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Luz En Mi Oscuridad por Darko Princess

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Notas del capitulo:

Hola a todos, primero que nada, me disculpo por la demora, y segundo, procederé a excusarme en las notas finales, por lo pronto, los dejaré con el capítulo porque sé que ya han esperado mucho por él, de nuevo, me disculpo u,uUU

XXXV

Por Amor…

 

 

Una y otra vez la idea de escaparme de mi odioso cuñado había cruzado por mi mente sin parar, durante los agradables minutos en los cuales me había dedicado a mirar a Natsuhi meter cosas al carrito, en su mayoría chucherías; pero mientras más lo pensaba, más me daba cuenta de que sería imposible, no porque yo no pudiera escaquearme de su presencia sino porque no quería hacerle eso a mi esposo, apartarlo de la única persona que había sido buena con él en medio de los horribles años en los que estuvo encerrado.

Aunque una parte de mí se había sentido levemente aliviada cuando al empezar nuestro camino hacia el estacionamiento, él simplemente seguía sin aparecer, tan así, que en cuanto su presencia se dejó sentir justo detrás de nosotros, la tentación de suspirar hondamente casi estuvo por superarme.

En lugar de eso, me había vuelto hacia él, aferrándome a la mano de Natsuhi cual si fuese mi único refugio y freno para no atacarlo, para no gritarle que él no era nadie como para atreverse a juzgarme sin siquiera conocerme en lo absoluto. Más en lugar de hacer cualquiera de esas cosas, me había quedado callado, observando de reojo la expresión en el rostro de mi esposo al encontrarse con la indescriptible sorpresa de ver a su hermano con un pequeño niño en brazos.

En un cierto modo, me aterraba la reacción que Natsuhi pudiese mostrar ante eso, primero sus bonitas cejas se habían enarcado y luego su ceño había adquirido un frunce mientras que sus labios dejaban escapar un hondo suspiro, formando después una extraña sonrisa, casi dolida, triste, antes de           que finalmente dejara salir casi en un susurro algo como “Vaya, parece que no soy el único que tiene mucho que explicar”.

Seguido a eso, no me tomó ni medio segundo darme cuenta de que ahora los papeles se habían invertido, no solo con respecto a las explicaciones, sino también en el hecho de que era Natsuhi quien en esos momentos se aferraba a mi mano, buscando sustento y refugio, uno que no iba a negarle. Acariciando sus dedos delgados y de piel suave con extrema ternura, lo miro apenas, sonriéndole ligeramente, casi queriendo decirle que todo está bien, que estaré a su lado sin importar el qué. Pero no hace falta, él me entiende, sin necesidad de palabras, solo nos basta con un breve intercambio de miradas para comprendernos, a un nivel que nadie más puede.

Y tan solo me encantaría que su hermano pudiese comprender eso, pero desde luego nunca es fácil, no para mí, no cuando cualquier acto meramente bueno y desinteresado que pueda llevar a cabo, se verá siempre aplastado por una simple palabra: “Demonio”, porque eso es lo que soy y siempre seré, sin importar el qué.

-“Papi… ¿Quiénes son?”- pregunta de repente una vocecita, dulce, adormilada y suave, haciéndome mirar de reojo en aquella dirección, topándome de inmediato con unos orbes enormemente verdosos mirándome fijamente, si, esa pequeña criatura no mira a Natsuhi, sino a mí, haciendo que un inusual deseo de huir se apodere de mí.

Después de todo, ¿Qué tan conveniente puede ser que un crío inocente como ese este cerca de alguien como yo? Nada conveniente. La respuesta es tan abrumadora y pesada que por fin comprendo a Tsuki, no, más bien a Yeidher, “Nunca seré lo suficientemente bueno para él” ¿Pero que se supone que haga? Soy tan egoísta que sin importar cuán convencido este de lo malo que soy, no lo dejaré ir, no puedo, este es mi punto máximo de locura, en el cual me aferro a Natsuhi como el demonio idiota egoísta que soy, sin ninguna intención de dejarlo ir, nunca, nunca, jamás.

-“¿Recuerdas que te hablé sobre mi hermano pequeño?”- pregunta Tsuki con suavidad, en un susurro tierno dedicado únicamente al que seguramente es su pequeño hijo –“Bueno, es él… él es tu tío Natsuhi, ¿Quieres ir a saludarlo?”- no me atrevo a mirar hacia allá, es más, estoy tan tentado a soltarme de Natsuhi y encerrarme en mi auto hasta que las reuniones familiares a las que yo no pertenezco finalicen, que por eso me sonrío con cierto pesar.

Si, pesar, porque de nuevo las palabras dichas por Yeidher aquella vez, resuenan una vez más en mi cabeza, tanto, que cuando siento algo tirar de la tela de mis pantalones, involuntariamente doy un pequeño bote, mirando primero hacia abajo, topándome con esos orbes verdosos que me observan con tanta curiosidad, que sin soportarlo, aparto mi mirada, dejándola sobre Natsuhi quien me sonríe apenas, casi burlándose de que su sobrino se aferre a mí tan interesado mientras que a él prácticamente lo está pasando por alto.

-“¿Cómo te llamas?”- me pregunta, volviendo a tirar de la tela de  mis pantalones y viéndose tan adorable que por eso sonrío levemente.

-“Elliot…”- contesto apenas, viéndolo asentir como encantado por algo que no comprendo.

-“Es bonito… tu igual… ¿Eres amigo del tío Natsu?”- sin querer siento que los colores se me suben a las mejillas por tan inesperado y curioso halago, al final incluso me río un poco, mirando brevemente a mi esposo, quien parece de lo más intrigado por la respuesta que daré.

-“Algo así”- digo finalmente, riendo otro poco al verlo parpadear confundido, viéndose aun más tierno, tanto, que comienzo a creer que este niño será mi sobrino favorito, a diferencia de Jonasis.

