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Junjou Christmas por Byakuran

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Notas del capitulo:

 

Esto va a ser un asesinato en serie…o eso creo… xDDDD

Bueno, hola nuevo people~! Siento el retraso, la universidad ES una verdadera jodienda (y perdón por la expresión pero es la pura realidad).

Este capítulo, estaba bastante segura de cómo quería que se desarrollase, pero el problema surgió a la hora de narrarlo. No sé porqué será pero…creo que quedó algo extraño…

Pero bueno, sin más dilación… ¡Que disfrutéis del nuevo capítulo!

 

 

Capítulo 8: Confiesa, Hiro-san – Nowaki

La palabra miedo era poco para definir lo que había sentido cuando Hiro-san se desplomó de esa manera entre sus brazos. No, había sentido verdadero pavor. No podía evitar preocuparse y mucho menos después de haber presenciado eso. Y es por eso mismo, que había tenido que llamar al Doctor Kushieda para que le revisase.

 Le había pillado desprevenido, extenuado por el trabajo y con la preocupación de la situación entre ambos.

 ~FLASH BACK~

 Tras auto-convencerse de que el castaño no se iba a mover de donde lo había dejado y de que iba a estar igual que cuando se fuese, salió fuera a la espera del doctor, conduciéndolo nada más llegar al lugar donde estaba el otro mientras le explicaba cómo había sucedido todo.

 Tras a revisión, el hombre se había acercado con una sonrisa amable y tranquilizadora en el rostro, lo cual había tenido como consecuencia su parcial relajación y tranquilidad, soltando todo el aire que parecía haber contenido en ese lapso de tiempo.

El motivo por el cual había llamado al susodicho, no era solo por sus grandes habilidades y capacidades como médico, sino su actitud para con los pacientes y conocidos. A parte de que era una de las pocas personas que le habían ayudado verdaderamente para entender todo lo relacionado con el oficio y a poder evolucionar y crecer dentro de este y como personas (aún más de lo que es de por sí).

-No tienes nada de qué preocuparte, Kusama-kun. Sólo es falta de sueño, lo cual ha provocado un considerable estrés en su cuerpo.-dice, comenzando a guardar los utensilios usados-Según lo que me has contado, lleva días trabajando sin parar, así que su cuerpo, al alcanzar su límite, a forzado directamente el descanso que se le ha negado durante tanto tiempo.

-Muchas gracias, Kushieda-san.-agradece, haciendo una ligera inclinación de cabeza ante eso.

-No tienes nada que agradecerme, sabes que puedes llamarme cuando quieras. Lo que me extraña-añade, mirándole fijamente con cierto aire curioso, lo cual le pone algo nervioso-es que no hayas sido capaz de diagnosticar tú algo tan sencillo como eso…

…Muy cierto, pero…

-No podía…-responde, mordiéndose el labio inferior levemente.

Con cierta confusión, le ve esbozar una leve sonrisa al escuchar su respuesta.

-Ya veo, ya veo. Me alegro de conocer al fin a esa persona importante que se rumorea que tienes.

-¿Eh? –deja escapar, sin entender a que se refiere exactamente. Solo un par de personas sabían que tenía por pareja a Hiro-san, aparte de sempai, pero… ¿desde cuándo se estaba extendiendo esa información?

-Bueno, al parecer alguien dijo que ya tenías pareja y ya sabes cómo corren los rumores por los pasillos.-dice, con cierta sorna- Eres todo un rompe-corazones, Kusama-kun.

-¡Deja de bromear, Kushieda-san!-exclama, sonrojándose levemente ante la inesperada y comprometedora frase del otro.

-Bueno, bueno, no lo decía con mala intención-repone, riendo levemente antes de retomar una actitud algo más seria y adoptando esa característica tan remarcable suya de regañarte como si de su propio hijo se tratase.-Aún así, eso no excusa que no fueses capaz de realizar un diagnostico. Eres un médico. Las relaciones personales en estos casos quedan fuera de contexto, incluso estando fuera de trabajo.

Ante eso, solo se limita a asentir, sabiendo que tiene toda la razón del mundo pero también haciéndosele esa una de las tareas más complicadas. ¿Cómo mantener la paciencia y la calma cuando la persona a la que amas está mal?

