- ¡Pareces una puta! ¡¿Por qué te tuvo esa mujer!? Sabía que debía abor…
- ¡Cállate! –interrumpí, no quería que hablara de mi madre-por favor…
Era doloroso, dolía ver como tu única familia se avergonzaba de ti, me levante de la mesa y corrí a mi habitación, me acosté en mi cama y mordí mis labios con fuerza, no quería emitir ruido alguno, no quería verme débil, no quería llorar, sentía mi almohada húmeda y mis ojos ardían.
“Morir” ¿Por qué no me llevas? Eso es lo que quiero. . . ¿Por qué me dejaste solo aquí? Mamá…
Tenía unas incontenibles ganas de cortarme y acabar con todo esto de una vez, pero no podía ser tan cobarde, no otra vez, además te prometí no hacerlo, no quiero decepcionarte, no quiero decepcionar a la única persona que me queda… no puedo evitar sonreír bobamente al recordarte. ¿Por qué eres tan amable conmigo?
Siento los gritos de mi padre y nuevamente me hundo en la angustia ¿Es que acaso no me puedes dejar ser feliz? Solo un minuto… pero es demasiado lo que pido ¿verdad? Lleve mis manos a mis oídos y comencé a llorar débilmente, sentí como leves espasmos comenzaban a invadir mi cuerpo ¿Por qué tengo que ser tan débil? Abrí mi boca y sentí como mi garganta se partía soltando un lastimero quejido, te necesito, te necesito aquí, quiero verte… Akira.
Cedí ante mi cansancio en pocos minutos, despertando con el insoportable sonido del despertador retumbando en mis oídos, odiaba ese puto sonido, así que me apresure en apagarlo y me levante con desgano, lleve mis manos a mi cara y las restregué con fuerza, me sentía muy cansado hoy.
Me dirigí al baño y me di una ducha algo larga, salí, seque mi cabello, lo planche y lo arregle. Pensándolo bien me gustaba más mi cabello negro con un mechón rojo, el rubio me había aburrido. Cuando sentí que mi cabello esta bien procedí a maquillarme estaba muy pálido y tenía ojeras, pero difícilmente se notaba con el delineado y la base. Me puse el uniforme, Salí del baño y baje las escaleras hasta llegar a la cocina, mire la hora en mi celular, 7:45 aun hay tiempo, muero de hambre.
Abrí el refrigerador y saque una barra de cereal con un vaso de jugo, me senté a comerlo, pero sentí pasos arriba, seguramente él ya había despertado, no quería problemas hoy así que me levante rápido, tome mi bolso y salí.
Caminaba sintiendo como el aire frío chocaba contra mi cara, estaba muy nublado y tenía apariencia de llover así que apresure mi paso, no quería mojarme. Me puse mis audífonos y me hundí en mis pensamientos largo rato hasta que el sonido de una llamada interrumpió en mis pensamientos, leí en la pantalla “Akira” y me sentí algo nervioso ¿Qué quería a esta hora?
- ¿Q-que pasa Akira? –dije vacilante.
- ¡Taka! ¿Dónde estas? –contesto algo agitado, eso me preocupo.
- Tranquilo Akira, estoy en la dulcería que esta cerca de mi casa.
- ¡Espera ahí, ya voy! – no alcance a decir palabra alguna cuando oí el sonido de una llamada terminada. Me quede en mi lugar un segundo y luego me apoye en la pared de la dulcería, pasaron unos minutos y ya me estaba aburriendo, hasta que divise a Akira correr hacia mi.
- ¡Perdón! Me tarde… -dijo apenado, apoyando sus manos en sus rodillas y respirando agitadamente.
- No te preocupes- dije sonriendo -¿Por qué…?
- Vamos a mi casa –dijo incorporándose.
- ¿Qué? No Akira, tengo que ir a clases…
- Pero pequeño, falta hoy, ya sabes es viernes y quiero que te quedes en mi casa porque mis padres salieron y no volverán hasta el martes, no quiero estar solito –susurro haciendo un puchero. –además podemos jugar a…
- Esta bien –dije sin hacerme de rogar, después de todo ya iba tarde y no podía decirle que no a mi mejor amigo. – Y deja de decirme pequeño, solo soy un año menor…
- Lo sé –dijo tomando mi mano, provocándome un sonrojo. –pero aun estas en el colegio, y yo no. Así que serás mi pequeña colegiala~ -canturreo.
- Deja de decir estupideces –sentí mi cara arder, siempre hace comentarios raros –tonto Akira, y ya suelta mi mano, esto se ve raro.
- Tú eres el único que mal piensa las cosas –hablo divertido. De alguna manera eso me dolió.
- Ya llegamos –dijo sacándome de mis pensamientos.
Entramos y Akira me ofreció leche, me gusta lo atento que es conmigo y lo mucho que me consiente. Acepte y me senté en sofá con el a mi lado, cuando termine lo mire fijamente y me sonrío, amaba ser el dueño de su sonrisa. Mire la ventana y vi como pequeñas gotitas chocaban contra ella, empezaba a hacer frío, me abrase a mi mismo y Akira se acerco un poco más a mi.
- ¿Quieres un manta Taka? –negué levemente y sonrío -¿Un abrazo? –asentí y se acerco a mi rodeando mi cintura, pasé mis brazos por su cuello y me senté sobre él. – ¿No lo haz hecho de nuevo? –pregunto con preocupación.
- No Akira, te prometí no hacerlo ¿no confías en mi?
- Si confió –hablo apegándome más a él –pero es difícil contenerse, supongo.
- Te quiero… -susurre.
- ah, pero que colegiala más linda –río.
- Tonto…
- Sabes que también te quiero, ¿verdad?
- Supongo –dije, para caer rendido ante el sueño.