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Así nace el Amor por -Mikunami-

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Sucesos pasados

 

Siendo sinceros, él no era el tipo de personas que se ponen nostálgicos, añorando épocas pasadas o las hipotéticas situaciones que jamás acontecieron en las mismas. Naruto vivía en el ahora y sus pasos únicamente lo llevaban adelante; porque girar la cabeza y que sus neuronas se desgastaran sumergiéndose entre un puñado de recuerdos, a su humilde consideración sólo era perder tiempo.

Por eso no entendía cómo es que la tarde dominguera estaba en completo esplendor, con el sol bañándolos a todos de alegría, y él seguía sobre su desarreglada cama, con sus irises añiles perdidos en las fotos del parvulario.

Todo comenzó con el peligrosamente autoritario timbre de su dulce madre, ordenándole limpiar su habitación, puesto que su cultivo de moho causado por el caos aderezado de restos de golosinas y gaseosas en el que se había convertido su refugio, amenazaba con expandirse a otros rincones de la casa. Y sabía que ignorar la petición de Kushina, era igual a que su madre aseara con gasolina y la caja de fósforos su cuarto.

Mejor emprender con dicha faena desde el alba antes de que el fuego arrasara con sus pertenencias.

El blondo ya casi había logrado que el total del piso, carente de muebles, fuera visible, cuando bajo un gastado librero encontró la vergonzosa prueba de la época en la que su papá tenía ese horroroso fetiche por emular la fauna del bosque con su ilustre persona; un álbum de la primaria.

Quizás fue que estaba aburrido en exceso o cansado de que la legía le resecara las manos y se colora a su nariz, pero en ese momento distraerse con las memorias de cuando era un chiquillo revoltoso, de rodillas raspadas y cuyo único objetivo en la vida era volverse ninja, le pareció un buen descanso. Y asi fue por un rato, mientras los retratos de sus amigos también se desplegaban sin inhibiciones ante sus gemas cerúleas; cuando el perro de Kiba era pequeño y adorable en lugar del monstruo peludo que ahora sacaba a pasear, cuando Ino y Sakura-chan pasaban más tiempo riendo y haciéndose peinados ridículos que peleando ¿Por qué hasta en las fotos de generación, Shikamaru aparecía bostezando y Chouji con una bolsa de frituras? Indudablemente ese par no había cambiado ni un poco, igual que el cabello de Lee; tan diferentes a Hinata, cuya voz ya no era aquel susurro apenas audible y ahora poseída un par de amigas que despertaban pasiones.

Rio de como aparecía haciendo muecas en casi todos los retratos, de la dicha que despertaba el verse acompañado de su familia en cada festival, junta o evento del colegio, de los campamentos de verano llenos de exageradas historias de terror y de los festivales colmados de chucherías y explosivos colores que iluminaban el cielo.

Vaya infancia más hermosa.

Y entonces cuando dio vuelta a la última página, creyendo que con eso cerraría el baúl de las remembranzas, encontró una imagen que simplemente colisionó su mundo, chocó contra las bases de la lógica que creyó nada haría moverse y sacó a relucir una verdad que ahora cualquiera calumniaría.

Era una foto sencilla de un par de niños sonriendo discretamente a la cámara; de un rubio que se colgaba de un delgado brazo de marfil, y un moreno quien no rechazaba el contacto, mientras entrelazaba su mano de porcelana con los dedos de trigo de su compañero. Ambos bajo la confortable sombra de un viejo árbol de cerezos que se encontraba en la escuela a la que ya no pertenecían. Era él disfrutando de la primavera con Sasuke; el que en ese momento era el chico recién transferido, su mejor amigo.

Había pasado más de la mitad de su vida lidiando con el Uchiha, obteniendo un morboso placer de hacerlo disgustar, de poder superarlo, de que alguien lo pusiera en su lugar y bajara su ego de la altura estratosférica en la normalmente se hallaba. Detestada cuando ese engreído se achacaba algún mérito que lo volviese aún más pedante, más insufrible. Cuando sus fans no podían ver más allá de su cara bonita -la que él era incapaz de percibir, hay que aclarar- cuando sus labios pálidos componían aquel gesto ladino de autosatisfacción o en su mirada tintinaba la arrogancia. Eran tantos los puntos que aborrecía del de ojos ónice, que en algún momento olvidó por completo cómo comenzó aquella manía por reñirle cuando fuese posible, cuando germinó ese vicio por siempre querer competir con él, por demostrarle que era como cualquier otro chico y no una divinidad que se limitaba a convivir algunas horas entre adolescentes comunes.

