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Luz En Mi Oscuridad por Darko Princess

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Notas del capitulo:

Hi, yo acá, llegando puntualmente gracias a todas las fuerzas del universo y a mi propia voluntad nOn súper encantada de estar aquí y, feliz por poder acutalizar... 

 

Mentira!!! Oh bueno, solo en parte, estoy feliz, pero igual estoy algo enfurruñada porque me enteré de que hay unas personas reclutando gente para un nuevo foro, supuestamente solo buen@s autores@ y... NO ME HAN LLAMADO osan insinuar que no soy buena!!!! mi obvia reacción es de coraje porque no sé como insinuan semejante cosa, la reacción de Darko Prince fue gritar CÓMO SE ATREVEN???!!!! y tirar cosas por ahí, así que... mientras esa invitación no llegue, blasfemaré pero, descuiden, que yo sigo escribiendo y si no se me cruza nada, pues en dos semanas actualizo.

 

X

Oportunidades Difusas

 

Las risas de mamá son hermosas, pero es más hermoso sentirme rodeado entre sus brazos cálidos y confortables, esos mismos brazos que me hacen sentir querido, amado, a salvo, en ellos me siento feliz, en ellos solo existe dicha y, por eso, cuando siento algo golpear mi cabeza con fuerza, es que gruño medio enfurruñado y caigo en cuenta de que lo anterior solo era un sueño, aprieto los parpados y suspiro, abriendo lentamente los ojos, topándome con la mirada rabiosa de Natsuhi, sus orbes de ese exquisito color entre rojizo y violáceo me observan sin contener su molestia mientras que él yace de pie sobre la cama, manteniéndome en cierto modo preso entre sus delgadas y torneadas piernas. Enarco una ceja, un tanto confundido, en parte por el sueño y en parte por encontrarlo así, de hecho, ni siquiera me di cuenta del momento en que me quedé dormido, probablemente bajo el mágico hechizo de la melodía de mi caja de música que ahora permanece en silencio puesto que la cuerda se ha acabado.

-“¿Qué tienes?”- trato de contener un bostezo mientras pregunto pero por supuesto fallo, entonces tan solo me tallo un ojo, intentando despertar por completo.

-“Quiero saber qué significa esto”- y se muestra tan serio que tardo en comprender de lo que está hablando, o más bien, no lo comprendo sino hasta que me pone la mano enfrente, dejándome ver el reluciente anillo que ahora adorna uno de sus perfectos dedos.

Por unos momentos me quedo callado, pensando en qué contestarle, o más bien en cómo explicarle lo que esa pequeña joya significa en su totalidad, después, cuando no puedo soportar más el tenerlo así frente a mí, haciendo una vez más una de sus caritas enfurruñadas que tan solo lo hacen lucir más adorable ante mis ojos y razón por la cual en lugar de contestarle, tan solo tiro de su mano, haciéndolo caer de rodillas sobre mí, ahora su expresión es de espanto e incredulidad, incluso trata de retroceder pero se lo impido sujetándolo por la cintura, mirándolo lo más serio que puedo aun cuando sonrío.

-“Eso significa exactamente lo que crees que significa”- digo por fin, su ceño se frunce y hasta podría decir que me mira con algo de odio, pero a mí no me importa, no solo sigo medio dormido sino que ya antes había decidido aceptar todas esas cosas de él.

-“Pues no lo quiero”- masculla evidentemente molesto, entonces sin esperar a que yo replique nada intenta sacárselo del dedo pero el anillo no se mueve, vuelve a tratar y el resultado es el mismo, su mirada queda fija otra vez en mí y ahora su enfado es casi palpable –“¿Por qué no puedo quitarlo?”- pregunta soplándose un mechón de su cabello que le cae en el rostro, clara señal de fastidio.

-“Gracias mamá”- es todo lo que puedo murmurar, sin querer, pero aun así se me sale de entre los labios y solo consigo que otra vez me mire con el ceño fruncido y una clara expresión de que exige respuestas –“Nada, olvídalo”- deslizo como si, en efecto, no estuviera pasando nada.

Otra vez se me queda mirando, solo unos segundos, entonces lo siguiente que sé es que levanta la almohada y apunta con la clara intención de pegarme con ella, ¡Ah! Así que así fue como me despertó. No solo evito el golpe poniendo los brazos de por medio sino que además le arrebató la almohada y la arrojo lejos, luego, antes de permitirle hacer más nada, es que lo jalo por un brazo y ruedo sobre la cama, dejándolo acorralado entre el mullido colchón mi cuerpo. Su respiración parece tornarse pausada, más cuando sujeto sus muñecas por sobre su cabeza.

-“¿Qué vas a hacerme?”- pregunta lentamente, humedeciéndose los labios y mirándome como si se debatiera entre el miedo y el enojo. Lo miro un tanto perplejo y niego con la cabeza suspirando hondo antes de pensar en qué contestarle.

-“Nada, solo no quería que me pegaras otra vez, sigo medio dormido ¿Sabes?”- y como si necesitara confirmárselo, aun involuntariamente, bostezo, soltándolo lentamente por si de nuevo intenta algo en mi contra, pero solo se queda quieto, aguardando hasta que me aparto por completo.

