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Chocolate por Lawlie

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Notas del fanfic:

Resumen: Sí, era cierto, lo había repetido innumerables veces en distintas entrevistas: odiaba el chocolate. Sin embargo, siempre podría encontrarle el lado útil.


Pequeño one-shot donde Bill Kaulitz aprendió junto a su hermano las diferentes ventajas del chocolate.


.:.TomxBill.:.

Notas del capitulo:

Hola, mi nombre es Mónica =).

Este es un pequeño one-shot que se me ocurrió mientras veía una película de acción en el cine y créanme, nada tiene que ver con el fic... -_-, creo que en ese momento comía chocolate...

Bueno, el punto es que comencé a escribirlo a eso de las 11 de la noche e hice una pausa para dormir hasta las cinco de la mañana... Así que creo que me salió medio raro, pero no me quedía quedar con las ganas de publicarlo... xD

Espero lo disfruten!!

Chocolate

 

By: Lawlie

 

 

 

Había pasado poco más de un mes desde que el día de San Valentín se llevó acabo; sin embargo, aún seguía recibiendo los regalos atrasados de muchas fans. No había problema en el detalle, adoraba cómo sus fans se esforzaban por hacerle sentir querido entre el público; pero no podía evitar sentir cierto desagrado al fijarse que la mayoría de regalos llevaba chocolates.

 

Chocolates por doquier, de distintas marcas conocidas, caros y empalagosos. No sabía si era adrede, pero creyó haber dejado en claro que le disgustaba el chocolate; incluso ahora parecía haberle agarrado cierto aborrecimiento al oscuro dulce repartido en tabletas. Siempre supo que era costumbre occidental repartirse chocolate con muñequitos ojones y cursis en el día del amor y la amistad, pero no sabía que aquella costumbre se convertiría en un motivo de amargura.

 

Se puede saber, en nombre de todos los santos, qué haría con tanto chocolate. Pensó que lo mejor sería botarlo, pero David, en un arrebatamiento de consciencia mundial-de esos que a veces le daba en sus momentos de sensibilidad- le prohibió desechar cualquier cosa que fuera comestible, porque “había millones de personas en el mundo que desearían tener una milésima de su suerte y…” y lo demás no lo supo porque se fue a ver televisión. Lo segundo que ideó fue ofrecérselo a George, pero el castaño dijo que ya tenía suficiente con el chocolate que había recibido de sus numerosas fans; no lo pensó dos veces y se fue corriendo en busca de Gustav, pero el rubio también se negó, dijo que tantas calorías terminarían por mandarlo a un hospital. Deprimido no supo qué hacer con las numerosas tabletas de chocolate, pensó en repartirlas entre la gente de la disquera, pero ellos también se negaron a recibirlo, pues les parecía que debería valorar más el esfuerzo de sus fans.

 

Ahora se encontraba echado en su cama, con la cabeza enterrada en la almohada y con un montón de canastas repletas de chocolate. Tan sumergido estaba en su patético dilema que no se percató que alguien había ingresado a su habitación. Recién se cayó en cuenta que había alguien más cuando a un lado de la cama sentía como el colchón se hundía. Alzó la mirada y encontró a su hermano gemelo sonriéndole socarronamente desde arriba.

 

-          Qué dulce tu habitación. – Bromeó el mayor.

 

-          Cállate, no estoy de humor hoy. – Se quejó el menor hundiendo de nueva cuenta su rostro maquillado.

 

-          ¿Y esos humos? – Preguntó Tom al ver a su hermano acomplejado.

 

-          ¡Es culpa del chocolate! ¡Tengo tanto que ya no sé qué hacer con el! – Se quejó.

 

-          Pues dales uso. – Contestó simplemente el mayor de los Kaulitz, como si fuera lo más simple del mundo.

 

-          Pero detesto el chocolate. Su sabor me empalaga y hostiga. No aguantaría comer tanto chocolate.

 

-          No necesariamente tienes que comértelo. – Ante tal respuesta Bill alzó la mirada de nueva cuenta para observar mejor a su gemelo. – El chocolate puede tener otros usos.

 

-          A ver, ilumíname, según tú, qué podría hacer con kilos de chocolate. – Cuestionó Bill esperando impaciente una respuesta.

 

-          Eso déjamelo a mí. – Una sonrisa traviesa se asomó en los labios del guitarrista, Bill alzó la ceja precavido, sin saber qué era lo que su hermano pensaba en estos momentos. – Créeme, no te arrepentirás, hasta puede que pidas más.

