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Luz En Mi Oscuridad por Darko Princess

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Notas del capitulo:

Hola, hola mis valientes, ni saben la de cosas que me han pasado en estas últimas dos semanas, en su mayoría genialosas, pero otras... bleh~ en fin, que no quiero contarles todavía, lo haré más abajito, así que acá les dejo nada más unas cositas que pienso debo resaltar:

1.- La película "Buscando a Nemo" no me pertenece, es propiedad de los estudios Disney-Pixar

2.- Para que no se confundan con los apodos con los que ciertos "adultos" se tratan

*Joseph Romeo es Sephi.

*Farielle es la Sirena.

*Ariel Alexandre es Shurik.

Y ya verán quienes son ellos ^^ 

Nos leemos hasta abajo, feliz lectura nOn

XXVI

Estando A Tu Lado No Importa Más Nada

 

 

No puedo dormir, aun estando entre los brazos cálidos de Elliot, no logro conciliar el sueño. Tengo miedo, miedo a que en cuanto cierre mis ojos las pesadillas plagadas de horrorosos recuerdos me ataquen de nuevo. Me aterra pensar en que de un momento a otro ellos volverán a irrumpir en mi vida, a quitarme todo, no, más bien, a apartarme de él…

Elliot duerme tan pacifico y su respiración roza mi piel. Lo miro casi sin querer, memorizando cada rasgo suyo, cada pequeña cosa que lo hace ser él; también aspiro su aroma, cerrando los ojos tan solo unos instantes, deseando simplemente desaparecer con tal de que él no salga dañado.

Quiero huir, salir corriendo y no regresar, pero no puedo, no puedo dejarlo, lo amo tanto que incluso con un día sin él, podría perder la razón. Con cuidado aparto algunas suaves hebras rojizas de su rostro, contemplándolo dormir, tan tranquilo, tan perfecto, que de nuevo siento la mirada hacérseme agua y trato desesperadamente de no dejar caer ni una sola lágrima.

¿Por qué tenían que encontrarme? Yo sabía que lo harían, solo que no tan pronto, hay tantas cosas que quiero hacer, tantas cosas que quiero decirle a Elliot, y luego están todas las demás que quiero compartir con él. ¿Por qué simplemente no me dejan en paz? Yo nunca les he hecho algo malo ni pedí nada de esto ¿Es porque soy diferente? Eso tampoco es mi culpa, yo no soy ni como ellos ni como nadie más, soy único y no quiero serlo, no si eso me aparta de Elliot.

-“Natsu…”- le escucho murmurar quedamente, pero cuando miro su rostro, lo noto aun dormido, él incluso me llama en sueños. Mi corazón late como loco y otra vez quiero llorar ¿Qué haría sin él?

-“Dime qué hago sin ti Elliot”- susurro contra su cuello, otra vez aspirando su aroma, sintiendo su calor.

No puedo más; con cuidado escapo de entre sus brazos y me siento en la orilla de la cama que hace más de seis meses hicimos nuestra, mis pies ni siquiera tocan el suelo ¿Cuándo me hice tan pequeño? O es que tal vez ya lo era y no me había querido dar cuenta.

Y todavía teniéndolo a mi lado, me siento tan solo ¿Qué se supone que debo hacer? Por mi culpa incluso François está mintiendo, ocultando cosas de él y de todos los demás. No puedo pensar más, si huyo, los Lee me encontrarán y aun si peleo, no sé si pueda ganar y si pierdo… si pierdo… Elliot… él…

Cuida de mi hijo

Casi lo había olvidado, ella me pidió eso, pero aun así, no estoy seguro de quien es ella, o es más bien que aun me niego a creerlo, ¿Debería decirle a Elliot que he visto a su madre? No, no puedo hacer eso, tanto como tampoco puedo decirle que los Lee me han encontrado. Mi mirada vaga por nuestra habitación en un inútil intento por distraerme y termina deteniéndose en la mesita de noche junto a nuestra cama, justo en el retrato que Elliot siempre mantiene boca abajo.

Con cuidado lo tomo, mirándolo a pesar de la oscuridad, confirmando aquello que hasta unos instantes me había estado negando, es ella, la madre de Elliot, la Emperatriz Nocturna y ella, ella me salvó justo cuando creí que no podría escapar. Suspiro hondo ¿Por qué me salvó? ¿Fue solo por Elliot? Seguro que sí, no creo que lo haya hecho por mí, es más bien que sabe perfectamente que si algo me pasa Elliot también sufrirá las consecuencias. No fue por mí, fue por él.

-“¿No puedes dormir?”- le escucho preguntar con suavidad a mis espaldas. Niego apenas con la cabeza, no tiene caso mentirle con respecto a eso, es cierto, no puedo dormir y no creo que vaya a poder en un buen tiempo –“Tranquilo, estaré aquí contigo para protegerte incluso de las pesadillas”- su aliento cálido acaricia mi piel y me siento estremecer mientras sus labios tersos recorren con besos la curvatura de mi cuello y siento sus brazos rodear mi cintura, pegándome más a él.

