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Twilight por Ian-Kaos

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Notas del fanfic:

La creacion de esta historia esta realizada sin ningun animo de lucro. Y los personajes de Stepfenie Meyer le pertenecen a ella  como los de JK le pertenecen a JK y los creados por mi me pertenecen a mi.

Para los que sentan curiosidad por saber cuando apareceran los persnajes de HP les comento que la primera mencion o aparicion sera del capitulo 9 o 10 en adelante.

Notas del capitulo:

Este es el primer capitulo de este FF espero ls guste.

Salí de aquel taxi de mala muerte, que sin duda apestaba a algo de dudosa procedencia, o así debería ser para cualquiera, y mire en derredor observando lo que me rodeaba.

 

Decir que la decisión de viajar al norte era algo que no me afectase era decir una mentira. Pero como no hacerlo cuando sabia que mi sola presencia era algo que sin yo quererlo y sin que nadie supiera era algo que afectaba a las personas. Pero no tenia elección si no quería llamar la atención y tampoco era como si yo tuviese a alguien que me fuese a ayudar en este problema en particular, ni siquiera sabía si tenía alguna posibilidad de encontrar a alguien que me pudiese ayudar en realidad.

 

Debía dejar atrás Florida, no es como si verdaderamente ese fuese mi hogar, en los últimos años había viajado más de lo que seguramente una persona común y corriente viajaría en su vida. Pero no podía permitirme el lujo de pasar mucho tiempo en un solo sitio sin terminar afectando a las personas que allí habitaban.

 

Nací, bueno ni siquiera se si realmente nací allí, pero el recuerdo mas lejano que tengo y desde el cual comienzo a recordar es de mi vida en Inglaterra cuando apenas tenia "cuatro años" y ya desde entonces recuerdo estar solo.

 

Ahora me dirigía a la península de Olimpia, al noroeste del estado de Washington, quizás con la absurda esperanza de que su media de trescientos y pico días de lluvia al año mi presencia no termine siendo una molestia para sus residentes. Forks, la ultima parada de este nuevo viaje, mucho se preguntaran por que demonios elegiría un pueblo con poco mas de dos mil personas y el cual se caracterizaba mas por sus decadencia de adelantos que por sus no existentes grandes centros comerciales. Podría haber elegido ir a Seattle o quizás a Pórtland o tal vez incluso el pequeño y acogedor Port Angeles pero yo quería molestar al menor número de personas y sin duda Forks se caracterizaba por sus pocas personas.

 

Mi abordo al avión estaba previsto para las tres del medio día con sus correspondientes seis horas de vuelo hasta Seattle, y desde allí a Port Angeles una hora más en avioneta y otra más en coche hasta Forks.

 

Sinceramente el calor que hacia en Florida a media tarde en mitad de un aeropuerto colapsado de personas era algo que podía llegar a crispar los nervios de cualquiera y los míos en especial. No que el calor me molestase en lo absoluto pero me agobiaba ver a toda esa gente, mayormente obesa, que sudaba a mares y parecían terriblemente acalorados.

 

Por todas esas razones mi iba de allí una ciudad preciosa dentro de un estado precioso. Pero que me había crispado lo suficiente varias veces para que sin querer e inconscientemente hubiese hecho una de las mías.

 

Cierto lo olvide, quien diría que verdaderamente podría olvidarme de ese pequeño gran detalle que rige toda mi vida. No se que soy, bueno aparentemente soy humano, pero me niego a creer en la absurda idea de los comícs que afirma el hecho de que pueden existir humanos con súper poderes. Si verdaderamente estos existieran habría constancia sobre ellos. O si quiera algún dato por ínfimo y absurdo que fuera. Y yo no es que no fuese físicamente humano, porque lo era, con mis detalles que a muchos les parecían una extravagancia pero lo era. Bueno eso si obviamos el hecho de que mi cuerpo puede soportar cualquier temperatura.

 

Desde que tengo uso de razón he sido consciente de todo. Y cuando digo todo me refiero a todo. Todo lo material que existe en este mundo es una realidad que yo puedo manipular a mi antojo. Si lo se una autentica locura, pero es lo que soy.

 

Al principio fueron pequeños detalles que pensé que no se salían fuera de lo normal, craso error de un niño de mi edad. Podía ver o más bien saber de que estaba compuesto cada objeto a mí alrededor, podría decirse que veía y entendía la materia. Pero yo siendo apenas un chico de cuatro años de edad pensé que eso sin duda era algo que todos podían hacer, obviamente no es así. Con el tiempo e llegado a la conclusión de que yo, para simplificar las cosas, puedo manipular los elementos.

 

Cuando todo comenzó pensé que era ridículo, yo no podía manipular los elementos ya que nadie podía, simplemente eran coincidencias de que cuando yo necesitaba agua ella apareciese o que cuando algo realmente apestaba una corriente de aire me salvase de morir ahogado.

