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Ataúd por ArhaThenar

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Notas del capitulo:

Una nueva idea.

Esto es un AU, osease un Universo Alterno, no tiene nada que ver con ninjas o con el guion original de la serie/manga. Los personajes estan un poco (un mucho) fuera de su caracter original

Ningun personaje de la serie Naruto me pertenece, solo los extras

Capítulo I


“Pues podre decir, al veme


expirar sin entregarme,


que conseguiste matarme


más no pudiste vencerme”


Sor Juana Inés de la Cruz


 


Era un día en verdad gris, como todos los días otoñales de octubre, sin embargo sentía profundamente que no sería como los demás. La capital de la Nueva España, no dejaba ver las altas torres de la catedral, ocultas tras densas nubes oscuras que presagiaban una gran tormenta; de aquellas que los indios, antaño dueños de esas tierras, relacionaban con Tlaloc, el dios de la lluvia, uno de los tantos ídolos a los que habría que sacrificar doncellas, para mantener el ciclo vital. Lo que la llevaba a pensar en tal ironía. Ella al haber pasado los últimos diez años en un convento, podía acceder sin mayor problema a todas las obras que a las demás mujeres les estaban vedadas, por el simple hecho de ser una “esposa del señor”, debía ser educada, respetuosa, abnegada, pero sobre todo devota. Por lo tanto sabia a la perfección en que consistían todas las herejías e idolatrías que los antiguos señores de esas tierras tenían. Había leído extensamente todos los libros de Sahagun; por eso pensaba en la ironía del caso.


 


Hacia no más de doscientos años los aztecas sacrificaban personas en un acto de devoción asía sus ídolos de piedra. Dos siglos después ella seria quemada viva en un acto de fe, para congraciarse de nueva cuenta con el señor.


 


Moriría a los veinticinco años por el simple hecho de haberse enamorado perdidamente de un hombre estando ella ya casado; no en cualquier matrimonio, no. Ella había tomado los votos a la corta edad de diecisiete años, después de dos años de noviciado. El adulterio no era en contra de cualquier persona; era en contra de Dios, por lo que debería pagar con su vida tal blasfemia.


 


No temía morir sabiéndose amada, por aquel ser que le robara el alma con una sola mirada; lo que lamentaba, lo que hacía que su corazón se desquebrajara, gritara de dolor y la sumiera en la peor de las angustias; no radicaba tanto en el hecho de que jamás volvería a ver los fascinantes ojos negros de su amado, ni a sentir ninguna de sus caricias y besos, no lo peor sería llevarse a la tumba con ella al fruto del amor que ambos se tenían. No quedaría en este mundo recuerdo alguno de ellos, solo les esperaba la nada.


 


Esos era en lo único que podía pensar, en eso y en las palabras de su padre “que no te vean llorar, mantén la cabeza en alto, no les des la satisfacción de verte derrotada”. Quien iba a pensar que el gran duque se atrevería a pisar las malolientes mazmorras del palacio inquisitorial en la plaza de Santo Domingo. Siempre que pensaba en eso los ojos se le cristalizaban y más de una vez estuvo a punto de soltar las tan prohibidas lágrimas. Su padre y ella compartían una gran complicidad, fue él quien le enseño a leer, cuando otras niñas de su edad se dedicaban a aprender a coser y a como deberían atender a su futuro marido. Fue él quien le proporcionaba aquellos libros que una señorita de sociedad como ella no debía siquiera saber que existían. Su padre quien se opuso rotundamente a que tomara los hábitos.


 


-¡Tú no estás hecha para enterrarte viva en un convento! – le había prácticamente gritado – Eres como las aves que vuelan en libertad –


 


-Lo sé padre – había contestado ella a su vez – Pero entiéndame, yo quiero saber más, quiero ser como Copérnico o como Galileo, descubrir el cosmos, las estrellas y la única manera de lograrlo en mi condición de mujer es en un convento; donde podre estudiar sin temor a que me quemen viva por hereje; por querer tener más conocimientos que un hombre –


 


-A veces hubiera deseado que hubieras nacido hombre – Reprocho su padre.


 


-Lo sé, padre, se que usted hubiera preferido un varón que le heredara – Ella siempre había intuido que su padre deseaba que su primogénita y única hija fuera varón, pero oírlo de su propia boca le rompió el corazón, aun así no se lo hizo ver y dejo que su orgullo hablara – Pero para su desgracia y la mía soy mujer y no podemos cambiarlo, es por eso que le imploro salir de su vida, así usted ya no tendrá que ver a la persona que se llevo a la mujer que más amo y podrá volver a casarse con alguien que le dé un heredero –


 


Noto como los ojos de su padre se humedecían. Había puesto el dedo en la yaga al recordarle que su difunta esposa, su madre, había muerto al traerla a ella al mundo. Ese era un tema prohibido entre ambos. Se arrepintió de sus palabras, más no dio un paso a tras ni desvió su mirada de la de su progenitor.


