Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Luz En Mi Oscuridad por Darko Princess

[Reviews - 342]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Hola, primero que nada les debo una muy grande disculpa por haberme tardado tanto en continuar pero, realmente la inspiración no venía, y no solo eso, como que el Elliot en mi se fue muy lejos a dar una vuelta vayan a saber donde porque la cosa es que no volvía, y luego, de repente, ante la invasión de mis abuelos paternos una vez más, como que una vocecita en mi cabeza hizo “Hey anciana, porque no se calla y se va a chupar faros muy lejos” y entonces supe que Elliot había vuelto jajajajajajajajajajajajajajajajaja. No me miren feo, es que si supieran las que toca vivir en casa cuando los abuelos paternos están, seguro que hasta ustedes desarrollan un lado Elliot XD

Como sea, me encanta haber podido por fin hacer este capítulo, pero me encanta más estar de vuelta, y mientras siga inspirada, las actualizaciones serán cada sábado ^^ para no hacerles más largo el cuento, les vuelvo a recomendar la discografía de Three Days Grace para esta historia y, aunque no lo crean, el CD “Sparks Fly” de Miranda Cosgrove

Ahora sí, nos leemos abajo nOn

 

 

V

Deseando Una Eternidad Juntos

 

 

¿Cómo hemos llegado a este momento? No creo poder recordarlo con exactitud y, siendo sinceros, creo que no quiero hacerlo. ¿Para qué querría hacerlo? ¿Para recordarme el hecho de que probablemente este haciendo algo que no debo? O peor ¿Para recordar que él me está permitiendo hacer con él lo que a mí me plazca?

Enfurruñado conmigo mismo y con mi maldita conciencia que justo ahora viene a hacer su grandiosa aparición, me apartó de sus labios y lo observó, en silencio, simplemente mirándome con esos ojos que consiguen hacerme perder la cabeza, no parece molesto, ni mucho menos parece rechazarme, solo me mira con una curiosidad digna de un niño, luego su ceño se frunce y me mira casi con odio; cierro los ojos y suspiró, no podría esperar más. Por eso, dándome cuenta de mi error, comienzo a levantarme, pero él solo se aferra a la manga de mi camisa y me mira cada vez más molesto, no lo comprendo…

-“¿Por qué te detienes?”- pregunta, por lo bajo, con la voz un poco ronca y sonrojándose para luego apartar la mirada. Parpadeo patidifuso, ¿De verdad me acaba de preguntar eso?

-“No quiero forzarte”- contestó lentamente, apartándome por completo y sentándome a su lado, me paso una mano por el cabello, reflejando con ese gesto mi confusión sumada a los nervios.

-“No estabas forzándome, yo no me negué en ningún momento”- me contradice, haciendo que lo mire de reojo, apenas se ha volteado hacia mí, observándome de nuevo con esos hechizantes ojos suyos de los que siento no poder escapar cada vez más.

-“Si quieres que lo diga, entonces está bien, no quiero hacerlo porque es probable que mientras estés conmigo pienses en alguien más, en la persona a la que le pides entre sueños que no te deje”- explico, apartando la mirada, centrándola justo al frente, en donde no hay nada, solo las sombras que la fogata crea.

-“Mi hermano”- dice, haciendo que de inmediato lo mire de nuevo, sin comprender –“La persona a la que llamaba es mi hermano, o bueno, mi medio hermano, él… él si me quería… no lo he visto desde hace años, desde el día en que me ayudó a escapar de casa”- mientras habla, se sienta a mi lado, abrazando las piernas contra el pecho y apoyando el mentón en las rodillas, cierra los ojos y pone una expresión de dolor que odio ver en su bonito rostro.

Y aun cuando odio mirar la tristeza en él, me siento aliviado, porque no es a un amante a quien extraña sino a un ser querido, y aunque sé que entre hermanos también podría darse el otro tipo de amor, cuando miro su rostro, solo veo el mismo sentimiento de tristeza que yo tengo cuando pienso en mis padres.

-“Cuando las cosas estén en paz, podríamos buscarlo”- digo, sonriendo apenas, tratando de animarlo un poco.

-“Las cosas nunca estarán en paz, ella no se detendrá hasta que yo muera”- contesta, formando una sonrisa triste, esa que no me gusta ver en su rostro y que me hace apretar las manos en puños, haciéndome desear matar a quien tanto daño ha causado, pero no puedo hacerlo, no puedo inmiscuirme tanto en la vida de la Sociedad porque eso me haría entrar en una situación a la que aun me niego a llegar.

-“Yo voy a protegerte, de ahora en adelante, para siempre”- digo, sin temor alguno, sonriendo confiado, porque estoy seguro de que por él haría lo que fuera.

-“Mi hermano dijo lo mismo y me dejó”- murmura por lo bajo, sonriendo con tristeza de nuevo, esa que me gusta cada vez menos mirar en su rostro.

-“No soy igual a él”- replico, terco, igual que siempre, no dispuesto a ceder, no en esto, por eso, y porque quiero dejar bien claro el punto, me acercó de nuevo, tomándolo por el mentón y haciéndolo mirarme –“No voy a dejarte, y aun si huyes de mi, iré tras de ti, jamás podrás huir, no de mi”- aseguró, poniéndome realmente serio, pero él aun parece dudar de mí, no me extraña, no cuando cada vez comprendo más el porqué desconfía tanto, es como yo, ha sido engañado tantas veces que por eso es incapaz de aceptar todo tan fácil.