 

Lo bueno y malo es que al ser huérfano, no se si tengo padres, no fui un chico muy sociable por lo que me guarde mi habilidad para mi mismo y no fui contando lo que podía hacer. Otra facultad que poseo, bueno en realidad no se si puedo hacer lo primero gracias a esto o puedo hacer esto gracias a lo primero. Quiero decir ¿Conocéis a alguien que sea capaz de utilizar el cien por ciento de su cerebro? Yo no, aparte de mi quiero decir, y siempre me he preguntado si puedo controlar los elementos gracias que utilizo el cien por ciento de mi cerebro o si puedo usarlo gracias a mi facultad de modificar cualquier elemento y obviamente mi mente esta hecha de elementos.

 

Y esto nos trae de nuevo al punto de esta historia, mi viaje a Forks. Bueno vale ese no es el punto que nos lleva a este punto... odio dar explicaciones ¿Cómo alguien que es tan listo como yo pude ser tan malo para explicar las cosas? es algo que no logro entender.

 

Vale el verdadero punto aquí es mi facultad de crecimiento. Aparento diecisiete año, de los cuales verdaderamente que yo recuerde solo he vivido cuatro. Hace cuatro años es mi recuerdo mas lejano y por aquel entonces aparentaba tener eso cuatro años, según fui notando con el paso del tiempo mi velocidad de crecimiento fue haciéndose paulatinamente mas lenta. Pero carezco del conocimiento de si llegado a la edad en la que su velocidad se apegara a la naturaleza humana mantendré la velocidad normal en cualquier humano o si el proceso de relentizamiento continuara hasta que a los veinte años, en apariencia humana, unos siete años para mi, dejare de crecer definitivamente por y para siempre.

 

Y ese en si es el problema, en mis papeles, obviamente falsos, aparece que tengo diecisiete años, obviamente edad insuficiente para matricularme a cualquier universidad, así que he decidido irme a un lugar en el que no llame mucho la atención del servicio de menores hasta tener la mayoría de edad y ser realmente libre.

 

Después de esas insufribles horas de viajes, de las cuales más de la mitad pase dormido, llegue al pueblo de Forks. Había comprado una pequeña casa a las afueras del pueblo, no que esto fuera la gran urbe pero prefería estar alejado del bullicio y estar cerca de la naturaleza donde me sentía más cómodo y podría practicar mis poderes sin temor a que alguien me viese.

 

La casa era pequeña, como todas las que había visto de camino, quizás esta un poco mas no estoy seguro a ciencia cierta, tenia sus típicas puertas delantera y trasera en la cocina, nada mas entrar uno encontraba el pequeño recibidor, a la derecha el salón al frente la escalera al segundo piso y a la izquierda la cocina.

 

Con toda la parsimonia del mundo subí la maleta al segundo piso y me dirigí al cuarto matrimonial. Total vivía solo y sin padres de algo tenia que servir así que la habitación grande y la cama doble para mí.

 

Ni siquiera me moleste en deshacer la maleta, tenia tiempo de sobra era jueves y hasta el lunes siguientes no empezaba el curso oficialmente así que tenia todo un fin de semana para adaptarme. Así que me dirigí a la ventana del dormitorio y corrí la cortina. Vale quizás todo era un poco muy verde, mas quizás de lo que era sano para una persona normal. Tenia la sensación de que mi plan de no llamar la atención se iba a ir al garete.

 

Despegue mi frente de la ventana y me dirigí al baño para asearme un poco. Pero cuando deje mi neceser en el lavabo y alce la mirada al espejo solté un suspiro y me mire a mi mismo.

 

¿A quien pretendía engañar? No iba a dar el pego. Mi pelo largo hasta los hombros y sumamente lacio se encontraba atado a una cola baja que dejaba un par de mechones a su aire, el problema su color. Ok, si hubiese sido pelirrojo no hubiese habido problema son un poco raritos pero tienen su encanto, si hubiese sido rubio tampoco hubiese habido problema, son guapos y la mayoría populares el problemas es cuando no eres ni pelirrojo ni rubio si no todo lo del medio. Vale era un color único todo el mundo pensaba que era teñido. Pero yo no me teñía ¿Ok? Otro gran problema mis ojos, enserio eran color ámbar todo en mi tenia esa estupida mezcla entre el dorado y el rojo que me hacían parecer un anuncio psicodélico andante. Ok era cierto que en conjunto mi pelo, mis ojos, mi blanca piel y mis  facciones de típico chico malo me daban un aire que podría parecer atractivo ¡Ok! Pero aun así llamo jodidamente la atención.

 

Suspire, tampoco es como si yo tuviera muchas opciones. Había intentado teñirme el pelo, e incluso ponerme lentillas. Pero todo era inútil, me acostaba moreno y me despertaba... ni siquiera se como diablos llamar a mi color de pelo. Y bueno de las lentillas ya ni hablemos, mis ojos parecen impermeables a ellas, literalmente se me caen de los ojos...

 

Volví a suspirar y me decidí de una vez a darme mi aseo.

