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Introducción al Caos. por Aurora

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Notas del fanfic:

Yugioh no me pertenece....

Los había olvidado por ahí.... Espero y les guste

Con un beso sabrás lo que he callado.

Por Aurora

 
 Joey Wheeler, es un bocota, lengua suelta, bravucón indiscreto.  Primero dice, hace o deshace y luego piensa. Su cerebro es su enemigo constante oh sí. Sobretodo eso.  De no ser así JAMÁS lo habría hecho. Podría jurarlo de estomago contra el piso y besarlo para confirmarlo. Y es que no hay lógica para que el casanova, rompecorazones y uno de los cinco mejores en el duelo de monstruos estuviera prácticamente atracando a Seto Kaiba contra la pared y lamiéndole la lengua como si fuera un dulce.
A Joey podrán decirle muchas cosas, pero nadie puede negar que  sea un experto besucón, un perfecto don Juan lengua larga que ha besado a miles de chicas, incluida Tea y Tristán que no es una chica, pero borracho si lo parece.  Un beso. No el primero o el segundo, mucho menos el último. Su beso tal vez mil uno, pero definitivamente el mejor. Tímido y abrasador con la fuerza de un huracán, agresivo y sutil a la vez. Dulce y clandestino.  Diferente a besar a una mujer y tomar una cintura liviana y chocar su pecho contra los senos blandos,  mientras sus lenguas se recorren y sus manos bajan y bajan hasta donde es permitido. Es distinto, mucho mejor. Oh, sí. Es que nadie se puede resistir a su melena rubia.
Seto Kaiba, que todo lo mantiene bajo control, lo recuerda muy bien, esta seguro que fue una regordeta  niña rubia y con pecas  quien se lo robó a los seis años. Fue suave y no le gustó en nada. Recuerda que pestañeo y había acabado. Muy corto para tomarle el gusto, muy inocente como para volver a caer. La niña si lloró, por años el rechazo de su primer amor.
Diez años después, no pestañea y es tan largo que piensa en unas cuantas maldiciones ¡Voy a matarte Joey Wheeler! e incluye lengua y tanta saliva que siente una humedad extraña recorrer su cuerpo, bajo su vientre sobretodo.
Ahora, en la azotea, lo primero que siente es dolor, leve, pero si le duele, pequeñitos dientes chocando con sus labios, intentando abrir su boca en delicada violencia. Lo segundo, es una lengua recorriendo su paladar y miles de efímeras corrientes eléctricas masacrar su columna vertebral y un olor a manzanilla que se desprende sutilmente de los cabellos de Joey. Al último momento, cuando eran solo labios jugando tranquilos, la rabia lo seduce y lo remece de pies a cabeza, antes de volver a caer y la mano de Joey baja de la nuca hasta su espalda, sobre la base de su trasero. Seto esta segurísimo que comprará el colegio sólo para expulsar a patadas al perro por estar prácticamente violándole-la-boca. Quemará la azotea con sus propias manos y la vera arder desde primera fila. Si fuera  posible con Joey Wheeler y sus malditos besos incluidos. 
Mañana... o pasado, porque hay algo que no entiende, eso de la lengua le provoca cosas que lo hace perder el control, quiere más y sobretodo, quiere aprender. Así Joey Wheeler tenga que enseñarle.
 
 
 
 
 

Te odio.

