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Deep Red por Hisue

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Vampiros en la casa


La casa tenía la pintura descascarada y de un color uniforme producto del tiempo y la humedad. La sala estaba a oscuras y Matt encendió la luz, descubriendo un sofá viejo, dos sillas de madera y una mesa de vidrio. La sala daba a la cocina y luego, estaba la única habitación de la casa que Matt podía usar. La otra permanecía con llave y el silencio le indicó a Matt que no había nadie más en la casa.


-¿Vives aquí?- preguntó Kyle. Estaban en la puerta del cuarto.


-A veces. También en las calles- contestó Matt de forma ausente.


-¿Por qué te querían matar?- preguntó de nuevo. Kyle se dijo a sí mismo que lo mejor era seguir ignorante respecto a ese tema, pero su curiosidad ganó la partida. Había pasado muchos años viviendo en callejones, junto con los mendigos y tenía una ligera idea de las razones que esos tipos podían tener.      


-Yo les robé algo- dijo Matt. Aun tenía la chaqueta apretada contra el pecho- Droga. La necesitaba. Tú duerme aquí. Yo iré a la sala.


Kyle se quedó mirando la puerta cerrada. Matt había salido antes de que pudiera formular las varias preguntas que se habían hecho presentes en su cabeza. No quería tener tratos con humanos, no más de la cuenta, pero lo había salvado, porque los ojos del muchacho eran parecidos. No, no los ojos. La imagen. El aire, tal vez la esencia que despedía.


-Después de un tiempo- escuchó la voz perdida en su pensamiento- Tiendes a buscarlos en cada cosa, a verlos en cada persona. No porque estén allí, sino porque tú quieres que sigan existiendo.


Kyle ignoró las palabras que le habían sido dichas mucho tiempo atrás y en cambio se fijó en la cama. Llevaba años sin dormir en una.


Matt despertó hasta entrada la mañana. Aun tenía un sentimiento de irrealidad bullendo en su cabeza, un montón de pensamientos discordes que no lograban formar una sola frase coherente en su cerebro. Lo primero que hizo fue dirigirse a pasos lentos hasta la habitación que solía ocupar en los días habituales (había dormido en el viejo sofá y como consecuencia tenía un horrible dolor en el cuello) y girar la perilla lentamente. Asomó la cabeza por la puerta y lo vio, tendido en la cama y al parecer completamente dormido. No supo cómo debía sentirse. ¿Aliviado porque no estaba alucinando? O preocupado porque una especie de chupasangre dormía en su cuarto. No se decidió por ninguna de las dos. Volvió a la sala y de repente vio la chaqueta. Ayer había estado tan abrumado que ni siquiera había reparado en ella.


Se sentó en el sofá, tomó la chaqueta y la desenvolvió. Una mochila pequeña de tela azul estaba allí. Matt sonrió inconscientemente mientras metía la mano a la mochila y acariciaba las bolsas de plástico que habían dentro. Lo había conseguido y aun no se cumplía la semana. Aun sonriendo se dirigió a su cuarto, ignorando al monstruo chupasangre que dormía en su cama, sacó una bolsa en donde guardaba la ropa y se dirigió al único baño de la casa, en donde se bañó más rápido de lo necesario.


Estaba a punto de cruzar la puerta cuando cayó en cuenta que no podía dejar a Kyle allí, al menos no sin avisar. De mala gana volvió sobre sus pasos, cogió el teléfono y marcó un número. Le saltó la contestadora.


-Hey, Dani- dijo- Soy Matt. Eh… bueno, mira- se detuvo, pensando que decir "cuando llegues, no botes al tipo que está en la casa, porque veras podría beberte la sangre, ok" no parecía una buena opción.


-Ehhh, hay alguien en casa le debo una y se va a quedar unos días. Sólo… sólo no… actúa bien con él, ¿ok?


Colgó el teléfono y salió de la casa, olvidando al instante todo lo relacionado con Kyle. Susurró un "ya voy, María" y se afirmó la mochila sobre el hombro izquierdo.


Kyle despertó una hora más tarde, parpadeó un par de veces, miró la hora en el reloj de pulsera que llevaba y se cubrió con la sabana hasta las orejas. Planeaba seguir durmiendo todo el día pero un movimiento leve al lado derecho de la cama atrajo su atención. No había escuchado los pasos pero había luz suficiente para ver una sombra moviéndose. Se quitó la sábana de la cara y volteó la cabeza. Allí sentada en un rincón con la espalda apoyada en la pared había una muchacha. Tenía las rodillas apoyadas en el pecho y las rodeaba con un par de brazos delgados y pálidos, casi blancos. Kyle pensó que ella si parecía un vampiro, con el vestido blanco arrugado y viejo cubriendo un cuerpo delgado y blanco como la leche. Su cabello tenía el mismo color blanquecino con un tinte de dorado y lo miraba. Ojos azules que parecían congelados.