Con lo adormilado que estoy lo que menos quiero es pelearme con él, de hecho, no es solo que tenga sueño, es más bien que me siento decaído porque otra vez he soñado con ella, con Farielle, con mi madre, y entonces de nuevo tengo esa sensación de vacío en mí que me pone medio depresivo. Camino hacia la cocina, casi arrastrando los pies, buscando por una botella de jugo helado para ver si lo dulce me distrae un poco; es que siento que es tan difícil ser yo, a veces se torna tan cansado y otras, otras solo pienso que quiero hablar de ellos con mis hermanos, pero incluso eso es imposible, Yeidher siempre me miente, por eso le odio, Danielle se excusa con eso de que lo sabré a su tiempo, Haylley es igual a mí, sabe tan poco como yo y sigue sin poder conformarse con lo casi nulo que recuerda, y Eydrian, Eydrian solo conoce sus rostros por los retratos que Yeidher ha hecho de ellos, después de todo, Eydrian era tan solo un bebe de unos meses cuando fuimos separados.

-“Te pasa algo más”- la voz de Natsuhi interrumpe mis pensamientos sombríos; dejo la botella ya vacía de jugo de naranja en la encimera y tan solo miro por la ventana, el sol ha empezado a ocultarse pero ni siquiera eso parece importarme del todo.

-“Mi esposo no me ama, ¿No es eso suficiente como para estar de malas?”- deslizo casi en un murmullo, mirando directamente a sus ojos, otra vez retrocede un paso y su expresión se muestra culpable, niego lentamente con la cabeza, no solo se trata de mis padres, también se trata de él, de Natsuhi.

Tal vez debería aceptar en parte la propuesta de Haylley, irme a la casa de la playa, solo, para ordenar mis ideas y que al menos, cuando el primer día de clases llegue, me sienta un tanto menos patético por complicarme más la existencia. No quiero verlo más, no quiero seguir contemplando su expresión de culpa ni mucho menos aguardar a que se vuelva lástima, por eso es que mejor salgo de la cocina, pasando por su lado sin siquiera mirarlo, caminando con pasos apresurados hacia el cuarto de música, al menos ahí podré dejar a mi cerebro y al resto de mi ser descansar un rato.

Cuando la puerta se cierra tras de mí, tan solo estamos las guitarras, el piano y yo, es mejor así; en silencio me siento en el taburete, mirando fijamente las teclas del piano antes de que mis dedos comiencen a deslizarse sobre ellas, reproduciendo a mi manera la canción de mi caja de música, la única melodía que me ayuda a recordar que en alguna época fui realmente feliz y sin preocupaciones, libre, tan libre como Natsuhi desea ser.

-“Es la canción de la caja de música”- sonrío, pensando en el rey de mi estúpido y terco corazón, helo ahí, irrumpiendo incluso en la única habitación que considero mi refugio, sonrío de lado, sin ganas, sin mirarlo.

-“Si…”- contesto solo porque sí, escucho sus pasos acercarse pero no me vuelvo a mirarlo ni por un instante, tan solo dejo que mis dedos se muevan solos por las teclas, igual que un bálsamo.

-“Yo no he dicho que no te ame, es solo que… ni siquiera sé si podré amar a alguien de verdad, aun si yo lo deseo, puede que mañana incluso termine muerto”- esta vez nuestros ojos se encuentran y de nuevo me siento estúpido por causar que sus bonitos orbes de tan hermoso color, se tornen acuosos, dije que no lo presionaría pero parece que es justo lo que estoy haciendo. Por un momento mis manos se detienen, forman puños y se aprietan, al siguiente las dejo caer laxas, sorprendido, sin haber esperado jamás el momento en que el rostro de Natsuhi se inclina hacia mí para besarme, es solo un roce, un beso santo, y al instante inmediato, nuestras miradas vuelven a encontrarse, la mía de incredulidad, la de él, de anhelo puro –“Yo quiero enamorarme, quiero poder decirte que te amo porque eres la primera persona que ha sido diferente conmigo, me trajiste a tu casa, me dejas dormir en tu cama, cocinas para mí, me dejas usar tu ropa y tus cosas, me mimas, me dices que me amas a cada rato y cuando me besas y me tocas siento cosas que nunca antes había sentido, entonces quiero amarte también, de la misma manera, incluso más, pero me aterra que ella venga y me lo quite todo de nuevo, no quiero que por mi culpa te haga daño, no quiero estar solo otra vez”- parpadeo patidifuso, incluso abro y cierro la boca un par de veces, sin poder creerlo, sintiéndome un imbécil en el mismo momento en que miro las pequeñas gotas de salino cristal recorrer las mejillas rosadas de Natsuhi, mi Natsuhi.

