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Kizuna por angelita_oscura

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Notas del fanfic:

Marthiis: Este fic está dedicado a mi ane-sama Obito Kawai como regalo de navidad... Me ha costado lágrimas de sangre hacerlo pues no estoy acostumbrada a esta pareja. Aún así no dejé de disfrutarla.

Tamaki: Muchas felicidades ^W^ Naruto no le pertenece a Marthiis.

 

Marthiis: ¡¡Ojalá te guste!!

Capítulo Único

Cuando quiero que un simple recuerdo se haga realidad.
Cuando deseo poseerte hasta saciar.
Cuando vuelvas a mi lado... Se que encontraré la felicidad.


—Me voy...— Iruka miró de soslayo a la persona que se encontraba sobre la cama. Lanzó un suspiro al aire, ajustó su protector y salió de la habitación sin esperar. Era lo mismo de todos los días, sin embargo esta vez tuvo la osadía de no derramar lágrima alguna.

El hombre que se quedó solo miró por donde se había ido su amante, respiró hondo con pesadez. ¿Cuánto tiempo alargarían aquella monotonía? Rascando su cabeza de manera torpe se levantó y fue a ducharse. El olor a sexo estaba impregnado dentro del cuarto y aunque no le molestaba, resultaba un poco incómodo, de alguna manera le hacía sentirse culpable por razones que ni él mismo lograba comprender.

Los pasos sonaban suaves en la estancia. Kakashi se sentía verdaderamente agotado; lo que había comenzado como una tarde tranquila el día anterior terminó por convertirse en una sensual faena. Debía admitirlo: el sexo con Iruka era bueno pero no lo llenaba.

Sacó del guadarropa algunas prendas, las mismas que debía portar para comenzar su día. Fue al baño y al entrar se topó con su reflejo en el espejo. Se desvisitó rápidamente, estudiando su desnudez en el acto: sus músculos bien formados, su cabello plateado, las cicatrices que se formaron debido a las heridas sufridas en batalla y por último... Su sharingan, aquel último regalo proveniente del que fue un amigo, compañero y tal vez algo más, antes de morir.

“A veces tu recuerdo me mata...” Fue el pensamiento que asaltó su mente al momento en que abrió la llave del agua y dejó salir el líquido frío haciendo estremecer la piel blancuzca. Pensó esas palabras unos segundos, tratando de hallarles algún significado en especial, dándose cuenta de lo verdaderas que podían resultar. Sus labios se inclinaron haciendo una mueca confusa, parecía una sonrisa triste o tal vez una de melancolía.

Después de todo el conocía el porqué Iruka no lo satisfacía como era debido: el recuerdo de Obito Uchiha llegaba a su cabeza e imaginaba que él tomaba el lugar del Umino haciendo que las embestidas se tornasen feroces, casi animales donde el romanticismo no existía y  las palabras de amor brillaban por su ausencia. Su simple recuerdo lo hacía tocar el cielo, convirtiendo a un orgasmo cualquiera en uno explosivo y  placentero, de esos que le quitaban el aliento y le nublaban los sentidos.

Cuando volvía a estar conciente de la realidad, miraba hacia abajo encontrándose con la cara del moreno sofocado, exhausto y completo. Era cuando la frustración llegaba a él haciendo que el éxtasis de hacía unos segundos se esfumara, ocasionando un repentino odio hacia Iruka.

Luego de una ardua sesión de sexo, se sentía insatisfecho y hasta enojado. Quería estar con el Uchiha, lo deseaba, quería acariciarlo, hacerlo suyo una y otra vez pero no podía porque el infeliz estaba muerto. Entonces siempre maldecía a su ex compañero y a los sentimientos que desde pequeño había desarrollado por él.

Kakashi decidió pasar por alto sus quejas y concentrarse en su ducha matutina. Lamentablemente y como consecuencia de aquellos pensamientos pecaminosos, sus miembro se hallaba erguido, aclamando atención de manera dolorosa. Imaginó que el agua fría mitigaría el deseo pero pasados unos segundos tuvo que masturbarse y apagar de esa manera la lujuria que había surgido de manera inconsciente.

Claro, al momento de estar acariciándose mencionaba repetidas veces el nombre de su amado y cuando se corrió no fue la excepción.