 

 

El viernes por la mañana fui a Port Angeles  a recoger mi coche. Creación mía por supuesto. Pero no lo parece. Fue uno de mis proyectos mas jodidos. Si lo miras por fuera no es mas que una jodida camioneta de los ochenta pero eso es solo si lo miras por fuera, pero por dentro, aunque lo camufle perfectamente, tiene un motor que podría competir con el de un coche de carreras de formula uno.

 

Bueno después de todo de algo tiene que servir el hecho de no poder morir si no muero en el acto. Quiero decir cualquier herida que no cause mi muerte inmediata, no que yo lo haya probado pero supongo que es así, es sanada con mis poderes de forma inmediata. Así que como me encanta la velocidad no me suelo limitar en la velocidad cuando conduzco, el problema es que si no quieres llamar la atención viajas en avión y no sales de Florida en coche y llegas una hora mas tarde a Forks.

 

También aproveche y compre los libros y materiales que me harían falta para las clases, pura fachada obviamente desde hacia un tiempo tenia conocimiento suficiente como para ir a cualquier universidad. Pero aun así tenia que tener los materiales.

 

El fin de semana lo pase acomodando la casa y familiarizándome con el pueblo y su clima. Me pase por el único supermercado del pueblo y compre los alimentos que podían hacerme falta para un tiempo. Yo había descubierto hace un tiempo que podía obtener mi alimento de otros modos, pero absorber los nutrientes del suelo y otros sitios no dejaba la satisfacción que deja el llevarte un buen bocado a la boca.

 

Me encantaba el clima algo que verdaderamente dudaba. Pero aquí era perfecto no como en Florida que cuando me agobiaba comenzaba a llover, extrañamente para todo el mundo. En cambio aquí como mucho algún día podría hacer que los habitantes de Forks tuvieran un poco de sol para poder coger algo de moreno.

 

El lunes por la mañana de un humor extrañamente bueno. Me puse algo de ropa ligera pero sin llamar la atención un suéter azul y una chaqueta de cuero con unos Jean negros holgados y las típicas deportivas. Podía haber ido simplemente en manga corta y no sentir el frió pero eso sin duda habría llamado la atención así que me monte en mi "destartalada" camioneta y me dirigí al insitito. Fue fácil la llegada apenas unos cinco minutos al volante, no que hubiese mucho trafico que digamos.

 

Había salido terriblemente temprano por eso me extraño que a pesar de haber llegado veinte minutos antes de la cuenta ya hubiese un coche mas en el aparcamiento. Quizás algún estudiante prefería llegar pronto y coger buen sitio. Pero aun así me extraño quiero decir no era el típico coche de Forks ¿Un volvo? Vale quizás algún niño de papa el cual conseguía sus caprichitos pero no parecía acorde a Forks, aun así no le di mayor importancia después de todo yo ya había perdido mi afán por los coches así desde que me di cuenta que es difícil explicar de donde sacaste uno si no tienes unos padres que te lo subvencionen.

 

Me dirigí al primer edificio, encima de cuya entrada había un cartelito que rezaba «Oficina principal». Respiré hondo antes de abrir la puerta.

 

La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchadas, una basta alfombra con motas anaranjadas, noticias y premios pegados sin orden ni concierto en las paredes y un gran reloj que hacía tictac de forma ostensible. Las plantas crecían por doquier en sus macetas de plástico, por si no hubiera suficiente vegetación fuera.

Un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas llenas de papeles sobre la encimera y anuncios de colores chillones pegados en el frontal. Detrás del mostrador había tres escritorios. Una pelirroja regordeta con gafas se sentaba en uno de ellos. Llevaba una camiseta de color púrpura que, de inmediato, me hizo sentir que yo iba demasiado elegante.

La mujer pelirroja alzó la vista.

- ¿Te puedo ayudar en algo?

 

-Por supuesto, Soy Ian -le informe, y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento.

Quizás no era alguien conocido, pero siendo un pueblo pequeño no era de extrañar que hubiese sido la comidilla del pueblo. El chico sin padres que se mudo a Forks.

- Por supuesto -dijo.

Rebusco entre los documentos precariamente apilados hasta encontrar los que buscaba.

-Precisamente aquí tengo el horario de tus clases y el plano de la escuela.

 

Y mientras exponía en el mostrador varias cuartillas para enseñármelas la puerta se abrió y dio paso a una chica que al darse cuenta de que ya había alguien se quedo quieta en la puerta. No era ni guapa ni fea, normal, diría yo pero nunca fui muy bueno en el arte de identificar la belleza femenina.

 

La chica tenía la clara intención de esperar que la señora acabase conmigo pero al parecer la secretaria tenia otras intenciones en cuanto la vio.

 

- ¿Te puedo ayudar en algo?

 

La chica apareció sobre saltarse. Su sonrojo apareció tan rápido que seguramente cualquier chico normal lo hubiese encontrado algo encantador.

 

-Soy Isabella Swan -dijo acercándose hasta el mostrador, solo que manteniendo una cierta distancia de respeto conmigo.

