Como siempre aquella silueta baja y delgada caminaba por aquel lugar, al que llamaban las noches, el eco de sus pasos resonaban por los pasillos, se dirigía a su habitación, pero algo perturbo aquella monotonía, un ser de mirada maniaca y sonrisa siniestra. Sus ojos demostraban un deseo de caza, aquellos ojos turquesa, en ellos asomaba la locura.
· Ulquiorra Cifer - menciono aquel ser de mirada turquesa
· Grimmjow Jaguerjaques - dijo el joven abriendo unos hermosos ojos esmeralda - ¿qué es lo que quieres? - pregunto con su imperturbable semblante
· Sabes lo que deseo desde hace tanto tiempo - respondió con evidente lujuria
· Y sabes que no lo obtendrás Grimmjow - el tono del ojiverde denotaba molestia
· Una noche, solo una, es lo que te pido cuarta - dijo ya más serio
· No entiendo que es lo que quieres probar con esto - el ojiverde podía ser todo menos perceptivo - en repetidas ocasiones me has dicho que me amas, pero eso es algo imposible ya que carecemos de un corazón para tal fin
· Imposible... eso es lo que quieres creer - le dijo al tiempo que lo arrinconaba en la pared, beso por primera vez a Ulquiorra, el espada que tantos deseaban, la presión que ejerció en sus labios fue sutil, cosa que nadie en Hueco Mundo imaginaria de la sexta espada.
Se separó unos centímetros de la boca del azabache, miró durante unos segundos los ojos esmeralda, solo para descubrir que aquella inexpresividad se había ido.
· Ahora me la negaras - le pregunto el peli azul
Antes de que pudiera responder algo, Grimmjow arrastro al ojiverde a su habitación. Le deseaba desde hace tanto, que no podía creer que por fin lo tuviese a su merced en aquella habitación, aquella que guardaría tan preciado secreto.
Claro que el seguía siendo Grimmjow Jaguerjaques el temido sexta espada y nadie sabía de ese amor hacia la cuarta espada, tantos le deseaban, pero nunca dejo que los celos dominasen o perdería todo prestigio.
Besó una vez más al objeto de su deseo y lo abrazo esperando nunca dejarlo ir, poder cerrar para siempre ese lugar, para que nadie más lo tocase, o lo mirara siquiera. Estaba completamente enamorado de Ulquiorra Cifer, y era todo suyo.
· Sexta - hablo Cifer - ¿qué es lo que haremos? - Demonios, la imaginación o su azabache le estaba diciendo "haremos" eso quería decir que ¿aceptaba lo que iba a pasar?
· Se le llama hacer el amor cuarta - le respondió mientras se deshacía de las ropas del otro
· ¿Amor?, dime ¿qué es el amor? - le pregunto mientras se dejaba llevar por esas intensas caricias que le propiciaba la sexta.
· Algo que no se puede explicar con palabras, solo con hechos - respondió a la vez que su boca descendía por el pálido cuerpo
Se dedicó a besarlo y acariciar toda la piel que pudiese, no quería dejar un centímetro sin tocar, sin admirar, hacia tanto que le había llamado la atención, aquella silueta perfecta y su mirada penetrante, como es que se había llegado a enamorar de tan frívolo ser, pero ahora lo sabía, él era perfecto, aquella inocencia de la que carecía en el campo del amor era la misma que tenía en el campo de batalla, sencillamente nula.
Cifer quería conocer aquello llamado amor, quería saber si realmente podría sentirlo y fue directo a la boca de Grimmjow, lo beso tan inexpertamente, pero eso no le importaba a la sexta, lo llevo a la cama y lo recostó para posarse sobre él, suponía que era la primera vez del ojiverde, pero ya no esperaría más, ya no.
Se posiciono en él, y comenzó a embestir, realmente no era que Jaguerjaques supiera mucho sobre el sexo, así que tampoco lo iba a preparar, si aguantaba una pelea porque no aguantaría el placer. El vaivén fue lento, pero Ulquiorra ya no estaba conforme con eso, sus caderas se empezaban a mover a una velocidad mayor, y la sexta claro que le daría lo que quería, en especial con tremendos gemidos que sacaba la cuarta, apenas y podía creer que el siempre serio Ulquiorra estuviese haciendo tan celestiales sonidos, o al menos para él, claro que lo eran. Unas estocadas más y todo termino.
Los pechos estaban agitados y las respiraciones tratando de regularizarse, era perfecto, había obtenido a la cuarta espada y ahora estaba recostado en su pecho abrazándolo tan fuerte que parecía querer volverse uno con el azabache.
· Si esto es lo que tu llamas amor, déjame comenzar a amarte Grimmjow Jaguerjaques - el silencio había sido roto por aquella melodiosa voz
· El día en que logres amarme tanto, como yo lo hago contigo, comprenderás que esto es poco comparado con lo que vendrá - dijo mientras volvía a besar la dulce boca de Ulquiorra.
Cada día pasado, las cosas se volvían más intensas, pero nadie en las noches imaginaba siquiera el amor que entre dos seres opuestos comenzaba a crecer, lo único que podía asegurar Ulquiorra Cifer es que jamás se arrepentiría de haber roto aquella monotonía para comenzar una nueva junto al ser que ahora amaba con tanta fuerza.