Se había olvidado categóricamente que la primera impresión que le causó Sasuke, era la de un niñato con una necesidad tremenda de divertirse, sonreír y hacer amigos… de ser su amigo.

Comenzaba el segundo año del parvulario y a su salón fue a parar un pequeño de pocas palabras y actitud osca, que por alguna razón le causaba una insana curiosidad, y a quien casualmente colocaron en el pupitre frente al suyo. Ese recreo le habló por primera vez, al día siguiente ya jugaban juntos y a la semana era inseparables, tanto que seguramente muchos imaginaron que aquella amistad sería eterna… hasta que de la garganta de Sasuke afloró el desprecio casi al inicio del tercer año "Eres un idiota y un mediocre, y yo no puedo estar con gente de tu posición".

De ahí su lienzo arcoíris se transformó en una escala que iba del gris te soporto al negro te odio. Y en la mente del áureo aquella tinta espesa acabó bloqueando el hecho de que en algún instante de su jovial existencia, el moreno significó algo más que un dolor de tripa.

— Tú sí que eres un idiota —y no. El comentario no estaba dirigido al Uchiha. Porque asi fuese un tío insufrible, un jodido jactancioso y ese ente que lo hacía desquiciar con su sola presencia, estaba seguro que quizás las cosas no hubiesen terminado tan mal, si luego del comentario le hubiese pedido -exigido- una explicación hasta que el otro prefiriese cortarse las orejas antes que no contestar, en lugar de soltarle un puñetazo -que Sasuke respondió, obviamente- y ambos terminaran con castigos tantos escolares como hogareños.

Al menos con los años había aprendido a tener una perspectiva más pacifista e inteligente de la situación, en lugar de liarse a golpes a la primera oportunidad… bueno, al menos en los asuntos que les concernían al moreno y a él.

Nuestro rubio finalmente se levantó de la agazapada posición en su catre, aún con la fotografía en la mano, decidido a que necesitaba una bocanada de oxígeno fresco. Y mientras abría la ventana, por reflejo sus pozos cristalinos se desviaron a la residencia Uchiha, en cuyo jardín trasero cierto imbécil paliducho regaba las exóticas magnolias de Mikoto-san.

Naruto volvió a mirar la foto y luego sonrió. Para colmo Sasuke también resultó ser su vecino; entre otras horrorosas y desquiciantes coincidencias.

Por el momento terminaría de limpiar su habitación, quizás luego saldría a caminar un rato y si para cuando volviese el bastardo aún seguía fungiendo de jardinero, podría intentar ser amigable con el Uchiha.

Definitivamente a él no le gustaba vivir en el pasado, pero tenía que admitir que existió un segundo, cuando su pueril mente fue incapaz de procesar a que se debía su ruptura con el de mechones carbón, en que deseó que sus lágrimas de impotencia -con los años transformada en antipatía- tuvieran la capacidad de revivir todos aquellos días felices al lado de Sasuke, y con suerte poder prolongarlos por tiempo indefinido.

 

Notas finales:

¡He vuelto! Luego de otra prolongada ausencia ¬¬. De verdad que me apena haber dejado nuevamente todos los fics así sin más, pero he tenido una temporada del asco, en la que irónicamente poseía mucho tiempo libre pero fueron tiempos en que no tenía ganas de hacer más allá de lo estrictamente obligatorio.

De cualquier forma, pienso ponerme al día lo antes posible -a escribir como esclava XD-, y agradezco muchísimo el apoyo de todos los que aún se acuerdan de mis historias:

goten trunks5; Arika-chan; sweet okashi: Msiaki Birthday; Izumi Beloved; yingyang; Circe Kurosaki y Corda.


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