 

-Ah, si -dijo la secretaria justo antes de volver a buscar algo entre los documentos del escritorio y saco un juego de cuartillas muy similar al mió.

 

Al parecer yo no era el único estudiante nuevo, no hubiese hecho falta ver que le entregaba una lista de clases junto al mapa del centro y un comprobante de asistencia, todo era fácil de ver en su mirada. La tal Isabella y yo habíamos sido la gran feria ambulante de la que hablar en las últimas semanas del pueblo.

 

Yo fui listo y aproveche la distracción para meter todo lo que me había dado en mi bolsa y despedirme con un simple, hasta luego, y salí despreocupadamente de la oficina volviendo sobre mis pasos hasta mi camioneta.

 

Los demás estudiantes comenzaban a llegar cuando regresé a mi camioneta. Supuso un alivio comprobar que casi todos los vehículos tenían aún más años que el mío, ninguno era ostentoso, si obviamos el volvo plateado. Me metí en mi camioneta, aun faltaban unos minutos para que comenzaran las clases, los cuales aproveche para darle un vistazo rápido al horario y al mapa, cosa fácil de memorizar. Tenía Literatura, Cálculo, Español e Historia, justo después tendría la hora del almuerzo y tras esta Biología y EF compartida con el resto de alumnos de último curso.

 

Cuando salí de mi camioneta me di cuenta que la chica que minutos antes había estado en secretaria salía de un monovolumen aparcado justo frente al mió y se calaba la capucha de su chaqueta con lo que parecía la absurda idea de pasar desapercibida. La compadecí, no que yo fuese alguien ostentoso ni nada por el estilo, pero tenia en claro que en un pueblo así una novedad como un par de chicos nuevos no pasa desapercibida tan fácilmente.

 

Me dirigí con esa pose altiva y andar grácil que me caracterizaba, no que lo hiciese conscientemente mas de una vez me había ganado algún problema por parecer querer ir de "guay" como habían dicho los incultos humanos que habían tenido la intención de meterse conmigo. Simplemente era algo que me era imposible evitar, quizás fuese por que mi cuerpo estaba totalmente sintonizado con cualquier elemento, y el aire no choca contra nada, simplemente se desliza y mueve grácil sobre cualquier obstáculo.

 

Cruce la cafetería y desde allí fue fácil identificar el edificio tres, el cual según el mapa contenía la clase de literatura.

 

El aula era pequeña. Los alumnos que tenía delante se detenían en la entrada para colgar sus abrigos en unas perchas; había varias. Los imité. Se trataba de dos chicas, una rubia de tez clara como la porcelana y otra, también pálida, de pelo castaño claro. Al menos, mi piel no sería nada excepcional aquí.

 

Entregué el comprobante al profesor, un hombre alto y calvo al que la placa que descansaba sobre su escritorio lo identificaba como Sr. Masón. Durante unos instantes pareció evaluarme con la mirada y bueno yo sabia muy bien que significaba esa mirada. "Este chico va a dar problemas" Siempre pensaban lo mismo, luego, solo por ser el alumno estrella de sus clases me convertía en el ejemplo a seguir. Hipócritas.

 

Me envió a un pupitre vacío al fondo de la clase sin presentarme al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil mirarme al estar sentado en la última fila, pero se las arreglaron para conseguirlo. Mantuve la vista clavada en la lista de lecturas que me había entregado el profesor. Era bastante básica: Bronté, Shakespeare, Chaucer, Faulkner. Los había leído a todos, lo cual era cómodo... y aburrido.

 

Justo cuando había decidido levantar mi mirada para observar a todos aquellos que me miraban con una mirada de frío desinterés, la puerta volvió a abrirse dando paso a la misma chica de ante. La cual se dirigió al profesor justo como lo había hecho antes yo.

 

Vale quizás el profesor tenía algo contra todo el mundo y no solo contra mí, tampoco fue muy amable con ella y como a mí la mando al final de la clase, justo al otro lado de esta.

 

Bueno al menos había dejado de ser el centro de atención para el colectivo masculino y para el de algunas féminas, que parecían más interesadas en sacar algún defecto de la chica nueva que en conocer al chico nuevo y extravagante, ósea yo, lo cual agradecí.

 

Una vez el profesor comenzó con su perorata sobre el método de evaluación y sobre lo que esperaba de nosotros desconecte totalmente de la clase y me concentre en lo interesante que era el paisaje de la ventana, obviad mi sarcasmo, pero es todo verde y aun así me pareció mas interesante que cualquier cosa que ese hombre fuese capaz de decir.

 

Cuando sonó el zumbido casi nasal del timbre, una chica rubia con el pelo en bucles, piel clara y muy bajita se giro de su asiento, justo delante de mí para hablar conmigo.

 

-Tú eres Ian,  ¿verdad?

Parecía demasiado interesada, conocía a ese tipo de chicas pero yo no me caracterizaba por ser muy sociable, aun así pensé que ser descortés seria sentar un mal precedente.