Y quiero demostrarle que soy sincero, pero no sé cómo, o más bien es que desconozco el cómo hacerlo cuando no consigo que crea mis palabras, me muerdo los labios, pensando en algo más, pero con solo tenerlo así, con la mirada fija en mí, sintiendo su piel suave contra mis dedos, mi cerebro parece apagarse y todo lo que sé es que quiero besarlo y hacerlo mío, solo mío, por la eternidad.

Me sonrió, dándome cuenta de que mis últimos pensamientos son exactamente la respuesta que busco, no solo para que no pueda huir de mí nunca, sino también para que pueda convencerlo, siendo mío no solo tendrá mi protección sino también la del resto de mi Familia, aunque no es como si realmente vaya a necesitarla, conmigo basta y sobra.

Si pienso en ello, entonces ya no hay nada que me detenga, tan solo él podría detenerme, solo si se niega, solo si me rechaza, y aun así, aun si me odia o desprecia, tendrá mi protección. Sonrió un poco más, antes de acercarme de nuevo, dándole primero un beso suave, saboreando apenas el dulce sabor de sus labios, apartándome luego, solo lo justo.

-“¿Por qué me besas?”- pregunta, curioso de nuevo –“Creí que no querías”- agrega, mostrando un semblante pensativo que por lo menos me alivia pues ya no tiene aquella expresión triste en su rostro.

-“Cambié de parecer”- contesto, sonriendo un tanto más antes de besarlo de nuevo, primero lento, luego cada vez más intenso, deseando tan solo recorrer cada rincón ya no desconocido para mí, de esa boca dulce a la cual me estoy haciendo adicto con cada probada.

Al principio no corresponde, luego, otra vez parece estar dejándose hacer, y entonces, cuando pienso en apartarme, comienza a corresponderme del mismo modo intenso en que lo beso, aferrándose a mi cuello y jalándome más hacia él.

Por dentro me sonrió, porque una parte de mí de nuevo susurra que es imposible que alguien se me resista, la otra simplemente es feliz ante tal respuesta de su parte, o más bien, ante el simple hecho de que él este contestando a mi beso. Con cuidado, mis brazos rodean su cintura y no puedo evitar suspirar cuando de nuevo me atrae hacia él.

Lentamente terminamos de nuevo sobre las mantas, o más bien, es él quien yace ahí, dejándose besar y correspondiendo a cada roce, suspirando entre los breves momentos de tregua en los cuales nuestros labios se apartan en busca de oxígeno, ese que incluso se nos da la de robar de la boca ajena sin aparente remordimiento.

Cuando me aparto tan solo un poco, le sonrío, sorprendiéndome en el momento en que me sonríe de vuelta, con un sutil toque de sensualidad que debería de estarle prohibida a semejante criatura, tan solo por robarme el aliento del modo en que lo hace con esa sencilla sonrisa. Niego apenas con la cabeza, todavía sin poder creerlo, antes de otra vez atacar sus labios, ansioso por probar una y otra vez su dulzura, esa que él me permite saborear y paladear sin objeción alguna.

Entonces mis manos se deslizan de su cintura, colándose con lentitud por debajo de la ropa tan solo para acariciar su piel tersa, robando de entre sus labios un par de suspiros más, extasiados, más cuando con las manos recorro cada centímetro de su piel, de arriba abajo, lento, memorizando cada parte de él, y luego bajando más, rozando casi imperceptiblemente la tela de los pequeños shorts que lleva, comenzando a apartarlos, pero él parece no darse cuenta, o más bien, puede que no le importe, porque incluso se acomoda para permitirme deshacerme de aquella prenda por completo.

Vuelvo a subir, queriendo sentir la piel de su espalda, recorrer cada parte de ella, frustrándome un poco porque por la posición en la que estamos, hacer aquello resulta incomodo, para ambos, lo sostengo firmemente, eso antes de sentarme y dejarlo justo sobre mí. Me mira, sonrojándose por algo de lo que seguramente acaba de darse cuenta y que es la razón por la cual ha dejado de besarme, yo le sonrió, tratando de hacerle ver que todo aquello es normal, buscando calmarlo porque por la expresión en su rostro ahora estoy completamente seguro de que nunca antes había hecho nada similar a esto, no antes de mí.

-“No tenemos porque seguir”- digo al fin, casi resignado pero aun sonriendo.

-“Esta bien… quiero hacerlo”- me contradice, aunque no logro descifrar si es porque realmente quiere aquello o porque piensa de nuevo en que como son las cosas en su mundo tal vez no tenga otra oportunidad.

-“Fue la última advertencia”- avisó, mirándolo fijamente, esta vez serio, asiente con la cabeza y suspira, comenzando a desabotonarse la camisa. Lo detengo, apartando sus manos con cuidado y volviendo a colocarlas donde antes estaban, justo entorno a mi cuello –“Hacer eso es mi trabajo”- digo, sonriendo, robándole un breve beso.

-“Pero es injusto”- replica, frunciendo el ceño –“Tu aun llevas demasiada ropa encima”- me río, realmente no puedo creer que acaba de decir aquello. Niego lentamente con la cabeza y suspiro, aun sin aceptar tener tanta suerte.

-“Pues entonces será mejor que empates el marcador”- digo, acercándome a su oído, sonando un tanto burlón.