Esta vez sé que aunque le diga que nada pasará, no será suficiente, por eso no lo hago, en cambio solo puedo mirarlo, sentado sobre el piano mirándome del mismo modo en que se mira a un espejismo luego de días perdido en el desierto, porque tal vez para él soy justamente eso, un espejismo, algo a lo que no quiere aferrarse por temor a que con solo tocarlo, desaparezca. Entonces soy yo quien lo besa, mirándolo directamente a los ojos, sintiendo sus húmedas lágrimas rozar mi piel, lo abrazo, acercándolo a mí, acariciando su espalda por sobre la ropa, no queriendo dejarlo ir, al contrario, deseando darle la seguridad y confianza que necesita. Contemplo casi hipnotizado el momento en que con lentitud sus ojos se cierran, tan solo dejándose llevar, pero al mismo tiempo correspondiendo al beso, siento el momento en que su mano pequeña se aferra a la tela de camisa, acercándome, mientras con la otra me atrae más hacia sus labios dulces y tiernos, solo entonces cierro los ojos, permitiéndome irme lejos con él, colando con parsimonia las manos por debajo de su camisa, acariciando lentamente su tersa piel y sintiéndolo suspirar contra mis labios. Poco a poco ambos terminamos sobre el piano, tan solo mirándonos mientras nuestros labios se rozan apenas, aun cuando ya no nos besemos, aun cuando solo estemos mirándonos.

-“Quiero hacerte el amor”- murmuro apenas, mordiendo suavemente su tierno labio inferior, Natsuhi gime apenas, con su respiración tornándose lenta y sus mejillas coloreándose de rojo mientras sus dedos se pierden entre mi cabello.

-“Por favor, aun no…”- sonrío apenas, tiene miedo, aun no logra confiar en ni en mí ni en la existencia de un futuro para él.

-“Esta bien, lo haremos cuando estés listo”- contesto, besándolo lento de nuevo, apenas unos cuantos roces antes de apartarme y contemplar la exquisita belleza de su rostro perfecto. Me he olvidado por completo de la depresión, ahora tengo esperanzas de que mientras ponga empeño en ello, con el tiempo conseguiré que sus miedos dejen de existir y que ambos seamos felices, juntos, porque he comprendido que él también lo desea.

Con lentitud me aparto del todo, tomando después su mano, ayudándolo a bajar del piano, casi sin querer ambos miramos hacia el negro instrumento, después volvemos a mirarnos y la risa parece un acto reflejo en ambos, niego con la cabeza, divertido por lo que estábamos haciendo en semejante lugar, pareciera que a ninguno de los dos nos importa ni el sitio ni el momento, besarnos, estar cerca el uno del otro, tocarnos, comienza a tornarse también en un acto reflejo y hasta parece que Natsuhi adivina mis pensamientos porque igual se ríe y me mira del mismo modo intenso en que lo miro.

-“Anda, vayamos a cenar algo o de otro modo terminaré degustando a un Natsuhi en Do mayor”- comento con una sonrisa ladina, otra vez sus mejillas se tiñen de rojo y hasta se toma la molestia de empujarme mientras me mira entre indignado y perturbado.

-“Ni creas que te voy a dejar”- me gruñe, esta vez es él quien me jala hacia la cocina, probablemente porque no quiere ni darme la más mínima oportunidad de cumplir con mi “amenaza”.

-“Vale, entonces ¿Qué se te antoja para cenar?”- termino por preguntar, optando por no picarlo más con cierto tema que aun parece ponerlo por demás inquieto.

-“Sorpréndeme”- esta vez el sonrojado soy yo, es que ha puesto una cara tan hermosa, su sonrisa, sus ojos brillantes, incluso la forma en la que arruga su pequeña naricita al sonreír, consiguen que mi corazón lata como loco y que todo en lo que piense tenga que ver con oírlo gemir.

Lo arrincono contra la pared del pasillo, acercándome a su oído, mordiéndolo con suavidad y soplándolo luego, Natsuhi suspira, se estremece y por la cercanía puedo sentir como su pulso se torna acelerado, me sonrío, se supone que debo de darle tiempo pero con solo tenerlo cerca mi autocontrol parece irse hasta Plutón o incluso más lejos.

-“No me digas cosas así, me dan ganas de hacer de ti la cena”- murmuro lo más calmado que puedo, cosa que no es mucho, en serio, creo que tengo que aprender a controlarme más porque de otro modo tendré que encerrarme en algún sitio bajo llave tan solo para evitar ponerle las manos encima.

-“Si lo intentas, te pateo”- y como si no fuera suficiente tiene que venir a amenazarme con esa voz tan sensual, aunque lo niegue quiere ser comido. Suspiro hondo, apartándome a duras penas para que por fin continuemos con nuestro objetivo inicial, ir a la cocina.

Y es únicamente cuando llegamos ahí, que suelto su mano, caminando hacia la nevera y comenzando a revisarla, pensando, tratando de recordar algo que pueda gustarle y que no sea tan complicado porque, lo admito, a veces, como hoy, me pongo un tanto flojo.

-“No me has dicho, ¿Qué se te antoja?”- insisto, vamos, que el día de hoy mi cerebro está más fundido que una bombilla, probablemente el que Alexandra me haya estado picando toda la mañana me afectó.

-“En realidad, nada complicado, estaría bien tan solo un taza de cacao y algunas galletas”- musita dubitativo, no sé si es porque su pedido parece digno de un niño chiquito o porque en realidad no está seguro de ello. Sonrío, ni sabe la que me ha ahorrado.

-“Eres un sueño, de verdad, porque siendo sincero, muchas ganas de cocinar no tengo”- comento, riéndome un poco y mirándolo apenas, frunce el ceño y me mira raro de nuevo, ¿Qué? ¿Cuántas personas de mi edad en realidad disfrutan de estar en la cocina? Que yo conozca, solo una y, definitivamente, esa una no soy yo.