 

-Aja -dije. Y no sabia que mi voz podría ser tan uhm como decirlo ¿atrayente? Solo dije "Aja" y basto para que los alumnos en dos filas a la redonda se giraran en mi dirección y me observaran con expectación como si yo de un momento a otro me hubiese convertido en un animal de feria y estuviesen esperando que hiciese algún truco raro, cosa no mas lejos de las posibilidad real.

 

- ¿Dónde tienes la siguiente clase? -preguntó.

 

- Calculo -dije y por simple curiosidad de ver que pasaría le sonreí, como si hubiese contado algo gracioso.

 

Otro error que yo no debía haber cometido. La chica se sonrojo y rió tontamente durante unos instantes, como si yo le hubiese coqueteado, vale ok, quizás algunos lo podrían llamar coqueteo pero por dios e visto mejores.

 

-Tenemos la misma clase, podría guiarte -dijo con una sonrisa en sus labios mientras tomaba sus cosas y se levantaba.

 

Ok, Ian relájate y no te estreses, no puedes ser descortés, síguela, finge que la escuchas, contestas solo y cuando se dirija a ti directamente, pronto pasara, en un tiempo perderán el interés en ti... Vale eso era darme falsas ilusiones a mi mismo, pero joder, enserio no me gustan las mujeres por que diablo yo les tengo que gustar a ellas.

 

El resto de la mañana pasó de forma monótona. Ningún maestro dio mucha clase la mayoría se limito a decir como evaluarían y cual seria le temario a dar. Por lo que me pase las otras tres horas antes del almuerzo observando al resto del alumnado. Yo no conocía sus nombres pero era consciente de que en varias clases había coincido con otros alumnos que compartían algún otra clase conmigo.

 

Quizás el alumno, bueno la alumna mas extraña con la que tuve clase fue con una chica pequeña, no debería medir mas de un metro sesenta tenia una piel blanca, aun mas que la mía, tenia el pelo corto y en punta muy morena y era sorprendentemente guapa, vale que a mi no me gustan las chicas, pero esta no era una chica corriente, lo supe desde el momento en que la vi. Podría haber obviado el hecho de que poseía una hermosura devastadora incluso podría haber obviado su grácil andar de bailarina. Pero no podía obviar el hecho de que mis poderes me decían que su piel, su carne no era de ningún material que yo conociese. Su perfume, era un efluvio personal y a mis desarrollado olfato le pareció lo mas dulce que hubiese olido nunca, tanto que era imposible que fuese simplemente humano.

 

No sabía su nombre y el profesor de historia no lo menciono en toda la hora, por lo que me fui a almorzar con la espinita de que acababa de ver a alguien que como yo no era humano pero lo parecía y aun así vivía entre estos.

 

Durante el camino había estado plantearme, que si como yo tenia planeado hacer ella se sentaba sola, yo podría acercarme, cosa muy rara en mi, y tratar de averiguar que era. Pero mi plan se vio imprevistamente arruinado en cuanto cruce las puertas de la cafetería y la localice con mi visión periférica, no estaba sola. Estaba rodeado de tres hombres, bueno al menos dos parecían más hombres que adolescentes y otra chica, Todos y cada uno de ellos iguales a la chica que yo había visto. A pesar de sus diferencias obvias físicas, todos eran hermosos y aun así sentía que la palabra sonaba insípida en mis labios.

 

Junto a la chica que yo había conocido se encontraba un chico alto y musculoso, de tez blanca y pelo rubio que miraba al techo con la mirada perdida a pesar de que tenía ante si una bandeja con comida.

 

Justo a su lado estaba el otro "chico" que parecía mas un culturista que un adolescente. Su tez también era blanca y su cabello moreno era rizado este parecía hacer carantoñas con una rubia despampánate que se hallaba a su lado. Es una de esas rubias que muy difícilmente puedes encontrar fuera de una revista de moda retocada con photoshop.

 

Y junto a esta y frente a la pequeña con cara de duendecillo se encontraba sin duda el más guapo de ellos. No que yo fuera objetivo en este punto. Pero así me lo pareció. Su pose era desgarbada como si todo aquello fuera un hastió para el pero aun así seguía pareciendo una estatua de adonis. Su pelo cobrizo caía sin un control aparente que en conjunto le daba un aire pícaro y rebelde. Y le doy gracias a dios si es que existe por que en ese momento no estuviese sonriendo porque de haberlo estado seguramente me abría desmallado. De verdad ¿Cómo alguien podía ser tan arrebatadoramente guapo? La vida no era justa estaba seguro de ello.

 

Mi primer plan de acercarme a la pequeña y tratar de averiguar, se fue al caño en cuanto me di cuenta de que eran más que yo y no sabia cuan peligrosos podían ser. Así que opte por la opción más evidente. Investigar por mi cuenta y solo hablar con ellos cuando estuviesen por separados y obviamente rodeados por humanos.