-“Claro que lo haré”- contesta, sonriendo altivo, sin parecer en lo absoluto incomodo cuando sus manos se ocupan de desabrochar cada botón de la camisa que llevo para después sacármela por completo y arrojarla hacia algún sitio que en el presente no me importa.

Me hace un tanto de gracia mirarlo así, porque a pesar de su obvia inexperiencia, logra ocultarla y reemplazarla con movimientos nada inocentes, como el que ha hecho al acomodarse de nuevo sobre mí, y solo porque no quiero que me escuche suspirar, lo atraigo de nuevo para besarlo, intenso, sin tregua, sin temor alguno, eso mientras mis manos de nuevo se cuelan por debajo de su ropa, acariciando su espalda, justo como quería, aprovechando que la camisa le queda enorme no solo para permitirme tocarlo ahí sino también para que luego de abandonar sus labios, los míos puedan deslizarse sobre la piel suave de su cuello e incluso parte de su hombro.

Y es solo cuando quiero probar más de esa piel, que por fin casi queriendo romperla, me deshago de la última prenda que lo cubre; sonrojado me mira apenas, haciendo que me detenga, le sonrió, haciéndole saber que todo va más que bien, que nada malo sucederá y que entre mis brazos está a salvo, porque realmente lo está y más que nada porque no estoy dispuesto a permitir que nada vuelva a hacerle daño.

-“Eres tan bonito”- murmuro abstraído en contemplar la casi antinatural belleza que lo conforma.

-“¡Cállate!”- replica, frunciendo el ceño y apartando la mirada mientras noto como sus mejillas se tornan rojas. Me río, negando con la cabeza y tomando con cuidado su rostro entre mis manos.

-“No voy a callarme, no si se trata de decirte cuan hermoso eres”- le hago saber, sonriendo de nuevo, realmente no puedo creer lo mucho que he cambiado en menos de un par de días, solo por haberlo conocido.

-“¡Estás loco!”- masculla por lo bajo, mordiéndose los labios.

-“Creí que ya habíamos dejado claro ese punto”- digo, tentado a reírme de nuevo, en lugar de eso solo me ocupo de acariciar con cuidado uno de sus hombros desnudos.

Luego vuelvo a apoderarme de sus labios, disfrutando una vez más de la suave tersura que solo ellos poseen. Natsuhi suspira, se aferra a mí y corresponde cada vez más entregado al momento en el que estamos, y en mi fuero interno yo solo puedo sonreír, casi negándome a creer aun, que esto este pasando, no el hecho de que él se este entregando a mí, sino más bien, el simple descubrimiento de que ya no estaré solo, de que he encontrado aquello que por tanto tiempo había anhelado y que no pienso dejar ir por nada del mundo, no, más bien, por nada del universo.

Y así, mientras pienso en esas cosas y disfruto de cada aliento que consigo robar de entre sus labios, es que de nuevo lo dejo sobre las mantas cada vez más revueltas en las que apenas minutos atrás ambos dormíamos, recelosos el uno del otro, no como ahora, que pareciera que no podemos alejarnos.

Acarició con cuidado su rostro, bajando lentamente y sintiendo la suave tersura de su piel, incluso más exquisita que la seda, mientras tanto lo beso, queriendo disfrutar al máximo cada momento y sin esperar siquiera que me ataque tan de improviso, porque, de repente, una de sus hermosas piernas se ha colado entre las mías y sin reparo alguno, con la rodilla, ha comenzado a rozar cierta parte de mi anotomía que con ese solo hecho me hace suspirar hondo y apartarme apenas, mirándolo entre el éxtasis que sus movimientos me producen y la incertidumbre por no saber de dónde ha venido aquello.

-“No soy tan inocente como crees”- murmura, sonriendo ladino, igual que un felino travieso, yo niego con la cabeza, mirándolo cada vez más maravillado.

-“Ya veo que no… pequeño travieso”- contestó apenas, tratando de no perderme entre las placenteras sensaciones que me produce –“Pero descuida, yo tampoco lo soy”- agregó, sonriendo del mismo modo en que él lo hace.

Entonces yo también lo ataco, primero con pequeños y suaves besos en su cuello, apegándolo más a mi antes de comenzar a mordisquearlo levemente, rozando con mi lengua su piel suave y haciendo un camino descendente hasta alcanzar uno de aquellos pequeños botones que apenas el día anterior pude conocer con mis dedos. Lo muerdo suave, antes de recorrerlo con la lengua para después comenzar a degustarlo igual que a un confite mientras que mis manos recorren solicitas sus piernas, despacio, memorizando cada centímetro de ellas al tiempo en que levanto la mirada tan solo para observar su rostro sonrojado y el cómo sus perfectos labios se entreabren para dejar salir placenteros suspiros.

-“Hmn… Elliot…”- es apenas un susurro, pero me ha encantado oírlo, y aunque siento que me estoy demorando demasiado en las preliminares, por primera vez no me importa, solo pienso en que quiero que disfrute cada instante.

Y por eso no me aparto ni un segundo de aquel pequeño botón que con mi boca degusto, no hasta que esta rozado y duro, entonces apenas me muevo, soplándolo un poco y sintiendo como el cuerpo de Natsuhi se estremece mientras que sus labios dejan escapar más suspiros; complacido, procedo a hacer la misma labor en el otro tierno botón de su pecho, sin siquiera esperar que sus manos se deslicen de mi cuello a mis hombros, aferrándose, acercándome mientras que su traviesa rodilla sigue tentándome.