Salió de la ducha, anudando una toalla alrededor de su cintura. Se vistió con tranquilidad, puso las armas en su lugar e incluso se tomó su tiempo para arreglar la desordenada habitación. Recogió la ropa, tendió la cama y abrió las ventanas en un intento por hacer desaparecer todo tipo de aromas.

Salió de la recámara, dirigiéndose hacia la cocina. Preparó un café muy cargado bebiéndolo de un trago sintiendo como le quemaba la garganta, despertándolo de golpe. Necesitaba estar concentrado, no podía perder el tiempo con patéticos razonamientos.

Fue hacia un armario, donde guardaba todos los volúmenes del Icha Icha; consultó algunos y sorpresivamente ninguno logró atraer su atención para leer ese día. Bufó con fastidio, cerrando de golpe su versión del “cofre de los tesoros”, como si el pobre mueble tuviese la culpa del mal momento que estaba pasando.

Se rascó la cabeza sin saber que hacer, tenía el día libre pero no quería estar todo el tiempo enclaustrado dentro de su casa, así que ajustó su protector y salió de ahí velozmente. Daría un paseo por Konoha y si tenía suerte se encontraría con Naruto o con algún miembro del equipo para molestarlo.

El viento fresco le golpeó la cara dándole una sensación de bienestar y tranquilidad. Era como si las ideas anteriores desaparecieran con salir a la calle. Caminó un rato, observando cada detalle del lugar: los establecimientos ya estaba abiertos y los dependientes atendían a las personas que iban a comprar, los niños ya estaba estudiando en la Academia y algunas mujeres tendían la ropa para secarla aprovechando los rayos del sol.

Sonrió un poco haciendo que la máscara que le cubría la boca se deformara un poco; eran los pequeños detalles que le gustaba observar.

— ¿Maestro?— preguntó una vocecilla detrás de él. Kakashi se giró encontrándose con su rubio alumno. — ¿Qué hace aquí tan temprano?—

— ¿Te molesta que salga?— respondió tajante pero con un ligero tono de burla. El peliplateado pudo notar como Naruto se ruborizaba un poco por la vergüenza.

—N-no es eso...— cruzó los brazos, rehuyendo la mirada. — Es solo que no acostumbra a salir tan temprano, siempre lo veo después del mediodía—

Kakashi sonrió, colocó una mano sobre la cabeza del Uzumaki revolviéndole los cabellos en una brusca caricia. Ese chico siempre lo asombraba; después de todo había logrado que el Uchiha regresara hacía varios meses atrás... Pero más lo asombró el hecho de saber que sus alumnos se convirtieron en pareja tiempo después.

— ¿Cómo está Sasuke?— cambió de tema, apartando su mano al ver la mueca de enojo del Uzumaki. Sin embargo cuando con el simple hecho de mencionar al azabache, su rostro cambió a uno de repleta satisfacción... El mismo gesto que Kakashi ponía en antaño cuando escuchaba hablar de Obito.

—Está muy bien, sigue haciendo trabajos comunitarios pero pronto volverá a ser el mismo ninja de siempre... Ambos estamos felices— Naruto sonrió bellamente algo que dejó muy aturdido a Kakashi.

—Me alegro por ustedes—

— ¿Y tú? ¿Cómo vas con Iruka?— ahora le tocaba al rubio preguntar, pues bien era sabido que sus dos profesores tenían algo que iba más allá de simple amistad.

—Bien... — No tenía mucho que decir. En cierta manera Iruka y él no pasaban de tener sexo. Conocía los verdaderos sentimientos del moreno pero lamentablemente no podía ni quería corresponderlos. —Naruto, debo irme... Recordé que tengo varias cosas que hacer, ¿sí?—

—Ehh... Claro— Naruto se extrañó un poco pero el peliplateado no le  importó en lo más mínimo.

Siguió con su caminata, demasiado perdido en sus cavilaciones, chocando con las personas que se cruzaban con él. Tanto revuelo tenía un motivo: ese día se celebraba el aniversario luctuoso de Obito. Por eso mismo su recuerdo volvía una y otra vez sin poderle dar tregua a su herido corazón.

El era un buen maestro ya que se alegraba por Naruto y Sasuke aunque en el fondo les guardaba cierto rencor. En el fondo le dolía, le dolía ver que ellos si podían ser felices a su manera sin temor a ser observados por las miradas de decepción o asco. Era el amor que motivaba a seguir adelante con la vida y lamentablemente no contaba con esa clase de sentimiento tan profundo. Lógicamente no estaba tan desesperado como para suicidarse pero eso le comenzaba a afectar en las misiones.