 

Tenia la clara intención de ir y sentarme solo y poder observarlos con mayor lujo. Pero mi intención quedo solo en eso cuando la chica rubia de la primera clase, Jessica o algo así me dijo, me invito a sentarme con su grupo de amigas y amigos. Yo lejos de querer formarme una mala imagen, no que me importase ciertamente, decidí por una vez en mi vida ser listo y aprovechar que ellos podrían darme información sobre ese grupo que tanto me había llamado la atención.

 

Cuando me hube sentado me di cuenta que yo no había sido la única adquisición de Jessica también se había agenciado en su mesa a la chica nueva Isabella o así creía se llamaba. Teniendo en cuenta que la mayor parte de la mesa la observaba a ella mientras Jessica la presentaba al resto yo aproveche mi oportunidad para observar al grupo más variopinto y extravagantes después de mí.

 

-¿Quiénes son? -Pregunte a Jessica en voz baja sin poder evitarlo.

 

Y de repente, mientras ella alzaba los ojos para ver a quiénes me refería, aunque probablemente ya lo supiera por la entonación de mi voz, el más delgado y de aspecto más juvenil, la miró. Durante una fracción de segundo se fijó en mi vecina, y después sus ojos oscuros se posaron sobre los míos.

 

Él desvió la mirada rápidamente. Su rostro no denotaba interés alguno en esa mirada furtiva, era como si mi compañera hubiera pronunciado su nombre y él, pese a haber decidido no reaccionar previamente, hubiera levantado los ojos en una involuntaria respuesta.

Avergonzada, la chica que estaba a mi lado se rió tontamente y fijó la vista en la mesa.

 

-Son Edward, Emmett Cullen y Alice Cullen, y Rosalie y Jasper Hale; todos viven con el doctor Cullen y su esposa -me respondió con un hilo de voz.

 

Miré de soslayo al chico que nos había mirado, que ahora contemplaba su bandeja mientras desmigajaba una rosquilla con sus largos y níveos dedos. Movía la boca muy deprisa, sin abrir apenas sus labios perfectos. Los otros tres continuaron con la mirada perdida, y, aun así, creí que hablaba en voz baja con ellos.

 

¡Qué nombres tan raros y anticuados!, pensé. Era la clase de nombres que tenían los personajes de cualquier novela de principios de siglo, pero tal vez estuvieran de moda aquí, quizá fueran los nombres propios de un pueblo pequeño. Entonces recordé que mi vecina se llamaba Jessica, un nombre perfectamente normal.

 

-Son... guapos.

 

Me costó encontrar un término mesurado.

- ¡Ya te digo! -Jessica asintió mientras soltaba otra risita tonta-. Pero están juntos. Me refiero a Emmett y Rosalie, y a Jasper y Alice, y viven juntos.

Su voz resonó con toda la conmoción y reprobación de un pueblo pequeño, pero, para ser sincero, he de confesar que aquello daría pie a grandes cotilleos incluso en Florida.

 

- ¿Quiénes son los Cullen? -pregunté-. No parecen parientes...

 

-Claro que no. El doctor Cullen es muy joven, tendrá entre veinte y muchos y treinta y pocos. Todos son adoptados. Los Hale, los rubios, son hermanos gemelos, y los Cullen son su familia de acogida.

 

-Parecen un poco mayores para estar con una familia de acogida.

 

-Ahora sí, Jasper y Rosalie tienen dieciocho años, pero han vivido con la señora Cullen desde los ocho. Es su tía o algo parecido.

 

-Es muy generoso por parte de los Cullen cuidar de todos esos niños siendo tan jóvenes.

 

-Supongo que sí -admitió Jessica muy a su pesar. Me dio la impresión de que, por algún motivo, el médico y su mujer no le caían bien. Por las miradas que lanzaba en dirección a sus hijos adoptivos, supuse que eran celos; luego, como si con eso disminuyera la bondad del matrimonio, agregó-: Aunque tengo entendido que la señora Cullen no puede tener hijos.

Mientras manteníamos esta conversación, dirigía miradas furtivas una y otra vez hacia donde se sentaba aquella extraña familia. Continuaban mirando las paredes y no habían probado bocado.

 

- ¿Siempre han vivido en Forks?

 

-No -dijo con una voz que daba a entender que tenía que ser obvio, incluso para un recién llegado como yo-. Se mudaron aquí hace dos años, vinieron desde algún lugar de Alaska.

 

Y hay estaba lo que yo buscaba, nómadas, como yo. Se movían de un sitio a otro para no llamar la atención. Pero que los caracterizaba para no querer llamar la atención.

 

Uno de los Cullen, el más joven, levantó la vista mientras yo los estudiaba y nuestras miradas se encontraron, en esta ocasión con una manifiesta curiosidad. Cuando desvié los ojos, me pareció que en los suyos brillaba una expectación insatisfecha.

 

- ¿Quién es el chico de pelo cobrizo? -pregunto la chica nueva.

