Alemania, 5 de Enero de 1942, 14:00h
Una habitación ha sido muy ricamente decorada y engalanada para la ocasión, al igual que las personas que se encuentran el ella. Todas ellas arregladas, y preparadas, porque lo que iba a pasar en esa habitación, entre esas cuatro paredes, era una momento que pasaría a la historia.
Inolvidable, tanto para los presentes como para los que no se podían encontrar en el lugar.
Un ruido sordo, se escuchó por toda la habitación, y en ella irrumpieron varios soldados, ataviados con uniformes negros, de pantalones anchos, medallas en los pechos, sombreros, y los que más les importaba a ellos en sus trajes, su insignia, su señal, la señal del país. La esvástica.
Todos con cabellos rubios, piel pálida, ojos azules, narices aguileñas, altos, robustos. Los perfectos de la raza lo que heredarían el porvenir del país. Los soldados de la SS. Hombres racialmente puros.
Una de las mujeres de las que se encontraban allí; que como todas las demás era rubia y de ojos azules.
Llevaba a un bebe en sus brazos, el cabello aun no lo tenía los suficiente mente crecido como para diferenciar de qué color seria cuando él bebe creciera, pero de lo que si era seguro es de sus ojos, ojos azules como lapislázulis y de una piel pálida.
La mujer se quedó observando a los soldados que entraban por la puerta, y que seguidamente se posicionaban, en el final de la sala apoyados en una pared.
Un hombre de los allí presentes dio la señal de que el momento había llegado.
Todos los que se encontraban sentados se levantaron y la mujer que llevaba consigo al bebe se acercó al altar que había en la sala, se lo quedo observando.
Una mesa de caoba tallada a mano cubierta con una bandera negra con la esvástica tejida en ella. Más de estas banderas se encontraban detrás de estas erguidas y bailantes en el aire.
Había plantas debajo de ella, que proporcionaban un olor de lo más relajante.
Le entrego el bebe a uno de los soldados, y este se lo quedo observando como quien observa a su propio hijo, orgulloso, sabiendo de que este niño de mayor sería una gran hombre para el país. Se acercó al altar y se posó delante del hombre aún más engalanado que él, y mucho más mayor también.
Este saco una biblia con la esvástica dibujada en su portada de terciopelo negro.
Y empezó a leer lo que ponía en ella, en alemán.
-“Heute sind wir auf dieses Baby Wellcome, das neue Mann, der auf der Erde, der Sohn des Kinder landen. Unseres Landes und unseres Landes Deutschland. Reinen arischen Rasse und für den . Deinst unserer Furher geboren. Viva Deutschland, lebt das Zweite Reich, Whon unser Furher”
-LEBENDING¡, LEBENDING¡, LEBENDING¡
Después de esto al bebe le vertieron por encima agua, ante el frio que sintió, el pequeño dio un respingo, pero al rato se acostumbró.
-“Nascuntur publicae serviamus" – dijo el señor mucho más mayor que el soldado- Urin for Harvennthon-
Así finalizo al acto todos los allí presentes se fueron de la sala, cuando ya se encontraban fuera, una familia de una mujer y su marido, (los dos rubios y de ojos azulados) se encontraban allí.
El soldado que aún se encontraba con él bebe en brazos se acercó a ellos y les entrego él bebe. Después hizo un saludo con la mano alzada al aire, y se marchó con los demás soldados.
La mujer que anteriormente se encontraba con el niño en brazos miro por última vez a la criatura y antes de marcharse la familia el señor mayor que dirigió el ritual le dijo.
-“Fräulein , ich hoffe, treffen wir uns wieder in Kürze. Die Nation braucht euch also wieder Lebenborn- y se marchó acompañado de dos soldados.
La mujer se dispidio de la familia y también se fue con un soldado.
La familia se quedó mirando a los soldados que aún quedaban allí y lo que seguramente paso por sus mente fue “Seguramente uno de esos es el padre de este bebe, pero cual”
Y estos también se marcharon.
Alemania, 8 de mayo de 1945
El campo está totalmente destruido, las bombas caen y explotan por todas partes, gritos de guerra i terror resuenan por las calles.
En una de las mansiones más lustrosas de la ciudad se encuentran cuatro personas una de ellas un niño de 3 años se encuentran entre los escombros de la casa.
-Papa¡ papa¡…Mama¡ mama¡- el niño gritaba i lloraba sobre los cuerpos de sus Padres. El de su madre inerte ya en el suelo, su padre aun con un hilo de vida.
-Jiraiya… por favor cuida de mi hijo… enséñale a ser el mejor…que no se olvide de nosotros… que conozca lo que nosotros los nazis hicimos, y que se sienta orgulloso… que se sienta orgullo de su sangre, pura, …que sobreviva y siga con la raza, algún día será un gran hombre para el nuevo Reich, a partir de hoy se llamara Minato, Namikaze Minato… críalo como si fueras su padre amigo…mi…o- y esas fueron sus últimas palabras, murió pero orgulloso y sabiendo que puede que hubieran perdido esa guerra pero su hijo seguiría con su legado.
-De acuerdo amigo mío, are lo que me pediste. Cuidare de Ur… quiero decir, Minato. Y le instruiré como tú lo hubieras echo.- dijo el hombre de pelo largo, blanquecino, y de aspecto juvenil.
-Uri, a partir de hoy te llamaras Minato, así que deja de llorar. Hoy empezaremos una nueva vida en Japón, démonos prisa , los soldados Norteamericanos están a punto de venir, Tsunade nos espera a las afuera de la ciudad, Desde hoy ella y yo somos tus padres.- y rápidamente se fueron hacia donde la mujer les esperaba.
Y el niño de ojos azules, cabellos rubios, y piel pálida, se marchó sin poder despedirse de los cuerpos de sus padres sabiendo que nunca podría decirles adiós.
En esta historia, os contare la verdad que se esconde tras la sociedad. La verdad que nadie conoce,. Los suburbios y las altas esferas son sus protagonistas.