Kakashi llegó a un pequeño claro, un pequeño lugar que se hallaba algo lejos de Konoha. Ahí iba usualmente para poner en orden sus pensamientos sin que las demás personas se entrometieran. Una suave y fresca brisa sopló, las hojas de los árboles se mecían. El peliplateado se acercó a uno de los árboles, acariciando el tronco. Aspiró un poco. Los olores se mezclaban: el aroma a lluvia y leña húmeda eran los que más predominaban.

Sintió un ligero estremecimiento en su espalda y un extraño sentimiento de paz lo inundo al momento de percibir como alguien le tocaba el hombro suavemente. Se giró de manera violenta y lo que vio lo dejó pálido. Abrió el ojo que estaba a la vista con sorpresa, se hallaba atónito y renuente de aceptar lo que en esos momentos estaba frente a él: cabello negro, su ojo color carbón -ya que el otro se hallaba cubierto por un parche-, piel lechosa y una hermosa sonrisa.

—Tú...— Fue lo único que logró articular. Parpadeó un par de veces y aunque la mano le temblaba la acercó a la mejilla del que sonreía.

— ¿De esa manera me recibes?— preguntó el joven.

Sin poder evitarlo, Kakashi derramó una lágrima. Escuchar aquella voz otra vez fue como un soplo de esperanza pero verlo ahí, el estar acariciando su mejilla hacía que su corazón se desbocara. Era algo indescriptible, mucho mejor que aprender, desarrollar o en su caso copiar alguna técnica. Se acercó a él, tomándolo de la barbilla y bajando su máscara le dio un beso en los labios.

No le importaba si era correspondido; la sensación de placer que lo inundaba en aquellos instantes era fuerte, más fuerte  de lo que podía llegar a experimentar con Iruka en una sesión completa de sexo, un éxtasis que solo podía tener con su único amor: Obito Uchiha. Dejó que el beso fuera suave y con lentitud, permitiéndose disfrutar de la calidez de esos labios que desde hacía mucho tiempo deseaba probar.

Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo de arriba abajo cuando los brazos del Uchiha se posicionaron alrededor de su cuello atrayéndolo más; sus lenguas se encontraron permitiéndole al peliplateado disfrutar del dulce néctar del que más amaba. Fue separándose poco a poco, incapaz de alejarse completamente de su adorado joven. Quería prolongar más aquella caricia, disfrutar de esos carnosos labios que lo invitaban a lo prohibido.

Se miraron unos instantes; Kakashi no pudo esperar más, respiró hondo y acortando la distancia, volvió a besar a Obito. Fue descendiendo pausadamente desde su mentón hasta el cuello; alegrándose al escuchar los pequeños suspiros que soltaba el pelinegro, mismos que eran como coros celestiales para sus oídos. Un sonido tan perfecto que solamente podía salir desde lo más profundo del Uchiha.

De nuevo, el peliplateado se alejó. Contempló el cuerpo que se encontraba junto a él sorprendiéndose al descubrir como un ligero rubor se notaba en la piel pálida del Uchiha.

—¿Por qué te detienes?—  preguntó Obito un tanto molesto al notar como el Hatake se había separado tan bruscamente.

—Por nada, solo te miro...—  Lógicamente hacía algo más que eso; observaba cada gesto, cada respiración de aquel cuerpo que consideraba perfecto— Luces adorable...— Pasó la yema de sus dedos sobre los pómulos del menor delicadamente.

—Aunque yo sea un hombre, esta situación no deja de ser bochornosa— Obito desvió la mirada, ocultando una sonrisa estúpida que iluminaba su rostro.

—¿Te molesta?— Kakashi lo miró de manera expectante.

—Que esto te sirva de respuesta— el menor esbozó una sonrisa, para luego abalanzarse sobre el peliplateado, dándole un apasionado beso en la boca. Éste se dejó envolver por los brazos del pelinegro, lo sujetó de las caderas bajando hasta la altura de sus glúteos, apretándolos.

Obito soltó un jadeo y se dejó depositar suavemente sobre el pasto. Kakashi se colocó encima de él sin dejar caer todo su peso. Le retiró los googles que siempre llevaba puestos para luego ocuparse de la chamarra y la camiseta que cubría la parte superior del cuerpo.