-Bien, me alegro de que lo entiendas.-dice, mostrando nuevamente esa sonrisa afable.-Y no te preocupes. Por lo ocurrido deduzco que puede llegar a ser algo tozudo y cabezota, así que mejor que tenga tres o cuatro días de reposo, y no haga muchos esfuerzos. Seguramente le dolerán los músculos. Si es así, dale esto cada vez que ocurra con un máximo de tres veces al día, preferentemente después de haber ingerido alimentos.-dice, anotándole un medicamento y extendiéndole la hoja-Desde aquí puedes encargarte tú, ¿cierto?

-Sí, muchas gracias de nuevo.-inclinándose nuevamente.

-Procura vigilarle bien.-dice, dándole unas palmaditas amistosas en la espalda.

-Así lo haré.

-Bueno, entonces, me retiro.-cierra su maletín negro de cuero, tan típico de algunos doctores, dirigiéndose a la puerta.

-Le acompaño.-dice, adelantándose a este y abriendo la puerta, le cede el paso, añadiendo con una suave sonrisa- Hiro-san no se moverá de aquí.

~FIN FLASH BACK~

Tras eso, había acompañado al doctor al coche en el cual había llegado, y nada más despedirse de él, había aparecido el profesor Miyagi. A pesar de los celos que le invadían cada vez que lo veía con su amado profesor, comprendía a la perfección que este se preocupaba por este del mismo modo que él lo hacía, como un buen amigo, igual que Usami-san.

Después de explicarle un poco lo sucedido, procede a sacarlo de allí para llevarlo de vuelta a casa.

Lo que no sabía…es que ese hecho fuese a resultar una gran odisea. ¿La misión? Que no les viese nadie. Con lo orgulloso que era el castaño, moriría si supiese que lo había cogido en brazos y lo había sacado de ese modo de la universidad, pasando por delante de todo el mundo, tanto alumnos suyos como otros estudiantes.

Por suerte, a los pocos minutos parecieron vaciarse los pasillos pero, siendo la universidad, siempre hay gente yendo y viniendo independientemente de la hora, por lo cual se había visto obligado a esquivar más de una zona o incluso dar media vuelta e ir por otro camino. Finalmente, después de unos 15-20 minutos, había conseguido salir del complejo  universitario, llamando a un taxi para que los llevase de vuelta a casa y nada más llegar, le había cambiado de ropa y metido en la cama, dejándole descansar tranquilamente.

Aún no comprende la razón por la cual ha llegado a esto, a algo tan drástico. Sabía a la perfección que Hiro-san tendía a agobiarse y enfadarse con facilidad, y, sobre todo, que no le gustaba que se metiesen en sus asuntos. Pero… nunca había hecho algo así y eso no podía dejar de preocuparle.

Bueno, realmente si lo había hecho antes, cuando se cabreaba por algo que, muchas veces, no llegaba a entender en su totalidad pero sólo duraba un par de días a lo sumo y luego se le pasaba, volviendo a la normalidad.

No, este caso era distinto. Esta vez, había estado al menos dos semanas siguiendo ese ritmo agotador de trabajo e ignorándole siempre que trataba de iniciar una conversación o simplemente estar con él…sin motivo. Porque si de algo estaba completa y totalmente seguro, es que no lo había. Antes de que comenzase a comportarse así con él, todo estaba perfectamente bien entre ellos. Quizás Hiro-san estaba extraño y pensativo, pero no había dicho nada ni tampoco había cambiado mucho su comportamiento para con él, así que pensó que sólo se trataba de algún asunto relacionado con la propia Universidad, quizás algún problema o el estrés de tanto trabajo acumulado.

Bueno, de nada servía seguir dándole vueltas. Solo iba a sacar conclusiones precipitadas y prefería escuchar la versión del castaño cuando despertase. Con un suspiro cansado y ligeramente frustrado por no poder comprender ni desentrañar el susodicho misterio, cierra suavemente la puerta de la habitación y se dirige hacia la cocina, en busca de algo que comer.

Con lentitud, y cierta desgana, prepara algo ligero que tomar, sin poder dejar de darle vueltas a todo el asunto. Y de igual manera, se sienta a la mesa y toma el mando de la televisión, echando un vistazo a las noticias de  distinta índole que recorren los canales. La comida transcurre lenta y tranquila, interrumpida de vez en cuando por algún casual bostezo.

Quizás podría preparar algo de avena o sopa para cuando Hiro-san despertase. Le sentaría bien tomar algo caliente y nutritivo, aparte de que sería para que se tomase la medicación.