-“Me gustas”- esta vez si que me río, no solo por eso sino por la mirada de celos que Natsuhi pone, ahora de repente me siento muy feliz, porque tal vez sea solo un niño pero al menos él si me acepta y si, puede que sea patético de mi parte pensar así más creo que es mejor esto que nada.

Sobre todo viendo la forma tan alegre en que el pequeño sonríe al verme reír, alzando de pronto sus bracitos hacia mí en un gesto que no tardo en comprender, y sobre todo en cumplir, levantándolo en brazos cual si fuese un pequeño koala sonriente.

-“Riku…”- lo nombra Tsuki un tanto sorprendido y asustado, acercándose a prisa, probablemente con la intención de quitármelo, porque seguro teme a lo que el demonio, o sea yo, le pueda hacer a su hijo.

-“Eres más bonito cuando te ríes”- suelta como si nada el niño, sacándome otra risa, más al ver el aura celosa que Natsuhi ya trae.

-“Lo es… pero… ¿Sabes Riku? Elliot es mío”- comenta Natsuhi con voz dulce, abrazándose a mí y mirando fijamente a su sobrino. Me dan tantas ganas de repetirle lo hermoso que se ve así celoso, pero al mismo tiempo la risa me quiere ganar, es tan irónico y ahora pienso ¿Yo me veo así cuando me peleo con Jona? Supongo que por eso Ale se ríe tanto de nosotros cada que nos ve así.

-“¿Si? ¿Igual los juguetes?”- pregunta curioso, con la mirada fija en la tremenda cantidad de animales de felpa que llenan mi auto.

-“No, esos son para el bebé que vamos a tener”- contesto con una sonrisa, mirando hacia mi esposo, queriendo recordarle que en efecto, soy suyo, tanto que por eso me esmeré en hacerle un bebé.

-“¿Voy a tener un primito?”- los orbes verdosos se abren sorprendidos e ilusionados, fascinados por la idea, casi tanto como nosotros cuando asentimos enérgicamente con la cabeza –“¿Y dónde está ahora?”- agrega, mirando de uno al otro, incluso hacia su padre, quien solo nos observa con cautela, más a mí, probablemente esperando el mejor momento para quitarme a su hijo.

-“Esta aquí”- le señalo, acomodándomelo mejor antes de poder posar mi mano en el aun plano vientre de mi esposo, ese lugar en donde al dejar suaves caricias puedo sentir a nuestro pequeño bebé.

-“¿El tío Natsu se lo comió?”- me río ante su ingenuidad, negando apenas, mientras Natsuhi y yo intercambiamos miradas dichosas, tan felices, tan tranquilas y tan cargadas de esperanzas, las mismas miradas que hemos estado mostrándonos desde que supimos que seríamos padres.

-“No, él bebé estará ahí hasta que crezca un poco más”- explico, aun sin poder dejar de sonreír, tratando de imaginarme a mi hermoso y dulce esposo con su pancita, llevando a nuestro Momiji en él, hasta que el momento en que podamos tenerlo entre nuestros brazos por fin llegue.

-“¿Cómo la mamá canguro y sus canguritos?”- pregunta Riku, yo solo asiento, dándome cuenta de que a pesar de cuan pequeño es aun, también es bastante listo y lindo, no como su padre, quien sigue mirándome feo, casi deseando que le dé una buena patada.

-“Sip, justo como eso”- asiente Natsuhi, acercándose más y acariciando una de las mejillas del pequeño Riku –“¿Vendrás a jugar con él y serás buen primito?”- le pregunta con una sonrisa, mostrando cuan feliz es de que por fin, todo parezca estar tomando el correcto orden en nuestras vidas.

-“Aha… pero ¿Todos esos juguetes son para el bebé?”- vuelve a preguntar, mirando fijamente de nuevo hacia allá.

Yo niego apenas, dejándolo entre los brazos de Natsuhi tan solo para abrir una de las portezuelas traseras del auto y rebuscar entre el montón de animalejos uno lindo para él, hasta que finalmente termino por encontrar un oso de felpa de un suave color celeste, casi tan bonito como el azul del cabello de Riku.

-“Este es para ti”- los ojos del pequeño parecen brillar aun más en cuanto tiene el oso a su alcance, abrazándolo fuerte antes de volver a mirarme.

-“¡Gracias! ¿Te puedo decir tío Elli?”- me pregunta de repente, aferrándose a su oso y observándome no solo fijamente sino con cierta ilusión y anhelo.

-“Si, puedes decirme como quieras”- contesto con una sonrisa, nunca antes me había sido tan fácil tratar con un niño, sobre todo con uno así de pequeño, pero supongo que es por la ternura que Riku me inspira, es tan diferente a Jonasis o a cualquier otro niño que haya conocido, que simplemente no puedo evitar el ser así con él –“¿Quieres venir a conocer nuestra casa?”- pregunto, acariciando con cuidado su cabello, con el mismo cuidado con el que lo he estado tocando, casi temeroso de dañarlo, pero es que es tan pequeño, que la idea me aterra, tanto como me aterra que en un futuro pueda dañar a mi propio hijo por alguno de mis descuidos.

-“¿Podemos ir papi?”- pregunta volviéndose hacia su padre, quien asiente complacido, seguramente porque esto es mejor de lo que previó, porque ahora verá el lugar donde mantengo “cautivo” a su querido hermanito, tonto.

-

-

Mientras conduzco no puedo evitar reírme de los comentarios de Riku, quien sentado en el asiento del copiloto señala mil y un cosas en el camino, diciendo alguna ocurrencia de niño, de esas que nunca antes me había detenido a escuchar, pero que ahora me parecen tan entretenidas, tanto, que estoy deseando más y más por tener mi primera “conversación” con mi hijo.

Desde atrás Tsuki no deja de mirarme, más bien de vigilarme, mientras Natsuhi suspira frustrado seguramente por no poder estar sentado junto a mí y también, por el hecho de que su hermano no me de tregua alguna, al menos por el momento no me importa, no cuando termino riéndome del acertado comentario de Riku sobre que la cara de la señora que conduce el auto junto al mío, parece de camello.

