido amar y dejarse amar, pero había sido tan difícil, porque si fracasaban, jamás volvería a sentir lo mismo. Se cerraría cada puerta y ventana, y Joey era a veces tan volátil, tan rápido en sus decisiones y volteretas, el que las besaba y pertenecía a ninguna, el mismo jovencito imprudente y boquiflojo con que había compartido golpes y aventuras. Joseph Wheeler que siempre hablaba de amor, de felicidad y de grandes amistades con una mirada quemante y una sonrisa que tenía cierto complejo de sol, rompía sus defensas, carcomía su orgullo y derretía lentamente todas sus corazas con paciencia y pasión.
Pero...
¿Y si Joey estaba jugando? Si cada palabra de amor y cada caricia era una venganza por todo lo que le había hecho, por cada insulto y humillación.
Él era todo un Casanova, había flirteado con cada faldita corta se le cruzara por su nariz. ¿Cómo podía estar seguro de que hacía cuando Joey se iba por las noche? O ¿Cuándo se perdía misteriosamente días completos? Más que mal, Joey había declarado su odio parido, su aversión hacía todo lo que proviniera de él. Él mismo había dicho que jamás podría estar con un sociópata malnacido y egoísta. ¿Por qué había cambiado de parecer, si se suponía que lo odiaba?
¿Y si?
El abrazo de Joey, su esencia se hizo doloroso. Seto quiso soltarse del abrazo y encararlo, pero Joey le besaba la oreja pequeña como si fuera un dulce, muy dulce.
-¿Por qué?-
Joey pareció entender la postura rígida, la mirada ardiente y llena de enfado. Pero en la oscuridad de los ojos que tanto amaba, había cierta tristeza oculta.
-¿Por qué me amas? Siempre me lo dices, pero jamás me das razones.
Joey se rió, y Seto le dio la espalda, herido, quería respuesta y no burlas. Entonces Joey lo giró y lo miró a los ojos, sin pestañear. Apegando sus bocas, pero sin besarlo. -Porque si.- Joey vio a Seto apretar los puños.
-Dime que sientes Wheeler. Dímelo ahora mismo o te vas.
-Sé que no me crees, y también sé que es complicado para ti.
-Si me mientes, si te atreves...-
-No me crees, como hago para que confíes en mi, mi amor?-
-No me has respondido aún. - Seto lo dijo con rabia, estrujando las palmas de sus manos, porque si Joey osaba burlarse de él una vez más, juraría hacerlo pagar muy caro. Nadie le mentía de esa manera tan descarada gratuitamente. Nadie. Jamás. Como un padre que castiga a su hijo, hacerle daño a su cachorro le dolería más a si mismo que al pobre rubio, pero estaba dispuesto a sufrir y sangrar con él, a pasar por esa humillación.
Joey no dijo nada, soltó las manos de Seto y dejó que este abriera la puerta.
-Porque me gusta decírtelo, porque me aterra pensar que si no te recuerdo cada día lo mucho que te amo, podrías olvidarlo, como ahora. Me gusta el azul de tus ojos asemeja el cielo después de una lluvia cuando me escuchas. Me gusta sentir tu corazón acelerado cuando las pronuncio. Te amo, y lo seguiré diciendo, aunque tenga que explicarte cada día mis motivos para estar contigo, y porque te extraño cuando no me lo dices. Y he cambiado, porque te conozco y sé que adoras el orden y la simetría, y odio doblar las camisas, pero lo hago o al menos lo intento desde que te conozco solo para que no te enojes.
Seto recargó la frente contra la puerta. Sin moverse, sin decir nada. Joey se acercó a él, cubriendo la mano de Seto con su mano para cerrar la puerta. -Te amo- Dijo Joey, como si rezara.
Seto apoyó su rostro en el pecho de Joey, abandonándose en sus brazos. Tal vez por primera vez, sin dudas.
-Te amo de la manera más desesperada que puedo, tal como soy, y me quitaría la piel, mi carne para estar en tus brazos y entregarte todo lo que soy si eso te hace feliz. Y si esto no esto... si esto no es amor, no sabría decirte lo que siento, pero tu si lo sabes, verdad. -
FIN