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Así nace el Amor por -Mikunami-

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En el festival

 

La linda y pintoresca ciudad de la hoja estaba de fiesta. Qué horror.

Sasuke Uchiha no era exactamente un amante de los eventos sociales, eso ya lo sabemos todos; lo que ignoramos es que a su madre, por el contrario, le encantaba cualquier cosa que enfrascara aquel divertido espíritu de celebración instaurado en el corazón de todos sus vecinos y conocidos.

Por aquella razón Mikoto siempre era de las primeras en proponerse como voluntaria cuando se avecinaba cualquier tipo de festival. Y por ende el resto de su familia se tenía que someter a sus caprichos, porque nadie en la casa Uchiha quería sentir el sutil desprecio de la amorosa mujer de largas hebras ébano. Ella es de las personas que jamás olvidan. Jamás.

Inclusive si ofrecía a sus hijos, para cualquier absurda cuestión que implicara el comportarse, todo lo cortés y gentil que sus genes eran capaces de resistir, ni por un segundo se asomaba en su cabeza la idea de negarse ante tal petición.

¡Ahí se demostraba el verdadero liderazgo Uchiha!

Así fue como Sasuke llegó a adoptar aquel cuerpo deforme que ahora portaba; el cual le producía un calor de los mil demonios, irritaba su sensible piel y pisoteaba su orgullo sin ningún miramiento ¡Exacto! Estaba dentro de una estúpida botarga. Y no cualquier botarga, sino una especialmente inmunda en forma de un gato negro con ojitos brillantes y que atraía demasiado la atención de unas horrendas criaturitas miniaturas, dedicadas a fastidiarlo. Malditos críos groseros.

¿Por qué Itachi le habría tenido que ganar el lugar sirviendo comida? Hubiese preferido mil veces a la décima potencia, el estar todo el día de un lado a otro, recogiendo platos y llevando ordenes, siendo acechado por chicas y uno que otro tipo, en el puesto de "Dango y té" que había montado su madre, a tener que ir paseando dentro de esa porquería afelpada. Su único consuelo, es que había llegado a un acuerdo con Mikoto, de que nadie conocería su identidad y nunca se volvería hablar de dicho evento en la residencia Uchiha.

Luego de más de dos horas de estar repartiendo globos y promocionando el evento, bajo el intenso sol del casi verano, por fin era hora de su descanso. Igual y durante el tiempo que dejara botado tal armatoste, éste se incineraría espontáneamente, imposibilitándolo de seguir haciendo el ridículo ¿Apoco no sería toda una tragedia?

Acababa de llegar a los vestidores y estaba a punto de desprenderse de aquel vestuario infernal; por fin un poco de aire fresco, algo de calma, ir por un bocado y…

— Vaya que esta cosa pica ¿No?

No podía ser verdad.

Frente a él, en aquel pequeño espacio puesto para los encargados del evento, se encontraba un sonriente Naruto, igualmente ataviado en un idiota disfraz de lo que parecía ser un zorro; no tenía la cabeza puesta -¿Y cuándo si?-, pero el resto del atuendo ya lo lucia con una de sus características sonrisitas de retrasado mental.

Un escalofrió recorrió su espalda.

Vio como el Uzumaki se seguía preparando para salir a cubrirlo; vamos la situación todavía se podía salvar, únicamente era esperar a que Naruto abandonara el lugar, luego se cambiaría a una velocidad de miedo y listo. Nadie jamás tendría que enterarse de aquel abominable episodio en su ya considerada triste vida.

Pero no contó, con que la mirada del rubio, aparentemente no se quisiese desprender su humanidad.

— ¿No te vas a quitar eso? —preguntó el blondo extrañado por la actitud del otro sujeto. Sasuke negó lentamente, aguantándose las ganas de decirle que se largara de una buena vez. Sabía que hablar era peligroso, que tal si el Uzumaki reconocía su voz, no podía arriesgarse.