-“Podría cambiar de parecer”- me replica, puedo ver que tan solo por querer picarme, me vuelvo a reír, de verdad, si estamos así sin pelearnos por el resto del tiempo, por mi, feliz de la vida.

-“Pero no lo harás porque sabes que deseas ese cacao y las galletas con centro de vainilla que vienen con él”- deslizo sonriendo aniñadamente, esta vez es él quien se ríe, negando con la cabeza igual que si yo fuera muy extraño como para ser real, y es verdad, soy extraño, no lo niego.

-“Eres imposible”- suelta aun riéndose, yo solo sonrío, dichoso de conseguir distraerlo, de poder verlo reír, de ser el causante de estos pequeños momentos de felicidad.

-“Lo soy”- y lo admito, sin reparo alguno, cerrando por fin la nevera mientras me dirijo esta vez hacia la alacena.

Saco un par de tazas y mientras siento su mirada es que comienzo a preparar el cacao, aunque no lo he querido decir delante de él, a mi también se me antojaba, además, eso me mantendrá alejado de la sangre por un rato.

Aunque luego de un rato, cuando por fin dejo la taza de cacao frente a él junto con el plato de galletas, solo consigo que me mire raro de nuevo, no lo comprendo, no tiene nada de raro, o al menos no para mí, así era como Danielle me lo preparaba cuando niño, con una cubierta de crema batida, chispas de chocolate y bombones, insisto, para mí no tiene nada de raro, pero es más bien que tardo en comprender que tal vez sea la primera vez que alguien hace algo así por él. Por un instante, esa parte de mi que desea destruir a los Lee a toda costa, vuelve a emerger, al siguiente me calmo, viendo su expresión de dulce tranquilidad y satisfacción al dar el primer sorbo.

-“Tengo la impresión de que duermes mucho”- me dice de repente, sosteniendo la taza contra sus labios, parpadeo unos momentos y niego con la cabeza.

-“Es porque no he dormido bien en casi dos semanas”- contesto, dándole después un mordisco a una de las galletas entre nosotros.

-“Un demonio dormilón”- musita esbozando una sonrisita ligera, se le nota tan tranquilo ahora –“De todas formas, ¿Por qué no habrías de haber dormido en dos semanas?”- me pregunta, esta vez aparto la mirada, ¿Qué se supone que debo decirle? ¿Qué ha sido porque iba tras él? ¿Por qué se supone que debía matarlo?

-“Tenía trabajo”- me limito a decir, su expresión se torna sombría entonces, lo ha entendido perfectamente, baja la mirada y deja la taza sobre la mesa, apretando ambas manos en puños sobre su regazo.

-“¿Cuánto te ha pagado?”- pregunta en voz baja, me muerdo los labios un momento y suspiro hondamente.

-“Mucho”- eso es todo, no pienso decir más nada sobre ello, de hecho, ni siquiera me atrevo a decirle que el dinero está en mi habitación, esa que llevamos compartiendo desde hace unos días –“No quiero hablar del tema, no quiero recordar que casi te pierdo sin haber podido conocerte del todo siquiera”- corto de inmediato, porque sé que dirá algo más, y me niego a oírlo, si lo hago, esa parte de mí que quiere arrasar con todo aquel que lo ha lastimado, podría despertar otra vez, es lo último que deseo en estos momentos.

-“Era tu trabajo después de todo, tu tenías que…”-

-“¡No lo digas!”- lo interrumpo, llevándome las manos a los oídos, una vez más negándome de a escucharlo, no lo necesito, lo sé perfectamente, yo tenía que matarlo, yo tenía que haber dejado que su sangre sin detenerse luego de atravesarlo con mi arma, en lugar de eso, peleé por retenerlo a mi lado, por no dejarlo ir, por no quedarme solo –“Me voy a dormir”- termino por decir, es temprano, y en un día cualquiera bien podría ponerme a ver TV o a leer, sigo sin terminar el libro que hace dos semanas empecé, podría leer, pero no tengo ganas.

Me levanto, dejando la taza de cacao a medias y tan solo llevándome un par galletas para el camino, no me detengo a mirarlo ni por un instante, tan solo camino a pasos apresurados hacia mi habitación ¿Por qué tiene que ser así? Natsuhi debería ser libre, Natsuhi debería ser adorado de la misma forma en que los no humanos adoran a los Nocturnos y a los Celesianos, después de todo, ¿No es Natsuhi un miembro de la 3ra Familia, aquella que convivía con los Nocturnos? Entonces por primera vez caigo en cuenta de que no entiendo la razón por la cual alguien como él llegó a estar entre los Lee, es un Lee en todo el sentido de la palabra, lleva su sangre y aun así sigue siendo un cambia forma, suspiro hondo, él ni siquiera puede tener el mismo nivel de libertad que yo tengo, no aun. Con la mirada recorro la habitación a medias oscura, deteniéndome sin querer en la máquina de fax. ¡Tonto! Camino hacia allá, abriendo uno de los cajones del escritorio y sacando aquella carpeta que casi había olvidado por completo, saco solo la primera hoja, es más que suficiente, ni Haylley ni su amigo necesitan saber las teorías estúpidas sobre supuestas maldiciones que por supuesto, Natsuhi no tiene. Leo un poco antes de ponerla a enviar, su nombre, su estatura, apenas unos 1.66 mtrs. Su edad, 17 años ¿Qué? Me atraganto antes de poder seguir leyendo, fecha de nacimiento, 24 de marzo, y entonces me detengo de nuevo en la primera y única fotografía suya que he visto, esa misma que en un primer instante me hizo creerlo insignificante, suspiro, ¡Que equivocado estaba! Pero yo no podía siquiera imaginarlo en ese momento, es todo lo que puedo pensar mientras miro la hoja desaparecer al ser enviada, después, aprisa, en una hoja aparte escribo ciertas indicaciones y pedidos que no puedo pasar por alto, tan solo espero que Haylley no se queje por ello.