Se me da tan bien la de ignorar a Tsuki que por eso al llegar, todo lo que hago es bajarme, volver a tomar a Riku en brazos y caminar hacia el ascensor sabiendo que tanto mi esposo como mi cuñado nos siguen mientras nosotros seguimos con nuestra peculiar charla, o más bien, soy yo quien esta de lo más entretenido escuchando a mi sobrino hablar sobre la guardería a la que su padre lo lleva.

-“Por favor Tsuki… Elliot es un buen esposo, él me ama”- escucho a Natsuhi murmurar hacia su hermano, probablemente tratando de convencerlo una vez más de que me deje en paz, pero al menos por el momento no me importa; que diga y haga lo que quiera, porque sea como sea, yo ya he ganado, Natsuhi es mío, es mi esposo y no hay nada ni nadie que pueda cambiar eso, ni siquiera él.

Me sonrío complacido por dicho pensamiento, es mi triunfo, mi victoria, y probablemente aparte del hecho de tener a su hermano pequeño, odie aun más el que yo pueda estar tan como si nada con su hijo en brazos, escuchando los que ahora son prácticamente susurros pues no me cuesta nada notar que después de tanto parloteo, Riku ha comenzado a dormirse otra vez por el cansancio, que seguramente es tanto ya que para cuando llegamos al departamento, el sueño ya lo ha vencido.

Pienso por un momento en dejarlo sobre uno de los sofás de la sala de estar pero finalmente, y tomando en cuenta lo incomodo que sería para un niño así de pequeño, termino por llevarlo a una de las habitaciones de huéspedes y arroparlo bajo la atenta mirada de mi cuñado quien sigue esperando que intente comerme a su hijo o algo peor. De nuevo pienso, tonto, y seguro que lo seguiré pensando por mucho tiempo más.

Sobre todo si es que piensa mirarme tan de mal modo cada que toque o abrace a Natsuhi, como ahora que por fin vuelvo a tener a mi gatito entre mis brazos mientras caminamos hacia la sala de estar, y yo no dejo de murmurarle al oído lo mucho que lo amo, consiguiendo hacerlo sonrojarse y sonreír levemente.

-“No quiero que tengas tantas confianzas con mi hijo, demonio”- dice al fin Tsuki, reventando mi pequeña burbuja de tranquilidad.

-“Haré lo que se me venga en gana, tu no eres nadie para darme ordenes”- contesto, apartando la mirada del lindo cuerpecito de mi esposo para dejarla justo sobre mi cuñado de manera fija y penetrante, para dejarle en claro de una buena vez quien pone las reglas del juego, yo.

-“¡Yo soy su…!”- empieza a replicar de inmediato, alzando la voz y callándose luego en cuanto me ve soltar a Natsuhi solo para darme la vuelta y comenzar a alejarme –“¿A dónde crees que vas, demonio?”- prácticamente exige saber, yo solo sonrío de lado, volviéndome apenas, otra vez mirándolo como solo yo puedo hacer.

-“No voy a quedarme a intentar hablar contigo porque no vas a escucharme, por lo tanto, prefiero no desperdiciar mi tiempo”- ni siquiera me inmuto por su mirada cada vez más furiosa puesta sobre mí, no me asusta, después de todo, ni siquiera en mil años podría llegar a mi nivel.

-“Te rindes entonces, vaya cobarde”- algo parece hacer “click” en mi cerebro al escuchar su burla, de tal modo que me vuelvo por completo, a nada de atacar, frenando solo al momento en que Natsuhi se cruza en mi camino, obligándome a quedarme ahí parado, cerrando con fuerza las manos en puños.

-“Elliot, no por favor”- murmura, haciéndome suspirar pesadamente, tratando de controlar mis impulsos.

-“Esta bien, pero solo por ti”- finalmente logro decir, volviendo a suspirar –“Iré a trabajar un rato, y tal vez piense en la cena”- murmuro solo para que mi gatito me escuche, antes de girar otra vez con la intención de irme.

-“Elliot”- la voz de Natsuhi y su mano aferrándose a la mía, me hacen detenerme una vez más, volviéndome apenas, entrelazando su mano con la mía –“Te amo”- susurra apenas, justo antes de jalarme hacia él para besarme.

Por instinto rodeo su cintura con mi brazo, acariciando su espalda con mi mano libre mientras la suya acuna mi mejilla para que no me aparte, pero no pienso hacerlo, no cuando puedo saborear la dulzura y calidez de sus labios que se entreabren apenas para permitirme besarlo más profundamente mientras se aferra a mí y lo siento pararse sobre las puntas de sus pies con tal de alcanzarme mejor. Me sonrío, dejando un par de suaves besos más y una leve mordida en sus labios antes de finalmente apartarme y contemplar no solo el brillo en su mirada sino sus mejillas deliciosamente sonrojadas.

-“Yo también te amo”- le murmuro al oído rozando con los labios su suave mejilla antes de finalmente soltarlo y alejarme de ahí, luchando contra la tentación de alzarlo en brazos y llevarlo a nuestra habitación para dejarlo sobre nuestra cama y hacerlo mío una vez más.

Pero tengo tiempo para eso, porque sin importar cuánto me odie Tsuki, aquello termina valiéndome demasiado poco a comparación de lo mucho que significa el amor entre Natsuhi y yo. Por eso no me preocupo, ya que aun si mi tonto cuñado se niega a aceptarme, Natsuhi seguirá siendo mi esposo del mismo modo en que yo seguiré siendo suyo.

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Me asusta, todo lo que está a mi entorno, me asusta, por fin he llegado a ese terrible punto en que ya no sé cómo seguir; me he enamorado, esta vez de verdad, de Hyaweh, y la idea me aterra tanto que no puedo sino encogerme en mi sitio y mirar sin ver el plato de galletas frente a mí; saladas, son galletas saladas, las que con pesar he comprobado, son las únicas capaces de apartar las nauseas que últimamente no me dejan en paz.