De nuevo bajo, esta vez trazando un camino de besos y suaves mordidas por su plano vientre, deteniéndome tan solo unos momentos para introducir la lengua en su pequeño ombligo, Natsuhi se retuerce entre las mantas y sus manos presionan con más fuerza mis hombros, haciéndome sentir tentado a sonreír por estar consiguiendo lo que me he propuesto: su pleno disfrute. Bajo un poco más y me quedo quieto, levantando la mirada apenas, sonriéndole ladino, me mira, con sus hermosos ojos entrecerrados y cargados de deseo, brillantes, sus mejillas completamente sonrojadas y sus deliciosos labios apenas abiertos, tan solo lo suficiente como para dejar escapar su agitada respiración.

-“No… no te atrevas…”- me reta, a pesar de que puedo ver que lo está deseando, me saca una risita que no puedo evitar.

-“Te encantará”- contesto simplemente, sonriendo con un cierto toque de cinismo, entonces abre los ojos como platos y antes de que tan siquiera intente apartarme, hago aquello que finge no querer: de una sola engullo su miembro despierto, comenzando a succionarlo y degustarlo igual que si se tratara de un trozo de alguna fruta dulce.

-“¡Ah! ¡Ah! Es-estúpido… ¡Te odio! ¡Ah!”- gime casi en un grito, arqueando la espalda y clavándome las uñas.

Y a pesar de que tengo la boca ocupada en saborearlo, sonrió apenas, mirándolo con un gesto altivo mientras con las manos separo sus delicadas piernas y lo acerco más a mí, acariciándolo al mismo ritmo en que con la boca lo consiento.

Gime más y se retuerce entre las mantas, tratando de liberarse, luego simplemente se aferra a las mantas y cierra con fuerza los ojos, rindiéndose, dejándome paladear cada centímetro de esa delicada parte de su ser. Cierro los ojos también, disfrutando la sensación de saber que solo estamos él y yo, nadie más, una sensación que me encanta hasta nomás y de la cual no quisiera apartarme.

-“Ya… quita… yo… para… me…”- trata de articular algo coherente y se ve tan lindo así, sé perfectamente lo que trata de decirme pero aun así me hago al desentendido, y además, succionó con más fuerza, estimulándolo también con la lengua –“Elliot… no… ¡Ah! Yo… ¡Oh!”- su boca forma una “O” perfecta mientras sus parpados se cierran con fuerza y lo siento alcanzar su clímax, degustando enseguida la prueba de ello, tragándola sin dejar que ni una sola gota se desperdicie.

Entonces su cuerpo se relaja sobre las mantas, tan solo queda su respiración acelerada y luego poco a poco sus bonitos orbes se abren mirándome entre el enfado y la satisfacción; su pecho sube y baja, se muerde los labios y aparta la mirada solo unos momentos.

-“Eres… eres de lo peor”- murmura algo cortado.

-“Tu me haces ser así”- confieso, volviendo a colocarme a la altura de su rostro, sonriendo lánguidamente –“Haces que quiera probar cada centímetro de tu piel, e incluso mucho más que eso”- agrego, apartándole con cuidado un par de traviesos mechones de su rostro de porcelana.

-“Ya… entonces quítate los malditos pantalones de una buena vez”- casi gruñe, antes de atraerme hacia sus labios y besarme apasionadamente, de nuevo me quiero reír, cayendo una vez más en la cuenta de cuan perfecto es y cuán bien me complementa.

No me hago del rogar, mientras nos besamos me peleo con lo que queda de mi ropa, logrando sacármela aprisa y mientras desordenamos más y más las mantas, solo en ese momento nos apartamos, mirándonos a los ojos, con nuestros labios rozándose apenas.

-“Mientras más te miro, creo que me enamoro más y más”- murmuro, sonriendo, acariciando con cuidado una de sus tersas mejillas.

-“Entonces solo hazlo”- susurra, mirándome fijamente.

Asiento lentamente con la cabeza, apartándome un poco más, recorriendo con los dedos sus perfectos labios, parece comprender enseguida lo que pretendo porque primero los roza con su lengua y luego con calma se los lleva a la  boca, humedeciéndolos sin que sus ojos se aparten de los míos, y no es sino hasta que los siento lo suficientemente mojados, que los retiro, llevándolos con parsimonia hacia su objetivo, acaricio su entrada, lento, con cuidado, empujando delicadamente primero uno de mis dedos, se muerde los labios y con mi mano libre acaricio una de sus piernas tratando de relajarlo mientras continuo preparándolo para lo que viene, con paciencia, mirando fijamente cada reacción que se refleje en su rostro, desde la incomodidad inicial, pasando por el dolor y luego cambiando lentamente a placer, hasta el momento en que siento que es él mismo quien empuja las caderas y hace tantear a mi paciencia de nuevo.

-“Ya… estoy listo… por favor…”- ruega apenas, aun así me demoro unos instantes más en mi tarea de prepararlo.

