Una tormenta afuera, la lluvia cae sin cesar, el viento sopla haciendo que las ramas de los arboles golpeen las ventanas, una “buena noche para dormir” pensaría aoi, el pequeño ya se había duchado, relajado y fresco se dirigió hacia su cama, todos podían pensar que se encontraba bien, tras su pequeñita sonrisa soñadora se encontraba un aoi diferente, el momento de dormir llego, cerro sus ojos, por alguna extraña razón tardo en quedar profundamente dormido, dio varias vueltas en su cama, se estiraba, se acurrucaba entre las cobijas, abrazaba sus peluches… llego hasta el punto de tener que llorar… tibias lagrimas resbalaban por sus suaves mejillas, no tenía una razón especifica, simplemente pensaba cosas tristes, cosas que pasaron, o que podían suceder y lloraba… termino cansándose y calló en un profundo sueño.
No sabía que su pesadilla comenzaba
Abrió sus ojos y se encontró con una habitación un poco oscura, algo así como las habitaciones rojas donde se revelan las fotografías, solo que está estaba más oscura aun… camino, trompesandose con sus mismos pies, extendiendo sus manos como un ciego sin bastón, camino y camino, empezaba a asustarse… hasta que sintió algo solido, reviso cuidadosamente y exactamente era una pared, camino siguiendo el camino, recorriendo con sus manos en busca de algún interruptor, sintió una pequeña palanquita, tomo aire y la bajo, encendiendo una brillante y fuerte luz blanca, cubrió su rostro con sus brazos, sus ojos eran lastimados… poco a poco los abrió, encontrándose con sí mismo en un espejo… una expresión de sorpresa se formo en su rostro, dio tres pasos hacia atrás y miro atentamente todo.. o mejor dicho.. solo el… se encontraba en una habitación completamente blanca, solo tenía puesta su ropa interior, blanca con manchas de sangre, su cuerpo estaba lleno de cortes que sangraban, cicatrices, heridas por sanar, cubrió su boca con una de sus manos para evitar gritar, sus ojos se llenaban de lagrimas tornándose vidriosos, volteo a sí mismo para comprobar que no era un juego, y no lo era, realmente su cuerpo estaba lleno de cortes, toco cada uno de ellos, quejándose por el dolor que sentía, de pronto una avalancha de recuerdos lleno su cabeza, recordó esos momentos en los que deseaba cortarse, deseaba auto-destruirse, pero, no lo hacía… tal vez si lo hubiera echó, ahora su cuerpo se vería así, comenzó a gritar fuertemente, quería despertar pero no podía..
Todo era tan real…
Abrió sus ojos y de reojo vio a alguien parado a su lado, levanto la mirada y vio a yumehito, su amado yumehito, sintió una corriente eléctrica atravesar su cuerpo, la necesidad de sonreir, corrió hacia el lanzándosele encima y dándole un fuerte abrazo, hundiendo su cara en su pecho, estaba feliz… pero… nadie correspondió el abrazo… miro hacia arriba y pudo ver la mirada ida de yumehito… parecía que no había vida en su cuerpo… la luz de sus ojos se había apagado..
-que sucede mi amor? Estas bien?- pregunto nervioso aoi
-….- no recibió respuesta alguna
-estoy tan feliz de verte… estaba tan asusta..- no pudo terminar
-calla- dijo el rubio
-hee?- la cara de sorpresa había regresado
-que te calles he dicho!!- lo arrojo fuertemente al suelo
-yume.. que.. que sucede? Cual es el problema?-
-no lo ves? Eres tu..- clavo su mirada fijamente en el –mira tu cuerpo… das asco… no vales…
-que.. que dices? Juro que yo no he hecho nada- lloro de nuevo
-deja de llorar… pareces un niñato que solo llama la atención.. un mocoso.. un crio… -
-pero yo no lo hice!! Créeme!!-grito
-ja!, como si te creyera, no eres más que un mentiroso-dijo con una risa malévola en su rostro
-mi amor créeme yo no lo hice!- se levanto y corrió a abrazarlo… pero yumehito fue más rápido, apenas aoi acerco su cuerpo yume lo alejo y lo tomo del cuello
-ni te atrevas a abrazarme así como estas, das asco niño, ME DAS ASCO!!,- lo arrojo fuertemente al piso haciendo que se golpeara con el cristal del espejo y una herida en su cabeza sangrara- no te quiero ver.. JAMAS!... entendido?- dijo para irse caminando de lo más fresco, no parecía el yumehito que aoi amaba, no era él, simplemente
No era él…
Aoi rompió a llorar, gritaba, pataleaba, abría sus heridas con sus uñas, se canso y callo desmallado.