Tras eso, los recuerdos se hacen borrosos, siendo el tacto y el peso suave de una manta sobre su cuerpo lo último que recuerda. Despierta ligeramente del sueño en el que se había sumido sin darse cuenta. Aún adormilado, se incorpora, bostezando y frotándose los ojos, queriendo espabilarse.

-¿Hiro-san?-pregunta, mirándole extrañado y algo desorientado, haciendo que este aparte la mirada con cierto… ¿nerviosismo?

-N-No deberías dormir en un sitio así. Lo único que ganarás con ello es un resfriado o un buen dolor en el cuerpo.-dice, para seguidamente darse media vuelta en dirección a la habitación, huyendo, al parecer, de su presencia. O esa es la impresión que obtenía de ese acto apresurado y poco meditado.

Pero, tras procesar y recordar todo lo ocurrido hacía escasas horas (o eso suponía), se incorpora rápidamente de la silla, sin preocuparse por la manta y agarrándole del brazo.

-¡No deberías estar de pie, Hiro-san!-exclama con la preocupación pintada en el rostro.

-¡E-Estoy perfectamente, Nowaki! Sólo algo cansado…-añadiendo eso último en un tono más bajo desvía la mirada aún lado, lo cual vuelve a traer a su mente todos los pensamientos de antes de caer dormido. Conocía su carácter. Esa reacción era MUY poco común en él y si la estaba poniendo, con total seguridad podía afirmar que pasaba algo.

-No importa, tienes que estar en reposo.-dice, pasando a cogerle cuidadosamente de la cintura, volviendo a la habitación e ignorando las quejas que empiezan a surgir tan fluidamente por la boca del otro ante esta acción.

-¡Déjame, Nowaki! ¡¡No lo necesito!!

-Si lo necesitas, Hiro-san. Te desmayaste en la universidad por culpa del estrés acumulado por tanto trabajo, así que si te hace falta.-responde con mayor firmeza, haciendo que se sienta en la cama.

-¿Qué…?-le mira, ligeramente incrédulo y con cierta expresión de preocupación en el rostro.

-Descansa, Hiro-san. Iré a prepararte algo de comer-dice, acercándose a la puerta, abriéndola y deteniéndose unos instantes antes de salir, durante los cuales se dedica a mirarle intensamente y, tras ese brevísimo lapso de tiempo, se dirige hacia la cocina, cerrando la puerta de la habitación tras él.

Opta por hacerle algo sencillo, como un buen caldo: ligero, suave pero cargado de nutrientes. Justo lo que necesitaría para comenzar a reponerse y, sobre todo, para no sobrecargar al cuerpo con comida demasiado pesada. Por el momento, no era conveniente. Y mientras toma el camino de vuelta a la habitación, su mente gira en torno al punto que le preocupa, son saber aún con precisión como poder planteárselo. Ya no por el hecho de que se fuese a cabrear por ello (ciertamente, más motivos tenía él para hacerlo) sino para evitar que se escabullese de responder.

Si había otra cosa que sabía con exactitud, es que el castaño tendía a rehuir cualquier tema de tuviera que ver con su vida personal… o, en este caso, cualquier tema de calibre sentimental con él, su pareja.

¿Cómo planteárselo? Lo más seguro es que le estuviese dando vueltas de más a todo el asunto pero era lo normal, ¿no? Después de todo, es de Hiro-san de quién se está hablando.

Soltando un suave suspiro resignado, agarra el manillar de la puerta y lo gira, entrando nuevamente en la habitación y viendo al otro mirar distraídamente por la ventana, en actitud pensativa.

Lo que daría en momentos como este por saber lo que le rondaba por la cabeza.

Con paso firme y seguro, al igual que su mirada, entra en la susodicha recámara y dirigiéndose hacia el castaño el cual, tras el sobresalto inicial al escucharle, no se ha movido de su posición, como si lo que sea que estuviese observando a través del cristal fuese más interesante que lo que ocurría en esa habitación. Este, por su parte, dejando de lado la actitud de este, se acerca hasta la cama, sentándose en el borde de esta.

-Preparé un poco de caldo para que recuperes algo de energía. Además de que tienes que tomarte la medicina.-dice, cuando el mayor se gira, pero aún sin mirarle, y toma la bandeja, colocándola cuidadosamente en sus piernas.-Si te apetece alguna cosa, mientras que no sea demasiado pesada de digerir, dímelo y la haré en un momento.-añade con tranquilidad, no separando su mirada azulina del cuerpo del otro.