-“Lo sé…”- contesto en un susurro, sintiendo mi voz temblar ¿Qué voy a hacer? ¿Por qué tenía que enamorarme de él? –“Elliot… ¿Por qué me amas?”- me atrevo a preguntar muy por lo bajo mientras cierro los ojos con fuerza y aguardo por su respuesta.

-“¿Por qué? Podría decirte una a una las razones pero serían insuficientes para explicarlo, desde tu forma de caminar, tu mirada, cada expresión en tu rostro, tu sonrisa e incluso el cómo me peleas por todo, son razones bastante pequeñas, te amo porque cuando intento buscar una razón en particular y no hayo ninguna, simplemente lo sé, es amor, nada más”- otra vez siento que mi corazón se salta un latido y me muerdo los labios incapaz de pensar en algo coherente, menos cuando mi piel se ve invadida por las eléctricas sensaciones que sus labios y sus manos causan en mí.

-“¿Y si yo desapareciera?”- murmuro, otra vez la voz me tiembla pero, necesito escuchar su voz y más que nada, necesito escucharlo decirme motivos por los cuales no debo rendirme.

-“Te buscaría, inclusive bajo una piedra en el último rincón del universo, hasta encontrarte”- siento el instante en que una pequeña y solitaria lágrima recorre una de mis mejillas, no quiero llorar, no otra vez, o más bien, es que no quiero que él me mire así, no quiero preocuparlo –“Natsu… ¿Qué tienes?”- pero inclusive fallo en eso porque son sus labios tersos los que borran cualquier rastro de llanto de mi rostro.

-“Tuve una pesadilla… una donde nos separaban para siempre”- murmuro apenas, no queriendo que ninguna lágrima más escape de su prisión, más las manos me tiemblan y antes de que suelte lo que tengo entre ellas, prefiero dejarlo en su lugar.

-“Eso no va a pasar, no voy a permitirlo, jamás dejaré que te aparten de mi lado”- susurra justo en mi oído, atrayéndome más hacia él. No me opongo, simplemente dejo que me acune entre sus brazos e incluso que me acorrale entre las sábanas y él

Yo solo lo miro, fijamente, de nuevo queriendo memorizar su rostro a pesar de las penumbras que nos rodean. Su frente queda contra la mía y su respiración cálida acaricia mis labios con la misma suavidad que sus manos rozan mi piel por sobre la tela del pijama, las mías en cambio por un momento se posan en sus mejillas, luego me permito enredar los dedos entre las sedosas hebras rojizas que componen su cabello.

Una vez más me pregunto qué debo hacer, más aun cuando intento buscar por una respuesta, mi mente de repente parece quedar en blanco en cuanto sus labios atrapan los míos y comienza a besarme, tan lenta y tan sutilmente, tan dulce y tan tierno, que me siento derretir una vez más tan solo con uno de sus besos.

Después de tantos años escapando, jamás esperé conocerlo, jamás esperé que él me encontrara ni mucho menos que me amara del modo tan sincero y apasionado en que lo hace, sin frenos, sin restricciones y sin siquiera dudar apenas, por eso es que temo tanto, porque no quiero que a cambio de todos esos sentimientos hermosos él salga lastimado. Es solo que ya no hallo modo de evitarlo, me tiene en sus manos sin darme posibilidad de escaparme, no cuando sé que irá tras de mí por más lejos que yo corra, y de todas formas, ni siquiera voy a intentarlo, es mejor estar a su lado todo el tiempo que pueda, hasta que el fin llegue, hasta que ellos… hasta que ellos…

-“¿Quieres un vaso de leche tibia? Te ayudará a dormir”- murmura contra mis labios, mordiendo con suavidad el inferior, haciéndome suspirar y acomodarme mejor bajo la calidez de su cuerpo.

-“No creo eso vaya a servir de algo”- contesto en un susurro mientras mis dedos se pierden entre su cabello y recorren con lentitud su espalda, memorizando su piel.

-“Tampoco perdemos nada con intentar”- replica él con suavidad, sonriéndome ligeramente y haciendo amago por levantarse. Instintivamente me aferro a él, no queriendo dejarlo marchar, no ahora que me siento tan vulnerable una vez más.

-“Elliot… no me dejes solo”- casi ruego, aferrándome a sus brazos con tal de que no me deje solo ni por un instante, y él, él parece comprender una vez más mis miedos porque se queda quieto, mirándome, aparatando con delicadeza el cabello de mi rostro y acariciando suavemente una de mis mejillas.

-“¿Quién dijo que haría eso?”- pregunta en un tenue murmullo, sonriéndome ligeramente. Me abrazo a su cuello mientras que él me sujeta por la cintura, haciéndome aferrarme a él con las piernas antes de que por fin se levante, llevándome consigo, complaciéndome en uno más de mis caprichos, aunque esta vez no sea así, no es un capricho, es solo que necesito estar con él, a su lado, entre sus brazos, sabiéndolo mío, tanto como yo soy suyo.

