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Luz En Mi Oscuridad por Darko Princess

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Notas del capitulo:

Hola, debido al hecho de que practicamente las notas de entrada nadie las lee jajajajajajajajaja pues solo pondré la música del día por acá.

TODAS LAS CANCIONES SON MUY IMPORTANTES Y LES RECOMIENDO LEER EL CAPÍTULO MIENTRAS LAS ESCUCHAN >W<

Flightleess Bird, American Mouth by Iron & Wine

http://www.youtube.com/watch?v=oIHaNh3jRXg

A Thousand Years by Christina Perri

http://www.youtube.com/watch?v=rtOvBOTyX00&ob=av2e

Turning Page Instrumental by Sleeping at last

http://www.youtube.com/watch?v=AF_IX_Jlh78

XXII

Entre Tus Brazos No Existe El Miedo

 

 

Abril 2009

Se supone que debería ser un día feliz para mí, pero no lo es. Una vez más estoy solo, tanto que incluso ya había olvidado dicha sensación, y eso porque, por primera vez desde que nos conocemos, Tristan me ha dejado solo. Tal vez antes aquello me hubiera causado alivio, pero ahora ya no. Le necesito, le necesito tanto que por eso no concibo estar sentado solo frente a una mesa mirando con gesto absorto el pequeño pastelillo que he decidido usar como tarta de cumpleaños.

Si, cumpleaños, hoy cumplo 15, y estoy solo. Suspiro hondo, extraño tanto a mis hermanos, a mis padrinos e incluso a mi padre, aun cuando él no me quiera pero, más que nada, en estos momentos lo extraño justamente a él, a Tristan.

Soplo si ganas la vela en el pastelillo, pensando seriamente en que lo mejor sería dar por terminado mi breve descanso y volver de una buena vez al trabajo. Pero la verdad es que ni siquiera de eso tengo ganas, recorrer el perímetro y reforzar la barrera sin la compañía de Tristan no es lo mismo, ya no lo será nunca más y el solo pensamiento me hace sentir enfermo.

-“Creí haberte dicho que te ves mejor cuando sonríes”- levanto la cabeza sorprendido, aun sin poder creer que él este frente a mí. Tristan solo me sonríe, tomando asiento y acariciando con una de sus manos frías, mi mejilla, haciéndome estremecer por su contacto.

-“L-Lo siento”- atino a decir torpemente, sintiendo el calor subirme al rostro solo por verlo sonreírme del modo en que lo hace.

-“No, no te disculpes, probablemente ha sido cosa mía…”- replica, pero yo no logro comprender a qué se refiere exactamente con eso –“Parece que de verdad creías que te iba a dejar solo justo hoy”- parpadeo sorprendido, y él parece notarlo porque se ríe, de ese mismo modo con el que consigue ponerme más nervioso.

-“¿Qué tiene hoy?”- pregunto algo atontado, o más bien, confundido, porque no es como si el supiese que hoy es mi cumpleaños, yo nunca se lo dije, y dudo mucho que alguien lo haya hecho.

-“Vaya, así que piensas que no lo sé”- la sonrisa que me muestra no hace sino marearme un poco, igual que siempre que me sonríe pero yo sigo sin aceptar el hecho de que él lo sepa, no hay modo, simplemente no lo hay, y hasta pienso que puede estar hablando de otra cosa –“No sería justo sino supiera el día que nació la persona que me gusta”- ¡Lo sabe! ¿Pero cómo? Las dudas llegan a mi mente y él solo se ríe, probablemente divertido por mi expresión de desconcierto –“Tengo mis medios para averiguar lo que quiero”- murmura en tono cómplice, sonriendo igual que si aquello de lo que habla fuese un gran secreto.

-“Pero aun así…”- si, pero aun así, ¿Por qué me dejaste solo? Es todo lo que pienso en preguntarle, aunque me calló lo último, por pena, me da algo de vergüenza preguntarle semejante cosa.

-“Quería regalarte algo especial, solo que me tardé un poco en hallarlo, por eso no pude verte antes”- siento que los colores otra vez se me suben al rostro, es como si él hubiese leído mi mente, pero sé que no lo ha hecho, lo sé y el saberlo extrañamente se vuelve un pensamiento agradable, él me comprende, a un nivel que nadie nunca había conseguido hacerlo.

-“No tienes que regalarme nada”- protesto, apenas en un susurro, todavía sin poder creer que él se haya tomado semejante molestia, por mí, precisamente por mí.