Cuando entras al salón y tu risa rompe mi silencio. Detesto cuando te escabulles en clases sin un castigo. Te odio más después, cuando la corbata ondea a tus pasos y te sientas a dos bancos del mío. Lejos. Con tu sonrisa brillante. Riendo.  Ignorándome.  Odio que llames la atención por ser sólo tú.  
Te odio en clases de matemáticas y en las de historia, cuando suplicas a Yugi por los apuntes, con esa mirada tuya que parece iluminar a lo que te rodean, pareces un ave feliz dispuesto a volar lejos al primer empuje, yo te empujaría con tal de no verte más porque te odio tanto que no lo soporto.
A veces quisiera encerrarte en una habitación para no escucharte decir estupideces hasta que tu brillo se desvanezca poco a poco. Pero entonces no serías tú. No serías tú sin tu sonrisa, sin tu pelo rubio cayendo en tu frente, tan desordenado y rebelde.
 Si no fueras Joey Wheeler, no podría odiarte. Me confundes.
 Te odio por eso.
Me fastidia  que te sientes a mi lado y comas como si tuvieras hambre de vagabundo y el mundo, con la mirada fija en mí mientras besas una manzana en cada mordida, y el jugo cae por tu barbilla, despacio.
 Te odio tanto...
...Cuando después de una clase de deportes el sudor te hace brillar la frente, el ligero aroma acido que desprenden tus cabellos, odio el blanco de la toalla vieja que seca tu piel lentamente, el movimiento de tus manos, tus ojos cerrados antes tus propias caricias. La respiración agitada que escapa de tus labios  rojos, húmedos como una esponja ansiosa.

Te odio por las tardes, cuando te despides de tus amigos y el crepúsculo hace brillar como una naranja y abrazas a Yugi tan fuerte que lo levantas del piso unos centímetros, odio la promesa que le haces al oído de ir a visitarlo pronto. Mañana.
Aborrezco pensar en cuanto compartes con él, en cuanto me ocultas a mí.

Pero sobre todas las cosas, te odio cuando llegas por las noches y la desesperación se mete en mi cuerpo y se apodera de mi razón. Mi antipatía se hace incomprensible y me abrigo contra ti en la cama y te abrazo muy, muy fuerte, como si tuviera miedo a que me dejes.
 Odio la curva de tu espalda cuando paso mi lengua hasta tus muslos, los temblores de tu voz cuando manchas tu vientre en el orgasmo.  El olor de la piel, el sabor de tus labios al despertar de un sueño. ". Te odio tanto, más cuando besas mi cuello, sobre la yugular y tu lengua acaricia viciosa mi boca.
Me odio cuando pido un segundo más junto a tu cuerpo cuando el cielo esta nublado y hace frío.
Me odio por besarte cuando te despides y sales corriendo como si la vergüenza de despertar junto a mi fuera más grande que tu cansancio. Odio tus "buenas noches" y los "buenos días" que no me das.
Te odio porque sé que eres lo mejor que tengo, y no soportaría perderte.
Te odio días y noches, tardes y amaneceres en las que tú pareces creer que no te odio y te quiero.
 
 
 
 
 

¿Qué tan difícil puede ser?