Embarazado y perdidamente enamorado, no podría ser mejor ¿Verdad? Lo sería si todo estuviese bien, pero no lo está, va a dejarme, Hyaweh va a dejarme porque he sido tan cobarde como para negarme lo que siento por él, aterrorizado únicamente por la fatídica idea de salir lastimado una vez más, como aquella vez, cuando me entregué por primera vez a ese hombre, a ese humano, no, más bien, cuando permití que me violara, jamás debí dejarlo, porque aquello solo hundió mi poca autoestima hasta hacerla nula, hasta permitirle hacer de mí un guiñapo lloroso, el mismo que por su culpa se quitó la vida y lo perdió todo.

Y jamás pensé en volver a pegar todos los trozos de mi corazón, pero están mal pegados, por eso tengo tanto miedo, más ahora que llevo semanas sin ver a Hyaweh otra vez. Me estoy cayendo por dentro, ¿Es que nadie lo ve? No, no es que nadie lo vea, es que no he permitido que lo hagan, porque en lugar de luchar contra el inevitable final, lo único que he hecho ha sido mal esconderme, o más bien, ponerme de escudo contra esos locos que amenazan la vida y felicidad de mi mejor amigo.

Más no soy el único, desde luego que no, me basta con levantar la mirada apenas como para recordarlo. El rostro de François luce igual que el mío, una apacible calma y resignación parece haberse apoderado de él. Me gustaría por lo menos poder darle palabras de ánimo, pero no las tengo, estamos igual, o bueno, casi igual, después de todo, a mi me dejan siempre por hartarse de mí, en cambio a él…

-“¿Sabes que en realidad él no quiere hacerlo, verdad?”- pregunto apenas, casi en un murmullo.

-“Lo sé, por eso yo también me iré, después de la reunión, será lo mejor para los tres”- me contesta en el mismo tono, si, lo mejor para los tres, es justo lo mismo que he estado pensando.

Una vez que Hyaweh se vaya, yo igual desapareceré, porque de ningún modo permitiré que los vampiros se acerquen a Seth, ellos no van a quitármelo, al menos por esto si lucharé. Por Hyaweh no, aunque a momentos quiera intentarlo, sé que ya no hay remedio.

Hoy es el día, me repito mentalmente cuando escucho sus pasos en el pasillo. Ya no lo veré más, y ante ese pensamiento, la loca idea de intentar morir, una vez más cruza por mi mente, más al oír el susurro de sus cosas mientras son guardadas en su valija.

Aun así, aun cuando me dije a mi mismo de no luchar contra ello, mi corazón se resiste a dejarlo así, por eso hace que me levante y camine vacilante hasta mi habitación, parándome justo bajo el marco de la puerta, solo observándolo en silencio.

-“Hyaweh…”- lo llamo, con la voz temblándome tan patéticamente que me dan ganas de huir.

-“No me digas nada, ambos sabíamos que este momento iba a llegar”- si, lo sé, ambos lo sabíamos pero, es la primera vez que amo de verdad –“Soy viejo, no estúpido, y ya estoy harto de esto”- eso también lo sé, tal vez por eso me duele más haberme dado cuenta tan tarde de lo que en realidad siento.

-“Al menos lo intenté”- me sonrío con tristeza, si, lo intenté pero una vez más me salió mal, como todo en mi vida.

-“Pero fue imposible, porque al fin y al cabo ese humano tiene la razón, estas roto y no puedes amar”- las lágrimas comienzan a caer una tras otra nublándome la visión, no, eso no, justamente eso no.

Niego fieramente con la cabeza, tratando de decir algo, de contradecir aquello, pero no logro hablar, porque una vez más los recuerdos son tan agrios, tan tristes, y tan terribles, que una vez más siento ser ese niño huérfano atrapado en un oscuro orfanato, el hijo de una madre muerta y un padre que me abandonó sin siquiera verme una sola vez; vacío por dentro, roto, como un juguete viejo y defectuoso, porque al fin y al cabo, eso soy ¿No?

-“Hyaweh… no… eso no es… yo… yo… te…”- trato inútilmente de decirlo pero me callo al ver la sonrisa burlona en su rostro, no me cree y es mi culpa, solo mía.

-“Ni siquiera intentes decirlo, no voy a creerte”- y eso es todo, lo único que me queda es verlo marcharse, se va tranquilo porque sabe que ni siquiera haré por perseguirlo o por buscarlo. Soy inútil hasta para eso.

Por eso todo lo que hago es resbalar por la pared y quedarme ahí sentado con la cabeza enterrada contra mis rodillas, escuchando la puerta cerrarse, llevándose con ella a mi único verdadero amor, todo por mi estupidez. Trato de acallar mi llanto pero tampoco logro eso y tiemblo aun más al sentir a François abrazarse a mí; incluso había olvidado que estaba aquí, pero su presencia sirve para reconfortarme lo suficiente como para acallar los oscuros pensamientos que por un momento invaden mi mente.

No lo haré, no intentaré terminar con todo otra vez, pero ya no por mí, sino por Seth, por Seth voy a luchar, a levantarme y a ya no depender de nadie, no ahora que alguien necesita de mí, tal y como François ha decidido que hará. Si tan solo él pudiese ser feliz, a diferencia de mí, entonces al menos me quedará la sensación de que la felicidad no es algo prohibido.

Pero al menos por ahora, no quiero que me deje solo, estar abrazado a él, dejando que mis penas fluyan, es todo lo que en estos momentos me queda, se supone que debería ser al revés, pero la vida es muy injusta con alguien tan tonto como yo, por eso me conformo con esto, será la última vez que llore, después de hoy, Hyaweh solo será un recuerdo, si, un agridulce recuerdo de lo que nunca fue…

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Llevamos ya una hora en silencio, soy incapaz de decir algo, no, peor aún, ni siquiera puedo sostenerle la mirada a mi hermano mayor, me siento como un chiquillo a punto de ser regañado por haber hecho algo realmente malo. ¡Pero no lo hice! No he hecho nada mal, amo a Elliot y él me ama, tendremos un bebé, y no me importa más nada, así que no tengo porque sentir culpa alguna.