-“Tengo que”- me contradice, sonriendo levemente mientras ahora sus dedos helados rozan con una alarmante parsimonia mis labios. Cierro los ojos, incapaz de resistirme a su tacto, no, más bien, deseando que me bese de ese mismo modo que logra ponerme a temblar.

Pero no lo hace, en su lugar sus manos recorren con lentitud mi cuello y me muerdo los labios casi temiendo a lo que sigue, esperando sin esperar a que haga aquello que ya una vez ha hecho, lo espero tanto que por ello jamás imagino que luego de tocarme de ese modo simplemente se aparte, haciéndome sentir el caer de algo contra mi pecho. Suspiro hondo antes de abrir los ojos y mirarlo ahí, sonriendo ampliamente frente a mí, como si estuviese viendo algo maravilloso.

Entonces nervioso por su mirada, bajo los ojos, entrecerrándolos al ver lo que ahora pende de mi cuello, esta vez todo lo que puedo sentir es sorpresa mientras involuntariamente tomo aquello entre mis manos. Es… es simplemente hermosa, la cosa más bonita que nadie nunca me haya dado y por un momento me hace tanta ilusión algo así, pero al instante siguiente me obligo a recordar la realidad.

-“No puedo tener algo así”- me atrevo a decir, apartando la mirada, aguardando a la que seguramente será su reacción.

-“Es una lástima porque yo no lo aceptaré de vuelta”- otra vez busco su mirada, no parece enojado, solo me sonríe con la misma tranquilidad de siempre, sin apartar la vista de mí, poniéndome nervioso otra vez. No lo entiendo, ¿Es qué no puede notar la abismal diferencia entre nosotros? Esa misma en la que yo no puedo dejar de pensar –“¿Por qué querría hacerlo? Cada que lo veo pienso ti, en tu mirada”- de nuevo siento las mejillas calientes, aun cuando se me haga demasiado difícil asimilar que algo tan bonito pueda hacerle pensar en mí, yo no soy tan especial.

-“Ni siquiera se parecen”- trato de replicar, evitando deliberadamente mirar su rostro una vez más.

-“Tienes razón, tus ojos son mucho más bonitos que cualquier tonta piedra en un collar”- es mentira, no importa cuán seguro se muestre sobre ello, es mentira y no lo voy a admitir, no puede estar comparando a alguien tan insignificante como yo con algo tan bonito como la piedra en el collar que ahora llevo, él simplemente no puede estar haciéndolo.

Sin saber exactamente que más hacer, me levanto, quitándome aprisa aquella joya y dejándola sobre la mesa antes de echar a correr. Soy un tonto, tal vez lo mejor habría sido no admitir nunca mis sentimientos hacia él, rechazarlo, a él y a cada gesto suyo, a cada beso y a cada leve caricia que me ha dado aun si con cada una de ellas me hace olvidarme del resto del universo por tan solo unos instantes, los suficientes como para no querer hacerme volver a la realidad.

No entiendo qué pasa exactamente conmigo, desde un principio yo sabía que no era correcto querer estar con él, pero aun así, por más que luché, simplemente no pude apartarlo. Ni siquiera ahora puedo, porque soy perfectamente consciente de que él va tras de mí, abriéndose paso incluso entre los humanos con tal de alcanzarme. Pero no puedo parar de correr, no quiero hacerlo, todavía me aterra lo que pueda pasar con nosotros.

-“¡Anthony espera!”- me detengo de presto, mirándolo total y completamente sorprendido, ¿Cómo es que sabe tanto sobre mí? ¿Cómo es que puede saber incluso un nombre que ni siquiera los de mi familia usan ya?

-“¿Por qué?”- pregunto, la voz me tiembla y sé que de un momento a otro probablemente me ponga a llorar.

-“Ese es tu nombre ¿No? François Anthony Hawkmore D’Autiche, el más pequeño heredero de la Familia Hawkmore, el ahijado de los Emperadores Nocturnos y además, es el nombre de ese lindo niño al que no me puedo sacar de la cabeza desde la primera vez que lo vi, aun cuando solo estuviese dándose de topes contra una palmera”- sonríe ante lo último mientras yo siento que otra vez las mejillas se me ponen rojas y sigo sin comprender como puede saber tanto sobre mí aun si nunca le he dicho nada.

-“Pero…”- ¿Pero qué…? No lo sé, aun no consigo asimilar que alguien como él pueda realmente fijarse en alguien como yo, habiendo tantas personas mucho mejores en nuestro muy basto mundo.

