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No habrá próxima vez por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: No soy Kishimoto, ergo, esto no es mío. 

Notas del capitulo:

Apenas hay una pequeña insinuación al insesto, por lo cual si quieren algo más atrevido este no es el lugar. Por lo demás, espero que lo disfruten. Es reconfortante regresar al fandom :D 

No habrá próxima vez

Por: chibiichigo

 

Antes de irse de la aldea, de alejarse de absolutamente todo lo que había conocido y, en sus años de ingenuidad, amado, volteó a ver la silueta, envuelta en oscuridad, del único ser que lo había hecho sentirse genuinamente humano. Tuvo el impulso de regresar y tomarlo entre sus brazos, acariciarle el rostro y revolverle los cabellos como antaño, pero se reprimió de inmediato. Sasuke no se merecía la vida que él podría darle, así como tampoco se merecía el vuelco que acababa de dar a su pueril existencia. Pero, al final del día eso era lo mejor.

Esperaba que, por lo menos mientras crecía, la aldea que él tanto despreciaba se volviera el manto que alejara a su hermano de las garras de la verdad. Era su mejor apuesta, por más que significase un juego de ruleta rusa. Un juego donde, sabía de antemano, le tocaría la bala de un momento a otro. Sasuke lo odiaría, tan pronto despertara no pensaría más en el hermano que lo había amado en cada momento de su existir, el que se había consagrado a él y quien había priorizado su bienestar antes que las tareas que le competían. Ya no pensaría en el Itachi que le leía cuentos antes de dormir, con quien iba a entrenar al bosque después de la escuela. Sólo viviría en sus recuerdos como el asesino de su clan, el canalla que le había arrebatado a su familia y la infancia en un solo día.

Apretó los puños, al tiempo que dirigía su vista hacia adelante, y dejaba que sus ojos se perdieran en la oscuridad. Jamás imaginó que el momento de la despedida sería tan difícil, aunque lo había contemplado en más de una ocasión; no toleraba la idea de verse así, apartado de la vida de la única persona por quien se había sacrificado, relegado al papel de antagonista y no al de amante cariñoso. Se llevó una mano al puente de la nariz y lo apretó con fuerza. Quería reprimir las lágrimas que habían quedado suspendidas cuando vio a su hermano parado frente a él.

Se repitió mil veces que era lo mejor para él, que Sasuke habría de crecer para matarlo y para juzgarlo por sus pecados. Era todo parte de un magnífico plan urdido por él mismo para garantizar que sus crímenes fueran absueltos y su alma se liberara. Pero, en el mero instante en que lo atisbó por el rabillo del ojo, embarrado de la sangre de la mujer que le había dado la vida, no supo reaccionar. Se estremeció.

—Hermano…

Todo se volvió confuso. Lo único que lograba recordar fue haber visto sus ojos confundidos, rogando por vivir en un mal sueño. En aquel momento  no sintió ganas más que de abrazarlo, de cometer un pecado más terrible que el haber derramado la sangre de su parentela: Quiso fundirse en un beso con él, pedirle disculpas de rodillas por lo que acababa de hacer y llevárselo tan lejos que nadie pudiese encontrarlos.

Pero no lo hizo. En cambio, buscó cada una de las palabras envenenadas que había practicado frente al espejo y que seguían sin proveerle más que el regusto dulzón de la mentira mal encubierta. Sin embargo, eso no le interesó: Necesitaba herirlo, incluso si con eso se hería él solo. Quería terminar con todo el amor que pudiese existir en su corazón, sembrar la semilla del odio para poder acallar su propia culpa.

— Hermano estúpido. Si quieres matarme, ¡maldíceme!, ¡ódiame! Puedes llevar una existencia despreciable si quieres. Huye... escapa... ¡aférrate desesperadamente a la vida! Y cuando tengas unos ojos como los míos, ven a mí.

Y lanzó entonces el sablazo final, sabiendo que ése era el adiós definitivo, el último encuentro antes de la lucha en la que alguno de los dos—esperaba ser él—muriera. Ya no habría más paseos en el parque, ni momentos de soledad compartida. Ya no habría más Sasuke en su mundo, y ése era el único factor sin el cual no podía vivir.

Tan pronto el niño perdió el conocimiento, sintió el deseo de quitarle lo más preciado que tenía. Quería ser el primero en tocar esos labios pueriles, despojarlos de la castidad teniendo a la Luna como único testigo. Era lo único que le permitiría seguir unido al niño que, sin saberlo, le había dado alegrías toda la vida y lo había hecho pertenecer, por unos cuantos años, al reino de los vivos. Se sintió un desgraciado, un violador, ante el mero pensamiento. Se reprochó el querer robar su infancia en todos los sentidos… pero al final sucumbió.

Fue un beso lento, aunque casto. Quería sentir el olor de su hermano para atesorarlo en su corazón, conocer su boca y hacer permanente esa sensación de plenitud pura. Era la persona a quien más amaba en el universo, en todos los sentidos posibles. Por él había hecho todo, aunque no pudiese verlo jamás. Era el hombre por quien había decidido sacrificarse todos y cada uno de los días que le quedaran de vida, en pos de que él viviera plenamente.

Caminó por la vereda del bosque, viendo sólo a los árboles que se interponían entre él y el sendero de su nueva vida. Sabía que las huellas que él iba dejando a su paso, en el futuro serían los pasos que Sasuke diera. Porque su hermano menor lo conocía tan bien que lograría rastrearlo hasta el fin del mundo.

Esperaba que él estuviese bien, que creciera lo mejor que pudiese.

No tenía idea de lo que le esperaba a su hermano en la aldea, si lo educarían para matarlo o si, por un afortunado juego del destino, podría perdonarlo. No importaba, con tal de que llegara a una edad en que pudiese juzgarlo adecuadamente, sin que aprehensiones vanas lo controlaran. Sasuke había nacido para la grandeza, tanto o más que él.

Quería que explotara todo el potencial que tenía, que se convirtiera en el mejor de los ninja.

Sabía que los bosques por lo que él transitaba hoy, el día de mañana serían recorridos por alguien que controlaba la mayor pasión del ser humano: el odio. Que lo buscaría día y noche, y no descansaría hasta dar con él.

Añoraba el día de volver a verlo, incluso si eso le suponía la muerte.

Y… ese día al fin llegó.

 

La batalla que había esperado tanto tiempo, por la cual se había rehusado a morir anteriormente, por fin había llegado. El momento de su redención, de pagar con su vida maltrecha el ultraje que le había causado en todos los sentidos. Su cita con la muerte, a la que no llegaría sin dar lo mejor de sí.

Por eso, cuando su cuerpo lo traicionó, en el momento menos indicado—y sin embargo el más preciso— sólo pudo exhalar un

—Lo siento, Sasuke, ya no habrá una próxima vez…

Ya no podría jamás acercarse a él como un hermano, ayudarlo e instruirlo como un guía. Ya no podrían entrenar jamás, o jugar cerca del lado. No habría una próxima vez para disculparse, para decirle que lo amaba mucho más que a nadie en el mundo; tampoco para revolverle el cabello e impregnarse de su aroma.

Y mucho menos para besarlo, como había hecho una sola y única vez, en el momento que más atesoraba de su vida, pese a que había supuesto arrebatar un tesoro que su hermano no habría querido que fuera para él. Pero eso se lo llevaría a la tumba, junto con sus motivos y sus disculpas. Junto con el amor que durante toda su vida sintió.

Notas finales:

 

Gracias por leer, me gustaría mucho saber sus opiniones sobre la historia. Los invito a visitar también: 

Desde mi ficción

De orgasmos y antiorgasmos 

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