-“Elliot estuvo ahí cuando tu no, él me protegió cuando más lo necesité”- es lo primero que logro decir, suspirando hondamente, dispuesto a defender no solo mis sentimientos, sino más bien a la persona a quien tanto amo.

-“Pero es un demonio”- ¿Eso es todo lo que realmente le importa decirme? Si, es un demonio, ¿Pero qué importa cuando me ama tanto y yo a él?, ¿Qué importa cuando yo también lo soy?

-“Lo juzgas sin siquiera conocerlo”- defiendo seriamente, esta vez mirando por fin a mi hermano a los ojos –“Si, es un demonio y lo he visto matar, no solo eso, lo he visto matar por mí”- confieso sin titubear, no tengo porque, no cuando es cierto, no cuando sé que por mí Elliot haría hasta aquellas cosas que cualquier otro no podría ni pronunciar.

-“Precisamente, ¿No lo ves? Si intentas irte te matará”- niego enseguida, no sabe cuán equivocado esta, pero yo si lo sé, porque después de todo, hace no mucho traté de huir y en lugar de matarme, me ha dado el mejor regalo de todos, un hijo de los dos.

-“No lo hará, ha tenido tantas oportunidades y simplemente no lo ha hecho porque no quiere, porque me ama”- insisto tercamente, si, porque soy un terco y Tsuki lo sabe muy bien, así que ya debería de estarse haciendo a la idea de que no voy a ceder tan fácilmente.

-“¡Natsuhi, es un demonio!”- replica una vez más, alzando la voz un par de tonos, logrando que me muerda los labios intentando no contestar a su provocación.

-“¡Es mi esposo!”- pero no logro contenerme, y no lo haré si es por defenderlo, aun cuando sea de mi propio hermano.

-“Natsu, no es solo eso, ¿Qué pasará cuando Cheshire decida terminar su trabajo?”- esta vez me quedo callado y quieto, como entre la espada y la pared, incapaz de decidir si revelar uno de los más grandes secretos de Elliot –“Ya sé que Laxur le envió justamente a él para matarte, de hecho, ella ya ha dicho a La Sociedad que Cheshire te asesinó, para todos, llevas ya casi dos años muerto”- vaya, eso no me lo esperaba, otra vez me muerdo el labio, pero en esta ocasión es por no entender qué pretende mi madre con eso, ella sabe que estoy vivo, o más bien, puede que en ese momento ella pensara que en efecto, yo ya estaba muerto, ¿Cuánto le habrá tomado darse cuenta del engaño?

-“Cheshire no va a matarme, es mi esposo, no se atrevería ni siquiera a hacerme daño”- murmuro inseguro, flaqueando entre la delgada línea de seguir cubriendo la verdad o admitirla finalmente.

-“¿Qué?”- suspiro hondo de nuevo, aun sin poder decidirme.

-“Tsuki, él es mi esposo, Elliot… él… él es Cheshire”- por un momento siento que el tiempo se detiene a nuestro alrededor, por fin lo he dicho, tal vez he destapado la caja de pandora pero no hay vuelta atrás, no si quiero que mi hermano acepte finalmente las decisiones que he tomado.

-“Eso no es…”- trata inútilmente de replicar, con la voz casi temblándole, pero todo lo que hago es mirarlo directo a los ojos y asentir lentamente, confirmando lo que ya he admitido.

-“¿Sabes? Hace ya casi dos años, Cheshire fue tras de mí, y estuvo a punto de matarme, pero en lugar de eso, sanó mis heridas, cuidó de mí, y apenas un par de noches más tarde, me hizo su esposo; justo cuando creí que todo había terminado para mí, Cheshire… no, Elliot, llegó a mi vida y entonces todo tuvo sentido; y aunque en un principio fue difícil para mí, ahora me doy cuenta de que nací para amarlo y él, Elliot nació para mí, para encontrarme”- me sonrió, acariciando con suavidad ese lugar en donde mi pequeño crece, porque más que haberle confesado a mi hermano lo que siento, me lo dije a mi mismo, al fin he sido capaz de ver todo con claridad y más que nada, de aceptarlo.

-“Supongo que una vez más no podré hacerte cambiar de parecer”- escuchando el hondo suspiro que Tsuki da, creo que por fin él lo ha asimilado también, puede que no del todo, pero ya es un avance.

-“No, desde luego que no, además, tu no puedes juzgarlo por ser un demonio, porque yo también lo soy”- es mi turno, es hora de que diga la verdad sobre mí también –“Yo no estoy maldito, nunca lo he estado porque yo también soy un demonio”- y puedo ver, por la mirada que me dedica, que seguro cree que estoy loco, o peor, estará pensando en que es una más de las mentiras de Elliot para retenerme a su lado, pero no lo es, no es una mentira, es mi realidad.

Aunque ahora de nuevo dudo sobre cómo seguir, o más bien, es que no encuentro forma de comenzar con mi propia verdad, de recordar que la razón por la que estoy vivo y existo, es debido al sacrificio de Nahra, ¿Cómo hablar sobre eso cuando hay noches que he tenido pesadillas sobre ello?

-“Mis ancestros eran demonios, ellos iban a extinguirse, así que uno de ellos subió aquí y se infiltró justo entre los Lee, mucho antes de que La Sociedad e incluso mucho antes de que los no humanos existieran, y después de formar una familia fue descubierto, los Lee lo asesinaron pero… supongo que de alguna forma, su hijo, pese a ser humano llevaba en él su verdadera herencia y aquello debió pasar de generación en generación hasta llegar a mí”- en ningún momento he dicho su nombre, el nombre de Nahra, porque incluso a mí me duele, solo por saber el horror al que se enfrentó, el mismo destino terrible del que Elliot me salvó.

-“Entonces la razón por la que no puedes salir al sol es esa, porque eres parecido a los vampiros”- asiento lentamente, es una forma de decirlo, la otra, la que no quiero revelarle es justamente la que habla sobre el porqué la luz del día podría matarme.