-“Estuve esperando por casi dos mil años, así que por más que corras siempre iré tras de ti”- su aliento chocando contra mis mejillas me hace erizarme, y sin querer, sonrío, del mismo modo en que él me sonríe mientras otra vez lo siento tocarme con suavidad.

-“¿En serio?”- pregunto por lo bajo, todavía sin aceptarlo, aun cuando me muera de ganas de escucharlo decirme que sí.

-“Siempre… siempre”- cierro los ojos mientras lo siento murmurar aquello contra mis labios, y por fin aquello que tanto esperaba pero que me negaba a aceptar, sucede una vez más.

Creo que temblar se me hará un mal habito cada que me bese, por más suave que sea y sin importar cuanta calma se tome al hacerlo, sentir sus labios recorriendo los míos me produce una sensación mágica, eléctrica y sin igual. Por eso todo lo que puedo hacer es dejarlo continuar, permitirle robarme el aliento mientras que torpemente trato de corresponder a cada roce suyo. Suspiro en cuanto me atrae más hacia él por la cintura y me siento derretir cuando con la lengua acaricia mis labios.

Pero en cambio todo lo que puedo hacer es permitirle pasar, gemir acalorado y aferrarme a él, apretando los párpados y luchando por mantenerme en pie. Aun si no es la primera vez que me besa, cada roce suyo me produce una agradable sensación en todo el cuerpo, tan así que consigo olvidarme de todo aquello que no tenga que ver con nosotros dos, o más bien, con el tacto enloquecedor de sus manos sobre mi piel y de sus besos.

-“Ni siquiera pienses en escaparte otra vez, porque no te dejaré huir”- un gemido escapa de entre mis labios en cuanto él los muerde, y puedo sentir su profunda mirada fija en mí, haciéndome por fin creer en sus palabras.

La respiración se me torna más agitada y el mareo es casi instantáneo, pero esta vez no hago por apartarme, le permito retenerme entre sus brazos aun cuando me sienta apenado porque, como cada que estoy con él, sonrojarme se vuelve algo inevitable.

-“No quiero escapar, es solo que… tengo miedo”- murmuro, ocultando el rostro contra él, si, es que ahora que no me está distrayendo con sus besos, mis más profundos temores vuelven a hacer aparición, cual sombras que no me permiten ver la luz.

-“¿De mi?”- levanto la mirada, encontrándome con su rostro que por primera vez refleja algo que no es calma, sino más bien tristeza. Niego con la cabeza, no le temo a Tristan, no a él, no más.

-“De los demás, no importa quién sea yo, tu siempre serás el Señor de los Pure Blood”- murmuro, suspirando hondo, muy hondo, como si con eso lograra cambiar algo.

-“Te equivocas, yo nunca lo he sido, Hyaweh es el Señor de los Pure Blood, no yo, jamás en toda mi existencia me ha importado realmente ser uno de ellos, no cuando no hay nada para mí ahí, por eso es que he pasado interminables años lejos, durmiendo, porque… porque antes de conocerte nada me había importado tanto como me importas tu, eres la única razón por la cual sigo despierto”- sus palabras susurradas cerca de mi oído son como un hechizo, uno que hace que mis temores desaparezcan y que consigue hacerme sonreír tontamente mientras siento como la mirada se me nubla porque esta vez si que voy a llorar.

Pero Tristan no me lo permite, o no del todo, y son sus dedos fríos los que apartan con gentileza cada lágrima que intenta vagamente trazar un camino sobre mis mejillas, aun así, no puedo dejar de sonreír del mismo modo en que tampoco puedo dejar de llorar. Él me quiere, sin importar cuán joven, pequeño e insignificante soy, Tristan me quiere.

Y me lo demuestra una vez más, ya que aun cuando no deje de enjugar mis lágrimas, me besa otra vez, tan dulce y tan gentil que no puedo sino corresponderle tratando de hacer mi mejor esfuerzo. Me aferro a él, no por miedo a que me aparte sino porque quiero sentirlo cerca, tan cerca que no exista modo en el que no pueda sentir su presencia justo junto a mí.

Más mi fantasía se ve rota en el inesperado momento en que algo nos empuja con fuerza, trato de apartarme, pero Tristan no me lo permite, no me suelta, sino que me envuelve entre sus brazos intentando protegerme, aun así, lo siguiente que sé es que ambos yacemos mojados y dentro de una fuente, la gente nos mira, algunos con desprecio, otros con curiosidad y unos más con genuino asco.

Siento mis mejillas volver a enrojecer y otra vez las ganas de escapar parecen tomar el control, más en el instante en que hago por huir, Tristan sujeta mi mano, no permitiéndomelo, en cambio, se levanta, jalándome de paso, pero no para permitirme estar de pie al fin, sino para cargarme entre sus brazos.

