Capítulo X
Sufrimiento y Coma.
-No estoy enamorado de Uruha. Simplemente dije eso para deshacerme de ti.
Las frías y ásperas palabras de Ruki atravesaron sus oídos como cuchillos a su piel.
Se quedó helado y estático en la puerta y no atinó hacer nada más que girarse y ver como su espalda desaparecía en la curva de la esquina de las escaleras del complejo de apartamentos.
¿Qué fue eso? ¿Por qué tenía que decir algo como eso? ¿Acaso todos creían que él estaba enamorado de Uruha? ¿Por qué? ¿Por qué ahora Reita salía disparado corriendo de la habitación, persiguiéndole como una maldita enamorada…?
¿Cómo fue que llego hasta allí?
Todo pareció quedarse detenido. Y apenas se dio cuenta, ya se encontraba de frente al castaño. Frente a él y su mirada confusa.
-Aoi…
Pero no fue el castaño quien pronuncio esas palabras, sino más bien Kai. Y sólo se sorprendió cuando se dio cuenta que éste estaba a su lado, despidiéndose de él a la entrada; con una mano en su hombro y una solitaria sonrisa, la cual, decía más de lo que demostraba.
-Nos vemos.
¡Solos!
¡Los habían dejado solos!
Su pulso se aceleró y de pronto se preguntó qué diablos hacía ahí. ¿Por qué había ido de buenas a primeras?
Lo más extraño de todo, es que según lo último registrado en su cabeza, estaba pensando en ir a casa de su novia…
Intentó no reírse de sí mismo. Intentó no tomar a la broma la situación, pero le era imposible pensar racionalmente.
Miró fijamente a Uruha y sintió de lleno ganas de salir corriendo.
Incluso alcanzó a girarse. Sólo que el brazo de su amigo fue más rápido y lo sujetó, como si hubiese estado esperando esa reacción desde siempre.
-Aoi yo…
-Antes de que hables-Se adelantó el moreno presionando sus dedos índice y corazón en el inicio del puente de su nariz, en medio de su frente-, quiero decirte que de verdad lamento que todo esto esté ocurriendo.
De espaldas a él-prefiriéndolo de esa forma-no quiso imaginarse el rostro de Shima.
-Yo no-Sentenció directamente.
Suspiró.
Ciertamente él no tenía nada más que perder.
Nada. Y en cierto modo se compadecía de él. Pues no podía odiarlo; no podía aborrecerlo por su condición sexual…Sí tan sólo no hubiese sido él, quizás hasta lo hubiera apoyado.
Quizás.
Pero no. No podía sacrificarse por algo como eso. Él jamás tendría nada con Uruha. Jamás lo podría ver de otra manera…
Sólo amigos. Nada más.
-Yuu-Le llamó.
Y de pronto sintió escalofríos.
Lo estaba llamando por su nombre real, no por su apodo. Algo que no sucedía nunca.
La última vez que lo había llamado así había sido la última vez que habían peleado horrendamente, y eso había sucedido años atrás…cuando ni siquiera Chizuru existía en sus vidas, cuando Uruha ni siquiera se enteraba de su amor por Aoi.
Cuando llevaban algunos meses de amistad.
Poco antes de que Shima se enterara de que a quien amaba realmente era a Yuu.
-Yuu-Repitió-. Déjame decirlo sólo una vez.
No…por favor no…
-No lo volveré a decir. Lo juro-Suspiró.
Aquí vamos…
-Yo te amo.
Oh Dios…
Sintió como la mano que sujetaba su brazo se soltaba. Sintió como el calor que desprendía la piel desnuda de su palma contra su antebrazo se extinguía dejando que la corriente fría del pasillo de su departamento lo embriagara.
Realmente le dolió.
-No llores-Dijo el moreno al escucharlo gimotear.
Shima contenía las lágrimas del rechazo.
No había necesidad de preguntar, él ya lo sabía.
Yuu no lo amaba.
Era evidente. ¿Para qué seguir con la tortura? ¿Para qué?
-¿Qué le diré a Chizuru?-Suspiró Yuu.
-Nada. Dile que me perdone.
-No creo que pueda perdonarte.
Aoi dio la vuelta para mirarlo. ¿Por qué rechazarlo tenía que ser tan doloroso? ¿Por qué? ¿Por qué no sentía asco ni nauseas? ¿Por qué no podía odiarlo?
Lo había considerado como un hermano, como su mejor amigo y la persona más importante en su vida. A quién recurría cada vez que estaba cansado y dolido, quien le escuchaba por horas y con quien reía y compartía la mayor parte de su día.