 


-Haz lo que quieras – Sentencio al final su padre, dejándola sola en su habitación.


 


Esa fue su última conversación, su padre no volvió a dirigirle la palabra, a menos que fuera sumamente necesario, en todo el tiempo que permaneció en su casa antes de entrar al convento. Sentía un hoyo en el alma al saber que su padre sufría con su destino, que se arrepentía totalmente de no haberla detenido en su arrebato de ser monja y estaba segura que lo que más dolía a su padre era haberse dejado llevar por el orgullo y haberse distanciado de ella.


 


Esas cosas ya no tenían importancia, puesto que el Santo Oficio la había encontrado culpable de adulterio, condenándola a la hoguera; no sin antes haberla torturado. Sus verdugos tuvieron especial cuidado en no provocarle un aborto; asegurando con ello que tanto madre como hijo morirían purificados en el fuego salvador.


 


-¡Hey tu! – Le llamo uno de sus verdugos – Es hora, muévete –


 


Con algo de dificultad se incorporó, apoyándose en los muros de su celda. Cosa que fue toda una hazaña, nunca pensó que salvar los cinco pasos que la separaban de la puerta fuera tan doloroso. Su verdugo la esperaba impacientemente. Pudo leer en su rostro el gran fastidio que le causaba esperarle, diciéndole mudamente “apresúrate, no tengo tu tiempo, debo torturar a más gente”. Quiso contestarle que no era su culpa el no poder caminar aprisa, al parecer el impaciente hombre olvidaba que le habían roto todos los dedos de los pies, provocando que su andar fuera lento.


 


Solo llegar a su lado la sujeto fuertemente del brazo y la obligo a caminar a su paso. Apenas pudo ahogar sus gritos de dolor y contener las lagrimas que traicioneras luchaban por salir. Dio gracias cuando fue prácticamente arrojada dentro de una carreta, donde solo se hallaba un hombre en iguales circunstancias que ella; ambos con signos de haber sido torturados y con el mismo Sambenito negro bordado al centro con una gran cruz roja, el reservado para los que morirían en la hoguera.


 


-¿Y, cual fue vuestro terrible pecado, criatura? – pregunto su compañero de carreta, con un tono sarcástico en la voz, pese a la situación en la que se encontraban, rompiendo así el silencio que les envolvía.


 


-Me enamore y entregue a quien no debía – respondió, sorprendiéndose que después de varios días de su boca salieran palabras en lugar de desgarradores gritos.


 


-No sabía que amar significara un pecado para vuestro Dios – Comento al aire.


 


-Lo es cuando eres monja – contesto con melancólica voz


 


-¡Oh! Vos sois la monja adultera que tanto revuelo ha causado – dijo aquel hombre – No lo toméis a mal, pero creo que vuestro tormento termina hoy y será más benevolente que el de vuestro amado Agustino –


 


-¿Vos sabéis que ha sido de él? – pregunto totalmente angustiada. Desde que los habían sorprendido en su intento de fuga no lo había vuelto a ver.


 


-Mmm, que si lo sé – Crepito el hombre con gran ironía – Vuestra “piadosa” madre iglesia, le ha azotado y torturado, antes de que me apresaran supe que a vuestro amado, (o lo que quedaba de él), le han enterrado vivo en el soto coro de Corpus Cristi –


 


-¡Dios mío! – exclamo horrorizada y no pudo evitar que las lagrimas corrieran por sus mejillas totalmente desgarradas por el dolor que la invadió.


 


Imagino ver y sentir la desesperación que él habría sufrido al verse totalmente incapacitado de salir de un ataúd; sintiendo como el aire poco a poco escanciaba, como buscaba desesperadamente salir de aquella prisión, para poder verla nuevamente, para cumplir con su promesa. Sintió que era abrazada


 


-Ya criatura, ya, trata de calmarte – dijo aquel hombre – podre ser un ateo y no creer en muchas cosas, pero no soporto ver a una mujer llorar


 


Trato de calmarse pero no podía ¿Cómo podía hacerlo? Si la persona más importante para ella ya no se encontraba en este mundo


 


-No les des el gusto de verte derrotada niña – Dijo aquel hombre que la sostenía – no creo que a él le agrade verte llorar –


 


Respiro hondo, relajo todo el cuerpo y se incorporo con todo el dolor que tal acción le causaba a su cuerpo y lo que le quedaba de alma. Su compañero de carroza había pronunciado las mismas palabras que su padre.


 


-Tenéis razón a Sasuke no le gustaría verme llorar – Dijo al tiempo que limpiaba los rastros de lagrimas con las negras mangas del Sambenito que portaba.