Cierro los ojos un momento, suspirando hondo, acomodándome entre sus hermosas piernas antes de sentirlas rodearme y atraerme más hacia él. Entonces primero rozo su entrada con mi miembro, resistiendo las ganas de penetrarlo de una, tal y como estoy deseando, en cambio, entro lentamente, primero la punta, luego, no queriendo prolongar más las cosas, simplemente lo hago, ambos gritamos, son dos gritos diferentes fundidos en uno: el de Natsuhi solo expresa su dolor, el mío, aun cuando he querido reprimirlo, es de éxtasis.

Solo por unos momentos me permito disfrutarlo, porque luego todo en lo que pienso es en su bienestar, lo miro, sus hechizantes orbes dejan escapar pequeñas lágrimas y yo las retiro con cuidado, con los labios, pegando mi frente a la suya y fijando la mirada en sus ojos.

-“Shh… ya pasara, tranquilo… ya pasara”- trato de calmarlo, buscando una de sus manos y entrelazándola con una de las mías, apretándola fuerte, queriendo reconfortarlo tan siquiera un poco, y, por primera vez desearía tener el don de leer mentes, o tan solo de poder leer la suya, para saber si me odia por completo.

-“L-Lo sé… no te muevas aun”- susurra, respirando hondo.

-“No lo haré, aguardaré por ti en todo momento”- le hago saber, sonriendo antes de juntar nuestros labios y besarlo tiernamente, mostrando con acciones aquello que no plasmo con palabras.

Corresponde y su mano libre se pierde entre mi cabello, estando así nos perdemos una vez más en saborear al otro. Luego, en cuanto el beso se termina, me sonríe, apretando nuestras manos entrelazadas, casi como queriendo decirme que está listo, y no me es difícil comprenderlo, al contrario, siento que tratándose de él cada vez es más fácil.

Y el tan anhelado vaivén comienza, lento, con calma, haciendo que con cada roce mi poca cordura quiera irse muy lejos, a un sitio en donde el único sonido sean sus suspiros extasiados, un sitio donde solo pueda sentir sus manos recorriendo con suavidad tanto mi cabello como mi espalda, un mundo donde solo existamos él y yo, sería el mundo perfecto para ambos.

-“E-Elliot…”- me llama apenas, vuelvo a mirarlo, interrogando con la mirada –“Ya… Ya habías hecho esto antes… ¿verdad?”- pregunta en voz baja, por un momento me quedo quieto, mordiéndome los labios antes de suspirar.

-“No como contigo, tu eres único y de ahora en adelante serás todo para mi”- contesto, acariciando una de sus mejillas, me mira unos segundos más, como sopesando mi respuesta, luego vuelve a sonreír, leve, como resignado –“Cuando te dije que me gustabas, te mentí, no solo me gustas, te amo y quiero estar contigo el resto de mi existencia”- le hago saber, abrazándolo con cuidado.

-“Esta bien… sigue entonces”- murmura, abrazándome y ocultando el rostro en la curvatura de mi hombro.

Sonrió suave, adivinando el porqué de cada una de sus reacciones, pero quiero pensar que no importa, porque después de esta noche tendré toda la eternidad para probarle lo mucho que lo amo y sobretodo, que soy completamente sincero. Solo entonces vuelvo a moverme, otra vez lento, dejándolo acostumbrarse al leve vaivén y al mismo tiempo disfrutando de la sensación de saberme dentro de él,  es cálido y estrecho, suave, me hace desear no estar separado nunca de él, más cuando escucho sus extasiados suspiros ser acallados contra mi cuello.

El ritmo comienza a subir, las embestidas son cada vez más rápidas y profundas y yo trato de acallar mis propios gemidos contra su cabello mientras siento como sus manos me acercan más y sus piernas me atraen y empujan hacia adentro, más y más.

-“Más… más rápido… ¡Ah!... profundo ¡Ah!”- me dice con la voz nublada por el placer, para mí es como música, y no solo le obedezco sino que busco tocar ese punto especial en su interior que sé lo hará delirar –“¡Elliot!”- grita, haciéndome saber que lo he conseguido, sonrió.

Y mientras las embestidas se hacen cada vez más profundas tal y como él desea, tocando una y otra vez su punto de placer, aun cuando deseo perderme por completo en el placer igual que él, me recuerdo lo que tengo que hacer antes de que el clímax nos llegue a ambos.

-“Tu eres mío, cada parte de ti, cada latido de tu corazón es y será mío, por la eternidad”- murmuro cerca de su oído, lamiendo y mordisqueando su sensible orejita, escuchándolo gemir una y otra vez, apenas asiente con la cabeza y yo quiero cada vez más dejarme ir con él.

Embisto con fuerza en su delicioso pasaje, se agita y me abraza con más fuerza, gimiendo ya sin parar, acercándose peligrosamente a esa cúspide que ambos ansiamos. Es el momento, y cuando sin siquiera proponérselo, tan solo perdido en una esponjosa nube de placer, deja al descubierto su hermoso y níveo cuello, lo muerdo, sin medir la fuerza siquiera.

-“¡Elliot!”- vuelve a gritar, cegado por completo, sigo penetrándolo cada vez más rápido y fuerte, sin siquiera prever el momento en que de la nada me muerde igual, sorprendiéndome por completo.

-“¡Natsuhi!”- grito sin querer y también sin arrepentirme, no me aparto de su cuello, al contrario, bebo de él, paladeando por fin el sabor dulce de su sangre, sintiendo cuando él hace lo mismo conmigo, probablemente sin siquiera saber porqué, tan solo dejándose llevar.