Naruto, que dentro de toda su gama de atributos, siempre se caracterizó por ser amable y preocuparse innecesariamente por terceros, inmediatamente dedujo, que era lo que seguramente le pasaba a su acompañante.

— Se te atoró el cierre ¿Verdad? —¡Obvio! ¿Por qué otra razón se negaría tan fehacientemente a quitarse aquella botarga? Que si bien era linda, seguramente ya lo estaba sofocando.

Sasuke sintió ganas de estrellarle la cabeza contra la pared, y luego quizás acompañarlo en aquello de matar neuronas con golpes de decepción. Naruto no podía ser más imbécil.

— No te preocupes, a mí también me ocurrió en la mañana; de verdad que estas cosas se pueden convertir en una prisión-ttebayo —mencionó acercándose al aún desconocido moreno—. Enseguida te ayudo a sacártela.

¡Horror! ¿Por qué no huyo cuando pudo? Ya era demasiado tarde cuando intento dirigirse nuevamente a su salvación -la única entrada y salida de dicho lugar- porque la mano del de ojos azules ya aprisionaba su brazo obligándole a volver.

— Vamos que no te de pena —dijo Naruto al ver la resistencia del gato negro. Él que intentaba hacerla de buen ciudadano y el otro que no se dejaba; pero juraba por su apellido que terminaría quitándole el disfraz así su compañero pataleara y le lanzara puñetazos de vez en cuando, actos que estaba cometiendo. Seguramente el pobrecillo era muy reservado, como para para recibir su auxilio. Claro.

Antes de que cualquiera lo notara, lo que comenzó como un buen gesto se había convertido en una guerra campal ¡Maldición con el Uzumaki! ¿Qué su cabeza era tan dura que no procesaba cuando alguien no quería ayuda? Sasuke se retorcía todo lo que podía, buscando preservar su identidad secreta, porque estaba seguro que podía morir de la vergüenza si llega a ser descubierto. Mientras Naruto a cada segundo se ponía más necio, y aprovechando un mal movimiento del gatito, logro dar con el zipper del traje ¡Bingo! Ahora lo único que tenía que hacer era intentar bajarlo.

Lamentablemente no contó, con que en realidad dicho cierre nunca estuvo atorado. La fuerza impresa en su acto y la sorpresa de ver como se iba descubriendo una ¿Atractiva? piel pálida -¿Por qué mierda se negó a usar una playera bajo el asqueroso traje-, un rostro furioso y unos mechones negros, lograron que ambos jóvenes se fueran en pique contra las bancas.

Y como no podían faltar en esta historia…

— Que bueno que ya se llevan mejor —se escuchó la voz grave y divertida del mayor de los hermanos Uchiha —. Pero ¿No consideras que sea algo fetichista hacerlo mientras aún tienen las botargas puestas, Naruto-kun?

Sí, ambos estaban tirados en medio de los vestidores, sudorosos -claro, cualquiera se tragaría que era producto del traje-, y con la mirada fija en la puerta, que milagrosamente dejaba entrar una refrescante corriente de aire fresco. Lo único bueno de la toda la situación.

Sasuke estaba seguro que podía echar espuma por la boca del enojo.

Para la próxima vez, no importaba que su madre le rogara o terminando amenazándolo con desheredarlo; nunca volvería a participar en nada que tuviese que ver con algún asqueroso festival. Menos si involucraba un traje de peluche.

 

Notas finales:

Se me ocurrió precisamente discutiendo con una amiga, el hecho de que ella le tuviese tanta manía a la botargas, cada que pasa cerca de una de ellas, casi se pone a temblar XD.

Bueno, sé que esperaban algún otro acercamiento lujurioso entre Naruto y Sasuke, pero vamos todo a su tiempo, que se supone que ellos todavía se "odian", además Naru ya está notando lo bien hechecito que está Sasuke jojojo.

Espero que les haya agradado el capi, que al parecer el anterior me quedó más cutre de lo que de por si me quedan XP, así que gracias a quienes se tomaron la molestia de comentar;

hanakaede85; anle-chan y sunakoswt.


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