 


-¿Sasuke? – Pregunto su compañero – Ese es un nombre pagano y creo que no va mucho con un monje Agustino –


 


-Cuando tomo los hábitos en su natal Japón, le bautizaron con el nombre cristiano de Santiago, pero a él nunca le gusto que le llamase así; decía que eso era una falta de respeto hacia sus padres y que solo usaba ese nombre para poder cumplir con su misión – Aclaro


 


Después de eso el silencio los abordo por un tiempo, hasta que ella decidió romperlo


 


-¿Y puedo yo preguntar lo que vos has hecho, para ser quemado en la hoguera? –


 


-Oh algo terrible, terrible – Dijo con algo de diversión en la voz – He renegado de la existencia de Dios y no conforme con eso, me atreví a publicar todas mis herejías, trayendo además de contrabando la gran mayoría de libros de la lista negra –


 


-Valla no creí morir junto a un ateo – pronuncio


 


No pudieron continuar con su charla, ya que la carreta donde iban había entrado a la zona de la Alameda donde la gente que les veía pasar arrojaban toda clase de objetos, gritándoles la más grande variedad de insultos que había escuchado en su vida.


 


Hace años cuando aún era novicia y podía salir al mundo exterior presencio un acto de fe como el que ahora ella protagonizaba. Al principio de la procesión siempre iban los soldados armados con sus alabardas, detrás de ellos el sumo inquisidor cargando la Cruz parroquial cubierta por un paño negro. Le seguían los penitentes divididos en portadores de Sambenitos amarillos y negros, los primeros serian azotados o reprimidos en público, regresarían a cumplir su sentencia a las cárceles de la inquisición, serian exiliados o dejados en libertad. Pero los que llevaban los negros como ella y su compañero serian quemados vivos. Recordó que esa visión la lleno de horror y comprendió porque la hermana Juana le insistía en que jamás dejara ver que era inteligente, cosa que en su mundo era la peor blasfemia posible.


 


No supo cuanto tiempo había pasado, solo sabía que el anochecer estaba cerca, había soportado todo un día de insultos y gritos de los azotados; pronto llegaría su turno.


 


Cuando escucho al fin su nombre algo extraño sucedió, se sintió ajena como si su alma empezara a dejar su cuerpo, estaba como en trance. Apenas fue consciente de cómo la ataban al quemadero. Las palabras del obispo que dictaban su absolución le parecían lejanas, como si ya no fueran dirigidas a ella.


 


Fue entonces que sucedió, mientras prendían fuego a su hoguera le escucho – “Te juro que ni siquiera la muerte podrá separarnos, si mueres seguiré a tu alma a donde quiera que valla y como sea que encarne, porque me perteneces por toda la eternidad” - 


 


-Sasuke – susurro antes de que su mundo se volviera negro


 


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Naruto Uzumaki, despertaba nuevamente agitado, bañado en sudor y con unas terribles ganas de llorar hasta que no pudiera más. Eran las dos de la mañana y por experiencia propia sabía que no volvería a dormir hasta dentro de un buen rato, así que se levanto de su cama, mojo su cara y se puso a leer los informes que le habían hecho llegar.


 


Hacía dos semanas que se encontraba en México y desde que había pisado ese país, no dejaba de soñar con lo mismo: una mujer siendo quemada viva. Lo que le aterraba era el hecho del gran parecido que tenia con aquella dama; el mismo tono de piel, el mismo color de cabello y los mismos ojos azules.


 


Despejo su mente de aquel sueño y siguió concentrado en los informes de aquella extraña pieza, por la que en esos momentos se hallaba en aquel lugar tan lejos de su hogar.


 


Uzumaki Naruto a sus cortos veinticinco años era un experto mundial en metales antiguos, (aquello se debía en gran parte, al hecho de ser hijo de los famosos arqueólogos japoneses Minato y Kushina Uzumaki) es por ello que había sido llamado por su mejor amigo y colega Sabaku Gaara, quien no hacía mucho hiciera un gran descubrimiento mientras remodelaban un viejo convento en la capital mexicana.


 


Enterrado en el soto coro de la iglesia del convento, se hallaba resguardado por varias placas de metal y crucifijos de oro un gran ataúd de plomo solido de aproximadamente dos metros de largo por metro y medio de alto y un metro de ancho, con varias inscripciones en latín y por extraño que pareciera en japonés. Dentro de dicho objeto se encontraba un cuerpo totalmente envuelto en varias telas blancas, con las mismas inscripciones que se hallaban fuera y lo que parecía ser un Sambenito negro bajo estas Algo realmente insólito.


 


Su trabajo era determinar si dicho objeto pertenecía a la colonia española o era una gran broma pesada.