—Estuve soñando tanto tiempo con esto— murmuró el Hatake con melancolía. Le dio un beso en la rente a Obito para después descender hasta su pecho lamiendo cada centímetro de esa tersa piel. Debía admitirlo, el sabor que despedía era sumamente delicioso, agradecía deleitarse con semejante manjar.

—Kakashi...— Obito mencionó el nombre del peliplateado en el momento en que este mordía su pezón izquierdo y pellizcaba el otro hasta dejarlo erectos.

— ¿Te gusta lo que hago...?—

—Cállate, idiota...—

Kakashi soltó una carcajada y sin poder resistir más, terminó por quitarle el resto de la ropa. Toda visión, todo sueño se vieron opacados por lo que observaba en aquél instante: Obito acostado, sus piernas separadas -sin llegar a lo obsceno o vulgar-, su piel lechosa expuesta a los rayos de sol. Simplemente un ángel caído del cielo. Así que sin esperar mucho tiempo, decidió liberar sus instintos carnales.

El Uchiha gimió sonoramente apretando el pasto que se cernía debajo de él, arqueando su espalda de forma violenta cuando Kakashi engulló su miembro por completo.

El mayor se sintió enternecido al ver esa leve señal de debilidad que demostraba Obito... No podía estar más feliz. Prosiguió con su tarea, haciendo movimientos de arriba abajo. Sacó el miembro de su boca, lamiéndolo desde la base hasta la punta, succionando y probando el líquido preseminal que comenzaba a salir.

—Dichoso mis labios que pueden probarte y mis manos que pueden tocarte— musitó con voz ronca cargada de excitación. Estaba satisfaciendo a su amante pero su propio miembro le reclamaba atención, pidiendo ser liberado de las ataduras de la ropa interior. Sin embargo, en ese momento apartó todo rastro de egoísmo dedicándose a complacer al que estaba debajo de él.

—C-cállate...— murmuró Obito entrecortadamente, moviendo las caderas para indicarle al peliplateado que continuara. Claro, no se hizo del rogar y pronto sintió que aquella lengua ávida envolvía su pene.

En ese momento y sin dejar de moverse, Kakashi logró esbozar una sonrisa.

No necesitaron palabras para terminar haciendo lo que mas anhelaban. Dejaban que el lenguaje corporal dijera todo sin tener que hablar. Bastaba acariciar y ser acariciado, besar, sentir, amar... Se transmitían tantos pensamientos, tantas emociones que sus pobres mentes no hallaban oraciones correctas para mencionar en voz alta.

Obito se hallaba aturdido mientras las manos de Kakashi recorrían cada centímetro de su cuerpo sin pudor alguno. El pequeño parecía temblar cuando cientos de diminutas descargas eléctricas viajan de un lado a otro llenándolo de placer.

—D-detente...—  Se le dificultaba un poco hablar, su respiración estaba agitada y necesitaba tomar un poco de aliento.

—¿Ocurre algo malo?— preguntó el peliplateado deteniéndose al instante. Lo menos que quería era hacer algo que pudiese incomodar a su amante.

—E-es solo qué...— El pobre de Obito podía sentir como sus mejillas ardían— Yo solo estoy disfrutando de todo esto... y tu no—

—¿Quién dice que no estoy disfrutando esto?—El pelinegro sonrió embobado al ver que el rostro de Kakashi denotaba seriedad y su voz se le notaba muy sensual al momento de decir esas palabras— Aparte, ¿cuántas personas han logrado someter a un Uchiha de esta manera?—

Las mejillas rojas de Obito perdieron levemente el color. Miró a Kakashi con mala cara e invirtiendo los papeles, se coloco encima de él. Mordió su labio inferior con lascivia y le quitó la ropa con parsimonia. Ahora al peliplateado le tocaba temblar pues el Uchiha fue un poco más directo y sin rodeos comenzó a masturbarle el miembro con la mano.

Sin embargo no se sentía para nada mal ser momentáneamente el de abajo, al contrario de lo que pensaba tener al menor arriba suyo podía ser igual de placentero. Se puso los brazos debajo de su nuca, dejándose hacer por Obito quién movía las manos maravillosamente complaciéndolo. Maldecía por lo bajo que los Uchiha pudieran hacerlo todo de manera tan perfecta.

