El tiempo pasa y la mente olvida, pero el corazón jamás pierde lo que ha sentido, el cuerpo no olvida las caricias que le dieron, y los ojos no olvidan a aquellos que les han mentido.
Pese a todo lo que pasa el cuerpo jamás olvida, pero la mente lo hace para proteger a su amo querido.
T.M. Jiménez.
--Qué lindo esta esto –dijo un lindo chico de cabello negro, y ojos violetas, mientras cerraba un libro de poemas.
-¿Qué lees, Momo-senpai?- pregunto un joven a su lado, algo bajo y de cabello verde.
--¿Eh? –lo voltio a ver, pues por un momento, se había olvidado que su amigo estaba a su lado.
-¿Oye estas bien? –pregunto el joven de cabello verde mientras alzaba una ceja y lo observaba con cuidado.
--Si, si lo siento, estoy algo distraído –se disculpo el joven de ojos morados, mientras lo miraba con una sonrisa apenada y una gota a un lado.
-Mmm eres raro –dijo el pequeño, mientras le daba una gran mordida a su emparedado.
--Bueno no del todo, Ryoma-chan –dijo aun algo apenado el chico de ojos morados mientras tomaba un poco de su refresco enlatado.
-En fin, ¿me dirás qué leías? –pregunto a su gran amigo, levantando un poco la vista, para verle la cara.
--Es un libro de poemas que mi madre me dio, dice que me hará bien leer algo cursi, y ¿qué mas cursi que un libro de amorcillos resumidos? –dijo divertido mientras se terminaba la segunda hamburguesa.
-Muy cursi será pero te tenia bien entretenido –dijo mirando a su amigo para luego volver su vista al partido.
-- Muy cursi y todo pero es muy lindo –sonrió- oye fue buena idea venir a ver este partido –dijo feliz, Momoshiro, mientras levantaba sus brazos en señal de alivio.
-Si… la próxima vez, tu pagas –le dijo muy serio el chico, mientras su amigo se ahogaba con su ponta de fruta.
--Cof, cof. –tocia el pobre, mientras abría la boca para respirar mejor.- Veo que aun estas resentido por tener que pagar las entradas –dijo divertido pero a la vez arrepentido.
-Hm, me salió cara esta salida –dijo cerrando los ojos y tomando un poco de soda.
Chasqueo los dedos y enseguida miro a su amigo—ya sé que hacer para que te contentes conmigo –dijo sonriendo, Momoshiro.
Justo termino el partido y Momoshiro tomo a su amigo del brazo, y a rastras lo llevo. Unos minutos después ambos estaban en un callejón sin salida. Era oscuro y algo tenebroso pero nadie entraba ahí por lo mismo.
-Oye ¿qué hacemos aquí?- pregunto Ryoma, mientras soltaba su brazo de la mano ajena.
--Te pagare lo que gastaste en mi, en el partido –sonrió y tomo a su pequeño amigo por el hombro y lentamente lo empujo contra el muro y sin esperar mucho unió sus labios a los de su amigo.
Más que sorprendido Ryoma abrió los ojos, sus mejías se prendieron furiosamente, y su cuerpo se ponía suave.
Luego de un minuto ambos separaron sus labios, ninguno se atrevía a abrir los ojos, pero luego de unos segundo Momoshiro los abrió y dejo ver la lujuria en su mirada, segundos después Ryoma le siguió y solo dejo ver la vergüenza acumulada.
-Hm…-fue lo único que logro articular antes de besar nuevamente a su senpai en un candente beso lleno de necesidad.
Ahora el sorprendido no era el chico de cabello verde, si no el chico de ojos violetas. El beso comenzó tímido y cauteloso pero ni se enteraron de cuando se volvió hambriento y apasionado.
Dos minutos luego de comenzar ese juego sin ganador, ambos se separaron pues el aire les faltaba. Abrieron sus ojos y ambos se miraron, una gran sonrisa se poso en los labios de ambos chicos.
En silencio y en paz se tomaron las manos y salieron del lugar sabiendo que todo eso había sido gracia del destino. Y justo se fueron ellos, su capitán y el prodigio de Seigaku llegaron al mismo lugar, no sin antes dar una sonrisa mutua, los cuatro.
-Este día fue gracias a un capricho del destino.
Owari.