 

Bill Kaulitz no dijo nada, simplemente asintió ante la propuesta de su hermano. No confiaba enteramente en sus palabras, pues sentía que algo escondía, pero se trataba de Tom, así que no debía ser algo malo. Además le ayudaría a deshacerse por fin de tanto chocolate, y mientras eso ocurra, que proceda como más crea conveniente.

 

Tom se paró rápido, cogió como pudo todos los cestos y salió como alma que lleva el diablo a quien sabe dónde. Lo que pasaba por su mente ahora era algo que quería probar ya hace algún tiempo, pero nunca había encontrado la oportunidad de ponerlo aprueba. Le atormentaba la manera en cómo pudiera reaccionar su hermano ante su fantástica idea, pero pronto pensó que Bill estaría más que contento al ver que maravillas podía lograr con el chocolate. Por una vez en su vida amó los detalles fuera del sexo que tenían sus fans para con los miembros de la banda. Esa noche se divertiría a lo grande.

 

 

 

 

 

Pasaron cerca de dos horas y no había rastro de Tom ni del chocolate. Bill pensó que su hermano se había tomado en serio su trabajo y que volvería con una deslumbrante sonrisa con el problema resuelto. Pensó en agradecerle y ofrecerle su ayuda incondicional en cualquier problema que tenga-por muy estúpido que fuese- para así quedar a mano. Se echó nuevamente en su cama cuando se hartó de ver televisión, últimamente no había nada interesante en los 248 canales que se ofrecían en el hotel. Estaba dispuesto a echarse una pequeña siesta bien merecida cuando sintió que azotaban su puerta con algo de violencia. Sorprendido y algo aturdido fue a ver quién rayos tocaba de esa manera.

 

La expresión de su rostro era un poema al ver cómo su adorado hermano ingresaba con una olla de aspecto sospechoso, un par de vasijas de plástico y un bol con cerezas. Cerró la puerta tras de sí cuando lo vio descargar todo su equipamiento sobre la alfombra de la habitación. Se acercó lentamente y sin atreverse a abrir la olla preguntó.

 

-          Tomi, ¿qué es eso? – Cuestionó inseguro el menor.

 

-          Chocolate. – Respondió feliz el mayor.

 

-          ¿Cho-chocolate?- Volvió a preguntar Bill con un pequeño tic en la ceja izquierda.

 

-          Sí, chocolate derretido, para ser más específico. – Respondió destapando la olla mostrando su contenido. Y en efecto, era chocolate lo que se hallaba dentro.

 

-          ¡¿Y se puede saber qué carajos me hago yo con el chocolate derretido?! – Exclamó desesperado.

 

-          Te dije que podrías usarlo de diferentes formas, y pues he venido a enseñarte la forma más deliciosa de usarlo. Pero antes tienes que prometerme que confiarás en mí. – Condicionó serio Tom.

 

Bill al ver la expresión seria de su rostro supo que su hermano hablaba en serio. Tragó saliva y asintió finalmente. Tom volvió a sonreír de nueva cuenta y le ordenó que se echara sobre la cama. El vocalista accedió confundido, se echó sobre el mullido colchón y esperó paciente la siguiente orden. Pero nunca llegó, más lo que si llegó fueron los hambrientos labios del mayor a apresar los suyos. El beso lo dejó descolado, pero no tardó en corresponderle con la misma intensidad. Habían compartido uno que otro beso en sus momentos de sensibilidad, pero siempre ocurría cuando se reconciliaban de alguna pelea, o cuando regresaban ebrios de alguna fiesta. El menor no pudo negar que le encantó como su hermano introducía esa lengua experta a su boca semi-abierta. Gimió sorprendido al sentir como entre besos que su lengua era incitada por otra a compartir una ardiente danza.

 

Pronto Tom estuvo encima de Bill, acariciando candente sus costados, renegando por la tela que le impedía tener por completo a su hermanito. Introdujo sus manos bajo la playera pegada del pelinegro, serpenteando experto por zonas que eran moralmente prohibidas; delineó con las yemas de sus dedos los contornos del tórax de Bill, deleitándose con la suavidad extrema de su piel y deseando, de una vez por todas, posar sus labios sobre ella para saborear a gusto los privilegios de su hermano. Siguió subiendo y se halló con sus pezones, encantado comenzó a otorgarles caricias excitantes, haciendo que el vocalista reaccionara ante cada nueva sensación. Bill simplemente no podía creerlo, perdería su virginidad y lo haría junto a su Tomi. Tuvo un poco de recelo al principio, temió que por culpa de sus hormonas terminara arruinando la relación estrecha entre su hermano y él, nunca se lo perdonaría; pero al parecer Tom poco le molestaba la idea de materializar un poco más esa brecha que los mantiene unidos.