-N-No, así está bien.-responde con algo de duda y confundido por la actitud que parece haber adoptado, lo cual si había que reconocer que no era normal. Y lo sabía. Sabía que Hiro-san estaba sospechando de su modo de actuar, era demasiado evidente pero estaba haciendo su mayor esfuerzo para dejarle un poco de margen, controlándose para no lanzarse a preguntas sobre él.

Se limita a observarle mientras toma tranquilamente la sopa, pensativo y, muy a su pesar, perdiendo gradualmente la infinita paciencia que posee. Una que solo desaparecía con todo lo relacionado a su amado profesor. Desde aquella vez en que había metido la pata y, por una serie de malentendidos continuos, estuvo a punto de perderle, se podría decir que había estado algo más a la defensiva en todo lo que a él le incumbía. Cualquier rastro de un comportamiento extraño en el otro, levantaba en él sospechas e inquietudes, temeroso de que pudiese ocurrir de nuevo algo similar y, sobre todo, que alguien se interpusiese entre ambos.

No podía dejar que eso ocurriese. Ni hablar.

Y en cuanto termina el otro de tomarse el caldo, coge la bandeja suavemente, dejándola sobre la mesita al lado de la cama y volviendo a mirarle fijamente.

-Hiro-san, ¿por qué has hecho semejante locura?-pregunta directamente pero tanteando inicialmente el terreno, cambiando su expresión a una de preocupación.

-¡N-No es asunto tuyo, mocoso!-replica este, desviando la mirada tras unos instantes al no poder soportarlo más, a lo que el más joven no puede evitar sentirse ligeramente dolido por ello.

Estaba completamente preocupado por él, sin quitar el buen susto que se había llevado cuando se desmayó delante suya, ¿y no le daba ni siquiera una respuesta? Una cosa era la manera de actuar del otro y que él lo hubiese ido dejando pasar pensando que realmente estaba muy ocupado pero, ¡ya no más! No podía aguantar más con esa incertidumbre y mucho menos con el miedo que estaba comenzando a instalarse cada vez más profundamente en su pecho, uno contra el que no creía tener aún la fuerza de enfrentar: el miedo a no tenerle a su lado nunca más.

Le había costado muchísimo ganarse su amor, hacerse un hueco en su corazón, como para ahora comenzar a alejarse de él como si nada. ¡Lo amaba y no lo iba a dejar ir!

-¡Si es asunto mío, Hiro-san!-le reclama, ahora con molestia entre mezclada con la preocupación ya evidente- ¡Hace unas semanas que estás comportándote de manera extraña y últimamente es como si me evitases! ¡Y por si fuera poco, ahora te desmayaste en el trabajo! ¡¿Cómo puedes decir que no es asunto mío?!

La cara sorprendida de Hiro-san ante su respuesta daba igual, ignorando el hecho de que había hablado más alto de lo normal y en un tono poco común en el, poniendo claramente de manifiesto lo alterado de su estado y lo que le estaba afectando todo este asunto.

-N-Nowaki, estás d-demasiado alterado.-dice con un ligero tono de duda y confusión, el cual cambia al poco por uno algo más molesto- ¡Y deja de ordenarme, mocoso! ¡Si hago algo, mis motivos tendré así que no te metas!

-¡Me meto porque Hiro-san es demasiado testarudo y no sabe cuando parar! ¡Sea lo que sea, no puedes poner en riesgo tu salud por eso!

-¡N-No! ¡Y d-dije que no me o-ordenases! –replica, sin mirarle nuevamente.

Su aguante no era eterno y así lo demuestra en cuanto el límite de su paciencia se vio superado por todas las emociones del momento, haciéndole tomar con algo de brusquedad al castaño por la barbilla, obligándole a mirarle nuevamente.

-¡Hiro-san, no puedes seguir así!-dice, alterado, clavando su mirada azulina en la del otro, dudando durante unos instantes en lo que va a decir pero tras unos segundos más, tomando toda la fuerza posible, lo suelta.- Llevas semanas evitándome así que si…es por mi culpa, sólo dímelo.

-¿Q-Qué? O-Oe, Nowaki…

-¡No, Hiro-san!-exclama, sin dejarle terminar de hablar, invadido completamente por sus emociones, demasiado absorto en el miedo de que el otro suelte las palabras que tanto teme.- Sé que es mi culpa porque últimamente también estoy más tiempo en el hospital y todo ha sido un caos pero, ¡haré lo que sea para solucionarlo! Intentaré hacer menos turnos para estar más tiempo con Hiro-san y…

-¡¡NOWAKI!!-grita, interrumpiéndole ahora él, añadiendo al grito un buen golpe en la cabeza de joven doctor.