-“Los humanos jamás nos comprenderán, son humanos después de todo”- me murmura al oído, mordiéndolo con una suavidad que logra sacarme un suspiro y que mis mejillas se tornen aun más rojas, oculto el rostro contra su pecho, altamente avergonzado, pensando una y otra vez en escapar, en esconderme en algún sitio y no salir de ahí jamás.

-“Quiero ir a casa”- logro decir, sin siquiera atreverme a mirarlo, no sé porqué, pero de nuevo siento ganas de llorar, o tal vez si lo sé, es porque no se trata solo de que los humanos no nos acepten, es más bien que en mi interior sé que nadie lo hará, que nadie aceptará que estemos juntos.

-“Estas empapado, el sitio donde me estoy quedando está más cerca”- contesta en tono calmo. Niego con la cabeza, quiero ir a casa, meterme bajo las sábanas de mi cama y no salir de ahí nunca más, para no ver todas esas miradas acusadoras, para no tener que enfrentar el que me obliguen a separarme de Tristan.

-“Quiero ir a casa”- repito, probablemente me este viendo como un niño caprichoso pero no puedo más, dolerá, la separación dolerá y no sé todavía si pueda afrontarla, no, más bien, es que sé que no podré.

-“Te llevaré, pero en cuanto estés seco”- suspiro, supongo que porque no puedo pedirle más o tal vez sea porque al igual que yo, Tristan tiende a ser bastante terco sin siquiera proponérselo realmente.

Tanto que ni siquiera espera mi respuesta, tan solo lo siento caminar, seguramente alejándose de todo, no lo sé, no me atrevo a mirar, todo lo que hago es ocultar más el rostro contra su pecho, deseando llegar pronto a donde sea que quiera llevarme, o más bien, a donde decida llevarme. Ya no importa, mientras pueda tener unos momentos más con él, supongo que simplemente fingiré que no importa y que nada malo pasará en cuanto me aleje de la protección que me brindan sus brazos.

-

-

Suspiro, mirando fijamente mi reflejo en el espejo, escuchando atentamente cada movimiento hecho por Tristan, pensando atentamente en si escapar o no, todavía no es tarde, todavía puedo encontrar una forma de huir aun cuando ni siquiera tenga una verdadera razón para ello.

O tal vez es que si la tengo, vuelvo a mirarme, tan solo cubierto por una enorme bata de baño que indudablemente pertenece a Tristan, pienso una vez más en el hecho de que estamos solos, en un sitio que para mí es total y completamente desconocido, y extrañamente tengo miedo, porque estamos solos, porque cada vez que me miro puedo ver el hermoso collar que pende de mi cuello y no me hace sino recordar una y otra vez que estoy solo con él, temiendo a lo que pueda pasar.

Entonces una vocecita en mi interior parece enojarse ante mis dudas, recordándome aquello que simplemente no puedo olvidar “Esperaré por ti, hasta el momento en que no te arrepientas” y tan solo eso me hace sentir idiota, porque estoy dudando de él, porque no puedo sacarme de la cabeza la idea de que ahora que estamos solos algo pasará, y tal vez lo peor es que no se si estar asustado o ansioso por ello.

-“¿En qué tanto piensas?”- la voz de Tristan me hace estremecer de un momento a otro, tan cercana a mí, no solo su voz, todo él, puedo sentirlo a mis espaldas, con su respiración gélida chocando contra mi nuca, haciéndome darme cuenta de que por estar tan sumido en mis pensamientos jamás noté el momento en que llegó hasta mí. Suspiro hondamente, llevándome una mano al corazón, sintiéndolo latir apresurado.

De nuevo los nervios parecen estarme ganando, pero aun así, lentamente me doy vuelta, alzando la mirada para centrarla justo en su rostro sereno, calmo y… y mi mente por unos instantes se queda en blanco, tal y como suele pasar cada vez que nuestras miradas se encuentran.

-“En ti…”- las mejillas se me tornan rojas en el momento en que me doy cuenta de que he dicho aquello en voz alta, y la forma en que me sonríe no es sino una confirmación de dicho hecho.

-“Vaya coincidencia, porque justo estaba pensando en ti”- sus dedos acarician con cuidado una de mis mejillas y bajo su tacto gélido de nuevo me siento estremecer; cierro los ojos, rendido ante sus suaves caricias, sin saber qué hacer, tan solo quedándome ahí, inmóvil, intentando vagamente de que mi cerebro reaccione, pero simplemente no está por la labor y entonces todo lo que hago es suspirar.