-“Antes no podía, pero ahora sí, gracias a que Elliot me dio estos”- murmuro, enseñando apenas tanto mi anillo de matrimonio como el de compromiso, pero es porque me da algo de pena que mi hermano los vea, tanta que incluso siento el momento en que el calor sube a mi rostro.

-“Con solo verlos comienzo a pensar que aparte de matar a toda esa gente, se aprovecha también de vaciarles los bolsillos”- susurra un tanto serio, sin apartar la vista de mis dos anillos, a lo que yo solo suspiro, recordando que aparte de todo, mi esposo no tiene necesidad alguna de hacer algo tan bajo.

-“Elliot no hace eso, tiene un buen trabajo y además, su familia es acomodada”- si, prefiero decir “acomodada” a tener que confesar también el hecho de que Elliot no es solo un demonio, sino un Príncipe, mi muy extravagante Príncipe.

-“Natsu, los Kazuma y los Lee son acomodados, esto ya es excesivo”- replica de inmediato, recordándome que tampoco es tonto, o al menos no lo suficiente como para no notar cuan valiosas son ambas joyas.

-“Es que no se si deba decirte sobre eso”- murmuro un tanto dubitativo, y es que hablar sobre los Darko me da la sensación de que de algún modo terminará haciéndome hablar sobre los Valmontt e, inevitablemente, sobre Nahra.

-“Se va a enterar tarde o temprano”- nos interrumpe alguien, haciéndome levantar la mirada de inmediato para toparme con los orbes color escarlata de Haylley, quien nos mira apoyada justo bajo el marco de la entrada a la sala de estar.

-“Haylley…”- consigo susurrar, un tanto nervioso, apartando la mirada de la de ella de inmediato, temiendo a su reacción.

-“No hagas eso, yo solo ataco cuando tengo que, y a ti nunca te haría nada, después de todo, eres mi muy adorable cuñadito”- comenta como si nada, en un tono por demás calmo y hasta podría decir que divertido, seguro que para ella es la mar de gracioso verme así de nervioso.

-“Pero es que…”- replico apenas, casi sin ganas.

-“Dije que no pasa nada ¿No?”- insiste, yo solo asiento con la cabeza, apenas mirándola, porque otra vez tengo esa sensación de haber hecho algo malo y por lo cual, espero que alguien me regañe –“Buenas noches, soy Haylley, hermana menor de Elliot y, tu eres… Tsuki… Tsuki Kazuma”- esta vez si que la miro, un tanto perplejo no solo por la calma que muestra al presentarse sino también por haber reconocido a mi hermano.

-“¿Cómo sabe mi nombre?”- pregunta enseguida Tsuki, frunciendo el ceño y mirándola fijamente. Haylley solo sonríe, encogiéndose de hombros, como restándole importancia a aquello.

-“Tengo mis trucos”- contesta ella como si nada, haciéndome comprender, ella seguramente lo vio, con… con su don.

-“Así que también es un demonio”- Haylley ni siquiera contesta, solo vuelve a encogerse de hombros, supongo que porque para ella, después de tanto tiempo no debe de serle la gran cosa.

-“¿Mi hermano?”- me pregunta en cambio, buscando con la mirada por Elliot, sin encontrarlo, por supuesto. Aunque más bien, probablemente solo lo haga por educación ya que dudo mucho que le cueste trabajo hallarlo.

-“Debe estar en el estudio, dijo que trabajaría un rato”- contesto al fin, viéndola asentir de nuevo mientras se vuelve en aquella dirección, dejando su mirada por unos momentos sobre Tsuki, analizándolo a detalle.

-“Por cierto, nuestro apellido es Darko”- dice como si nada, dejándonos a ambos en completo silencio, paralizados, yo, porque no esperaba que ella fuese a delatarse tan fácilmente y, mi hermano, tal vez porque la mención de los Darko es sinónimo de peligro.

El mismo que lo hace reaccionar y correr tras Haylley, conmigo siguiendo sus pasos hasta que ambos nos detenemos frente a la puerta abierta del estudio. Haylley está ahí, quieta y en silencio, apoyada en el respaldo del sofá, mirando a Elliot dormir tan pacíficamente, igual que un niño, si, justo igual al niño entre sus brazos.

-“Riku…”- lo llama Tsuki, debe estar asustado y alarmado, más que antes, de que su hijo este tan cerca de Elliot. Pero mi sobrino ni se da por enterado, solo se acomoda para seguir durmiendo.

-“Después de todo, Elle por fin se las está apañando con los niños”- murmura Haylley en cambio, sonriendo un tanto más ante semejante escena. Yo igual sonrío, y es que mi Elliot se ve tan perfecto así, que incluso me da pena despertarlo.

Más en lugar de traerlo de vuelta desde el reino de Morfeo, todo lo que hago es apartar con cuidado a Riku de sus brazos para entregárselo a Tsuki, mientras que yo aprovecho el poder acariciar con ternura los rojizos cabellos de mi esposo, quien no hace más que acomodarse con tal de seguir durmiendo entre toda la tanda de papeles arrugados en los que seguramente deben haber fragmentos de composiciones suyas.

-“Debe estar muy cansado, él no suele dormirse sin terminar algo”- murmura Haylley, sonriendo tiernamente, seguro al verlo así; luego su mirada queda fija en mí unos momentos –“Por eso, iré a ayudarlo con la cena”- agrega sonriendo un tanto más, esta vez saliendo corriendo probablemente hacia la cocina.

Yo igual sonrío, haciéndome un pequeño espacio en el sofá con tal de sentarme y mirar más calmadamente el rostro dormido de mi esposo, luce tan tranquilo, tan sereno, tan inofensivo y sobre todo, tan apuesto y dulce, que sin poder evitarlo, termino inclinándome hacia su rostro, dejando un suave beso en su frente, con el cual sus parpados se cierran fuertemente mientras sus pestañas tiemblan y al instante siguiente, me siento perderme en un profundo mar escarlata.