Rodamos entre las mantas, sin siquiera apartarnos el uno del otro, tan solo ocupados en disiparnos el uno en el otro, buscando la tan ansiada liberación, moviéndonos sin control, hasta que simplemente sucede, se siente igual que arrojarse al vacío sin saber que es lo que nos espera ahí abajo pero, luego, tan solo descubriendo la paz y felicidad absolutas.

Agitados nos miramos, los bonitos orbes de Natsuhi, entrecerrados, apenas quedan  centrados en los míos, estando ahora encima de mí, luego se apoya contra mi pecho y sigue mirándome, sonriendo dulcemente, casi brillando y destilando por cada poro de su ser, la plena satisfacción que siente al mismo tiempo en que trata de calmar su respiración agitada. Le sonrió de vuelta, acariciando su cabello ahora húmedo por el sudor.

-“Nunca voy a dejarte”- murmuro sin querer, tan solo abstraído en mirar sus ojos, suspira y se acomoda, aun seguimos unidos y la sensación es tan placentera como relajante.

No quiero apartarme, pero tampoco deseo lastimarlo en lo absoluto, así que con cuidado salgo de su interior y lo abrazo protectoramente, apartando apenas el flequillo de su rostro, sonrió ampliamente mientras lo veo parpadear adormilado, no me extraña, no solo ha sido su primera vez sino que además ha sido bastante intensa, y no es como si yo tuviese mucha experiencia en el tema, pero, estoy por demás seguro de que ha sido la más salvaje, apasionada, placentera y agotadora sesión por la que he pasado.

-“Duerme, yo cuidaré de ti, así que descansa, nos iremos por la mañana”- le susurro quedo, asiente apenas y cierra los ojos, acomodándose y amoldándose a mí; sonrió un tanto más, tan solo perdido en acariciar con ternura su cabello y su espalda, hasta sentir que su agitada respiración se va tornando lenta y acompasada, sus ojos se cierran y pronto tan solo suspira entre sueños, tranquilo, con las facciones de su bonito rostro relajadas al completo.

Yo no duermo, aun cuando tenga sueño, todo lo que hago es jalar un poco las mantas y cubrirnos con ellas mientras embelesado lo observo así entregado al dios de los sueños. No puedo dormir, no podré hacerlo sino hasta saber que él está a salvo, lejos de donde cualquiera intenta hacerle daño, y eso solo sucederá cuando este en casa, conmigo, cuando por fin empecemos una vida juntos, como lo que somos, compañeros eternos, no, más que eso, esposos, porque al menos para los de mi tipo, eso es lo que ahora somos.

He hecho una locura más y no me arrepiento, aun cuando no sé ni cómo se lo diré a mis hermanos, pero no importa, porque el vinculo que ahora me une a Natsuhi es irrompible, ni siquiera la muerte misma podría separarnos, él es mi compañero, mi esposo, mi esposo. Sonrió ampliamente, mirándolo dormir, aun no sabe ni tiene idea de lo que ha hecho sin querer, y la verdad es que cuando se entere seguramente va a querer matarme, pero eso tampoco importa, cuando el momento de decirle la verdad llegue, sabré como manejarlo, tengo que hacerlo, por los dos.

Me quedo pensando en todas esas cosas mientras velo su sueño y poco a poco voy sintiendo el transcurrir del tiempo, notando cuando el amanecer llega fuera de la cueva donde estamos ocultos, y aun cuando no quiero dejarlo ni por un momento, sé que tengo que hacerlo, es mi deber preparar las cosas para nuestra partida, con cuidado lo dejo sobre las mantas, ronronea como un gatito y se aferra a nuestro improvisado lecho, yo sonrió, levantándome lentamente, tratando de no despertarlo, entonces comienzo a buscar por mi ropa, y casi me quiero reír por la distancia y manera en la que las prendas quedaron dispersas, pero no me río, me quedo callado para no despertarlo.

En silencio me visto, y luego de cubrirlo con las mantas y dejar un beso en su frente, salgo de la cueva, es hora de limpiar la escena, cosa que no tendría que hacer si mi estúpida suegrita del demonio no hubiese mandado tantos matones inútiles contra mi ahora hermoso esposo. Pero no tengo de otra, así que resignado y después de armar una nada linda pila de cadáveres en la cual usaré aun cuando no quiera, una parte de mi magia de Luz para crear fuego e incinerarlos.

 Me molesta, porque, no comprendo para qué permitir a un demonio tener luz si esta será usada para algo tan bajo. Frustrado, me muerdo los labios y prefiero apartar la mirada tan solo unos momentos, luego simplemente me alejo, por primera vez sintiéndome realmente sucio, y es tan solo por eso que aprisa me dirijo al río de ayer.

Y no es sino hasta que me siento “limpio” de nuevo, que me salgo, empapado por completo pero al menos sin esa sensación molesta en el pecho, entonces decido que es tiempo de volver a la cueva, pasando apenas por la zona en donde ya no quedan más que cenizas, mirándola solo unos segundos y acelerando el paso. Al menos me conforta notar que Natsuhi aun duerme, por eso, aprovecho cambiarme la ropa mojada y secarme en cabello, luego vuelvo a su lado, esperando a que despierte, contemplándolo en silencio y notando que si es por él, entonces no me importara mancharme las manos una y otra vez, solo para protegerlo. Acaricio su cabello, tan suave, tan fino y tan bonito, Natsuhi aprieta los parpados y lentamente abre los ojos, mirándome, sonriendo apenas.