Obito lo tomó por sorpresa cuando introdujo su miembro en la boca, no hubo gemido alguno pero si un gruñido de placer que incluso le dolió a su ego por dejarlo salir de esa manera. Aquello se sentía... tan jodidamente bien. Pero no todo podía durar para siempre y así como el menor empezó con el jueguito, lo terminó en un instante dejando al peliplateado con ganas de más.

— ¿Ahora quién somete a quién?— preguntó el Uchiha enseñándole la lengua de forma juguetona.

Kakashi movió negativamente la cabeza mostrando un poco de decepción en sus facciones; de un rápido movimiento volvió a ponerse sobre el joven. Alejándose solo un poco, abrió las piernas de Obito, se inclinó un poco y comenzó a lubricarle su diminuta entrada con la lengua. El menor se retorcía debajo de él y agarraba sus cabellos enredándolos, manteniendo un ritmo que lo enloquecía.


—Esto te dolerá un poco...— musitó Kakashi mientras introducía un dedo en el ano de su amante, haciendo movimientos circulares.

Obito soltó un quejido al verse invadido tan de repente pero aún así el contacto no era para nada desagradable. Un segundo quejido brotó de su garganta cuando esta vez eran dos dedos los que se movían dentro de él. Sonrió, Kakashi estaba siendo lo mas cuidadoso posible para que no sufriera algún tipo de dolor como si fuera una niña.

—Hey... Q-que soy hombre por todos los cielos— reclamó en medio de su estupor.

—Bueno, si eso es lo que quieres...— canturreó el mayor al mismo tiempo en que agarraba su miembro y se iba metiendo poco a poco. Sabía que Obito no quería que lo rebajaran de ninja a una llorona nenita pero aún así el sexo debía disfrutarse y él deseaba que su amante recordara eso.

El pelinegro mordía su labio cuando Kakashi se abría paso entre su estrechez. Vaya que eso dolía, pero era un dolor mezclado con placer. Sentir como el miembro del peliplateado lo iba penetrando de manera pausada hacía que sus más bajos instintos se liberaran. Emitió un gemido cuando el enorme miembro estuvo completamente dentro de él. Le dolía y mucho pero en aquella situación, el dolor era válido. No pudo esperar más y al ver que Kakashi no daba señales para moverse, el mismo comenzó a mover las caderas. Debía admitirlo, ese ligero movimiento hizo que jadeara.

El peliplateado sonrió y sujetando las caderas del menor comenzó a penetrarlo con un suave vaivén. Pero no se quedó quieto, de igual manera sus manos viajaban de un lado a otro por las piernas de Obito. Los gemidos que el chico emitía no tenían comparación, eso lo animó a arremeter con más fuerza. La estrechez en la que se movía lo brumaba; atrapaba a su miembro en esa cálida cavidad, misma que lo hipnotizaba y lo obligaba a ir por más. Levantó las piernas del menor y las colocó encima de sus hombros para hacer más profundas las estocadas.

Obito simplemente estaba recostado disfrutando, gimiendo y diciendo mil veces el nombre del Hatake. Aprovechó que éste estuviese cerca de él para tocar sus mejillas, delineando la comisuras de sus labios, acariciando la cicatriz del ojo donde había sido depositado su Sharingan cuando el murió en una misión años atrás. El joven sonrió por la gran ironía y se preguntó a sí mismo si alguna vez podría estar con el peliplateado. Maldijo al destino por querer verlos separados.

—Obito... Te amo...— musitó el peliplateado de repente. Lo había dicho, después de tantos años por fin había podido confesarle sus sentimientos. Sabía bien que las palabras sobraban pero no estaba de más recordárselo.

—Yo también Kakashi... Yo también te amo...— Obito gimió con más fuerza al momento de sentir como su miembro era acariciado por las habilidosas manos del mayor. Aquellas sensaciones tan placenteras lo estaban matando y si eso continuaba de esa manera no tardaría mucho en llegar al clímax. Decidió gozar de todo lo que estaba pasando y dejar que aquellas dudas se fueran a la mierda.

Las embestidas se volvieron salvajes, profundas; era como si quemaran cada vez que Kakashi entraba una y otra vez dentro del menor. Después de todo siempre había querido poseerlo de esa manera. Sin embargo, aquello no podía ser comparado con Iruka. El Hatake profesaba palabras de amor, de dicha; prometía muchas cosas: fidelidad, felicidad eterna. Era como si su lado romántico y cursi saliera a flote.

Pero lo disfrutaba y por primera vez se sintió completo.