-“¿Me vas a amar siempre?”- pregunto en un susurro, rozando mi mejilla con una de las suyas, sintiendo su calor. Elliot me abraza con más fuerza, sus labios rozan mi cabello y su nariz roza con suavidad mi piel, haciéndome estremecer mientras aguardo por su respuesta.

-“Por la eternidad”- no necesito nada más, suspiro, sintiendo únicamente dicha en mi corazón, aun si los Lee vienen por mí, ya no temeré, no mientras este al lado de Elliot, trataré de ser lo más fuerte posible, por él y por mí, por nuestra pequeña familia.

Entonces, mientras entre la oscuridad nos dirigimos hacia la cocina, pienso una vez más en nuestra familia, en lo hermoso que sería si yo pudiese darle un hijo, me gustaría tanto contemplar su rostro sonriente ante la fantástica visión que sería un pequeño de ambos, solo que aun no sé si pueda hacerlo, y me da algo de pena preguntarle.

Estoy tan perdido tratando de imaginar a un pequeño nuestro, que por eso no me doy cuenta del momento en que me deja sobre el mesón de la cocina, de nuevo me aferro a sus brazos, solo unos momentos, los suficientes como para hacer que su tranquila mirada pase a ser una más fija, él esta analizándome, y al paso que va, seguro no tardará en darse cuenta que no es solo una pesadilla lo que me tiene así, por eso, aun renuente, lo suelto con lentitud, comenzando a jugar con mi cabello, tratando de distraerme y de fingir normalidad.

Ni siquiera me atrevo a mirarlo a la cara, solo aguardo, hasta que sus pasos recorriendo la cocina me hacen saber que he logrado engañarlo. Retengo el suspiro de alivio que casi escapa de entre mis labios y en cambio, cierro los ojos, tan solo ocupándome de escucharlo registrando la nevera, seguramente en busca de leche o alguna golosina, me distraigo pensando en el cómo era mi vida antes de conocerlo, siempre  corriendo, siempre ocultándome, rogando por no ser encontrado una vez más, hasta que él apareció.

Aunque incluso en ese primer instante, le temí, temí a esa mirada de plata líquida con un amenazador brillo rojizo en ella, y es que no temí ante su supuesto nombre, Cheshire el rastreador, mucho menos a la fama que llevaba con él, porque ya antes había enfrentado a otros similares y de todos había escapado, solo que con él fue tan diferente, su sola presencia me hizo temer, una sola mirada me dejó incapaz de pensar y de huir una vez más. Traté de enfrentarle, ¡Que inútil debí de haberme visto ante sus ojos! Pero aun así, aun después de atacarme, primero con sus palabras hirientes y luego con su arma, aun después de eso, él me salvó y en un principio no lo comprendí, incluso ahora no lo comprendo del todo ¿Por qué aferrarse tanto a alguien como yo? Eso es lo que lo hace tan maravilloso para mí, Elliot no me pide nada a cambio de todo lo que me da, solo amor, y ni siquiera es algo que necesite pedir porque yo se lo doy sin dudarlo, porque con cada simple gesto suyo, con cada acto y con cada pequeña cosa consiguió robarme el corazón y quedárselo, él simplemente me tiene y si tan solo pudiese ser así por siempre, entonces todo sería un sueño… un maravilloso sueño del que ni siquiera los Lee podrían despertarme.

-“¿Quieres galletas?”- su voz me saca de mi ensimismamiento y no puedo sino levantar la mirada apenas, viéndolo extenderme un plato con dichas golosinas. Niego apenas, sonriendo levemente al verlo mirándome tranquilamente con una galleta enorme entre los labios. Sin poder evitarlo, me río, es que se ve tan lindo y tan gracioso así, que me dan ganas de apretarle las mejillas para que su adorada galleta se le caiga y yo disfrute de verlo quejarse.

-“No, creí que solo veníamos por leche tibia”- replico, tratando de no reírme más. Elliot se encoge de hombros, poniendo una carita de fingida inocencia y sacándome otra risita. De verdad, es tan lindo.

-“Si, pero se me antojaron”- contesta como si nada luego de retirar la galleta de entre sus labios. La mirada se me pierde en las migajas que le quedan y casi hipnotizado me le acerco con tal de quitárselas con la lengua, para saborear no solo la masa dulce sino también sus labios cálidos que me enloquecen con solo un roce.

-“Ya, pero me parece que sigo prefiriéndote únicamente a ti”- murmuro, mirándole fijamente, del mismo modo en que él me mira, si supiera cuanto acelera mis latidos con solo verme del modo en que lo hace.

-“Pienso lo mismo”- susurra, robándome un suave beso, antes de que sin que pueda siquiera evitarlo, me tome entre sus brazos, como si fuese una doncella indefensa. No me gusta que lo haga pero… pero hoy incluso eso está bien con tal de estar a su lado –“Hagamos una cosa, yo te llevo y tu llevas las provisiones”- agrega como si nada, sonriéndome y sacándome una risita, vaya que es un glotón. Asiento apenas, tomando la bandeja que ha dejado sobre el mesón, ocupada por un gran plato de galletas y un par de vasos de leche, él si que se toma en serio lo que dice, por eso solo sonrío mientras lo dejo llevarme de vuelta a nuestra habitación.