¿Qué otra cosa puedo hacer? Nada, porque incluso cuando hago el intento de pensar en algo, con solo sentir sus labios rozando los míos, mi mente de nuevo queda en  blanco y entonces las sensaciones que me producen sus besos se apoderan una vez más de mí, pero esta vez no solo se trata del usual mareo y de los nervios, es algo más, se siente igual que la primera vez que correspondí un beso suyo, como una inexplicable y urgente necesidad de sentir más, de seguir…

-“Tristan…”- lo llamo apenas, en cuanto sus labios se apartan de los míos permitiéndome tomar algo de aire –“Por favor…”- el ruego sale sin que pueda contenerlo más y siento su mirada fija en mí mientras sus manos sujetan con delicadeza mis mejillas y lo escucho suspirar.

-“Es que eres tan pequeño y tan hermoso…que todavía me aterra lastimarte”- me murmura, con sus dedos acariciando suavemente mis mejillas. Entonces soy yo quien suspira, negando suavemente con la cabeza.

-“No me romperé… por favor… quiero esto… quiero que el sueño no termine…”- susurro, mi aliento mezclándose con el suyo, creando uno solo mientras que mis manos lentamente terminan sobre su piel desnuda.

Se siente fría pero es suave y tersa, tan blanca, que por unos momentos pienso en apartar la mirada de la suya solo para contemplarla, pero simplemente no puedo, no ante la forma tan intensa en que me mira, haciendo que mis piernas tiemblen y que el miedo a que me aparte vuelva a hacerse presente.

-“No estás soñando… estoy aquí contigo... no me iré… lo juro”- pero él parece apartarlo de inmediato, murmurando palabras dulces contra mis labios antes de tomarlos en un nuevo beso lento, dulce, pero al mismo tiempo tan diferente a los que nos hemos dado antes.

Mis manos se deslizan suavemente hacia arriba, recorriendo su piel mientras mis ojos se cierran bajo el tacto de sus manos que abandonan mis mejillas tan solo para atraparme por la cintura mientras que mis dedos se enredan entre su cabello y un muy tenue gemido escapa de entre mis labios en el momento en que lo siento levantarme del piso, cargándome entre sus brazos sin dejar de besarme.

Después, apenas soy consciente del momento en que delicadamente me deja sobre las sábanas de la que seguramente en su cama y gimo de nuevo, la sensación de saberme entre sus brazos, debajo de él, mientras me besa, no se compara con nada que haya sentido antes y simplemente no quiero que se termine.

Suspiro en cuanto una de sus manos se cuela por debajo de la bata que me cubre y sus dedos se deslizan por sobre mi piel, haciéndome arquearme involuntariamente, tratando de estar más cerca, de calmar mi necesidad por él.

Luego, cuando sus labios se apartan de los míos, vuelvo a suspirar, muy hondamente, temeroso en cuanto sus manos deshacen el nudo de la bata, pero ya no hay vuelta atrás y además, quiero esto, quiero ser suyo, aunque sea solo por hoy, por eso, pese a que el calor se apodera una vez más de mis mejillas, no me opongo cuando lentamente desliza la única prenda que me cubre, primero por mis brazos, luego por el resto de mi cuerpo.

Todo lo que puedo hacer es mirarlo fijamente, hipnotizado por cada movimiento, cada gesto y cada expresión suya. Tristan es perfecto, es… es como un sueño, por más que él lo niegue, porque para mí, sentir sus dedos tocar mi piel y recorrerla antes de dejar un beso por cada parte que toca, es aun más increíble que una ilusión, que un sueño o cualquier fantasía que haya podido tener antes de conocerlo.

Entonces solo me queda suspirar bajo su tacto, rogar con cada uno de mis pensamientos que no me deje, pero incluso esos miedos infantiles quedan hechos trizas bajo el suave roce de sus labios que acarician poco a poco cada parte de mi, deslizándose desde mi cuello, donde muerde mi piel con suavidad, haciéndome gemir, pasando después hasta mi pecho, consiguiendo que una extraña sensación de apodere de mi estomago aun cuando luego me olvide de eso en el momento en que sus labios atrapan con delicadeza uno de pezones, mordisqueándolo y haciéndome gritar apenas.