 
Ahí esta él, quieto, alerta, con los ojos de chocolates, grandes y brillantes, puestos en mí. 
El piso se mancha de agua a mi paso, cada gota tibia que cae me hace una caricia antes de unirse al pequeño charco que se forma bajo mis pies húmedos.
 Siete veces en siete días hemos compartido la cama y aún me avergüenzo de que veas mi desnudez.  Sin mis particulares gabardinas, parezco un niño normal, flacucho, con las piernas demasiado flacas y lampiñas como para despertar admiración  de alguien que no sea yo.
Mis piernas se asoman bajo la tolla blanca que se empeña en resbalar de mis manos. Tengo frío. Mis manos están temblando como si fueran las de una dama al ser besada por primera vez.
 Tus ojos miran a través de mí y me aterrorizas que veas más allá de la mascara.
 Me abrazaría a mi mismo buscando un poco de calor si mi orgullo me lo permitiera. No sé por qué sigo desnudo ante ti. Ni siquiera sé porque sigues aquí. Vete Joey, vete antes que el derrumbe caiga sobre nuestras cabezas.  
Tu mano acaricia mi sien antes de arreglar algún mechón por detrás de mi oreja. La misma mano que me masturbó hace unos minutos ahora recorre mi pecho hasta el ombligo y el borde de la toalla, ahora tibias me hace sentir alivio. Están tibias. Tus labios húmedos se acercan a mi oreja y susurras despacio un por favor. Debería ser yo quien te pida que te quedes. Me arde la piel como no te puedes imaginar.
Te quiero Joey. Si, te quiero y me aterra sentirme así.
No te merezco...
-¿Hasta cuando el tira y afloja? ¿Algún día tu y yo...?
- No.  Es tarde. Tienes que irte-  Mi voz, la que atemoriza a empresarios y políticos. Mi voz que alguna vez hizo callar a mi padre, tiembla frente a ti. Cállate por lo que más quiera.
 Mis dedos en la toalla se vuelven dos garfios de acero. Tengo frío. Cada gota de agua es un una aguja que recorre mi piel.
No bajas la mirada. Sé que piensas, tu pelo rubio no alcanza a cubrir tus ojos. Nunca fue tu cuerpo, tu rostro ni tu voz, ni siquiera el sexo exquisito que compartimos, siempre fueron tus ojos lo que me arrastro a ti. Tus ojos los que me dicen lo que realmente sientes. Como ahora.
 Me odias.
 No me mires.
 La primera vez que lo hicimos, me prometí que yo no iba a romper su corazón, incluso si tuviera la oportunidad me entregaría a ti de la misma manera ansiosa que te ofreciste. Pero tal vez yo estaba pidiendo demasiado. Exigiendo demasiado de mi.
 No puedo Joey, lo lamento.
 -Sabía que lo harías Kaiba, sabía que me humillarías.
 Lo sé, Joey y me duele.
 -¿Por qué? Dame una razón... Y no me vengas con esa burrada de que Soy el Gran Seto Kaiba, porque no cuenta.  Al menos no para mí.
 Mi corazón es un pájaro aleteando en una jaula muy pequeña en medio de una tormenta. Cierro la última puerta, ¿Por qué tienes que pedirme lo único que no te puedo dar?
 Abro mi boca para decir algo. No tengo oxigeno. Mi cerebro se muere cuando veo el fuego de tus ojos. Desafías mi intelecto, hasta veo que levantas tu ceja de la misma manera que lo hago yo.
 Una razón.
 Una maldita razón. Miles.
 -Las personas como yo, no necesitamos a nadie Wheeler. Fue suficiente.
Que estupideces digo, si fui yo mismo quien lo invite a mi casa, a mi cama. Fui yo quien lo amó lentamente. Fui yo.  Fue él.
- Las personas como tú hacen que el mundo sea una porquería, Seto Kaiba- Susurra y su tono me hace entender que él ya sabía que no debía fiarse de una persona como yo.
...l ya sabía que iba a defraudarlo y me duele aún más.
-Jamás te prometí nada-
-Eso es todo lo que necesitaba oír- oigo decir y sus ojos ya están en otro lugar, en cualquier lugar que no soy yo.
Lo sé Joey y me duele.
 
 
 

El mal de males.