Y luego, cuando me deja sobre las sábanas revueltas y coloca la bandeja sobre la mesita de noche, no hago más que contemplarlo caminar por nuestra alcoba, es tan perfecto, tan único, tan Elliot, que ante mi último pensamiento, me sonrío, no me importa lo que sea que este haciendo con la TV porque solo puedo mirarlo a él hasta tenerlo de nuevo a mi lado, sentado junto a mí, abrazándome por la cintura y descansando el mentón sobre mi hombro mientras juega con el control remoto.

-“¿Qué hacemos?”- pregunto, volviéndome a mirarlo apenas, sin comprender del todo el porqué en lugar de meternos bajo las sábanas estamos frente a la TV encendida.

-“Vamos a ver pelis hasta que te duermas”- me contesta como si nada. Suspiro, ¿Es que puede ser aun más perfecto? Parece que si, y eso con un gesto aparentemente insignificante.

Ya ni siquiera replico nada, solo me acomodo entre sus brazos, disfrutando de su calor, de poder incluso sentir el latir de su corazón y de percibir su respiración tibia cercana a mi rostro. Ni siquiera le presto demasiada atención a la película porque en todo lo que puedo pensar es en él, o eso hasta que siento algo mojar la camisa de mi pijama, que más bien es la camisa de su pijama, pero es que… adoro como huele, huele a él, huele a mi Elliot y es tan suave, tanto como él cuando me toca.

-“Elliot… ¿Estas llorando?”- pregunto alzando un poco la mirada, pero él no me contesta, solo se muerde los labios y me abraza más. No me quejaría si no fuese porque me preocupa que se ponga a llorar por cosas que no sé, cuando ni siquiera lo hizo por su hermana semanas atrás.

-“¿Qué? Es que ese pez malo se comió a Coral, ¡Pobre Marlín, lo dejó viudo!*”- se defiende cual niño pequeño y yo… yo solo parpadeo un par de veces antes de soltar a reírme. ¡Cielos! ¡Es tan lindo! –“Y… y Nemo ¿Qué clase de padre le pone un nombre idiota como “Aleta feliz”* a la malformación de su hijo? ¡Es cruel!”- agrega consiguiendo que me ría todavía más y me le acerque solo lo suficiente para besarle una de sus mejillas.

-“¿Qué tipo de demonio eres eh? Te cargas a todo aquel que se me acerque pero lloras con una película para niños”- no puedo evitar seguir riéndome de él, de él y del pucherito indignado que me dedica por estarme divirtiendo a costa suya.

-“Es que por ti no me importa si me tengo que cargar al mismísimo pez malo, además, ¿De verdad te crees que me da remordimiento pegarle a quien sea?”- contesta como si nada, siendo ahora él quien bese una de mis mejillas.

-“Oh mira eso, que mal niño resultaste ser”- le reprocho apenas, dejando un par de suaves besos por su mentón y la comisura de sus labios.

-“Muy malo”- acepta, sonriéndome ladino antes de empujarme sobre las sábanas y acorralarme con su cuerpo –“Tan malo, que si te sigues burlando de mí, no te dejaré unirte a la sociedad de la tánguela*, mucho menos se diga de acercarte al monte Quiquirisquiaga*”- parpadeo otro par de veces, sin tener ni la más mínima idea de lo que está hablando, pero él tampoco me contesta mis dudas sino que sonríe malicioso antes de tomar mis labios en un beso.

Me aferro a su cuello y hasta me arqueo reclamando por atención, por más caricias que borren cualquier miedo o preocupación de mi mente pero a cambio, y justo cuando pienso en suspirar bajo el contacto de sus manos recorriendo mi piel por debajo del pijama, todo aquello se va al olvido, y eso solo porque otra vez la risa se me escapa, solo que esta vez debido al hecho de que comienza a hacerme cosquillas y yo no puedo sino reírme y tratar de empujarlo con tal de que me suelte, aunque al cabo de un rato, incluso eso se esfuma de mi mente porque solo pienso en atacarle igual.

Rodamos sobre las sábanas, revolviéndolas aun más y riéndonos entre nuestros juegos cuando no intercambiamos pequeños besos, hasta acabar rendidos, con la respiración agitada y tan solo mirándonos. Una vez más estoy sobre él, entre sus brazos, mientras tratamos de recuperar el aliento y al menos esta vez, si miro hacia la TV, concentrándome por fin en la película.

Tanto que ni siquiera me sorprendo cuando un rato más tarde me encuentro canturreando junto con Elliot el “Nadaremos, nadaremos en el mar, nadaremos”* entre risitas. Disfruto de la sensación de sus brazos rodeándome e incluso del suave beso que deja en mi cabello mientras me acomodo contra la calidez que me brinda y miro a la tortuga hippie hacer junto con su pequeña tortuguita “vientos…”, “exacto”*.