Lo miré de refilón. Seguía observándome, pero no con la boca abierta, a diferencia del resto de los estudiantes. Su rostro reflejó una ligera contrariedad. Volví a desviar la vista. Vi que hablaba con la chica pequeña y esta tras unos instantes denegaba con su pequeña cabeza y soltaba un suspiro.

 

-Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. No sale con nadie. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa -dijo con desdén, en una muestra clara de despecho. Me pregunté cuándo la habría rechazado.

 

Me mordí el labio para ocultar una sonrisa. Entonces lo miré de nuevo. Había vuelto el rostro, pero me pareció ver estirada la piel de sus mejillas, como si también estuviera sonriendo.

 

-Quien sabe -dije ahora casi seguro que nos escuchaba -Quizás batea para otro lado.

 

Y hay encontré la confirmación de mis sospechas, su cara se desencajo momentáneamente y sus dos hermanos comenzaron a reírse sin una razón aparten aunque fui el único que se dio cuenta y en mi mesa sucedió algo similar solo que las chicas me miraban con estupefacción y los chicos reían a carcajadas.

 

Los cuatro abandonaron la mesa al mismo tiempo, escasos minutos después. Todos se movían con mucha elegancia, incluso el forzudo. Me desconcertó verlos. El que respondía al nombre de Edward no me miró de nuevo.

 

Segundos después, yo me disculpe con el resto de comensales y me dirigí al aula de biología. Odiaría llegar tarde y que el profesor me pidiese una explicación, odio darlas.

 

Nada mas entrar en el aula me di cuenta de algo, Edward Cullen estaba allí y estaba sentado solo, no parecía una familia que gustase de relacionarse ni que el resto del alumnado se relacionase con ellos, yo la verdad no entendía por que. Vale que cuando estaban justos podrían intimidar un poco pero cuando los ves así, solos, a mi solo me parece un chico normal, guapo eso si.

 

Me acerque al profesor y le entregue el comprobante para que me lo firmase. El señor Banner me firmó el comprobante y me entregó un libro, ahorrándose toda esa tontería de la presentación  No se si era el único sitio vacante o si simplemente le pareció una buena idea, pero me indico que me sentara con Edward Cullen, yo bailotee en mi interior, al fin algo salía bien.

 

Anduve hasta la mesa de forma tranquila y sosegada no quería que se notase mi impaciencia por sentarme y entablar una conversación con el. Así que una vez me hube sentado y colocado todos mis libros me gire a el con la clara intención de hablarle.

 

Justo en ese momento se volvió a abrir la puerta y ambos miramos en aquella dirección. Era la chica nueva que venia junto a una chica castaña y de rostro afable. Esta se separo y se fue a sentar a su pupitre mientras la chica nueva caminaba en dirección al profesor sin apartar la vista de mi compañero de asiento.

 

En ese momento lo vi. Fue fácil para mí, justo cuando paso junto al conducto de ventilación una ráfaga de aire nos trajo su efluvio golpeándonos suavemente. Y la reacción fue inmediata. Mas que verlo lo sentí, Edward se puso rígido en la silla. Volvió a mirarla fijamente y sus miradas se encontraron, yo solo podía observarlo a el. La expresión de su rostro era de lo más extraña, hostil, airada. Pasmada,  Isabella aparto la vista y se sonrojo otra vez. Tropezó con un libro que había en el suelo y se tuvo que aferrar al borde de una mesa. La chica que se sentaba allí soltó una risita.

 

Y mientras yo registraba todo eso con una ínfima parte de mi cerebro, la mayor parte de este trataba de buscar una explicación para la cara colérica casi furica y la oscuridad de la mirada de Edward. Solo había algo que tenia claro. El efluvio que llego junto al aire lo había alterado. Se que no debí hacerlo, bueno no es como si alguien se fuese a dar cuenta de que había sido yo. Hice que la puerta se abriese con un portazo y por ella entrase una gran corriente de aire. Percibí como Edward a mi lado tomaba aire apresuradamente y luego dejaba de respirar. Vale el tipo hacia su papel perfectamente empezó a mover los hombros para simular que seguía respirando, y se agarro fuertemente con la mano a la pata de la mesa, como si estuviese tratando de contenerse a si mismo.

 

La clase versó sobre la anatomía celular, un tema que ya había estudiado. De todos modos, tomé apuntes con cuidado, sin apartar la vista del cuaderno.

 

No me podía controlar y de vez en cuando echaba un vistazo al extraño chico que tenía a mi lado. Éste no relajó aquella postura envarada, sentado al borde de la silla, durante toda la clase. La mano izquierda, crispada en un puño, descansaba sobre el muslo. Se había arremangado la camisa hasta los codos. Debajo de su piel clara podía verle el antebrazo, sorprendentemente duro y  musculoso. No era de complexión tan liviana como parecía al lado del más fornido de sus hermanos.

La lección parecía prolongarse mucho más que las otras. ¿Se debía a que las clases estaban a punto de acabar o porque estaba esperando a que abriera el puño que cerraba con tanta fuerza? No lo abrió. Continuó sentado, tan inmóvil que parecía no respirar y yo sabia que en realidad no lo hacia.