-“Natsu…”- su voz aterciopelada susurra mi nombre, robándome el aliento mientras siento sus brazos atraerme hacia él, haciéndome sentir su cuerpo cálido y el latir de su corazón, cada vez más acelerado, pasando del tranquilo palpitar del sueño, hasta el acompasado sonido que me muestra cuán despierto esta –“No me mires así, me dan ganas de tomarte”- murmura con una suave sonrisa, consiguiendo hacerme ruborizar de inmediato, justo como solo él sabe.

-“Tonto, sabes que no necesitas mi permiso para eso”- logro decir apenas, moviéndome solo lo suficiente como para juntar nuestros labios en un beso que él no duda ni por un segundo en corresponder antes de apartarme con suavidad y comenzar casi a olfatear el aire.

-“¿Qué es eso?”- pregunta de repente, frunciendo el ceño ante un aroma que yo tardo en percibir; y si, ¿Qué es eso?

-“Haylley”- recuerdo de pronto, más Elliot solo me mira fijamente unos segundos antes de levantarse aprisa y echar a correr hacia donde sin duda alguna, se encuentra la fuente de ese olor.

-“¡Loca! Sabes muy bien que tanto tu, como Ale y Natsu son un trío de pirómanos, así que salte de mi cocina”- le escucho reñirle. Esta vez soy yo quien frunce el ceño, tan malo no soy en la cocina, se defenderme bastante bien, es solo que no siempre recuerdo ciertas cosas.

-“Pero solo quería ayudar”- contesta la vocecita de Haylley, un tanto enfurruñada, o más bien, indignada.

-“Me ayudas más cuando no incendias mi casa”- replica de inmediato Elliot. Suspiro hondo, levantándome y sacudiendo un poco mi ropa mientras camino al lugar de donde provienen las voces, con mi hermano siguiéndome en silencio, probablemente un tanto turbado por lo de recién.

Pero en realidad no es algo tan fuera de lo común, o al menos no me lo parece más, ya que, después de todo, estoy bastante más que acostumbrado a mirar a Elliot moverse aprisa por la cocina, casi haciendo malabares con los trastos, sartenes e ingredientes.

-“Mejor ve a sentarte o no te daré de cenar”- le advierte a Haylley, aunque seguro ni él se lo cree, ya que es no es capaz de negarle nada a su hermana pequeña.

-“Ya, menudo gruñón vienes a ser, justo igual que Yeidher”- se queja ella, yendo a la mesa del comedor y dejándose caer pesadamente sobre una de las sillas frente a la mesa.

-“No es cierto”- replica Elliot, mirándola de mal modo, una vez más mostrando cuanto odia que lo comparen con su hermano mayor. Yo solo me río por su reacción, tomando asiento junto a Haylley quien sonríe satisfecha por haberlo fastidiado justo con eso.

Tsuki en cambio, vigila casi todos y cada uno de los movimientos de Elliot, indeciso sobre si sentarse o seguir mirándolo, desde la forma tan despreocupada con la que juega con los cuchillos, seguramente sorprendiéndose al ver la velocidad con la que corta las cosas, hasta la manera en que frunce levemente el ceño mientras calcula el tiempo de cocción de cada cosa. A mí en lo particular, me parece altamente adorable, no sé, es que después de casi dos largos años, he llegado a amar cada faceta que Elliot muestra, incluso las más oscuras, sus facetas casi prohibidas, aquellas que solo unos pocos han visto y peor aún, sobrevivido.

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Después de la cena, de reojo miro a Haylley recogiendo los platos, sonriendo como si nada aun cuando ambos sepamos que esta no es una simple visita para hacer tiempo de hermanos, pero al igual que ella, trato de fingir que no me importa ni me inquieta, en lugar de eso, prefiero admirar el rostro adormilado de mi esposo, quien después de tan agitado día, debe estar seguramente peleándose con sus cada vez más fuertes deseos por dormir.

En silencio me levanto, tan solo para tomar a Natsuhi en brazos y acomodarlo contra mi pecho, él apenas y me mira, frunciendo levemente su ceño y aferrándose a mi camisa mientras bosteza.

-“Me tratas como inútil”- murmura, bostezando luego. Yo niego con la cabeza, sonriéndole mientras encamino mis pasos hacia nuestra alcoba.

-“No es así, solo quiero que descanses”- contesto por lo bajo, con tal de no hacerlo despertar justo cuando lo dejo sobre la cama y lo arropo con las mantas. Esta vez ya no me replica nada, solo se acomoda y suspira, mirándome con sus ojitos cada vez más adormilados, se ve tan lindo que quisiera poder recostarme a su lado y quedármele mirando hasta que finalmente se duerma, pero no puedo, no esta noche.

-“¿Puedo quedarme con él un rato más?”- me pregunta Tsuki, supongo que ahora si se muestra receloso, igual que lo haría cualquiera después de oír mi apellido, aunque supongo que en él el sentimiento de inseguridad es peor, porque para él no soy el hermano humano de la Guardiana Oscura, sino mi verdadero yo, Elliot Darko, un demonio.

-“Si, pensaba pedirte justo eso”- contesto, rozando con los dedos una de las suaves mejillas de mi Natsuhi, viéndolo suspirar entre sueños, totalmente rendido al cansancio –“Pero no intentes escaparte con él, lo sabré”- advierto de todas formas, apartándome renuentemente de la cama mientras encamino mis pasos hacia donde seguramente Haylley ya me espera, dedicándole una última mirada tanto a Tsuki como a mi pequeño gatito durmiente.

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Nos miramos en silencio, ambos en medio de la oscuridad, únicamente resaltando el escarlata en mi mirada con el de la de ella, chocando, no, más bien, llamándose, porque la sangre llama a la sangre, pero aun así, ambos nos resistimos a ello, conteniendo casi al máximo nuestras presencias, tratando de calcular quien cederá primero, quien mirará en otra dirección.