Desesperado busco su mirada que permanece fija en mi rostro, como si estuviese dedicado únicamente a contemplar cada expresión que hago bajo sus caricias. No puedo dejar de suspirar y a momentos, cuando quiero gritar pero la pena bajo su intensa mirada es demasiada, solo me muerdo los labios mientras que mis manos estrujan con fuerza las sábanas, igual que si fueran mi único sustento.

Tristan parece notarlo porque me sonríe aun cuando no deje por la paz su idea de llenarme de besos por todos lados, abandonando mis pezones solo cuando estos parecen demasiado rojos y sensibles como para que los toque más y deslizándose entonces por mi vientre y mi ombligo, justo el lugar en donde su lengua encuentra un nuevo sitio para jugar. Me retuerzo, de nuevo queriendo gritar, mordiéndome con fuerza los labios hasta que siento el metálico sabor de mi propia sangre colarse entre ellos antes de que la lengua de Tristan los lama.

Mis ojos vuelven a cerrarse bajo semejante trato mientras que las sensaciones se hacen cada vez más intensas en cuanto siento sus manos recorriendo con suavidad mis piernas, abriéndolas para dejarme a su total merced. Pero no me opongo, quiero esto, quiero ser completamente suyo sin que me importe más la olímpica diferencia que nos separa, al menos por hoy, solo quiero que seamos Tristan y François, nadie más.

-“¿Llegaremos hasta el final?”- su pregunta me toma por sorpresa mientras de nuevo lo busco con la mirada, me tiene bajo su control y aun así me hace semejante cuestionamiento. Asiento apenas, atreviéndome a sonreír, sonrisa que se borra de mis labios en el momento en que sus manos rozan cierta parte de mí que ni siquiera yo me había atrevido nunca a tocar de la manera en que él lo hace.

-“Si, te quiero… quiero esto y todo lo que puedas darme”- murmuro lo más comprensible que puedo aun cuando sus dedos recorran esa parte mía de arriba abajo, robándome un suspiro tras otro o haciéndome delirar cuando aprietan con suavidad –“Por favor, no te detengas”- le ruego, mirándolo con cierta desesperación pese a la pena que decirle aquello me produce.

-“No lo haré… ya no puedo”- contesta, sonriendo apenado por primera vez desde que lo conozco, y es una sonrisa tan pura y tan bella que ni siquiera noto el momento en que una de mis manos acuna su mejilla, acariciándola con suavidad mientras le sonrío lo mejor que puedo debido a los suspiros que no logro contener.

Entonces mientras una de sus manos aun toca esa parte de mí, la otra baja todavía más, acariciando apenas, casi temerosa, la entrada a mi cuerpo. Por unos momentos cierro los ojos, tratando de convencerme de que realmente todo esto está pasando.  Mis parpados se aprietan con fuerza cuando siento uno de sus dedos deslizarse en mi interior y trato inútilmente de reprimir cualquier sonido que quiera escapar de mis labios.

Pero no lo consigo, en cambio suspiro cada vez más acalorado, sintiéndolo tocar partes de mí que nunca antes habían sido tratadas de ese modo. No me molesta, no aun, pero lo hace ligeramente en cuanto otro dedo encuentra su sitio en ese lugar en mi interior. Vuelvo a morderme los labios, aferrándome a la almohada bajo mi cabeza, arqueándome y resistiéndome apenas a la intrusión. Finalmente me quejo cuando luego de unos instantes más, un tercer dedo me invade.

Suspiro hondo, tratando de calmar el temblor en mi cuerpo y la sensación de malestar que se apodera de mí. Luego como si Tristan comprendiera mi dolor, roza una parte dentro que convierte todo aquello en una placentera descarga. Esta vez gimo, empujando suavemente contra su tacto, queriendo sentirlo más y más.

-“Tristan…”- lo llamo en un suspiro, abriendo apenas los ojos para mirarlo, otra vez concentrado en mi rostro. De nuevo me sonríe, probablemente tratando de calmarme. Pero no puedo, mientras más me toca, más calor siento y entonces solo me queda moverme ansioso por su tacto.

-“Tranquilo, aun no…”- murmura contra mis labios, acallando mis protestas con un beso. Con solo eso basta como para distraerme, mis dedos vuelven a perderse entre su cabello mientras que mi otra mano recorre la piel de su espalda, y por primera vez no siento solo frialdad sino también calor, es una sensación extraña y fascinante al mismo tiempo.

Trato de relajarme pero tampoco consigo hacerlo, inquieto me muevo contra él, porque todo malestar ha quedado en el olvido y entonces solo quiero que me toque más y más. Lo acaricio ansioso, tratando de convencerlo, rozando con mis dedos la tela de sus pantalones.