¿Cómo podrían volver los días felices?
¿Acaso lo harían? ¿Volverían?
-No pongas ese rostro-Rió Uruha-, no soy ninguna chiquilla.
Se limpió las lágrimas con avidez mientras evitaba todo contacto visual con él.
-No era algo que no supiera. Siempre lo supe así que ya no estoy triste.
Siempre lo supe así que ya no estoy triste.
¿Por qué trataba de ser fuerte? ¡Por qué mierda todo tenía que resultar así!
-Puedes hacer como que esto no es anda más que algo efímero; Pasajero. Has cuenta que nunca pasó. Olvídate de todo…
Sus labios se movían pero no podía escuchar demasiado bien lo que decía. Y es porque no estaba prestando atención. Una sensación horrenda en su pecho le impedía seguir escuchándolo.
El dolor se había hecho físico.
Todo el sufrimiento que Uruha no le expresaba, todas esas falsas sonrisas que el daba y esas risas tontas que intentaba dar a pesar de la situación…caían en él como bombas; bombas reventándose en su corazón. Junto con los recuerdos de cuando aún seguían en la preparatoria. Los recuerdos de cuando se conocieron y de cuando compartieron su gusto por la música cuando eran tan jóvenes. ¿Dónde quedaron las tardes en las que se juntaban con la guitarra a tocar? ¿Dónde quedaron los días en los que a última hora se juntaban los cinco a estudiar aun sabiendo de que de todas formas suspenderían el examen? ¿Dónde quedó el dulce olor a los Malboro Mentolados por las tardes de otoño bajo los árboles vacíos en el parque? ¿Existen aún?
¿¡Por qué mierda se queda en silencio!?
-Aoi…
-Tengo que irme.
-Dilo-Exigió.
-¿Qué quieres que diga?
-Di que no me amas. Di que me rechazas.
-Idiota-Ladró con el entrecejo fruncido-. Jamás será del cariño que tú buscas.
-No. Así no. Dilo directamente, mirándome a los ojos.
Su voz, aun cuando sonase tan decidida, pendía de un hilo.
-Está bien si resulto herido.
El moreno se dio la vuelta.
Ambos se miraron directamente a los ojos.
-Lo siento Uruha-Se disculpó.
Un par de personas pasaron por el pasillo, más ninguno de los dos pareció darse cuenta de ello.
-No puedo decirlo.
Las palabras fueron recogidas por sus oídos demasiado lento. Y el dolor tardó en llegar.
-No puedo seguir dañándote.
Hola, amada novia mía. ¿Qué ves? Con esos ojos no puedes recoger las mariposas que se han caído.
-No quiero seguir haciendo esto más difícil para ninguno de los dos…
Aquello que deseas olvidar, la blanca agonía pura. "Cree", te dices a ti misma. Las heridas que no sanan.
-No. Es más que nada, una decisión egoísta.
Danza, danza, duerme y danza. Las lágrimas no se detienen. Mata tu voz. Limpia tus labios con esas débiles manos temblorosas.
-Es porque no soy capaz de decir palabras que…
Hola, amada novia mía. Tus pies están ardiendo. El zumbido en tus oídos ya es una necesidad. Tus respiros de inconciencia recorren tu piel.
-Puedan hacerte sufrir que no lo hago.
La sonrisa “se refleja” en el filo que se agita silenciosamente. Aquello que deseas olvidar es la blanca agonía pura. "Cree", te dices a ti misma.
-Porque tu dolor me afecta también.
Las heridas no sanan.
-Por favor…el tiempo hará reivindicar las cosas.
En los sueños áridos se proyecta un presente imbatible. Sólo con tristeza, si me dices "es la verdad". Está bien si resulto herido...
-En casa tengo alguien quien me espera llorando.
No lo olvides. Tus latidos son atraídos por este lado tuyo que conoce el dolor. En este lugar...
-No puedo traicionarla.
"Buenas Noches"
-Aunque tú eres tan importante para mí como ella…
Danza, danza, danza, hasta que caigas dormida. Las lágrimas no se detendrán. Nada. Cuándo mi corazón reposa parece marchitarse…
-Yo amo a Chizuru.
En los sueños áridos cantas una vez más. Sólo tristeza, si me dices "estás solo". Está bien si resulto herido.
-Tú eres mi mejor amigo. ¿Qué quieres que haga?
En el sueño que debe acabar, florecen las palabras "adiós"...
-Si pudiera simplemente desaparecer todo sería tan fácil…
Hasta tu angustioso dormir, relléname con tu dolor.