No recuerdo haberme divertido tanto antes, ni siquiera con la única familia que si me aceptaba, mi abuelito y mi hermano mayor. Más trato de no pensar en ellos, no cuando estoy con Elliot, y me siento tan relajado ya, por eso solo dejo la mirada fija en la película, disfrutando de cada minuto que pasa y que al lado de Elliot se torna en una experiencia única.

Y es mientras estoy así entre sus brazos, con la mirada fija en la TV, que el sueño por fin comienza a llegarme, parpadeo tratando de ahuyentarlo, pero luego simplemente bostezo mientras mis ojos se cierran y justo al último momento, es cuando escucho su voz, la voz de Elliot murmurándome suavemente “Buenas noches mi amor”, antes de dejarme otro dulce beso sobre mi cabello, después de eso ya no sé nada, ni de miedos, ni de pesadillas y de ninguna preocupación, solo soy capaz de sentir el calor y los brazos de mi esposo cobijarme mientras su tranquila respiración me ayuda a encontrar la paz, recordándome que por pequeños detalles como estos, es que lo amo, porque él es capaz de poner mi mundo de cabeza y hacer que no me importe solo con tenerlo a mi lado, solo con saberme suyo, nada más.

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Corro lo más rápido que puedo, tan solo espero que no sea demasiado tarde y aun pueda alcanzarla, y es que sigo sin poder asimilar lo que hasta hace unas horas ha pasado, tanto, que a momentos me siento temblar ligeramente, pero ni siquiera así me detengo. Tampoco miro a mi entorno, solo corro; si ella no hubiese estado ahí…

De pronto tan solo choco contra algo, retrocediendo instintivamente y alzando la mirada, captando el justo momento en que ella se vuelve hacia mí, sonriendo encantadoramente, tan bella, tan radiante, tan perfecta como solo ella puede ser, como mi Madrina, no, más bien, como mi Emperatriz.

-“Ninny querido, llevo años diciéndote que no corras así”- me sonríe, inclinándose a mi altura y alborotando mi cabello. No logro contestarle nada, ni siquiera replicar por su reciente gesto, sino que me quedo callado, inclinándome, haciendo la reverencia que por obligación me corresponde.

Más ella me detiene, me lo impide, me abraza y sus dedos fríos y cálidos a la vez, se deslizan entre mi cabello con suavidad mientras me acuna contra su pecho. Suspiro, tuve tanto miedo de no poder salvar al Príncipe Natsuhi, de que por mi irresponsabilidad resultara herido…

-“Anda, quita esa carita y mejor acompáñame, seguro que a tu Padrino le da gusto verte”- me pongo más nervioso ante la sola mención de mi Padrino, ¿Qué será de mi cuando el Emperador se entere de mis fallos?

-“Madrina…”- la llamo quedamente, resistiéndome a avanzar. Ella vuelve a abrazarme, con tanta dulzura que me siento temblar, ¿Cómo puede ser tan buena conmigo cuando lo he hecho todo mal?

-“No ha sido tu culpa François , es solo que… los hemos subestimado, pero eso no pasara otra vez, te lo prometo”- asiento apenas con la cabeza, sintiéndome seguro de nuevo y preguntándome una vez más el cómo con tan sencillas palabras y gestos ella consigue tranquilizarme.

 -“Pero ellos… ellos…”-trato de replicar, aun sin estar convencido del todo, y es que pudo haber pasado una desgracia tan terrible, que ni siquiera me atrevo a imaginármela.

-“Nada iba a pasar cariño, la conexión entre Elliot y el joven Valmontt se hace cada vez más fuerte, te aseguro que él habría sentido el peligro y evitado cualquier percance”- ¿Pero y si lo hacía demasiado tarde? Me muerdo los labios ante semejante pensamiento y no me atrevo a decir nada, ella parece comprender mis temores, me abraza más fuerte unos momentos más antes de hacerme caminar a su lado, y mientras más avanzamos, más nervioso me siento ¿Qué le diré a mi Padrino? ¿Qué excusa le daré a mi Padre también? No quería decepcionarlos, no quiero hacerlo, nunca, nunca.

De pronto la Emperatriz se detiene y suspira hondamente, casi fastidiada, consiguiendo captar mi atención, tal vez la molesté. Apenas la miro de reojo, pero ella no me mira sino que sus orbes de nueva cuenta escarlatas, se dirigen hacia el frente. Entonces también miro hacia allá: mi Padrino está durmiendo, durmiendo en su trono, justo en el salón principal de Palacio igual que si estuviese en el diván de su alcoba o peor, bajo la sombra de un árbol, su corona yace abandonada en el piso de mármol y más allá, unos snickers negros y blancos completan el cuadro. Es la perfecta imagen de un universitario despreocupado, tan fuera de lugar con lo que realmente él es: un Emperador.