Despertó de nuevo en su cama, le dolía todo el cuerpo, sobresaltado salió de ahí y reviso todo su cuerpo, ni un solo rastro de cortes… pero al recordar todo, las palabras, su cuerpo, le dio asco, corrió al baño a regresar todo, silenciosamente para que nadie se diera cuenta, arcada tras arcada devolvió todo, era demasiado vomito, al final solo vomitaba una solución roja, era su sangre, después de un rato se enjuago la cara y la boca, se miro al espejo y estaba más pálido que una hoja, y eso que el ya era pálido, sus ojeras estaban más oscuras que nunca, se dirigió de nuevo a su cuarto, reviso su temperatura, 42°, volvió a recostarse pero al cerrar sus ojos solo recordaba esas palabras y todos esos cortes, no podía dormir…
Su madre quien lo había escuchado vomitar se levanto a ver qué le sucedía a su hijo, al encontrarlo más pálido y sin poder dormir lo llevo directamente al hospital donde lo internaron, el problema fue que tuvo que dejar a su hijo solo en la sala de urgencias, ella tenía que abrir la tienda familiar, En el hospital recostaron a aoi en una camilla, una de las enfermeras se encamino a ponerle un suero por intravenosa, al terminar al procedimiento dejo al chico solo y descansando, a los 6 minutos aoi se desespero, se arranco el suero de golpe y se quedo mirando el interesante techo blanco, después de un buen rato llego la enfermera quien le regaño y le volvió a poner el suero, solo para que el solo se lo volviera a quitar, no le gustaba que esa aguja atravesase su piel, era como las heridas de su sueño, a la cuarta vez fue el mismísimo doctor.
-Joven, si simplemente no se quiere sentir mejor, le recomendamos que se valla, otros pacientes necesitan esta camilla y sobretodo este suero.- dijo fríamente
Aoi se levanto y sin decir nada se fue del lugar, al salir a la sala de espera miro hacia todos lados, no estaba su madre, ni su padre, ni nadie… Camino a la puerta de salida y camino… el hospital quedaba al otro lado del pueblo, justo como su casa, era el amanecer, hacia frio y no estaba abrigado, aun así camino, se detuvo en un arrollo para descansar sus pies, le dolía mucho el brazo
-estúpidas enfermeras, no saben hacer nada bien- se quejo. Siguió su camino, al llegar a su casa su madre lo reprocho por no avisar y le pregunto cómo le había ido en el hospital
-estoy bien, solo se me bajo la presión, ya me dieron de alta- mintió, entro a su cuarto, echo llave y se recargo en la puerta, poco a poco fue cayendo al piso, comenzando a llorar. Las ganas de volver a cortarse regresaban, pero basto solo con golpear la pared, una y otra vez, hasta que sus nudillos dolieron. Encendió su computador, busco a la persona más importante, y la encontró, ahí estaba yumehito.
-Hola niño como estas?- dijo el rubio en su computador
-mal, pase la peor noche- respondió
-que sucede amor? Te encuentras bien?-aunque fuera desde una pantalla se notaba cierto cariño en esas palabras
-tuve una pesadilla, me internaron en el hospital, tuve que caminar hasta mi casa, no sé si estoy bien…-dijo rompiendo a llorar
-que pesadilla? Por qué al hospital? –pregunto irónico yumehito
-soñé que tena el cuerpo lleno de cortes, y estabas tú pero.. mé trataste mal, me dijiste cosas horribles, me dijiste que daba asco, que no valía nada, al despertar tenia la temperatura al tope y mi madre me llevo al doctor pero me dejo solo-
-mi vida yo jamás te diría eso, te amo aoi te amo!- decía el rubio ya también llorando
-lo sé…-aoi miro sus muñecas, tenía dos cortes profundos, no tenía idea de cómo llegaron ahí -aquí vamos de nuevo…-dijo para sí mismo, comenzando a ver todo borroso, Sabiendo que ya llegaba su fin – Yumehito, quiero que sepas, que te amo, y siempre lo hare, aun cuando ya no exista… Adiós para siempre mi amor- escribió aoi en su computador para hacérselo saber al rubio.
-Te amo- fueron las últimas palabras que salieron de sus labios para cerrar sus ojos y ya no volver a abrirlos