-“He esperado tanto que por eso no quiero que nada salga mal”- me murmura mordiendo con suavidad mis labios, yo suspiro, mirándolo acalorado y deseoso. Tal vez yo no haya esperado tanto pero aun así ya no puedo resistir más.

Mis dedos dejan su cabello por la paz y con torpeza intento quitarle los pantalones, pero soy demasiado pequeño para alcanzarlo y no puedo sino suspirar frustrado por aquello. Tristan parece notarlo porque suelta una risita divertida mientras termina con el trabajo, apartándose apenas de mí antes de colocarse esta vez más cerca.

Por primera vez siento su piel rozar por entero contra la mía y no puedo sino gemir por la sensación, tan así, que mientras más se roza más son los gemidos y suspiros que escapan de entre mis labios.

Y cuando vuelve a besarme, lo hace ansioso, apasionado, tan hambriento como yo lo estaba la primera vez que le correspondí un beso. Sus manos vuelven a recorrer mi cuerpo con parsimonia antes de posarse entre mis piernas y abrirlas un poco más, haciendo el roce entre nuestros cuerpos todavía más intenso, le siento acomodarse sobre mí y no puedo más que arquearme algo desesperado por lo que sé que sucederá dentro de poco. Mientras me besa, acercándose cada vez más, siento sus manos entrelazarse con las mías, apretándolas con fuerza antes de que por fin lo sienta comenzar a entrar en mí.

Quiero gritar porque duele más que cuando sus dedos entraron por primera vez en ese lugar, me retuerzo por el dolor e incluso trato de empujarlo, pero Tristan no se aparta, sus manos se aferran a las mías mientras sus dedos acarician los míos y no deja de besarme ni de deslizarse en mi interior. Las lágrimas arden en mis ojos y luego se deslizan por mis mejillas, el momento se me hace eterno hasta que por fin él se detiene.

Suspira y se levanta apenas para mirarme, su expresión es triste a pesar de su respiración agitada; sus dedos apartan las lágrimas de mis mejillas y besa mi frente, yo sigo sin parar de llorar. El dolor es intenso y parece nublar todos mis pensamientos.

-“Perdón… sabía que no debía hacer esto… fui un tonto”- no, no es solo tristeza, también es dolor y arrepentimiento, culpa, tanta que me deja sin aliento.

-“Yo quería esto”- replico con suavidad, pese a todo, me duele más verlo así que cualquier otra cosa –“To-Todavía lo quiero pero… pero me duele”- agrego cortadamente, avergonzado por cómo los acontecimientos dieron un giro.

-“Es que eres tan pequeño”- susurra, mostrándome una sonrisa triste. Entonces comprendo que él todo este tiempo se estuvo conteniendo por mí, que si jamás antes me exigió nada, fue por miedo, miedo a lastimarme, todo este tiempo, él solo pensó en mí.

Ahora soy yo quien siente culpa, mientras miro su rostro decepcionado seguramente de si mismo, lentamente me acerco a él, besándolo con suavidad, queriendo decirle que todo está bien, porque además, el dolor ya se ha hecho mínimo, ahora que estoy concentrado únicamente en Tristan, lo demás vuelve a perder sentido.

-“Lo soy… pero aun así… no lo vas a dejar a medias ¿Verdad?”- pregunto, sonriéndole ligeramente mientras de nuevo me sonrojo.

-“Te hice daño ¿Aun así quieres que continúe?”- me pregunta apenas en un susurro.

Más no le contesto, tan solo me muevo con suavidad, sintiéndolo entrar más en mí debido a ello, pero esta vez no hay dolor, no, por un momento el placer vuelve a tomar el control y entonces suspiro quedamente, mirándolo lo más intensamente que puedo mientras con las piernas trato de acercarlo más.

Los ojos de Tristan se abren sorprendidos mientras se muerde los labios, porque probablemente no se esperaba eso, y luego, cuando vuelve a mirarme, otra vez puedo ver pasión en su mirada. Y después de unos instantes que hasta me parecen eternos, por fin lo siento moverse, con lentitud, con suavidad, mis manos se aferran más a las suyas mientras suspiro y gimo, sintiendo cada empuje que me hace delirar.

-“Tristan…”- vuelvo a llamarlo, esta vez ahogado por un placer que jamás creí sentir y que no hace sino incrementar con cada empuje, con cada embestida y con cada beso que él me da.