 
Y se pregunta porque esta ahí, precisamente ahí. Dos meses después. No lo entiende. Cuando después de mirar a un lado a otro, entre luces púrpuras y verdes, buscando fríamente, reconoce la razón. Fija su atención en la primera persona conocida que ve, pero sabe que es mala idea... todo lo que involucre a Joey Wheeler es tan malísima idea que el estomago se le aprieta y desearía vomitarlas y a pesar de su genialidad no puede pensar.
Sus ya, gracias al cielo,  ex-compañeros pasan a su lado y él sólo pone cara de aversión ante sus miradas de asombro y trata de apartarse un poco. Por si acaso y la estupidez es contagiosa.
Se sienta en la barra improvisada en medio del gimnasio, a dos sillas de Joey, en un intento de aparentar que no lo ha visto. Que  esta ahí por otros motivos. Tal vez, sí despedirse del colegio que lo vio, obligatoriamente e innecesariamente, crecer.
Un silbido.
-Mira a quien tenemos aquí. Nada más y nada menos que a Seto Kaiba. Pensé que no vendrías a nuestra humilde fiestecita de graduación. ¿y tu cita? No me digas que viniste solo porque no te creo.- Se burla.- "sea, el rey de las relaciones sin un acompañante digno, es para, al menos, no pegarse un tiro en la cabeza.
-Una cerveza- Dice al improvisado bar tender, Dj, mesero. Bakura.- Que sea rubia y con miel.
Joey, esa sonrisa  que suele mostrar, entrecerrando los ojos hasta formar una línea clara de pestañas y la boca retorcida en una mueca divertida- Algunos de los que estamos aquí, somos menores de edad y no nos podemos emborrachar. Pero mi amiguito albino hará la excepción por nosotros.
-Que sean dos, yo invito.
-Nah, Vete Kaiba. Es tarde. No necesitamos que estés aquí. Haces pensar al resto que somos amigos.
-¿Y que somos o fuimos?- dice Seto, con esa voz ronca que hasta a Joey hace sentir que sus rodillas se hacen agua.
 -Ya no lo sé, dímelo tú, eres el único genio que he conocido en mi perra vida. -Joey se sienta en la silla contigua a Seto y lo mira provocándolo sólo con la sonrisa. Seto traga en seco y no carraspea, aunque quiere. Bebe un poco y luego hace círculos con el vaso, el hielo toma el color de las luces, y el ruido al chocar contra el cristal, el ritmo de la música.
 Joey no lo deja de mirar y mueve su mano hasta la rodilla de Seto, subiéndola lentamente por sus piernas, hasta el cinturón. Se acerca a Seto y susurra algo a su oído, la voz suave como la arena se escucha a penas, los gritos, la música, el alcohol, el corazón en la boca.
-Nadie te hace sentir lo que yo, por eso viniste.  -vuelve a sisear en el oído y baja delicadamente y muerde el lóbulo de su oreja, el nacimiento de su melena castaña, el cuello y le va dejando su aliento tatuado en él. Y lo sigue besando, frente a todos, mientras Seto mastica un hielo para no decir algo, con la mirada fija en algún punto de sus manos, los puños encerrados, la música fuerte, botellas y gritos -Y nadie jamás lo hará, porque me quieres, y tu memoria arderá si no te arrepientes ahora.
Seto trata de reprimir un gemido ante el roce del aliento de Joey en su oído,  muerde otro hielo y vuelve a sorber de su licor y sobretodo, mastica la verdad.
-Tus ojos, Kaiba, no mienten.-- Sabe al dedillo que Joey es riesgoso, y que sería estúpido seguir con la farsa de que son algo un día y al otro no, pero hay algo que lo excita, algo que él sabe debería pasar en alto, pero no puede evitarlo, porque Joey tiene ese algo que lo hace estremecerse, querer tocarlo hasta gastar su piel, tiene ese algo que le hace subir la marea. Porque Joey Wheeler es el único hombre que puede hacer que Seto se sienta humano. ...l  único que lo ha quebrado, en cuerpo y alma.
-No te besaré los pies.
-Podrías empezar por la boca.
Literal y metafórico, quebrado.
Seto sabe que tiene razón y sintiendo los labios de Joey en su cuello gira sutilmente haciendo que sus labios se encuentren. Por fin. Kaiba no se retira, porque era justo lo que estaba esperando cuando entró a la fiesta.   
Abre su boca y deja pasar su lengua y sigue subiendo la mano, el cinturón, la camisa Armani, los latidos bajo la tela.
 Otro silbido.
 -Tienes  corazón, a veces me sorprendes. Y Seto gime y jadea en un beso como una hoja al viento y tiembla y palpita completo sólo sintiendo la mano de Joey acariciando su mejilla. Se siente vulnerable ante el, porque el ruido le parece perfecto para ahogarse, porque siempre es él quien toma el control y tiene la decisión final. Un beso donde los dos dominan y se marcan, bajo la luz  que los oculta, como un cómplice más.
-Creo que la fiesta ya murió. ¿Qué me dices?- Joey le sonríe, los ojos bailando a otro compás, más suave-La noche es joven y nosotros también.
 -La fiesta recién comienza, Wheeler.
 Es de golpe y porrazo y sabían que podía suceder pero, como todo el mundo en escenarios como este, nunca habían considerado que les podía pasar a ellos.
No Así. No tan profundo.

Notas finales:

^^ besos!


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