 


Su lectura fue interrumpida por el sonido de su celular. Esperaba que aquello fuera una emergencia, no estaba de humor para soportar los absurdos comentarios de Sai, el novio de Gaara. Ellos eran los únicos que sabían de sus sueños y el muy idiota se había fijado como meta descubrir lo que significaban.


 


-Diga – contesto de mala gana una vez que alcanzo su teléfono


 


-Naruto tenemos problemas – Escucho la (un poco) preocupada voz de Gaara del otro lado


 


-Deben de serlo para que me hables a estas horas – Dijo ya sin el tono molesto con el que había contestado.


 


-Lo robaron, no está, no sé cómo pudo pasar, solo salimos un momento y ya no estaba – Dijo la voz del otro lado


 


-¿Robaron? ¿Qué robaron Gaara? – Pregunto al no entender lo que su amigo trataba de decirle


 


El cuerpo, del ataúd de plomo! Eso robaron Naruto – Exclamo Gaara – Las autoridades mexicanas no tardan en llegar, es necesario que todo el equipo esté aquí, así que será mejor que llegues pronto


 


-De acuerdo Gaara, salgo en estos momentos – Comento, se vistió y salió del hotel en el que se hospedaba.


 


Llego en tiempo record al laboratorio improvisado que habían montado en el convento de Corpus Cristi. Todos estaban ya ahí, incluyendo a la policía que empezaba a tomar fotografías de todo el lugar y hablar con los involucrados.


 


-Naruto, por aquí – le llamo Gaara, nada más entrar


 


-Hola Gaara, ¿Qué sucedió, los asaltaron o como desapareció? – pregunto nada mas estar cerca


 


-No, no nos asaltaron, ni siquiera forzaron las cerraduras – Comenzó a explicarle – Antes de irnos, sacamos el cuerpo del ataúd, desenvolvimos el cuerpo, Sai lo dibujo y yo tome algunas fotografías, lo dejamos listo para abrirlo mañana, es decir hoy; pero por algún motivo hubo una falla general en la corriente eléctrica y cuando volvió, el guardia de seguridad en su ronda ya no encontró el cuerpo – Finalizo su amigo


 


-¿Y, como estaba? Es decir estaba muy deteriorado, porque de ser de la colonia tendrá más de 300 años de antigüedad. Quienes lo robaron deberán ser expertos traficantes para poder conservar algo así – Comento mientras seguía a su amigo a su improvisada oficina


 


-No creo que eso sea un problema para ellos – Explico el pelirrojo – Mira, este es nuestro cuerpo – Dijo al tiempo que le extendía las fotos que horas antes había sacado.


 


-Esto es una broma ¿verdad? – Naruto no podía creer lo que sus ojos veían y al ver la seriedad con la que su amigo negaba, pregunto. - ¿Estás seguro? ¿Con que demonios lo prepararon da´ttebayo? –


 


-Ese es otro misterio amigo, no tenía ninguna resina, cera, sal o cualquier otra sustancia o casa además de las telas y el Sambenito –


 


Naruto estaba anonadado, lo que las fotografías mostraban era el cuerpo de un hombre de no más de treinta años, perfectamente conservado; de cabellos negros y piel exageradamente blanquecina, pareciera que el sujeto en cuestión solo se hallaba dormido, ya que toda su piel se apreciaba intacta y tersa. ¿Cómo demonios lo habían conservado tan bien?


 


Sus pensamientos fueron interrumpidos, cuando sintió claramente como alguien susurraba en su oído “Aquí estas amor mío ahora si nadie podrá separarnos”. Volteo rápidamente a ver quien había sido el gracioso de tal cosa, pero no hayo a nadie.


 


 

Notas finales:

Si lo se a un no temino Lazos y empiezo con otra cosa, pero no podia seguir escribiendo Lazos sin sacarme esto de la cabeza. El sabado actualizo Lazos.

Ahora si burbuja cultural:

Esta historia esta basada en hechos reale los cuales son:

1.- En el siglo XVIII una monja fue enjuiciada y quemada viva por sostener amorios con un monje Agustino, al parecer sus conventos estaban conectados. Los sorprendieron devido a que la monja se embarazo y al mandar a su criada por hierbas abortivas esta los delato. El caso esta documentado

2.-Hace tres años encontraron un ataud de plomo en el convento de Corpus Cristi, en la ciudad de México, al parecer la monja que estaba en el ataud murio de una enfermedad sumamente contagiosa.

3.- Este no es hecho real, pero me gustan los trios. Sasuke no es ni vampiro, ni momia pero tampoco es humano, es otra cosa.

Por ultimo, les agradeceria mucho sus comentarios y opiniones respecto a esta nueva historia. Se aceptan quejas sugerencias, tomatazos y todo aquello que les sobre


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