En un momento Kyle se dio cuenta que no olía a la muchacha, hizo una mueca de desconcierto, juntando las cejas y estiró un brazo hacia ella.


María.


Kyle parpadeó, incrédulo. Ella había hablado pero no había escuchado la voz. Sólo esa palabra, María, directo a su cerebro. Ella estiro un brazo y toco la punta de los dedos de Kyle, aunque Kyle no sintió nada, sólo lo vio. Al instante desapareció.


Kyle se incorporó, turbado y salió de la cama apresuradamente. La puerta del cuarto se abrió en ese momento y una pistola le apuntó directo a la cabeza.


La segunda vez en dos días pensó Kyle algo divertido y preguntándose al mismo tiempo donde estaría el muchacho de ayer.


Quien le apuntaba era una chica. Tenía puestos unos vaqueros, zapatillas blancas y una camiseta del mismo color, sobre la que lucía una casaca de tela gris. El cabello atado en una cola de la que se escapaban algunos mechones negros.


-¿Eres tú el tipo que ayudó a Matt?- preguntó.


Debía tener de dieciocho a veinte años y su voz ya sonaba inflexible. Vaya sociedad esta pensó Kyle.


-Soy yo- contestó. Se pregunto si Matt le había contado todo sobre él.


-¿Así que vas a quedarte unos días?- volvió a preguntar la muchacha sin bajar el arma.


-Voy a quedarme más que unos días. No sé porque tengo que decírtelo.


-Tienes que. Porque esta mi casa.


Kyle enarcó una ceja, miró hacia el rincón en donde la chica de blanco había estado sentada y volvió a mirar a la muchacha sin decidirse que hacer.


-Lo siento- dijo al fin- Hice un trato con Matt. No sabía que no era su casa.


-No me gusta tener desconocidos en mi casa, sean amigos de Matt o no. No veo una razón para dejar que te quedes.


Kyle miró el arma y luego a la chica.


-No vas a detenerme con eso- dijo. Antes de que ella pudiera reaccionar le quitó el arma y la puso sobre su cabeza- veras soy un poco más rápido que tu. Pero no quiero matarte, solo quiero un lugar en donde pasar el día.


Ella lo miraba con los ojos desorbitados, tal vez intentando comprender como se había movido tan rápido. Kyle le tomó la mano, se la abrió y le puso la pistola en ella.


-No vas a matarme con eso.


-¿Quién demonios eres?- preguntó mientras se alejaba un paso.


Kyle miró al techo. Estaba pensando en los muchos años que habían pasado desde que habló más de tres frases con un humano, en la cantidad de años que llevaba viviendo en los callejones, como esas bestias de las películas de terror. Se preguntó porque iba a querer que eso cambiara, porque involucrar en su vida a dos humanos tan de repente.


-Supongo que me llaman vampiro- dijo levemente.


La muchacha dejo escapar un "Ah" entre asombrado, incrédulo y asustado y sostuvo con más firmeza la pistola entre sus manos.


Kyle volvió a mirar al rincón en donde se sentó la chica de blanco, pensando en nada.


La chica, Daniela se llamaba, lo observó mordiéndose el labio. Pensaba en lo mal que Matt la iba a pasar cuando llegara a casa. Y también pensaba que quería saber más sobre el tipo, de quien curiosamente no se asustaba.


Un rato más tarde, Daniela bebía un café sentada en el sofá, con la luz encendida, puesto que Kyle le había pedido que no abriera las ventanas. Kyle se encontraba frente a ella, sentado en una silla de madera, con las piernas estiradas y la mirada perdida en algún punto en la pared. Daniela no entendía porque pero no le tenía miedo, aun cuando él le había dicho que era un vampiro y se había movido tan rápido que fue incapaz de verlo. Kyle le contó como rescató a Matt de un par de tipos la noche pasada (o mejor dicho como usó a los tipos de cena) y nada más.


Mientras lo miraba, Daniela pensó que Kyle tenía ojos tristes. Ojos tristes y ancianos en un rostro de joven que bien podría hacer comerciales de TV. Le quiso preguntar si ese mito de la vida eterna de los vampiros era cierto. No lo hizo y en vez de eso clavo la vista en la puerta esperando a Matt. No la iba a pasar tan bien cuando llegara.

Notas finales:

Otro capitulo corto... pero a partir del tercero empiezan a ser mas largos. Sobre esta historia, es una de esas en donde la relacion entre X personajes es solo un efecto secundario de la historia, no la causa de la historia. Tal vez por eso sea un poco aburrido, asi que diganme que les parece. Nos vemos en la proxima, que pude ser dentro de dos semanas ^_^U


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