Con la música de Jimi Hendrix llenando todo su apartamento, se encontraba haciendo las maletas dispuesto a marcharse un par de días a casa de sus padres, después de todo lo que había pasado en los días anteriores necesitaba irse de allí, al menos unos días. Necesitaba alejarse de Tokyo, del ambiente ajetreado y estresante. Aunque había nacido en Tokyo, sus padres se mudaron a Saitama cuando él tenía unos dieciséis años, pero con diecinueve volvió a la capital del país. No les había avisado a sus padres de que iba para allá, así que para ellos sería una sorpresa. Estaba guardando unos pantalones cuando el sonido del timbre lo interrumpió, así que termino de guardar la prenda de ropa y se fue hasta la puerta principal.
-Kenzo – dijo primero con sorpresa, pero luego le sonrió. No podía evitarlo, por alguna razón que aún no lograba entender muy bien, cada vez que recordaba, veía, hablaba o sentía hablar del batero de AYABIE sonreía sin poder remediarlo.
-Hola – saludó simplemente - ¿puedo pasar? – preguntó con una mirada curiosa
-Por supuesto – se hizo a un lado dejando que su amigo pasara
-¿Qué haces? – quiso saber, viendo que el guitarrista se iba a su habitación, por lo que lo siguió
-Estoy haciendo las maletas, me voy a pasar la Nochebuena y unos pocos días mas con mis padres a Saitama… - respondió agarrando una camiseta y doblándola. Aquella respuesta hundió un poco al pelinegro ya que había ido a casa del menor a hacerle una propuesta, pero ahora sabiendo aquello, prefería guardársela para otra ocasión
-¿Esto lo haces por todo lo sucedido? – preguntó
-… - Hiroto suspiró profundamente – si, necesito irme de aquí unos días, desconectar y cargarme las pilas de nuevo. Además hace bastante que no veo a mis padres, y tengo ganas de ir a visitarlos
-Entiendo – contestó Kenzo mientras se sentaba en la cama del guitarrista
-¿A qué has venido? – quiso saber el menor, yendo al armario en busca de mas ropa
-Eeh… etto… - no podía decirle la verdad, así que tendría que inventarle algo, y rápido ya que Hiroto lo miraba curiosamente y se estaba derritiendo con aquellos ojitos que le dedicaba – pasaba por aquí… - respondió simplemente rogando para que le creyera – y bueno… - silencio - ¿cuándo te vas? – quiso saber, a parte así desviaría el tema
-Esta tarde, después de comer – respondió. En eso un ladrido se escucho y una bola de pelo amarillo pollo entró en la habitación del guitarrita. Hiroto desvió su cabeza hacia la puerta viendo al animal entrar.
-¡Mogu! – lo llamó el batero. El perrito, ante el llamado, se dirigió a Kenzo y con un rápido movimiento dio un salto y se subió a las piernas del pelinegro, quien no tardó en darle caricias y juegos al simpático animal, mientras que eran vigilados por una divertida mirada de Hiroto. Y ahora, mientras que veía al pelinegro jugar con su mascota, un calorcito extrañamente agradable comenzaba a extenderse desde su corazón para invadirle todo el pecho… Desde unos días a esta parte, su cuerpo tenía reacciones bastante raras si Kenzo se encontraba de por medio, pero en aquel instante no quería hallar una respuesta al por qué de todo aquello.
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-¿Cuándo volverás? – preguntó Kenzo cuando Hiroto había terminado de guardar la maleta en el coche. Se había quedado a comer a petición del menor, y bueno… no pudo resistirse a ello.
-Para el 29 o así estaré aquí – contestó parándose junto a la puerta que daba acceso al asiento del piloto
-Ok, bueno pues… que te vaya bien en Saitama – le deseó con una sonrisa. Al menos tenía la esperanza de pasar con él la Nochevieja… si alguien no se le adelantaba, claro. Pero eso sería algo de lo que se preocuparía cuando el guitarrista regresara.
-Gracias – le respondió – “Y gracias por todo lo que has hecho por mi en estos días…” – pensó. Pero no quiso decírselo, se “asusto” de aquel pensamiento… Así que simplemente le dio un abrazó y se despidió de él, luego se montó en el coche y puso la música de X Japan a todo volumen, para que le impidiera pensar en todo aquel trayecto.