-“Este esposo mío, luego se pregunta por qué sus hijos salieron así de extraños”- se queja mi Madrina, resoplando con cierto fastidio. Me río bajito, y es que acabo de recordar porque con ellos me siento tan en paz, es que ellos lucen tan normales y tan felices, que eso basta como para que me olvide de cualquier problema que tenga.

Entonces trato de no reírme más, sobre todo al ver la forma en que mi Madrina avanza casi de puntitas hasta donde mi Padrino esta, inclinándose sobre él tan solo para con sus dedos largos, delicados y finos, pellizcarle la nariz. Mi Padrino aprieta los parpados, apartándose y quejándose de paso, abriendo los ojos y mirando un tanto atontado a su entorno hasta que sus orbes de un intenso color escarlata, quedan fijos sobre la figura de mi Madrina, quien sonríe divertida por su reciente travesura.

-“Vaya Sirena, eres mala conmigo”- se queja, haciendo una mueca graciosa y girando el rostro. Mi Madrina por su parte, se ríe, tan feliz, tan encantadora, tan bella –“Lo peor es que no puedo enojarme contigo”- agrega mi Padrino por su parte, suspirando hondamente y rodando la mirada, misma que queda fija sobre mí.

Luego, sin que yo pueda preverlo, se levanta corriendo directo hacia mí, alzándome entre sus brazos y comenzando a girar velozmente con lo que solo me queda cerrar los ojos y rogar por no marearme una vez más ante sus muestras de afecto.

-“Bájeme… por favor…”- casi suplico sin ganas, es que ya sé que no me va a hacer caso, aunque sorprendentemente, por lo menos se detiene, dejándome justo frente a él.

-“Mi pequeño Ninny me tenía abandonado, es que ha crecido y ya no se acuerda de su pobre Padrino”- se queja dramáticamente, me río bajito, apartando la mirada mientras siento sonrojarme por sus muestras de cariño, después de todo, es casi el único padre aparte de mi Padrino Night, que hasta ahora he conocido.

-“No es eso… estaba… estaba trabajando”- murmuro apenas, como si él no lo supiera ya.

-“Lo sé, lo has hecho muy bien”- me sonríe, dejándome por fin en el suelo y dándome un par de palmaditas en la cabeza. Quiero decirle que en realidad no lo he hecho bien, que casi lo arruino todo, pero no me atrevo, no cuando me sonríe así, por eso solo suspiro hondo, muy hondo, forzándome a sonreírle devuelta.

-“Ne, Sephi, Shurik está en el salón del té, creo que lleva rato esperándote...”- interrumpe una voz conocida para mí, la de mi Madrina la Princesa Yukari, hermana menor de mi Padrino el Emperador Romeo.

-“¿En serio? Uh, será mejor no hacerlo esperar más”- contesta mi Padrino, y sin siquiera preguntarme, tanto él como la Emperatriz comienzan a llevarme de la mano hasta donde su invitado los espera, con mi Madrina Yukari caminando justo al frente.

-“Por cierto… dulce Ninny, tienes que contarme todo sobre ese novio tuyo, creo que Ari enloquecerá sino consigo hacerle saber que estas a salvo”- comenta mi Madrina Yukari, volviéndose hacia nosotros, con lo cual tengo las miradas de los tres, centradas en mí.

-“¿Qué novio? Jovencito, tú y yo vamos a tener una muy larga y seria charla”- tiemblo nervioso, sintiéndome sonrojar ante tan cruda sentencia por parte de mis Padrinos y suspiro hondo ¡Ah, Padre! ¡¿Por qué me hiciste eso?!

Pero no replico nada, no hay caso, ya sé que saldré perdiendo y que haga lo que haga, no me voy a poder escapar de ellos, por eso solo los sigo en silencio en cuanto reemprenden la marcha hasta el salón del té, al cual me hacen entrar junto con ellos. Otra vez me siento nervioso, pero no por mis Padrinos sino por quien aguarda por ellos en dicho lugar.

-“Romeo, Farielle, Yukari, es bueno poder verlos al fin”- los nombra uno a uno, saludándolos cortésmente, un hombre que no es otro sino, el Emperador de Celes, Ariel Alexandre D’Celes, el padre del Príncipe Alexis.

-“Hola a ti también Shurik, no esperábamos tu visita”- corresponde a su saludo mi Padrino, sentándose frente al Emperador Ariel, sin siquiera soltarme, dejándome sentado justo entre él y su esposa.

-“Lo supuse, de todas maneras, creí prudente venir, ya que no quiero demorar más un asunto tan delicado como el que tenemos que tratar”- en sus ojos verdes ya no se refleja la tranquilidad, sino que dan paso a una mirada seria. Mi Padrino por su parte, suspira, como si nada, haciéndome sentir un tanto incomodo.

-“No veo lo delicado del asunto, mientras ellos estén en Gea, son intocables”- contesta calmadamente mi Padrino, mirando hacia el Emperador Ariel sin cambiar su gesto tranquilo.