-“¿Estas enojado conmigo?”- pregunta Natsuhi a mis espaldas, de nuevo suspiro –“¿Es porque insistí con lo de que tenías que… ya sabes?”- sigue, niego con la cabeza, volviéndome hacia él y mirándolo fijamente, otra vez tiene expresión de culpa.

-“No estoy enojado, no contigo, es más bien conmigo, por meter la pata, hasta que te conocí no me había parado a pensar en cómo eran las cosas para aquellas personas a las que tenía que asesinar”- explico, aunque he omitido el decir que él será siempre la única excepción, porque después de todo, soy Cheshire, el Rastreador, el asesino, y aun cuando dejara de matar por dinero y por sangre, todavía me quedarían aquellas presas que Haylley me ha pedido cobrar.

-“Pero es tu trabajo”- insiste, si, mi maldito trabajo, el modo más sencillo de conseguir dinero y de saciar la sed, todo a costa de otros, aunque no puedo negar el hecho de que a veces, solo a veces, se lo merezcan.

-“Ya, pero prefiero no hablar más del tema”- deslizo haciendo una mueca, Natsuhi se muerde el labio, probablemente porque algo más quería decirme pero yo en cambio me distraigo con el par de galletas que aun llevo en una de mis manos, antes de comérmelas para luego ir a encerrarme al servicio, es que sigo con esa aura de que quiero dormir y lo mejor que se me ocurre hacer es darme una ducha y luego irme a donde me toque dormir hoy.

Por eso cuando al salir miro la cama vacía, parpadeo algo confuso, buscando con la mirada a Natsuhi y terminando por sentir su presencia rondando por la cocina, bostezo, aprovechando la ocasión para tirarme de una sobre el mullido colchón y abrazarme a una de las almohadas, suspirando hondo, casi con alivio por lo cómodo que estoy. Cierro los ojos, sé perfectamente que al final no he decidido nada sobre el viaje pero aun queda mañana, total, no es tan difícil armarse una valija.

Y hasta me parece que han pasado horas en el justo momento en que siento un peso extra sobre mi espalda, suspiro adormilado, medio gruñendo luego al sentir a alguien mordiendo levemente mi cuello, pero no me muevo, lo más que hago es aferrarme más a la almohada y apretar los parpados.

-“Te dejo dormir aquí si prometes estarte quieto”- pienso incluso en replicar que no tendría porque condicionarme, después de todo, estamos hablando de mi cama, pero como seguramente eso nos llevará a otra discusión, tan solo asiento apenas con la cabeza.

-“Yo solo quiero dormir”- murmuro apenas, volviendo a acomodar la cabeza en la almohada. Natsuhi suspira, y contrario a todo lo que yo pueda pensar, se acomoda sobre mí, haciéndome preguntarme una vez más el porqué nunca logro comprenderlo del todo.

-“Es que eres cálido y cómodo, me di cuenta la otra noche, cuando nosotros…”- se calla, ahora si que comprendo exactamente a lo que se refiere, sonrío apenas, sintiendo su rostro tibio en el justo momento en que apoya la cabeza contra mi cuello, seguramente sonrojado, acomodándose mejor sobre mí.

-“Tu eres suave y muy dulce, lo descubrí la misma noche”- susurro, sonriendo un tanto más al notarlo tensarse apenas, me río por lo bajo, de verdad, momentos así, si que los disfruto.

-“Ya duérmete”- masculla un tanto malhumorado, me río otro poco, realmente, es lindo.

-“Oye Micifuz, ¿Te gustaría tener una aventura conmigo?”- pregunto, queriendo reírme de nuevo cuando lo siento clavarme los dientes en el cuello, es su manera de recordarme que supuestamente tengo prohibido llamarle así.

-“Depende”- contesta, apenas aflojando su mordida, pero en lugar de apartarme tan solo lo dejo hacer, si quiere morderme está bien, después de todo, en efecto, es parte de su instinto y además, no lo voy a negar, me gusta que lo haga.

-“Te encantará”- me limito a asegurar, cada vez más dormido que despierto.

-“Esta bien, pero si te pasas de listo yo…”-

-“Me pateas… lo sé”- murmuro suspirando hondo.

-“Eso…”- Natsuhi también suspira, y entonces por fin todo lo que queda es el silencio, por fin puedo volver a entregarme de lo más feliz al mundo de los sueños y recobrar aunque sea una parte de las horas perdidas.

-

-

De alguna forma, al despertar, lo primero que mis ojos miran es el rostro apacible y aun dormido de Natsuhi, ni siquiera hago por evitarlo, tan solo me acerco lentamente, dejando un beso suave en sus labios, Natsuhi suspira, comenzando a corresponder igual que si también fuese un instinto; tan temprano y ya me ha hecho sonreír.