Trato de corresponder a cada movimiento suyo, tan así, que en cierto momento mis gemidos se tornan en gritos cuando otra vez encuentra ese punto en mí que antes acarició con sus dedos. Mi cuerpo tiembla por entero mientras la cadencia de nuestros movimientos se acelera y con solo oír su respiración agitada y ver su rostro perdido en el mismo placer en el que yo he caído, el calor parece incrementar, sus ojos quedan fijos en los míos mientras lo atraigo más hacia mí, no queriendo dejarlo escapar ni apartarse aunque sea por un solo segundo, nuestras manos parecen apretarse más y más ante cada certero embiste y para este punto mis gritos parecen mezclarse con los suyos entre los momentos en los cuales no nos besamos.

El calor se torna tan intenso que de un momento a otro todo parece paralizarse, cierro los ojos con fuerza mientras me arqueo, gritando una última vez antes de caer rendido sobre las sábanas, sintiendo algo derramarse en mi interior antes de que Tristan se deje caer sobre mí.

Ambos respiramos agitados, puedo sentir su aliento chocar contra mi oído, mi cabello y mi rostro, apenas me vuelvo hacia Tristan, él también me mira, respirando agitado al igual que yo, tratando de calmar su respiración.

Pero mientras más calmado me siento, mis párpados parecen tornarse pesados y los voy cerrando, aun con la imagen de él sonriéndome agitado, por primera vez sus mejillas tienen color, al igual que sus labios lucen hinchados y su cabello mojado se le pega al rostro haciéndolo lucir aun más apuesto.

-“François… T… …mo”- me quejo suavemente, por no haber entendido lo último antes de caer rendido ante el cansancio y el sueño, sintiendo sus brazos cobijarme, protegerme, entonces no me preocupo por nada, porque estoy a su lado y nada más que eso es suficiente como para hacerme encontrar la paz y la felicidad.

Porque estoy entre sus brazos es que ya no necesito temer más…

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Notas finales:

Hi, hi people!!!!!! Bueno, después de pensarlo mucho, decidí dividir el capítulo del cumpleaños del hermoso François en dos partes, y eso porque iba a quedar demasiado largo y porque no quería saltar de la dulzura de Franny hacia la actitud de mala leche de Elliot jajajajajajaja así que decidí dejarlo ahí y en dos semanas volver con la otra parte, donde conocerán más cosas sobre el lindo renacuajito >w<

Yo sé que todos odian a Yeidher en estos momentos jajajajaja y solo por eso... LES TENGO UN PREMIO, les voy a permitir que por cada review que dejen me pongan 3 preguntas que le quieran hacer a Yeidher y que serán contestadas por el propio Yeidher, o sea Darko Prince, así que no desaprovechen la oportunidad de molestarlo jajajajajaja pero eso si, chequen los reviews de los demás para que no se repitan las preguntas n.n

Haber... ¿Qué más quería decirles? Lo olvidé jajajajajajaja pero bueno, por fin ha sucedido, el secuestro de Franny *O* nuestro pequeño ya es un niño grande y ha enamorado a su vampiro~ 

Así que... quiero ver quien adivina lo que Tristan le dijo y que no escuchó por quedarse dormidito jijijijiji. Yo sé que esperaban un lemmon explícito como usualmente pongo, pero, me puse en el lugar de Franny y pensé: "Él es un niño de solo 15 años que ha crecido siendo educado muy diferente de los demás niños de su edad, su mundo es diferente y mientras que los niños de su edad mal aprenden de sexualidad, él aprende de arquitectura, física, astronomía y sobre sus poderes, nadie nunca le habla sobre esas cosas y por lo tanto es muy mojigato, así que el jamás podría narrar claramente una situación así" y fue por eso que lo puse de ese modo, eso y que quería que se leyera todo muy dulce *O*

Por cierto, acá tienen el regalo de Tristan

http://s753.photobucket.com/albums/xx179/Hanna_Darko/Luz%20En%20Mi%20Oscuridad/Obsequios/?action=view&current=Tristan.jpg

Espero con toda el alma que les haya gustado y poder leer sus reviews, esos que agradezco semana a semana y que me encantan, pero también quiero agradecer a aquellas personas que leen y siguen esta historia, son un gran soporte para mí, aunque los reviews no los cambio por nada jajajajajajaja.

Entonces... gracias a mi hija Paris, a Dark Vampire, a Alvasa-chan, a Soren Onee-sama, a Artemis-chan y a Tsubaki Onee-chan.

Nos leeremos dentro de dos semanas si nada se me cruza, así que no olviden dejar sus preguntas para la entrevista, tengan mucho éxito y unos excelentes días

Au Revoir!!!!!!!!!!!1


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