-A… Akira...- apenas pude susurrar, él continuaba en silencio, acercándose a mi rostro sin intenciones de dejarme escapar.
Y perdí todo pensamiento coherente, cuando sentí sus cálidos labios sobre los míos…
Hace algunos años que conozco a Akira, él es una persona muy enérgica, alegre y demás adjetivos que podrían definirse como “felices”; yo por contrario, seguro que contrasto con él. Mi actitud no es nada optimista, suelo ser muy antipático y frío, supongo que algunas veces llega a molestar mi forma tan pesimista de ser.
A pesar de mi descripción mencionada anteriormente, logré cambiar (o al menos disminuir eso).
Recuerdo que hace algunos años ni siquiera tenía valoración por la vida, quizá mi vida no es tan mala y soy yo el del problema, pero recuerdo que cuando entré al colegio después de las vacaciones de invierno, fue cuando todo se vino abajo.
No logré hacer amistades ahí, nunca nadie se acercó a entablar siquiera una pequeña conversación conmigo, y cuando yo intentaba socializar, casualmente ya se tenían que ir por que se les había hecho tarde o tenían cosas más importantes qué hacer que estar conversando con un tipo antipático sin buena pinta que quizás les causaba asco o algo que yo nunca lograba entender.
Cada día que pasaba ahí dentro era exactamente igual, extremadamente aburrido y tedioso. Así que sólo me perdía en el pizarrón, algunas veces en la ventana… pero nunca ponía atención (supongo que por eso bajaron mis notas). Y cuando terminaba la jornada escolar ni siquiera tenía de quién despedirme y decirle un “nos vemos mañana”, sólo salía como un fantasma invisible e intangible el cual nadie podía notar que existía.
Pero ya no importaba, me había acostumbrado en ese tiempo a ya permanecer solo, aunque viendo el lado positivo… no tenía que estar haciendo favores a la gente con la que me juntara, ni tendría peleas con mis amigos y afligirme porque están enojados conmigo, así que no era tan malo.
Llegó un día más como cualquier otro, exactamente igual, tan gris y sin nada emocionante. Algunas veces me gustaría que pasara algo como en alguna película de acción, pero volvía a la realidad y era tonto pensar en alguna ridiculez como esa.
Llegué a mi aula como acostumbraba, me senté en mi banco y sólo recargué mis brazos en el pupitre para después posar mi cabeza sobre ellos con la vista en la oscuridad que proporcionaba la posición en la que me encontraba, el cansancio me estaba pasando la cuenta (suelo dormirme a altas horas de la noche), por lo cuál aprovechaba intentar dormitar mientras aparecía el profesor.
Las clases pasaron casi eternas, y yo contenía el sueño que se apoderaba de mí. – ¡Arimura!- Llamó el profesor, sólo lo miré con una cara somnolienta y no dije nada
–Si prefiere ir a hibernar como un oso puede ir a hacerlo a su cueva, o su casa…como quiera llamarle, pero no quiero personas que no les interesa mi clase- Todos rieron y yo preferí ignorar tanto al profesor como a mis compañeros de clase.
Y así pasé las clases, de vez en cuando bostezaba o ponía una excusa para poder salir a tomar aire o mojarme la cara en el baño, y en una de esas salidas excusadas me topé con un chico de finos cabellos rubios en el baño, al parecer se estaba escondiendo ahí o algo parecido.
- ¿Durmiendo en clases? – me preguntó, yo fijé mi mirada en él, lo examiné detalladamente… Muy delgado y alto, con gafas y sus cabellos que parecían de oro, labios muy delgados y piel blanca, aunque no tan pálido como yo. Lunar en la parte superior de la mejilla derecha, muy cerca de su ojo. Después de unos muy escasos segundos le contesté
–Eh… si… no he dormido bien-
-Eso puedo notarlo- contestó rápidamente, lo miré… y estaba dispuesto a irme, pero noté en su mirada que buscaba conversación, eso significaba preguntarle… - ¿Y tú por qué estás aquí dentro?-
Hubo silencio por unos pequeños instantes, y luego abrió sus delgados labios para pronunciar unas palabras.
-Estoy aburrido de las clases de hoy, así que he venido a esconderme aquí-
-¿Te saltas las clases?-
-¡¡Ja, ja, ja!!- rió- no creas que soy de esos que se saltan las clases todo el tiempo, es sólo que hoy siento que es más pesado que otros días, así que decidí darme un pequeño descanso.- curveó los labios para formar una leve sonrisa, y yo con mi antipatía no hice gesto similar alguno.
-Ya veo, si… algunas veces hace falta descansar-
-Hasegawa Tadashi- Vi su mano frente a mí, se estaba presentando y al parecer no tomó importancia a mi último comentario. Me hizo un poco feliz saber que al fin alguien quería comenzar una charla sin tener que ser yo quien diera el primer paso, extendí mi mano hacia la suya y la estreché fuertemente, tanto que sentí su pulso.
-Arimura… Ryuutarou- dije de último casi en susurro, avergonzado de mi nombre.
-¡He! Buen nombre para un niño como tú- Me incomodó su comentario, pero tenía razón, a comparación con él, yo era un niño… él era mucho más alto, y por el distintivo de su uniforme, pude notar que era mayor que yo.
-¿No quieres quedarte a hacerme compañía? Después de todo… se ve que no estás muy dispuesto a poner atención en las clases, así que si te quedas supongo que será lo mismo.-
Y tenía razón, realmente cuando salí al baño me detestaba la idea de tener que regresar. Y el escoger entre no poner atención y estar sentado sin nada de ánimos en una jaula, a salir libre por un rato sin tanta preocupación y distraerme en el exterior… prefería la segunda opción.
-Está bien… supongo que tienes razón- me senté junto a él sobre los lavabos que se encontraban a un lado de los mingitorios y frente a los sanitarios.
Pasamos alrededor de 20 minutos conversando en el baño, ahí sentados. Él me contó sobre el grado al que asistía, su familia y sobre su popular vida en el colegio, yo por mi parte no tenía nada interesante que comentar, sólo de mis problemas de salud, la indiferencia en mi familia y la vida aburrida en el colegio… él me escuchó atentamente y algunas veces daba su opinión o una especie de consejo.
De vez en cuando nos escondíamos dentro de los sanitarios cuando escuchábamos venir a alguien, lo cual era molesto, por lo que decidimos ir a otra parte.
-En el patio, detrás de los salones de música hay un lugar al que nadie va… de hecho está un poco escondido, podemos estar ahí y pasar desapercibidos, ¿Quieres ir?-
-Vayamos- aprobé asintiendo con la cabeza.