-“Dijiste que te quedarías quieto”- murmura, sonriendo apenas, mirándome adormilado, si, sé perfectamente lo que dije y por eso pienso en apartarme, pero antes de que lo haga es Natsuhi quien me atrae hacia él, otra vez sus dedos encuentran lugar entre mi cabello mientras que su otra mano roza mi mejilla y sus labios devoran con hambre los míos.

Suspiro, entre adormilado y bastante complacido, correspondiendo, sin darle tregua alguna, puesto que dos pueden jugar al mismo juego y en este puedo decir que llevo la ventaja. Rodamos un poco entre las sábanas, aun luchando por el control, a momentos tiro de su ropa, en otros, mis manos se cuelan por debajo de la tela para acariciar su piel suave mientras que él parece aferrarse a mi cabello, con tal de no dejarme escapar, y entonces, justo cuando pienso que podemos ir más allá, el sonido del teléfono nos devuelve a la realidad.

Natsuhi se aparta de inmediato, mirándome agitado, con las mejillas rojas y los labios algo hinchados, yo tan solo me le quedo mirando, como un idiota embelesado, tanto que el molesto teléfono más bien parece un eco lejano y él parece notarlo ya que no solo se levanta sino que a pasos apurados se encierra en el servicio, quiero pensar que para no distraerme más. Suspiro medio desganado, levantándome para contestar, un poco decepcionado, íbamos tan bien…

-“Por fin contestas”- la voz medio malhumorada de Haylley es lo primero que escucho al acercar la bocina a mi oído, me muerdo los labios ¿Es que no sabrá eso de que a los recién casados no se les debe interrumpir? –“¿A qué hora vas al hangar?”- me pregunta, frunzo el ceño, ¿Para qué quiere saber eso? Miro apenas el reloj sobre la mesita de noche.

-“Dos horas cuando mucho ¿Por qué?”- ella suspira, me da la leve sensación de que algo no va bien, por eso le he cuestionado.

-“Te veré ahí, entonces te lo diré, hasta al rato”- me contesta, luego, antes de que yo pueda decir más nada, me cuelga, miro el teléfono ¿Es esta otra fase rara en mi hermana menor? Espero que no.

-“¿Quién era?”- Natsuhi pregunta, asomando apenas desde tras la puerta del servicio, me revuelvo el cabello, pensándolo unos momentos.

-“Mi hermana, fastidiando como siempre”- chasqueo la lengua, pues si, debido al simple hecho de que no me ha dicho que quiere, entonces esta fastidiando.

-“Irás a verla”- lo miro extrañado, pareciera como si esa sencilla certeza no le gustara en lo más mínimo, es más, podría hasta decir que está decepcionado por el tema.

-“No exactamente, supongo que quiere despedirse de mi ahora que nos vamos de aventura por unos días”- parte verdad parte mentira, solo parte, porque algo me dice que hay otra razón por la cual ella quiere verme de nuevo tan pronto.

Por la mirada que me dedica puedo saber perfectamente que no se lo cree del todo, ni que hacerle, después de todo, yo tampoco estoy seguro de lo que la enana quiere esta vez y por la misma se me dificulta mentir bien. Pero en lugar de ponerme a pensar en excusas para despistarlo, todo lo que hago es acercarme de vuelta a la cama y jalar de debajo de ella una de las maletas que por lo general guardo ahí, esta vez una vacía.

-“En el último cajón del armario hay ropa como de tu talla, escoge lo que quieras, suficiente como para una semana”- le aviso, y antes de que me replique algo, ahora soy yo quien corre a esconderse en el servicio, bueno, no solo es esconderme, también es que me quiero dar una ducha para ver si así despierto bien y se me baja la calentura interrumpida.

Al cabo de un rato, ya que me siento lo suficientemente helado como para guardar la compostura, y luego de vestirme lo más cómodo posible, solo unos jeans negros deslavados, una camisa gris oscuro y snickers negros con blancos, salgo por fin, mirando a Natsuhi sentado sobre la alfombra metiendo cosas a la maleta que hace un rato le di.

-“Puse incluso tus favoritos”- comenta sonriendo de lado, enarco una ceja, negando levemente con la cabeza y sintiendo el calo subir a mi cara justo cuando me enseña unos interiores con perritos esta vez.

-“Creo entonces que se han vuelto los tuyos”- contraataco, ahora el sonrojado es él, y cuando aparta la mirada me tomo la molestia de reírme un poco de la expresión avergonzada en su rostro.

Y, aprovechando que ya no me pelea nada, es que por fin me dispongo a armar mi propio equipaje, escogiendo aprisa prendas cómodas como para estar de lo más tranquilo frente al mar pero sin perder mi muy peculiar estilo.

-“¿A dónde vamos?”- pregunta de repente Natsuhi, niego con la cabeza, en señal de que no le contestaré nada, él frunce el ceño y se cruza de brazos, yo sonrío, ni siquiera si hace esa carita de cachorrito enfurruñado va a conseguir que le arruine la sorpresa.