 

-          ¡Ah… ahh… Tom-Tomi! – Gemía descontrolado el pelinegro, expulsando su placer en sonidos que no hacían más que calentar a Tom.

 

-          Mmm, Billi… - Gemía ronco el mayor, posando besos húmedos en el cuello del menor.

 

Un beso, una succión y un lametón. Todo eso y más lo hacía desfallecer, si Tom continuaba así moriría de placer. El calor se le subía a la cabeza y la vista se le nublaba a veces, se sentía desfallecer y más cuando el guitarrista acercaba su boca a su oreja susurrando con voz ronca palabras obscenas. Juró que en algún otro momento le habría roto la boca a Tom por usar un vocabulario tan vulgar con él, pero por el momento sólo disfrutaría del morbo que su voz y sus palabras le proveían. Sintió como su hermano comenzaba a subir su playera y en silencio le pedía que se enderezara un poco para poder quitársela del todo. Bill, una vez despojado de su camiseta con logos negros, se sintió algo avergonzado ante la mirada atenta de Tom que le dirigía a su desnuda y pálida piel. Un sonrojo irrumpió con la palidez inmaculada de sus mejillas, resaltando así el brillo de sus ojos perfectamente delineados y el rosado de sus labios entreabiertos. Todo un manjar, pensó Tom jugando con su pircing.

 

-          Muy bien Bill, ahora verás que el chocolate te puede encantar. – Dijo Tom mostrando una sonrisa pícara.

 

Bill parpadeó confundido, con todo esto se le había olvidado el asunto del chocolate. Vio excitado como Tom comenzaba a quitarse las prendas una por una hasta solo quedar en boxer, viendo por fin con deleite el varonil cuerpo que su hermano había desarrollado a lo largo de sus veinte años. Cada músculo que era marcado en la bronceada piel le hacía delirar, ya entendía porque era muy querido entre la población femenina. Su hermano simplemente era hermoso y ardiente, desquiciantemente ardiente. Tom cogió una vasija de plástico y el bol con cerezas, sumergió la vasija en el contenido de la olla y suspiró complacido al sentirlo tibio entre sus manos. Regresó con la mirada fija en su hermano y se sentó a horcajadas sobre él. Con una sonrisa prosiguió con su idea.

 

-          Ahora hermanito, verás que el chocolate puede ser un excelente afrodisiaco. – Dijo sonriendo y comenzando a derramar cuidadosamente el líquido tibio y espeso sobre el pálido y delgado pecho del menor.

 

Bill perplejo ante la acción comenzó a gemir quedito, tenía que admitirlo-aunque a sabiendas que jamás lo haría abiertamente- el chocolate sobre su piel se sentía simplemente delicioso, eso o solamente estaba demasiado nublado por el placer para pensar coherentemente. Sí, de seguro era lo segundo. No pudo seguir cavilando más sobre el correcto uso de sus facultades mentales, pues la inquieta lengua de Tom comenzó deslizarse sobre su torso, arrancándole un gemido de sorpresa. Con su lengua comenzaba a trazar caminitos divertidos, tratando de pasar por las zonas más erógenas de su anatomía. Se detuvo por más tiempo en sus rosáceos pezones, pasando su húmedo órgano con extrema delicadeza, haciendo suspirar al menor, quien solo lo veía con ojos vidriosos a causa de tanto placer que recibía. Besó una punta y rápidamente comenzó a succionar sobre el, endureciéndole con su acto y poniéndole más colorado. Pasó al otro a otorgarle los mismos servicios. Una vez que dejó ambos pezones erectos volvió a dirigirse a sus labios hinchados, dándole un beso que le supo a gloria. Bill, a su pesar, admitió que el chocolate sabía mejor en la boca de su hermano.

