A no más de seis calles de su institución se hallaba el colegio en el cual acudían sus hermanos menores. Se detuvo cerca de la entrada para poder distinguirlos o que ellos lo vieran apenas pusieran un pie fuera del lugar. Itachi era simplemente inconfundible, destacaba dentro de los demás y hacia que fuese sencillo encontrarlo.
-nii-san…- escucho la voz del primero de sus hermanos- llegaste temprano- dijo sonriendo contento y con un leve sonroso en las mejillas.
El pequeño de nueve años era Sasuke, tenía el cabello azabache y los ojos negros. Su piel era ligeramente mas blanca que la de su hermano mayor, era mas bien cariñoso, compañero y se notaba que estaba por demás apegado a Itachi. Simplemente tenía la esperanza de ser tan bueno como él de mayor.
-debe ser que no pudo atenderte. O me equivoco, Aniki?- apareció el otro muchachito.
El menor del par era Sai, si bien como mellizos tenían su parecido, era muy fácil distinguirlos. Él era mas bien reservado, siempre tenia una sonrisita en el rostro, era más pálido, su corte de pelo era diferente y solía decir cosas directas o bastante desagradables con una cara tan inocente que todos pensaban que era un descuido de su corta edad… cosa que no era cierta.
-tuvieron educación artística?- preguntó el mayor mirando las carpetas en manos de los chicos mientras caminaban en dirección a la casa.
-si, trabajamos con sombras y tonos opacos- comento Sasuke sin mayor interés- no me gusta la plástica-
-eso no es cierto. Muéstrale lo que hiciste a Onii-san y él va a decirte que le parece…-
-veamos…- extendió la mano con intención de que le pasara la carpeta con el trabajo del día.
-no… todavía no esta terminado- dijo en voz baja.
-entonces voy a esperar a que lo termines- miró al menor- y qué tal tu Sai?-
Con falsa timidez dejó que su hermano viera el trabajo que había realizado, sin duda alguna tenía talento y percepción para el arte. Sasuke no era tan bueno en esa materia, a Itachi le gustaba ver los trabajos de artística de ambos, pero junto a los de su par, se sentía un poco avergonzado. Había crecido dentro de los halagos hacia las dotes del artista que tenia su hermano menor.
-quieren comer algo?- el pelilargo se dirigió a la cocina.
-fideos- dijo el mayor- hace mucho que no comemos eso-
-si mucho tiempo es hace dos días- comento Sai con su típica sonrisita despreocupada.
-está bien- respondió con una sonrisa- fideos entonces- y buscó los utensilios de dentro de la mesada de la cocina.
En la institución.
-si mato a un alumno… que pasaría?- pregunto el ojiverde con paciencia mientras organizaba sus planillas de desempeño.
-terminarías en la cárcel- respondió el más alto con una sonrisa divertida.
Kakuzu y Kisame solían compartir sus tareas, por el simple hecho de que ambos tenían sus ocupaciones y no se llevaban bien con los demás. Podía decirse que eran casi amigos. Esa institución contaba con todo el material necesario para realizar las actividades, pero aun así, debían chequear los bibliografías y elegir lo necesario para que los alumnos no se vieran en la necesidad de comprar los libros.
-… estás seguro de que es el mismo chico?- preguntó mirando la planilla de desempeño que había terminado el peliazul- o acaso hay otro Hidan en el curso?-
-no, es el mismo. Qué te sorprende?- tomó una carpeta que el otro le lanzó y la hojeó- ja, esto es increíble-
-tu materia es la única en la que presta atención… o acaso tienes “motivos extra” para sus calificaciones- dijo con un deje de molestia.
-es un alumno muy aplicado. Me gustaría decir lo mismo de Itachi… él es un dolor de cabeza- puso unas hojas en la copiadora- realmente creo que lo hace porque me detesta-
-o porque le agradas demasiado…- miro la pequeña fotografía del oji lila- es un caso contario al de Uchiha. A el le va bien en todas las materias menos la tuya, y a Hidan le va pésimo en todas menos en Historia-
-si no te gusta déjalo. Si yo trabajara como tesorero en un banco tres veces a la semana, no me preocuparía… tu sueldo es muy bueno-
-Tsk… eso es lo que crees- sonrió- el dinero es un mal necesario… muy necesario-
-si, claro- guardó las copias y tomó su portafolio- ya no tengo nada que hacer aquí. Nos veremos en un par de días- se dieron la mano como verdaderos colegas y salió.
Kisame miraba el paso de los transeúntes con detenimiento, nadie parecía tener ningún problema y eso le daba bastante envidia. Tenía que lidiar con un mocoso con un capricho más alto que la torre de Tokio, no sabia que mas decirle para hacerlo recapacitar y también le costaba bastante mantenerse a solas con la manzana del pecado al alcance de su mano.
Se había recibido de profesor sólo para obtener un titulo, no porque realmente lo hubiese deseado, de hecho estaba muy bien con su antiguo empleo. Pero no era algo grato recordar lo que había pasado, de no haber salido en ese viaje de negocios nunca…
-sensei…- se detuvo- buenas tardes… etto… quería decirle que no me pude presentar en esta semana porque tuve unas dificultades médicas- sonrió una jovencita.
-está bien que me lo digas. Pero necesito un certificado firmado por tu médico para poder tomarte las lecciones que no rendiste-
-lo tengo… se lo daré el miércoles- hizo una reverencia- adiós, sensei-
Suspiró con cansancio y siguió su camino hasta su automóvil. Lo único que quería era estar en paz aunque fuese por unas horas, lo cual era difícil recordando un par de rojizos ojos que destellaban una mirada tan hechizante como apasionada.
Encendió el vehículo y se fue con una minúscula sonrisa en el rostro. Los hombre pueden controlar sus instintos más bajos, de otra manera serian animales… pero estaría bien dejarse dominar por sus bajos instintos por una vez.
-si… y luego arrepentirme toda mi vida de ello- esperó a que la señal le diera paso- no lo creo…-