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Trato
Matt corre por el callejón a oscuras, sostiene entre sus manos una chaqueta vieja y sucia y la aprieta contra su pecho mientras avanza sintiendo que el corazón le va a explotar o tal vez los pulmones si da un paso más. No mira hacia atrás, el sonido de las pisadas y las maldiciones dichas a voz de cuello son más que suficientes para saber que aún le siguen y lo seguirán haciendo peor que perros hasta que lo atrapen o logre esquivarlos. Por el momento la primera opción parece más viable.
Abre la boca para tomar aire y se pregunta porque no le han disparado simplemente. No es que se queje, tampoco. Frena de pronto cuando descubre que el callejón termina. Si, termina, en una jodida pared de más de dos metros de altura, una pared lisa. Matt se da la vuelta y observa a sus dos perseguidores, más altos y definitivamente más fuertes que él, aprieta los dientes y a pesar de probablemente estar a punto de morir solo puede pensar en María.
Uno de ellos ríe y se acerca y de repente, de la nada, de las mismas sombras una mano pálida se cierra en su muñeca y el tipo ahoga un grito sobresaltado.
-¡Hijo de perra!- grita, saca un arma y apunta al tipo que se balancea cambiando su peso de un pie a otro y que aún sostiene su muñeca.
El tipo del arma se llama Larry y está orgulloso de su fuerza, muy orgulloso. Mira al tipo, que no debe pesar más de setenta kilos, al cual le saca unas dos cabezas de altura y luego mira la mano, la mano delgada que aun está en su muñeca y vuelve a mirar al tipo. No se ha movido, con las justas parece estar aplicando fuerza, pero Larry siente que está a punto de partirle los huesos. Su compañero no hace nada, se ríe pensando seguramente en todos los huesos que Larry va a romperle al tipo, en lo muy desfigurada que va a dejar su cara.
-Suéltame, cabrón- sisea Larry- Suéltame o te vuelo los sesos.
Por un momento Matt no puede creer lo que pasa, cree que está soñando, que se ha dormido viendo alguna película de serie B y ahora sueña. Se pega lo más que puede a la pared y desea no mirar o al menos no escuchar porque al tipo que salió de la nada le han encajado una bala en todo el pecho y no se ha caído, solo se balanceó adelante y atrás, como si le hubieran dado un puñetazo leve y ha roto el brazo que sostenía como si los huesos fueran de cristal, para después tirar el cuerpo, como si no pesara mas de cien kilos y estrellarlo contra la pared. Matt aun no dejaba de escuchar el sonido del cuerpo de ese tipo al estrellarse contra el concreto cuando el otro grito y fue en ese momento cuando pensó que estaba soñando. Un maldito sueño de terror.
Aquel desconocido estaba sobre el otro tipo con la cabeza hundida en su cuello, mientras este pataleaba y gritaba intentando sacárselo de encima.
Cuando alzó la cabeza Matt vio los dos colmillos manchados de sangre, sobresalientes en la boca abierta, los ojos brillando completamente purpuras.
El tipo se levanto, se limpió la boca con el dorso de la mano y se acerco a Matt, que no pensaba nada solo respiraba rápidamente (¿Qué cosa haces con un tipo que rompe huesos como si fueran de sal?) esperando que se acerque y termine con su vida. Pero el tipo no se acercó, al menos no mucho, sólo lo miró, apartándose el pelo de la cara con las manos (tenía el pelo largo y parecía muy sucio)
-¿Cómo te llamas?- preguntó.
Matt no contestó, aun no podía creer que supiera hablar y es que bueno, acababa de drenar la sangre de un hombre.
-Te pregunte cómo te llamas- volvió a decir autoritariamente.
-M-Matt- contestó bajito.
El tipo se rascó el brazo izquierdo, pareciendo incómodo y luego suspiró, como si acabara de decidir algo que no le gustaba mucho.
-¿Tienes un lugar donde dormir?
-¿Qué?
Matt se sintió tentado a pellizcarse pero estaba en shock, es mas dudaba mucho que pudiera moverse.
-Por lo que veo, esos dos- hizo una seña vaga con la mano- estaban a punto de matarte o algo, así que, como yo lo veo, te acabo de salvar la vida y no es que tuviera demasiadas razones para hacerlo. Se podría decir que estas en deuda conmigo.
-¿Qué?- volvió a decir Matt, incapaz de pensar en nada más.
-Que estas en deuda conmigo- repitió el tipo, lentamente- Así que vas a darme un lugar donde vivir y a cambio no te pasara lo mismo que a ellos.
Matt abrió la boca y la volvió a cerrar sin decir nada, se paso una mano por el pelo y suspiro.
-¿Tenemos un trato, entonces?
-Ok- dijo en un susurro antes de empezar a caminar lo más rápido que podía, intentando calmarse.
-¿Cómo te llamas?- pregunto el tipo un rato más tarde, detrás de él
-Matt.
-Hola Matt, soy Kyle- contestó.
Matt siguió caminando sin voltear, esperando a cada paso que Kyle no siguiera detrás suyo.
Media horas más tarde ambos llegaban a un barrio de los suburbios, Matt volvía a pensar en María y era consciente que aun llevaba la chaqueta abrazada y Kyle, Kyle tenía una clase de pensamientos extraños que no tenían nada que ver con esta noche y que tenían que ver con un color de ojos parecidos a los de Matt.