 

Siguieron con los besos un par de minutos más, disfrutando del cálido contacto que sabían les pertenecía. Tom volvió a incorporarse, pero esta vez para coger unas cuantas cerezas. Escogió una, la que se veía más grande y jugosa, y la untó con chocolate dirigiéndola después a la boca de su hermano. Bill no desaprovechó la oportunidad y atrapó la cereza entre sus dientes, comiéndola lentamente para ser observado por el guitarrista. Tom repitió la acción un par de veces más, hasta que en la tercera decidió que mejor sería si compartieran la jugosa semilla en sus bocas. La idea les encantó, un voraz beso se desató y comenzó nuevamente una batalla de lenguas. De repente Tom se irguió y se separó por completo de los labios ansiosos del menor.

 

-          Bill, ahora es cuando tú decides si lo dejamos aquí. – Dijo el mayor sonriéndole cálidamente. No quería arrebatarle su primera vez de una manera poco especial.

 

-          … - Se le pensó por breves segundo, no atreviéndose a moverse. Observó a su hermano fijamente y pensó que cada minuto a su lado era especial. Se reprochó ante su pensamiento cursi, pero era verdad o por lo menos él sentía que así era. – Sí, Tom, quiero que continuemos. Te quiero mucho.

 

Aquella confesión hizo que su corazón vibrara emocionado. Su hermanito le quería, tal vez no de la manera cómo él quisiera, pero se permitiría imaginar-por esta vez- que así era. Retomó lo que había dejado inconcluso hace unos minutos, y comenzó esta vez a deshacerse de los molestos pantalones de cuero. Con destreza comenzó a desabrochar el cinturón y con algo de desesperación y emoción los comenzó a bajar, viendo por fin las esbeltas y pálidas piernas asomarse tras el ceder de las telas. Miró fijamente el cuerpo semidesnudo de su gemelo. Eran tan iguales y al mismo tiempo tan distintos. El que era poco observador jamás podría percatarse que su hermano poseía el cuerpo más hermoso del mundo, su delgadez, lejos de ser enfermiza, le hacía divagar imaginando su delicadeza; su palidez le hacía ver más inmaculado y perfecto; sus caderas estrechas y su cintura algo pronunciada solo otorgaban sensualidad. Todo en él era simplemente perfecto, su hermano siempre había sido poseedor de una belleza  angelical.

 

No esperó más, se deshizo de ambos boxers y untó más chocolate sobre el hermoso y bello cuerpo de su gemelo, pero esta vez se aseguró que la mayor parte callera sobre el semi-erecto miembro de su hermanito. Bill solo pudo suspirar ante el cosquilleo agradable que le producía aquel dulce del cual se volvió fan, más no pudo contener un grito de sorpresa al sentir la experta lengua de su hermano recorrer golosamente su miembro. Tom sonrió victorioso, ver así a Bill era uno de los pocos lujos que no sabía que se podía dar, pero ahora sabía que era el único, no permitiría que nadie se lo arrebate. Siguió haciendo caminitos con su lengua alrededor de la base del miembro completamente erecto que yacía bajo su disposición. El líquido pre seminal ya había comenzado a brotar, otorgándole al chocolate un saber único nada desagradable. Cuando sintió las manos de su hermano introducirse entre sus trenzas se apiadó y trago de golpe toda la erección a su boca. Sintió estremecerse el cuerpo bajo suyo, comenzó con un vaivén rápido y luego tortuosamente lento.

 

-          ¡To-Tom! – Se quejó el menor, sabía que el mayor estaba que lo torturaba; pronto le tocaría vengarse, tal vez no en esta ocasión, pero llegaría su momento donde le provocaría lo mismo.

 

Una sonrisa coqueta de su parte y se separó completamente de su miembro, haciéndole jadear al cambio brusco de temperatura: de la calidez de su boca al frío de la noche. Untó dos dedos en chocolate y los dirigió a los labios del cantante, quien sumergido entre tanto placer no pensó en cómo se sentiría para el siguiente round. Cuando el pelinegro sintió el par de dígitos delineando sus labios con suavidad, no pudo hacer más que dejarles paso a su boca; jugó con ellos con su lengua perforada, quitando todo rastro de chocolate-que ahora le dejaba de parecer lo más empalagante del mundo, a ser algo terriblemente adictivo- con su húmedo órgano. Conectaron miradas, y no fueron necesarias las palabras para comprender que se encontraban en un momento especial de total entrega. Retiró sus dedos cuando los sintió bien lubricados para dirigirlos, esta vez, hacia su virginal entreda. Rozó con ellos el cálido anillo de carne y lo sintió contraerse sin haber empezado aún.

 

-          Relájate, Billi. Prometo ser cuidadoso. – Dijo depositando un casto beso sobre sus labios.