Si había algo que fuese a decir, ya se le había olvidado o, por lo menos, había sido lo suficientemente fuerte como para disuadirle de decirlo y desviar su atención.

Un incomodo silencio se instala entre ambos y mientras que se soba el golpe, alza la mirada hacia el otro, confundido al verle ligeramente nervioso.

Ahora sí que le estaba preocupando y en su interior, se debatía entre el querer saber que era lo que provocaba ese cambio de actitud en su Hiro-san o salir corriendo y no escuchar nada, permanecer en la ignorancia. No, tenía que escucharle. Fuese cual fuese explicación iba a escucharla. No se rendiría, no aún.

No lo había hecho en esa ocasión anterior cuando terminó con él y le evitaba a toda costa, argumentando que la diferencia de edad era demasiada. No lo hizo y obtuvo su preciada recompensa: volver con él y obtener una hermosa aunque curiosa declaración de amor.

Pero en su relación, todo era peculiar y diferente a las del resto de personas. Y es la voz de su adorado maestro castaño la que le devuelve a la realidad, clavando sus ojos azules sobre él, a la expectativa de lo que pueda decir.

-¡Deja de decir estupideces! ¡E-Esto no tiene nada que ver con el trabajo!

-Pero Hiro-san ha estado evitándome desde que empecé a hacer más turnos en el hospital…

-¡¿Ah?! ¡No sé nada de eso!

-¿Entonces cual es el motivo? Si Hiro-san no me dice lo que está pasando, ¡no sé qué pensar de todo esto! ¡No quiero alejarme de ti!-exclama con desesperación, mostrando en sus facciones el miedo que le invade.

-¡¿D-De qué hablas?! ¡Déjate de tonterías!-alza la voz, puramente nervioso y mostrando algo que, aunque no extraño, es ligeramente curioso de observar en él: un sonrojo. Y uno bastante hermoso y con el cual no duda en deleitarse. Este invade al completo sus mejillas, haciéndole cambiar la perspectiva de la situación.

-No sé porque has lle-llegado a esa conclusión pero… ¡n-ni lo vuelvas a p-pensar!

-Pero…

-¡C-Cállate!-exclama nuevamente, cortándole de igual modo y levantándose de la cama se acerca hasta el armario, sacando de uno de los abrigos un paquete perfectamente envuelto con un papel de regalo de un tono azul oscuro y decorado con un precioso lazo blanco con finas decoraciones en un azul más suave.

Abre la boca para hablar e interrogarle sobre el paquete, intrigado, pero antes de que pronuncie una sola palabra al respecto, este se estampa con suprema puntería en su cara, haciéndole soltar un ligero quejido.

El paquete era ligerísimo pero la velocidad a la que fue lanzado cambiaba el asunto.

-¡Á-Ábrelo! ¡E-Es t-tuyo!-suelta escuetamente, quedándose de pie donde está, con la cabeza agachada, ocultando su rubor.

Se queda mirándole fijamente unos instantes, para después desviar la mirada hacia el paquete. Con cuidado, deshace el lazo, dejándolo a un lado y empezando a desenvolverlo.

¿Qué sería? ¿Por qué no se lo decía directamente? O más bien, ¿a qué se debía el regalo?

Hace lo mismo con el papel, abriendo la caja lentamente.

La expresión de sorpresa no tarda en aparecer en el rostro de este, observando el contenido sin llegar a creérselo del todo, alzando nuevamente la mirada y buscando nuevamente la del otro, la cual está clavada en el suelo.

-Hiro-san…esto…

Un estremecimiento recorre su cuerpo ante la frase incompleta, incrementándose su nerviosismo gradualmente y quedándose en silencio unos instantes. Poco a poco va alzando la mirada, haciendo que ambas vuelvan a chocar y que el sonrojo aumente en las mejillas del otro.

Mientras tanto, el joven doctor introduce los dedos lentamente en la susodicha caja, sacando los papeles alargados que hay dentro de esta y leyendo lo impreso en ellos. No podía creerlo… ¡Hiro-san se había acordado! Realmente era algo que le había gustado desde el mismo momento en que vio el anuncio del lugar y tenía planeado realizar el viaje en cuanto tuviesen tiempo libre pero… ¡no se esperaba esta sorpresa!