Ninguno de los dos lo hace, no, por el contrario, las miradas se tornan aun más fijas en cuanto percibo los leves movimientos que Haylley hace para dejar algo sobre la mesa y extenderlo hacia mí. No miro aquello, ni siquiera cuando mis dedos lo rozan, porque no lo necesito, sé perfectamente lo que es, sin necesidad de que nadie me lo diga.

-“¿Cuándo?”- pregunto apenas en un susurro. Ella por fin parpadea, suspirando hondamente de paso, mordiéndose los labios, postergando el momento que ninguno de los dos desea que en realidad llegue.

-“Dos semanas”- es todo lo que contesta, y en realidad no necesita ser más específica, no cuando la fecha exacta seguramente está escrita en la invitación que mis dedos rozan lentamente.

Me sorprendo, creí que tendría más tiempo, el suficiente como para hacer la cita y poder ir a firmar los malditos papeles, pero no lo tendré. Ahora soy yo quien suspira hondamente, ya no estoy tan seguro de querer hacer esto, porque no se trata solo de ir y exponer las faltas de los Lee, o de intentar terminar por fin con quien sea que vaya tras los vampiros, sino también, se trata de exponer mi unión con Natsuhi, el hecho de que vayamos a tener un hijo, y, más que nada, la existencia de un Valmontt.

-“Danielle envió esto para ti”- agrega, susurrando al igual que yo, poniendo algo más sobre la mesa, algo que tampoco necesito mirar para saber lo que es.

-“No pienso usarlo”- replico en seguida, es la única forma que tengo de oponerme una vez más al sistema, de intentar ser yo quien dicte las reglas.

-“Tienes qué, eres el 2do Príncipe de la Familia Imperial Nocturna, y aun si no te gusta, tendrás que comportarte como tal, del mismo modo en que yo lo haré”- tiene razón, pero es más que eso, siento culpa por intentar tercamente rebelarme cuando es ella quien se lleva la peor parte.

-“Tengo miedo a lo que vayan a decir los otros… cuando sepan que he ligado mi existencia a un Valmontt”- murmuro, y por primera vez aparto la mirada, posándola en la caja de negro terciopelo donde mi uniforme aguarda a ser usado mientras que mis dedos rozan los pequeños detalles en plata que adornan la caja.

-“Lo sé, pero esa fue tu decisión y aun si a los demás les cuesta aceptarlo, vamos a protegerlos sea como sea; eres mi hermano, y jamás podría dejarte morir o que alguien, quien sea, te hiciera daño, tampoco a Natsuhi, porque desde la noche en que ustedes se unieron, el también se convirtió en mi hermano”- su mano termina estando sobre la mía, deteniendo el casi nervioso movimiento de mis dedos, apretándola con tal de pasarme no solo confianza sino también la tranquilidad que parece hacerme tanta falta ante la inminente llegada de ese día.

La reunión de los Nocturnos, por primera vez veré a todos mis hermanos y primos reunidos como lo que somos, los herederos y futuros defensores del Imperio, no veré sonrisas ni miradas cómplices una vez que estemos sentados los unos frente a los otros, solo calma, la calma que precede a una tormenta…

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Notas finales:

Bien, acá les dejo las imágenes del capítulo, y ya luego me excuso

Riku Kazuma

http://i753.photobucket.com/albums/xx179/Hanna_Darko/Luz%20En%20Mi%20Oscuridad/RikuKazuma.jpg

El osito de Riku

http://i753.photobucket.com/albums/xx179/Hanna_Darko/Luz%20En%20Mi%20Oscuridad/Bear.jpg

Bueno, primero que nada, de nuevo les pido disculpas, y pues verán, hablando un poco con Soren Onee-san y con Yeidher Onii-sama, estuve sopesando la idea de tomarme un pequeño receso, más que nada, porque aun no conseguía terminar el capítulo 37 -Por cierto, todavía hoy lo terminé- así que no quería que se me acabara lo que ya llevaba adelantado y entonces ponerlos a esperar y sentirme presionada, pero luego pensé que mejor no me tomaba las vacaciones porque al fin que me iba a quedar como un mes para seguir escribiendo, la cosa fue que pese a mi intención de no tomar un receso, no supe porqué en ese momento pero mi cerebro se apagó, quedé cual zombie y entonces entre en un estado de que pasé los días durmiendo casi a todas horas, o sea, no escribí nada y no tenía ganas de nada, me sentía muy decaída y no sabía porqué.

Hace una semana me di cuenta de la razón, y es que... la boba de yo, estuvo tomando mal su medicación para dormir, dícese, me tomé el doble de la dosis, y claro, eso me tumbó al nivel de que mi cerebro no daba ni para contestar sus   bellos reviews, por cierto, gracias a Princess Natsu, Dark Vampire-chan, Eza-chan (Bienvenid@), princesa tsunade, Rima-chan, Alvasa y a TsubakiChan28 por sus bonitas palabras, espero no haberme olvidado de nadie.

Como sea, eso fue lo que me pasó, en pocas palabras, estaba drogada -w-UU y pues, ahora, voy a tratar por todos los medios posibles e imposibles de terminar la historia, porque gente, me acabo de enterar de que para obtener mi título ahora también tengo que hacer todo un año de practicas, y es como... una pesadilla >x< espero resolver ese problema pronto para que mi cerebro vuelva a su lugar y entonces pueda seguir con la serie, que aun quedan muchas historias por contar sobre los Nocturnos nOn

También, quiero mandar saludos y felicitar, y que también ustedes feliciten, a mi amado hermano mayor Darko Prince, o sea, Yeidher, y a mi cuñado Usagi Darko, mejor conocido como Alexis, porque el día 14 de enero cumplen un año de casados. FELICIDADES HERMANITOS, LOS AMO!!!!!

Gracias a todos por leer y por seguir la historia, gracias por los reviews y por todo el apoyo, espero pronto leer más de sus lindos comentarios para que me animen a escribir los 3 capis que me faltan.

Igualmente, les deseo que hayan tenido unas excelentes fiestas de navidad y fin de año, así como de reyes magos, felicidades a todos y hasta pronto n,n

Au Revoir~

 


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