-“Eso dices ahora, pero te recuerdo que tus hijos son imprudentes y sabes bien que las Cortes no dudaran en someterles ante la menor falla, sobre todo tratándose del Príncipe Elliot”- replica, mostrándose cada vez más serio, aun cuando su faz sea tan hermosa como la de su hijo, aun cuando posean los mismos cabellos rubios y la misma expresión pacífica.

-“Mi hijo Elliot está perfectamente bien, no tengo ninguna queja sobre él”- defiende mi Padrino, alzando la voz apenas, demostrando una vez más, que cuando se trata del Príncipe Elliot es capaz de hacer de todo –“Más bien, deberías preocuparte por Hikaru, no querrás perder otro hijo”- agrega esta vez serio, en un tono de voz que más bien parece un amenazador siseo.

-“¡Tu también perdiste un hijo!”- grita con furia el Emperador de Celes, mirando casi con odio a mi Padrino, más él no se inmuta, no parece afectado en lo más mínimo ni siquiera porque aquello de lo que le acusan es verdad.

-“Lo sé, pero contrario que tu, soy capaz de comprenderlo y aceptarlo, es más, estoy casi seguro de que a ellos les haría mucha gracia vernos pelear en estos momentos”- contesta calmadamente, sonriendo apenas, mostrándose tan maduro y tan sereno como pocas veces lo había visto antes –“Además, pienso seriamente en que ellos están bien y que debieron tener una razón para desaparecer así, siempre hay una razón”- agrega, esta vez mirando a la nada con una cierta expresión melancólica que no es más que una señal sobre lo mucho que le afecta el tema, por más que él se esfuerce en aparentar lo contrario.

-“¿No temes por lo que puedan hacer? Haylley y Alexis están en Gea casi indefensos ante ellos”- murmura, la voz le tiembla un poco y hasta podría decir que puedo ver algo de miedo y desesperación en su mirada color esmeralda.

-“No lo hago, confío en Derien, sé que él jamás dañaría a su hermana pequeña, es más, si realmente quisiera hacerlo, ya lo habría hecho”- mi Padrino se muestra seguro de sus palabras, no solo seguro, sino tranquilo, otra vez ha vuelto a su usual estado pacífico, tan así que no puedo sino sentirme maravillado ante él –“Shurik, deberías confiar un poco más en Alexandr, sobre todo ahora, yo no lo veo atacando a su hermano, o a nuestro nieto; ellos, donde quiera que estén, parecen estar aguardando por algo, solo que aun no se qué”- agrega, suspirando hondamente, centrando su mirada en la taza de té frente a él, como si tratara de concentrarse y ver algo más en ella aquel cálido líquido color ámbar.

-“Desearía tener tanta confianza como tu”- suspira el Emperador Ariel, dejándose caer pesadamente sobre el sofá que ocupa y extendiendo los brazos, casi como si estuviese desperezándose –“De verdad que te admiro por eso Sephi”- agrega, llevándose una de sus manos para cubrirse los ojos mientras vuelve a suspirar por fin relajado, tanto como para llamar a mi Padrino Romeo por uno de sus apodos.

-“Pues yo no creo que deban estar tan así de calmados”- replica mi Madrina, suspirando hondamente, consiguiendo que ambos Emperadores la miren con cierta curiosidad. Supongo que ha llegado el momento, ella probablemente les dirá sobre mi error, sobre como por mi culpa casi pasa una tragedia –“Esta tarde he escapado a Gea”- confiesa casi en un susurro, volviendo a suspirar mientras sus manos se entrelazan y tiemblan un poco, tal vez por los nervios, o tal vez, más bien, por la situación.

-“Farielle, no debiste hacer eso, si la Corte lo descubre, ellos…”- mi Padrino se muestra inseguro, duda, mirando casi ansiosamente hacia mi Madrina, pero ella no le devuelve la mirada, al contrario, la aparta y se muerde los labios, probablemente por lo difícil que debe ser para ella confesar algo así, y más lo que hace unas horas sucedió.

-“Tenía que ver a Alexis, aunque fuese de lejos pero… pero jamás esperé toparme con… con ellos, ellos ya saben que Natsuhi está con vida, iban a matarlo, no podía permitir que lo hicieran, es nuestro nuero y Elliot es nuestro hijo, tenía que intervenir fuera como fuera”- esta vez, la ira parece tomar el control de su voz mientras su mirada muestra un brillo casi amenazador, y es que, incluso para mí resulta un tanto increíble el que ella consiguiera contenerse lo suficiente como para no provocar un escándalo horas atrás.

-“No se suponía que pasara tan pronto”- replica mi Padrino, frunciendo el ceño, retomando su actitud sería y otra vez enfocándose en mirar hacia el contenido de su taza de té –“Ni siquiera lo he visto”- agrega, mordiéndose los labios, frustrado, seguro porque algo ha escapado a su Don, ese mismo que comparte con la Princesa Haylley, haciéndome pensar, que probablemente ella tampoco ha visto nada.