Los minutos pasaban, ambos cuerpos se hallaban cubiertos por una fina capa de sudor. Estaban exhaustos pero de todas maneras daban rienda a su pasión. Kakashi hacía todo lo posible para que Obito se sintiera complacido y  obviamente sus esfuerzos valían la pena pues el menor estaba cada vez más cerca de llegar al orgasmo.

Había cosas que no podían explicarse con palabras y esa era una de ellas. La unión, el acto, todo bellamente atado por un brillante lazo que jamás se rompería,  o al menos eso era lo que ambos pensaban.

El menor estaba al límite y bastaron unas cuantas embestidas poderosas para que llegara al éxtasis. Kakashi se vino segundos más tarde, cuando el interior del joven se estrechó contra su miembro. Ambos dijeron sus nombres entre jadeos llenos de satisfacción y entrega total al placer.

 El peliplateado salió con cuidado de Obito y se quedó recostado a su lado abrazándolo y acariciando suavemente sus brazos. Se sentía cansado pero totalmente satisfecho, con un dulce sabor en la boca. Querían decir tantas cosas pero ninguno se dignó hablar, dejando tiempo para que sus respiraciones se normalizaran.

—Eso fue...— Kakashi no podía articular palabra alguna— No sabía que pudieras moverte así—

— ¿Acaso tienes que arruinar la atmósfera?— preguntó el menor separándose un poco. Se sentó, cerrando un poco los ojos al sentir un leve dolor en las caderas y en su trasero— No dudo que me gustó y estoy contigo pero...—

— ¿Pero...?— Kakashi lo miró sin comprender.

—No podemos estar juntos todavía...— Obito le dio un beso en los labios y luego se separó —Es así de sencillo, prometo que regresaré—

— ¿A donde irás?— Después de aquel leve roce, Kakashi sintió que le pesaban mucho los párpados y poco a poco fue cerrando los ojos. Lo último que vio fue la sonrisa de Obito, una sonrisa de despedida.

Horas más tarde...

Kakashi despertó de repente. Estaba recostado bajo la sombra de un árbol. Por la posición del sol, debían ser las cinco de la tarde. Vaya que había dormido. Se sentó con pereza y frotó sus ojos, luego dio un bostezo. De pronto una serie de imágenes continuas llegaron a su cerebro. Se sintió confundido pero luego se unos segundos recordó todo lo que había pasado. Miró hacia abajo, notando que llevaba la ropa puesta.

— ¿Fue un sueño...?—

— ¿Kakashi?— El peliplateado se giró al escuchar una voz y vio que era Iruka. — ¿Que haces aquí?—

¿Debía responderle? ¿Decir que había tenido un sueño pervertido donde Obito era su compañero protagonista? No...

—Salí a dar un paseo pero me quedé dormido... ¿Vamos a casa?— preguntó Kakashi sonriendo.

—Sí, si no lo hacemos pescarás un resfriado— Iruka sonrió y le extendió la mano al Hatake, misma que el tomó para levantarse. Sin poder evitarlo, Kakashi volteó para todos lados como buscando algo. — ¿Qué ocurre? ¿Perdiste algo?—

—Ehh... No, nada. ¿Nos vamos?—

Iruka ensanchó su eterna sonrisa y asintió.

Ambo hombres se alejaron del claro, sin darse cuenta de que una sombra los vigilaba desde lo alto de una copa del árbol. Obito se había quedado para velar el sueño de Kakashi.

—Kakashi... — musitó con melancolía— Aún no puedo estar contigo. Hay tantas cosas por hacer, tantas cosas por solucionar que si estoy a tu lado solo haré que estés en peligro y en estos momentos es lo que menos deseo. Te dejo ir esta vez pero a la próxima que nos veamos tú serás solo mío y no dejaré que nadie te lleve porque me perteneces y yo te pertenezco. Porque tu y yo somos uno. Porque por sobre todas las cosas yo te amo y siempre estaré cuidándote—

Sonrió un poco. Una lágrima salió de su ojo, fue la única que dejó escapar. Se colocó una máscara anaranjada y tras una última mirada a la pareja que se alejaba rumbo a Konoha, desapareció con la primera brisa de invierno.

Notas finales:

Marthiis: Se aceptan buenos reviews para Tamaki los tomatazos xD No es cierto, espero que les haya gustado y lamento el OoC

 

Tamaki:¬¬


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