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Era un día como cualquier otro: el Demoño Kamijou le había revoleado al alumno Takahashi el borrador por dormir en clase, aunque después de hacerlo, al voltearse, se sintió extrañamente culpable, después de todo, el también sabía lo que se sentía que te quitaran las horas de sueño, pero no había nada que hacer cuando te las quitaba el mocoso del cual estaba enamorado.
Luego de un largo día de revolear objetos a alumnos desconcentrados, Hiroki llegó por fin a la comodidad de su apartamento. Al abrir la puerta, lo abrumó el olor a comida recién preparada.
- Eres tu, Hiro-San? Buenos días!- lo saludó la alegre voz de Nowaki.
Hiroki trató de ubicar la procedencia de la voz, pero no lo logró, por lo que se dispuso a preguntar:
- Nowaki? Buenos días…Donde…?
En ese momento lo ve bajando las escaleras con el pelo húmedo y con solo una toalla cubriéndole. Un montón de pensamientos lo asaltaron y provocaron que Hiroki se ruborizara.
- Cómo le fue en el trabajo a Hiro-San?- dijo el más joven con una sonrisa
- Bien, como siempre…emm… Bakka, dejaste la cocina prendida…
- No, no lo hice, Hiro-San. La comida ya está servida.
- ah… humm… está bien, supongo…
Los dos hombres se sentaron en la mesa a cenar
- Hoy tengo que cubrir un turno por la noche, Hiro-San…-dijo el peliazul mirando su comida
- De veras? Bueno, suerte…
Nowaki elevó la mirada solo para ver como Hiroki la bajaba, con gesto de tristeza.
Llegada la noche, Nowaki estaba por partir hacia su trabajo cuando a Hiroki se le cruzó la idea de que ya hacia más de tres semanas que no hacían“eso” y el ya lo estaba más que deseando. Miró hacia su seme para por una vez dejar su orgullo de lado y pedirle que suspendiera su turno nocturno y que se quedara con el, pero lo único que llegó a ver fue como su espalda desaparecía por detrás de la puerta.
Por un momento se desanimó, pero luego pensó que era mejor así, que un mocoso no tenía por que ver como su tan preciado orgullo caía al suelo.
Ya pasada una semana de eso, todavía no habían conseguido tiempo para tener sexo, cosa que deprimía más a Hiroki de lo que este quisiera admitir.
Esa misma noche, el uke se encaminaba solo hacia su cuarto, luego de haber lavado los platos y limpiado la cocina, cuando sintió unos fuertes brazos que lo abrazaban fuertemente por detrás, y unos labios que le lamían el lóbulo de la oreja mientras que le susurraban sensualmente:
- Te deseo, Hiro-San… esta noche te haré mío… así que no trates de resistirte
Ya dicho esto, el peliazul dejó la habitación y a un desconcertado- y un poco excitado- Hiroki que se cuestionaba como es que había podido parar… ruborizándose se dio cuenta de que el no habría podido.
Recuperado en parte de su shok, Hiroki se fue lo más rápido que pudo hacia su cuarto para esperar a Nowaki. Pasó una hora…dos… y su seme no volvía…acaso se lo habría podido imaginar? Se ruborizó ante la idea, pero justo en ese momento se abrió la puerta ruidosamente…y allí estaba…Nowaki con su bata de médico a medio sacar.
Terminó de quitarse la prenda de un tirón y corrió a abrazar sinuosamente a su uke por la parte baja de la espalda para que sus miembros quedaran juntos…
-ahh…Nowaki…pensé… que no ibas a venir…ahh
Nowaki movía lentamente su mano haciendo que se rozaran uno con otro.
- No me perdería esto por nada del mundo, Hiro-San…
- B-ba-bakka…ahh…
Ahora su mano había pasado a masajear la entrepierna de Hiroki por sobre su pantalón. El menor besó apasionadamente al castaño, que correspondió al beso de una manera que jamás imaginó que llegaría a hacer. Sus lenguas jugaban y se acariciaban con gula de la otra. Cuando la falta de oxígeno se hizo presente se vieron obligados a separarse, pero ni siquiera entonces los labios de Nowaki dejaron la piel del mayor, sino que sus besos bajaron por su cuello, mientras que Hiroki trataba de contener unos delatores gemidos de satisfacción.
- No los reprimas, Hiro-San… quiero oírte gemir…
- NO…ahh...NO DIGAS COSAS TAN VERGONZOSAS…ahh…
El peliazul basaba y lamía cada parte del cuello del castaño mientras este trataba de contenerse de gemir, a pesar de lo que le había dicho su seme.
Nowaki rompió la camisa de su Hiro-San mientras que hacía lo mismo con la suya, cosa que sorprendió al mayor.
- QUE-QUE ESTTAS HACIENDO? SON LAS CAMISAS QUE USO PARA EL TRABAJO!
- No me interesa…lo único que hacían era estorbarme…
Dicho esto, el peliazul prosiguió a desabrochar el pantalón de Hiroki, quien se puso más colorado, si es que eso era posible…