-“¿Ver el qué? ¿De qué están hablando? ¿A quién iban a matar? ¿Qué tiene que ver el Príncipe Elliot con eso?”- pregunta confundido el Emperador Ariel, aunque más que confundido, otra vez parece estar poniéndose nervioso, tal vez por la alusión al hecho de que iban a matar a alguien cerca de su hijo y de su nieto.

-“Shurik… nosotros… nosotros encontramos a un Cambia Forma, no, más que eso, encontramos a un Valmontt”- confiesa mi Madrina Yukari, su voz tiembla y puedo saber, que al igual que los demás en Palacio, está nerviosa y algo asustada, tal y como lo hemos estado todos desde que el Príncipe Natsuhi apareció en nuestras vidas.

-“¡Eso no puede ser! ¡Los Cambia Forma están extintos y Nahra fue el último Valmontt! ¡A Nahra lo asesinaron los Lee y ya todos lo sabemos, es imposible que exista uno más de ellos!”- contradice el Emperador Ariel, levantándose de presto y comenzando a caminar nervioso por la habitación, y es que probablemente él también intuye el peligro que semejante verdad podría significar.

-“Es el nieto de Nahra, parece ser que la línea de sangre Valmontt estuvo entre los Lee todo este tiempo y finalmente ha encontrado el camino de vuelta a casa”- esta vez es mi Madrina Farielle quien contesta, suspirando hondo antes de sonreír levemente, ya que, después de todo, para ella, aun cuando tal verdad sea motivo de felicidad, al mismo tiempo, le preocupa pues es la vida del Príncipe Elliot la que está también en juego.

-“¿Cómo?”- pregunta por lo bajo el Emperador Ariel, tal vez porque teme a la respuesta.

-“Como todo aquello que no logro ver; Destino lo guió, directo hacia nosotros, o más bien, directo a Elliot”-

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Notas finales:

Los miedos de Natsuhi parecen consumirlo cada vez, pero ya ven, a pesar de ignorar lo que sucede, Elliot sabe calmarlo, aunque sea muy infantilmente ¿No lo aman? Es una ternura de muchacho jajajajajajajaja.


Y bueno, el pobre Franny estaba temiendo haberse liado con sus padrinos y ya ven que no, ellos lo quieren igual que siempre o hasta más.


Se estarán preguntando por la confusa conversación que tuvieron los adultos, más por la mención de esos hijos a los que ellos consideran perdidos, me temo que a pesar de que más adelante daré unos cuantos detalles más, la situación de Derien y Alexandr planeo resolverla hasta después de esta historia ^^


Como regalo para que los admiren, acá les dejo a nuestros queridos adultos ^^


Yukari Canella Darko, la ex esposa de Night y madre de Connan y Assassin


http://i753.photobucket.com/albums/xx179/Hanna_Darko/Luz%20En%20Mi%20Oscuridad/Yukari.jpg


Ariel Alexandre D'Celes, Emperador de Celes y papá de Alexis, solo vean porque Alexis salió tan bello 


http://i753.photobucket.com/albums/xx179/Hanna_Darko/Luz%20En%20Mi%20Oscuridad/JackVessaliusfull294693.jpg


Y finalmente, los adorables esposos Joseph Romeo Darko y Farielle Airi Darko 


http://i753.photobucket.com/albums/xx179/Hanna_Darko/Lagrimas%20de%20Jade/FarielleJosephRHannaII.jpg


Ahora si, les cuento que onda con estas mis últimas dos semanas, primero, he vuelto a la uni, un año más de pesadilla en la cual solo pienso en matar a mis compañeros, mi mamá dice que si sigo así me van a mandar al psiquiatrico porque no puede ser que los odie tanto, jajajajajajajajajajajajaja


Y, en noticias más alegres, mi noche de ayer se vio embellecida cuando por fin, mi hermoso automóvil llegó a casa, amo a mi Viorel, es tan blanco y tan bonito -si, le puse nombre a mi auto, yo le pongo nombre a todo así que no se asusten- y además, esta mañana se tornó aun más bella cuando me entregaron mi nuevo teléfono móvil, es una maravilla, me encanta, así blanco y todo, tercera noticia alegre, ME GRADUO EN 9 MESES!!!! en 9 meses seré toda una abogada, aun no lo puedo creer!!!!


Ah, gente linda, gracias por leerme, los quiero a todos y más que nada, gracias a quienes me dejan sus bellos reviews, espero que hoy me lleguen muchos más para aumentar mi felicidad >w<


Gracias a Princess Natsu, a Soren Hime, a Artemis-chan, a Alvasa-chan, a Rima-chan, a Tsubaki-chan, a Dark Vampire, y a Ioi que merece un aplauso porque después de mucho esfuerzo, por fin nos ha alcanzado >w< chicos, perdón por no poder responderles todos sus reviews pronto cuando ustedes me los dejan con tanto cariño, pero como es mi último año en la uni se me dificultan las cosas, de todas maneras trataré de contestarlos más rápido para la próxima ^^


Nos vemos en dos semanas, cuídense mucho y tengan éxito en todo, gracias por leerme


Au Revoir~!!!!


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