 

Un asentimiento por parte del pelinegro bastó para que prosiguiera con su tarea. Introdujo un dedo cuidadosamente, sintiendo inmediatamente una cálida estrechez envolver su dedo índice; acercó su boca al oído izquierdo del cantante y comenzó a susurrar suavemente palabras dulces, repartiendo besos por toda la sensibilidad de su cuello. Cuando sintió que el esfínter iba cediendo poco a poco, se aventuró a meter el siguiente dígito, un jadeo y comenzó a explorar en la entrada virgen de su hermano. Pronto el vocalista pudo sentir como esa molesta sensación de ser invadido se alejaba lentamente para darle paso a un desconocido placer, pero no por eso menos excitante. Suaves gemidos comenzaron a salir de sus entreabiertos labios, provocando en el guitarrista un escalofrío agradable: definitivamente Bill no se parecía a ninguna chica con la que se hubiera acostado antes, Bill era único.

 

-          Voy a entrar – Avisó mientras depositaba un casto beso sobre sus labios.

 

Dirigió la punta de su miembro ansioso y erecto, y pudo sentir unas cálidas paredes envolverlo en una desquiciante estrechez. Sentía como poco a poco se acoplaba, sintiendo que se amoldaba perfectamente al cuerpo del menor. Lanzó un ronco gemido al terminar de entrar en una embestida y sintió el cuerpo bajo suyo tensarse momentáneamente. Bill soltó una maldición y se aferró a los musculosos hombros de su hermano. El de trenzas largas se disculpó riendo apenado, no pudo aguantar, fue su escusa. Cogió las piernas delgadas para posarlas alrededor de su cintura y sujetó con fuerza la estrecha cintura del pelinegro. Las embestidas que en un principio fueron lentas y suaves, pasaron a ser rápidas y certeras. Una exquisita sensación se repartía por ambos cuerpos, el guitarrista pudo sentir como se enterraba cada vez en las entrañas de su gemelo; el sonido de sus testículos embistiendo las nalguitas del menor lo volvía completamente loco.

 

Salió de su hermano y lo escuchó jadear y quejarse. Le ordenó que se diera la vuelta para que quedara tendido bocabajo. Alzó las caderas del contrario y volvió a enterrarse en su cálida y estrecha bóveda. Sus estocadas eran firmes e hicieron rozar a Bill el cielo con las yemas de sus dedos. El pelinegro, ante tanta atención no podía hacer más que enterrar su rostro sonrojado en la almohada, incrustando los dientes y las uñas en ella; la mano que se había alejado de su cadera y que la sintió nuevamente en su miembro doliente sólo hiso que se desesperara más. La falta de experiencia y el placer acumulado hizo que llegara al orgasmo en cuestión de minutos, contrayendo de paso las paredes que envolvían a Tom; este, por su parte, dio un par de estocadas más y se unió al innegable placer de un orgasmo jamás antes alcanzado con la misma intensidad.

 

Se quedó unos segundos en la misma posición para luego salir lentamente del cuerpo delgado. Se echó a su lado, con cuidado de no derramar el chocolate, y atrajo a su gemelo en un cálido abrazo. Bill, por su parte, aceptó el abrazo y sonrió agotado, era completamente feliz.

 

-          Te amo Billi. – Susurró Tom en su oído suavemente.

 

-          Yo también, Tomi. – Le correspondió.

 

-          Aún queda más chocolate…-

 

-          … -

 

Jamás pensó que sería feliz gracias al chocolate. Y no pensó en los múltiples usos en los que se le podía dar y que sin querer se volvería en su juego favorito. Uno donde se entregaba completamente y se permitía ser él mismo con la persona que tanto amaba. Se sorprendió a sí mismo esperando ansioso el siguiente San Valentín. Tal vez el chocolate había atrofiado sus neuronas, pero qué más daba. Endemoniado y bendito chocolate.

 

 

Notas finales:

Espero les haya agradado y van a tener que disculparme, pero llevaba meses sin escribir y recién estoy retomando el hábito que tanto me gustaba. Así que pueda que le haya parecido algo fofo, pero bueno, nada se pierde intentando ¿verdad? ;)

Bueno, espero nos volvamos a leer en una historia, amo esta pareja y no veo la hora en que escriba una historia sobre ellos. Mi especialidad nunca han sido los one-shot, pero me animé a hacer uno por simple curiosidad.

Nos leemos pronto! ;) y gracias por darle una oportunidad a mi one-shot =)!

Besos!


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