-“Buenos Días bonito”- murmuro, apartándole un poco el cabello de su rostro.

-“Estúpido”- contesta, haciendo un mohín; me río, negando con la cabeza.

-“Anda, levántate, tenemos que ir a casa”- digo en cambio, tratando de no reír más, de repente frunce el ceño, mirándome como si no comprendiera a qué me refiero.

-“¿Casa?...”- dice dubitativo, mirándome cada vez más mientras comienza a levantarse –“¡Ay!”- entonces chilla y se queda sentado entre las mantas, mirándome con odio y haciéndome querer reírme de esa expresión de gatito enfurruñado que trae en su rostro.

-“Si, casa y… creo que olvidé hablarte del pequeño detalle de “la mañana siguiente” pero ya es algo tarde”- trato de contener la risa, pero es que ha hinchado las mejillas de una forma tan adorable que me está resultando muy difícil aguantar.

-“¡Idiota! ¡Me duele! ¡Por tu culpa no me puedo parar!”- gruñe cada vez más enojado, suspiro hondo, aun tratando de no reírme, negando levemente con la cabeza, en lugar de decirle algo, simplemente aprovecho que aun está cubierto por la manta y sin avisarle siquiera, lo levanto entre mis brazos, siento su cuerpo tensarse antes de que comience a pegarme con sus puños cerrados en el pecho –“¡Tonto! ¡¿Qué haces?! ¡Bájame!”- chilla, sin parar de pegarme, yo no contesto, tan solo me acerco a su rostro y le robo un beso, con eso no solo se queda callado sino que también deja de golpearme, de nuevo se me queda mirando, esta vez con los ojos muy abiertos, totalmente en silencio.

-“No te voy a bajar, ya lo dijiste ¿No? Que no puedes caminar, entonces mejor te voy a llevar a que te laves, te vistas y nos iremos a casa, si, a casa, porque ahora tienes un hogar, mientras estés conmigo siempre tendrás un hogar”- le explico, sigue mirándome, abre y cierra lo boca un par de veces, como buscando algo que decirme y luego simplemente se queda callado, oculta el rostro contra mi pecho y lo siento suspirar, se ha rendido, aunque sea por esta vez se ha rendido.

Por eso, únicamente por eso, lo cubro más con la manta y aun así, una vez más me las arreglo para fundirme entre las pocas sombras que los arboles crean para protegerlo incluso del sol, hasta llegar al río, donde con cuidado lo dejo en la orilla y me doy la vuelta, antes de que me diga siquiera que lo haga, porque sé que seguramente eso me va a decir.

Aguardo pacientemente, dándole tiempo para que pueda relajarse e incluso recuperarse un poco de nuestra noche juntos. Cierro los ojos, tan solo esperando, escuchando los leves sonidos del agua, después simplemente me pierdo en el sonido del viento, las hojas de los arboles siendo movidas por este, tan solo disfrutando de la paz del momento y la brisa fresca de finales de verano.

-“Oye, ya terminé”- la voz de Natsuhi me saca de mi trance, haciéndome volverme hacia él mientras me levanto, mirándolo una vez más llevando ropa que le queda enorme, una camisa negra que cubre casi por completo los shorts interiores que lleva.

-“Entonces será mejor que nos vayamos”- contesto, sacudiendo la tierra de mis pantalones y caminando hacia él, y sin dejarlo decir nada, vuelvo a levantarlo en brazos, me mira espantado otra vez y yo solo le sonrío –“Es para que descanses un poco más”- explico, cubriéndolo lo mejor que puedo con la capa que llevo, luego me las arreglo para ponerme otra vez el antifaz, tan solo para evitar cualquier riesgo.

-“Ya… pero no te pases de listo”- murmura haciendo un mohín, sacándome otra risita.

-“No, no hasta que lleguemos a casa”- digo, sonriendo apenas, casa, nunca antes había querido tanto como hoy, llegar a aquel departamento al que llamo casa, y es solo por él, por Natsuhi, por mi esposo, repito esas palabras una y otra vez en mi mente, “mi esposo”, y es pensando en ellas que comienzo mi marcha.

-“Tonto”- me gruñe, mirándome con los ojos entre cerrados, realmente me hace reír tanto.

Pero esta vez no le contesto, solo lo cubro mejor y después de dar unos primeros pasos calmados, comienzo a correr, con todo, con esa velocidad y agilidad que solo los de mi familia poseemos y que en mi se desarrolló de un modo un tanto más avanzado, tan así, que es cuestión de escasos minutos como para que estemos frente a la puerta cerrada de mi departamento. Lo bajo y noto que me mira un tanto entre desconcertado y mareado, sonrió sin querer, eso mientras saco las llaves para abrir la puerta.

Y antes de que logre hacerlo, esta se abre, mostrando la pequeña y delgada figurita de Kyo, quien con apenas mirarme, se arroja contra mí y me abraza con fuerza. Levanto la mirada, sorprendido, fijándola de inmediato en Natsuhi, pero noto como su ceño se frunce y su mirada se torna en odio mientras niega con la cabeza, comenzando a retroceder.

-“No es lo que crees”- estúpido, justamente esa frase tan cliché tenía que salir de mi boca, Natsuhi parece notarlo porque me sonríe con ironía mientras que su mirada se carga más y más de odio y yo no puedo creer que esto me este pasando.