Una sonrisa radiante y feliz se va forman en sus labios y en menos de dos segundos, se lanza a abrazar al profesor de literatura, estrechándolo cariñosamente entre sus brazos, emocionado cual niño pequeño después de recibir lo que había deseado con tanta ilusión y esperanza.

-¡N-Nowaki! ¡¡Comportate!!-exclama a modo de regaño. Pero ni suena como tal, ni hace nada por separarse del abrazo efusivo en el que le encierra. Simplemente…se deja abrazar, respondiendo a este al poco tiempo, aprovechando el escondite que le proporciona el pecho del más alto para esconderse. Gesto que al ojiazul le parece extremadamente tierno.

-¡Estoy extremadamente feliz con esto, Hiro-san!

-¡N-No e-exageres!

-¡No lo hago!-replica, separándose ligeramente para poder mirar directamente a los ojos castaños del otro- Desde que vi el anuncio del sitio, quería ir con Hiro-san, pero casi siempre estamos ocupados y apenas tenemos tiempo. Pensé que podríamos aprovechar las vacaciones pero no sabía si Hiro-san estaría libre y…

-¡Ya entendí!-exclama, parándole a media explicación a lo cual solo sonríe, feliz.

¿Podía sentirse más feliz que en ese momento? Seguramente lo estaría cuando llegasen a esas aguas termales con las que llevaba pensando desde que las vio, pero, en este momento, su mayor felicidad era haber recibido semejante regalo de su amante. ¡Se sentía el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra!

Unas aguas termales, tiempo para pasar con su Hiro-san, que tanto se había esforzado para conseguir las reservas…

-Espera, Hiro-san…-dice, mirándole con sorpresa y preocupación- ¿es por el viaje que has estado trabajando tantas horas, sin descanso?

-B-Bueno, tenía que terminar de corregir todos los exámenes y son muchos. –responde este, pero al darse cuenta de su reacción tan poco de él, cambia inmediatamente, intentando solucionarlo.- De todas formas, ¡sólo alégrate por el regalo! ¡Lo que yo haga es cosa mía!

-¡Podrías haber acabado en el hospital por eso! ¡Si tener un regalo así perjudica a tu salud, prefiero no tenerlo!-replica, con total seguridad. ¿De qué servía recibir tan maravilloso regalo si su amado castaño había tenido que sacrificar su salud por ello? ¡No valía la pena!

-¡Ya te dije que es asunto mío!-responde, chasqueando la lengua y añadiendo seguidamente- Sé que es egoísta, Nowaki, pero te mereces este regalo.-dice, en un tono algo más bajo y volviendo a sonrojarse levemente, ante lo cual presta más atención, ya que no todos los días podía apreciar esa faceta de este y, menos aún…-E-Es verdad que estamos siempre bastante ocupados y…me fastidia. Pensé que si me daba prisa en corregirlos, podríamos pasar unas tranquilas vacaciones de navidad en ese lugar que tanto te había gustado y…y…p-pasar más tiempo los dos.-…recibir palabras tan hermosas por parte de este.

La sonrisa vuelve a su rostro, volviendo a aprisionarle entre sus fuertes brazos.

-¡Gracias, Hiro-san! ¡No podrías haberme hecho más feliz! ¡Siento que voy a morir de tanta felicidad!

-I-Idiota.

-¡Te amo, Hiro-san!

-…-murmurando algo en un tono bajísimo de voz.

Y, a pesar de lo bajo de este, estaba seguro de haber escuchado un “Yo también” salir de entre sus labios. No sabría decir si el susto había valido la pena, pero de algo estaba seguro: esos pequeños detalles, eran algo que adoraba del castaño.

Porque sabía que, tras su indiferencia y mal carácter, lo amaba como él lo hacía.

Y ese…era el mejor regalo de todos.

 

Notas finales:

 

Sip, quedó más corto peeeeero, ¿qué os pareció~?

Además de que mencioné cierta cosa por segunda vez~ hohoho, y no lo diré, si lo hago, me cargo la gracia del resto de capítulos XDDDD

En fin, pasando a cosas referentes a la subida del próximo capítulo…Sinceramente, no sé cuando será… por suerte, solo me queda un trabajo más para entregar en la Universidad, pero, para mi mala suerte, llega el fabuloso mes de los exámenes en el cual, estudiar será mi doctrina así que…me parece que os tocará esperar un tiempecito D:

Pero…Aquí dejo lo referente al siguiente capítulo! XDDDD

 

Capítulo 9: El estallido final - Miyagi

 


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