De hecho, no es sino cuando miro la corbata negra con rayas grises que llevo entre las manos, que se me ocurre una idea más, tan solo para que verdaderamente sea una sorpresa, me acerco a él, haciendo una gran lucha por no sonreír por demás divertido ante otra más de mis muy grandiosas ideas, pero Natsuhi claramente sabe que algo tramo porque no ha dejado de mirarme fijamente, a la expectativa.

-“Cierra los ojos”- digo como si nada, Natsuhi solo me mira con cara de “Hasta crees que soy tan tonto” ahora si que me río –“Anda, ya habíamos quedado en que no me pasaría de listo”- le recuerdo, él me mira unos instantes más antes de por fin, muy lentamente, dejar que sus parpados oculten el hermoso color de sus orbes.

Solo entonces es que termino de acercarme a él, colocándome a sus espaldas y deslizando lentamente la corbata justo a la altura de sus ojos, atándola con el cuidado de dejarla firme y sin atrapar ni uno solo de sus hermosos y suaves cabellos.

-“Listo, pero no te la vayas a quitar hasta que yo te diga”- le advierto, queriendo reírme porque otra vez está haciendo esa carita de cachorrito enfurruñado que me encanta cada vez más.

Me aparto de él tan solo para terminar de preparar mi maleta, mirando sin querer el paquete que el día anterior había comprado para él y que al final no pude entregarle, por unos segundos todo lo que hago es mirarlo, luego casi sin querer termino por meterlo también en mi maleta, echando al último la pequeña cajita negra donde aun yace el anillo que me corresponde, ni siquiera sé porque me lo estoy llevando también, supongo que es porque soy algo masoquista, si, seguro que es eso, o al menos me convenzo de ello mientras por fin cierro la valija y me pongo de pie, yendo de nuevo hacia Natsuhi, ayudándolo a ponerse de pie aunque sin mucho esfuerzo, pues, parece que al igual que yo, posee unos sentidos bastante afinados, no puedo evitar sentirme complacido por ello pero desvío esos pensamientos y mejor ocupo tanto mi cerebro como mis manos en arreglármelas con ambas maletas al igual que con llevar de la mano a Natsuhi, aun cuando no se muestre muy animado con la idea, menos cuando de vez en cuando, mientras nos dirigimos hacia el estacionamiento, entretengo mis dedos en acariciar levemente el anillo en su mano, recordándome una y otra vez el hecho de que es mío, del mismo modo en que a mí me encantaría que él tuviera en cuenta que le pertenezco.

En silencio, después de echar las maletas al portaequipaje, abordamos los asientos delanteros de mi auto, si, en silencio, ese mismo que nos acompaña mientras conduzco hacia el hangar y miro de reojo las muecas que hace, claramente disgustado por la venda que obstruye su mirada, incluso así, arrugando su naricita de vez en cuando, mordiéndose los labios o apretando las manos en puños por momentos, me parece adorable, y me dan ganas de decírselo pero me quedo callado para así salvarme de que me grite algún insulto. Siendo así que una vez que llegamos y que intento ayudarlo a bajar, obviamente siendo evadido porque me tiene que venir a demostrar que no es ningún fragilito y que puede hacer las cosas solo, lo dejo estar.

Entonces, luego de que de unos cuantos pasos a lo tonto, se detiene, se vuelve hacia donde estoy, riéndome, claro está, y suspira pesadamente, soplándose de paso uno de los mechones color lavanda que cae sobre su rostro, indicándome así que ahora si me necesita. Niego levemente con la cabeza, tomando su mano y guiándolo hacia el Jet aun en silencio porque las turbinas permanecen apagadas todavía y eso me facilita las cosas, tanto que por ello Natsuhi no pregunta nada ni siquiera cuando por fin suelto su mano luego de dejarlo sentado en uno de los cómodos asientos de la aeronave y abrocharle el cinturón de seguridad.

Es justo cuando la hebilla se cierra, que siento por unos instantes, como un chispeo, la presencia de Haylley, no muy lejana, seguramente abajo, a un lado de la pista, esperando por mí. Y aun cuando no quiera dejar solo a Natsuhi, ni siquiera un momento, por unos instantes me quedo quieto, meditando, más tarde dándome cuenta de que es imposible evitarla más. Entonces me siento tentado a acariciar la piel tersa de una de las suaves mejillas de Natsuhi, me resigno casi al instante y en su lugar aprieto la mano formando un puño, encaminándome de una vez por todas a terminar con el asunto.

Haylley me sonríe al verme llegar, una sonrisa fingida, noto al instante, mis suposiciones de antes son más que ciertas, algo pasa, algo más allá del hecho de que una vez más está pegada a Alexandra.

-“¿Hay algo mal? ¿Es sobre lo que te he pedido?”- pregunto de una, ella niega con la cabeza y se encoge de hombros.

-“No en realidad, en la escuela solo me han pedido que entregue su portafolio el primer día, para ubicarlo en un aula”- contesta, bueno, supongo que no será tan difícil, o al menos eso creo, entonces simplemente no entiendo porqué la seriedad.

-“¿Qué está pasando en realidad?”- deslizo en un tono bastante sobrio, mirándola penetrantemente, Haylley suspira de nuevo, esta vez parece cansada y hasta algo nerviosa; es tal y como intuí, algo sucede.