-“No, claro que no lo es, descuida, lo entiendo perfectamente”- contesta en un tono ácido, entre dientes, como queriendo reprimir un gruñido.

-“¡No lo entiendes!”- replico un tanto entre desesperado y molesto, tratando de zafarme de Kyo.

-“¡Idiota! ¡Estúpido! ¡Maldito! ¡Te odio!”- me grita finalmente, miro impotente cómo sus bonitos orbes se llenan de lágrimas y el cómo lucha por no dejarlas caer, luego simplemente se da la vuelta y echa a correr, yo quiero seguirlo, pero Kyo me lo impide, aferrado así como esta me es imposible deshacerme de él y solo puedo observar la figura de Natsuhi desaparecer ante mis ojos.

-“¡Suéltame ya!”- le grito, peleando ahora por deshacerme de él.

-“¡Hyaweh se fue! ¡Creo que me dejó!”- lloriquea, por fin logro que me suelte y lo miro primero desconcertado y luego recordando lo que acaba de suceder.

-“¿Y a mí que carajos me importa? ¡Si se largo es porque tu no olvidas a ese imbécil humano!”- vuelvo a gritar. Esta vez Kyo me mira con sus orbes verdosos bien abiertos, con las lágrimas recorriendo su rostro y su boca dejando escapar pequeños hipidos.

-“¡Tengo miedo! ¡¿Por qué me gritas?!”- logra decir al fin, tratando de aferrarse de nuevo a mí, pero yo solo lo empujo con fuerza, haciéndolo caer al suelo, desde donde me mira perplejo.

-“¿Por qué? ¡Porque eres egoísta e idiota, y no solo eso, acabas de costarme a mi compañero!”- contesto, gritando de nuevo, me mira aun más asombrado, adivinando de inmediato a lo que me refiero

-“¡No! ¡Tu igual vas a dejarme!”- lloriquea, pero esta vez no siento remordimiento al verlo llorar, ni tan siquiera el más mínimo, en todo lo que puedo pensar es en Natsuhi y la mirada de odio que me dedicó antes de marcharse.

-“¡Sí! ¡¿Qué no me oíste? Él es mi compañero!”- sigo gritando, mirando como cada vez Kyo llora más y más, pero no me importa, ahora que estoy libre lo único que tengo en mente es ir y encontrar a Natsuhi lo más pronto posible.

-“¡Dijiste que podía quedarme, que siempre estarías ahí para mí!”- me grita, parece herido pero ni siquiera eso me hace retroceder de mi decisión.

-“¡Pues ya no! ¡Preferiría no tener que volver a ver tu maldita cara nunca más!”- gruño, abre aun más los ojos, y veo como las lágrimas salen más aprisa, y sigue sin importarme, entonces me doy la vuelta y echo a correr, yendo únicamente tras Natsuhi.

-“¡Elliot!”- escucho a Kyo llamarme, pero no me detengo, no ahora.

Se suponía que estaríamos juntos por la eternidad, que había encontrado por fin a mi compañero, que nada nos separaría, y ahora, ahora todo eso parece tan lejano, tan irreal, pero no puede serlo, y no lo será, no lo dejaré escapar, mucho menos que alguien lo lastime, no ahora que aun no consigo hacer que quede libre, porque sea como sea, me odie o no, voy a encontrarlo, es mi compañero eterno, mi esposo, y ese simple hecho es suficiente como para que no me interese más nada que él, él y yo, nada más…

-

-

-

 

Notas finales:

 

Bueno, como podrán ver, nuestro Elliot terminó de muy malas, coincide perfectamente conmigo, que estoy absoluta y totalmente de malas, y no es por cualquier cosa, es que, bueno, primero que nada, un individuo que no tiene vela en el entierro de mi vida, me estuvo acosando, exploté y lo mandé muy pero muy lejos bajo la amenaza de dejar que la Haylley que hay en mí lo haga tragar el polvo.

Luego, me voy fijando de que estoy siendo sinceramente cruel pero, no tengo de otra, yo soy así, yo soy como Haylley, solo que yo quise ir más allá y escapar del maldito hechizo de mi Train, por lo mismo, durante los últimos capítulos de “Lágrimas de Jade” había comentado que estaba feliz de estar saliendo con alguien, pues miren, no estoy nada feliz ya, no solo porque la persona se me confesó y estuvo de muy encimosa conmigo desde el primer día, razón por la cual lo mandé a volar, sino porque también me di cuenta de que me estoy portando como idiota ya que fue patético de mi parte creer que había escapado de Train, porque… no, no he escapado, y el muy hijo de… tampoco se digna a volver por propia cuenta así que estoy de un humor pésimo y por la misma me estoy portando como el témpano que soy, con el pobre humano que intentó algo conmigo xOx y el… Train sigue sin volver!!!!

Como sea, yo ni sé porque me pongo a decirles esto, tal vez para descargarme y seguir fingiendo que estoy muy ocupada y así el humano en cuestión no se acerque a mí, a lo mejor así deja de mirarme, en fin, ya me voy, así dejo de hablar tonterías XDDDD

Espero hayan disfrutado el capítulo y nos leemos el próximo sábado, espero ansiosa sus reviews, y agradezco enormemente a Princesa Tsunade, Princess Natsu, Haaru-chaan, y a Tsubaki-chan  ^^

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).