-“Hay un cambio de planes”- suelta al fin, enarco una ceja y, antes de que pueda quejarme ella comienza a jugar con sus dedos de modo algo ansioso –“Un Guardia Imperial irá con ustedes”- ¿Qué? ¿Es en serio? ¿De dónde ha sacado semejante tontera?

-“Tres son multitud”- siseo malhumorado, cruzándome de brazos y frunciendo el ceño.

-“Es por protección”- bien, ahora no solo me está asustando sino también indignando –“Alguien esta tras los vampiros, justo sobre los Pure Blood, los están cazando y no sé porque, estoy tratando de detenerlo, pero mientras tanto, todos los miembros de la Familia Imperial bajo mi cargo tendrán vigilancia, aun cuando los crean humanos, no correré el riesgo”- la sensación de incertidumbre supera al pánico y a la indignación ¿Quién estaría tan mal de la cabeza como para ir tras los Pure Blood?

-“Pero yo no soy ningún niño indefenso”- aun así replico, mirándola lo más serio que puedo.

-“En este momento eres el más vulnerable de todos nosotros, tu unión con él esta desequilibrando la magia de ambos, incluso Alexandra puede sentir que van más allá de los no humanos normales, si ella puede, los demás Guardianes también y, por ende, los no humanos también; como ya dije, es necesario”- ella se equivoca, no es que sea vulnerable, soy detectable y ya, pero aun así puedo comprender que lo quiere hacer para seguir manteniendo su mentira, para que mi libertad y la de los otros sigan intactas.

-“¿Quién?”- murmuro ya casi resignado, aun sin aceptar del todo que voy a perder ese tiempo que pensaba dedicar a estrechar la relación entre Natsuhi y yo.

-“François”- murmura, ahora mi mirada es de sorpresa ¿Él? ¿Justamente él?

-“¿Qué pasa con Yeidher? François es su Guardia, tu le has dicho que me he casado, ¡Dijiste que no lo harías!”- le reclamo, elevando mi tono de voz.

-“Ni uno ni lo otro”- replica ella, mirándome enojada y hasta decepcionada –“Lo hablé con Roul, él cuidará a Yeidher, y además, resulta ser que nuestro hermano nunca nota cuando François no está”- ahora entiendo su expresión, ella esta de malas porque me atreví a desconfiar, porque de nuevo metí la pata.

-“¿Quién te cuidará entonces? Tu como futura Emperatriz eres la prioridad, llévate a François y deja que me las arregle solo”- debato, acá es cuando intento recuperar mi privacidad porque sin querer renunciar a ella.

-“Alexandra puede cuidarme, además Hitori viene en camino”- contesta, por unos momentos puedo ver que en su mirada muestra satisfacción, solo por ganarme en este momento, ¡Maldita enana! Lo tenía perfectamente calculado, gruño desesperado, ¡Todo por los idiotas vampiros!

-“¿Qué pasa con los más pequeños? Ellos también son prioridad”- lucho, aferrándome como sea, sin querer dar el brazo a torcer.

-“Alice esta con Eydrian, Seyko ya ha ido con Assassin y a Kohaku la protege Wyatt, ya ni te esfuerces, todos están bajo protección, así que te vas con François, es mi decisión como futura Emperatriz y punto”- ahora es ella quien alza la voz, dejando bastante claro quién está sobre quien a pesar de que ella no sea más que una enana loca.

Gruño, casi pataleando de histeria y frustración, tanto que sin más, furioso, arrojo lejos las llaves de mi auto, esas a las que me había estado aferrando con la mano antes metida en uno de los bolsillos de mis jeans, las mismas llaves que nunca llegan al suelo porque igual que siempre, François ha aparecido de la nada para atraparlas, meneando lentamente y de forma negativa, la cabeza, agitando así sus cabellos albinos grisáceos antes de posar sus penetrantes ojos de un color verde casi dorado, sobre mí.

-“Al menos has algo productivo, y más vale que no estorbes”- siseo dándome la vuelta, con el humor que traigo ahora, tan solo me despido de Haylley y Alexandra agitando una mano.

-“Yo siempre seré invisible, Alteza”- murmura en tono suave François, me muerdo los labios, odiando una vez más su maldito formalismo y sus modales casi sumisos, imaginando que incluso estando yo de espaldas, se ha inclinado para hacer la reverencia según él, de rigor –“Hasta pronto Majestad, Lady Héderváry, espero que los servicios de mi hermana Hitori la complazcan”- y eso es todo, estoy seguro de que igual se ha inclinado ante ellas, eso justo antes de desaparecer del mismo modo en que ha llegado, de la nada.

Suspiro muy hondo mientras camino de regreso al Jet, este es sin duda alguna, el adiós definitivo a mi idea e ilusión de una linda y divertida Luna de Miel.

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Notas finales:

Well, y eso es todo por hoy, me encantaría decir más cosas pero me están regañando acá en la academia de música así que solo les agradezco que estén por acá, espero sus reviews y antes de agradecer mejor les presento acá a François Hawkmore, uno de los Guardias Imperiales y, el Guardia personal de Yeidher n.n

 

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Entonces gracias a Princess Natsu, tsubaki-chan, Deilita-chan, Moon lover, Princesa Tsunade y a Pucca-chan, y... Tsuki-chan ¿Dónde quedaste?

 

So, Au Revoir nOn


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