 

Y a pesar de que parecía no estar dispuesto a mirar a nadie que no fuese el fascinante paisaje que dejaba ver la ventana, en un momento dado, justo cuando yo lo miraba el volvió a mirarme. Y en cambio ahora me devolvió una mirada de contrariedad como si esperase ver algo en mi rostro que sin duda no estaba ahí.

 

El timbre sonó en ese momento. Yo di un salto al oírlo y Edward Cullen abandonó su asiento. Se levantó con garbo de espaldas a mí, era mucho más alto de lo que pensaba, y cruzó la puerta del aula antes de que nadie se hubiera levantado de su silla.

 

Lo seguí, podéis llamarme masoquista, pero que me parta un rayo si no era el chico o chicos más raros que me había echado a la cara en todos los días de mi vida. Y yo no necesitaba saber que eran y si sabían algo de las personas como yo o si conocían a alguien como yo.

 

Cruzo el aparcamiento con paso premeditado, pero aun así fue mas rápido de lo que seguramente alguien normal era capaz de andar rápido. Se encerró en su coche y yo lo seguí silencioso como una sombra, hice que mis pies no tocasen el suelo por un centímetro, evitando así que el me oyese seguirlo y me encarame a mi camioneta que se hallaba a un coche de distancia, lo que sin duda me dio la posibilidad de oír lo que pasaba.

 

Permaneció durante casi una hora sentado en su volvo escuchando música clásica mientras mantenía sus dos manos aferrando el volante y respiraba profundamente el aire fresco que entraba por las ventanillas abiertas.

 

Y justo cuando pensé en irme porque el solo estaba esperando a sus hermanos, el salio del coche y se encamino rápidamente hacia la oficina, lo seguí.

 

Casi me quedo sin saber que pasa cuando la puerta estuvo apunto de cerrarse. Por suerte pude mantenerla  entre abierta y me escondí en un lateral de esta. Dejado caer como si esperase a alguien y me concentre en escuchar dentro de la oficina esperando enterarme de algo interesante.

 

-¿Señora Cope?

 

-¡Oh! -exclamó entrecortadamente. Estaba un poco agitada. -Hola, Edward. ¿En qué te puedo ayudar?

 

-Me preguntaba si me podría ayudar con mi horario de clases -dijo con voz suave.

 

Tenia la clara intención de permanecer hay, hasta que vi pasar junto a mi al motivo real de todo este problema Isabella Swan la cual había empujado la puerta entre abierta y había entrado a la oficina. Yo previsor la seguí e hice lo único que se me ocurrió en ese momento para evitar que ocurriese una catástrofe. Suprimí del cuerpo de Isabella Swan todos los mecanismos de sudoración y para evitar que los rastros de su efluvio en la ropa llegasen a Edward cree una pequeña corriente que la seguía a una distancia prudente, haciendo dispersar su aroma hacia otro lado y evitando que  Edward llegase a olerla. A no ser que este se acercase tanto a ella que incluso sin sudoración el olor de ella le llegase desde otras partes de su cuerpo.

 

-Por supuesto, Edward. ¿Cómo puedo ayudarte?

 

-¿Sería posible cambiar la clase de Biología por otra de mayor nivel científico? Tal vez Física...

 

Vi la cara de estupefacción que ponía la chica junto a mí cuando ato cabos y llego a la conclusión acertada pero sin poder creérselo, ella era la causante de esa petición.

 

-¿Tienes algún problema con el señor Banner, Edward?

 

-En absoluto. Lo único que ocurre es que ya he estudiado ese temario...

 

-... en esa escuela de enseñanza acelerada a la que asististeis en Alaska, cierto -Hubo un pequeño silencio y luego continuo -En realidad, no caben más alumnos en Física. Al profesor Banner le disgusta tener más de veinticinco alumnos en una clase.

 

-Yo no sería ningún problema.

 

-Ya lo sé, Edward, sólo que no hay suficientes pupitres...

 

-En ese caso, ¿podría no asistir a clase? Emplearía ese tiempo en estudiar por mi cuenta.

 

-¿No asistir a clase de Biología? -se quedó boquiabierta.

 

-Ya recuperaré al año que viene.

 

-Tal vez deberías comentarlo antes con tus padres.

 

La puerta se abrió de nuevo y una súbita corriente de viento helado hizo susurrar los papeles que había sobre la mesa y me alborotó los cabellos sobre la cara. La recién llegada se limitó a andar hasta el escritorio, depositó una nota sobre el cesto de papeles y salió, pero Edward Cullen se envaró y se giró.

 

Yo estaba seguro de que el olor de ella no le había llegado. Lo había evitado a toda costa el aire paso evadiendo a Edward porque así lo quise yo. Pero quizás ¿era posible de que el se hubiese dado cuenta de que el aire sospechosamente lo había evadido?

 

Su expresión era de concentración y luego de puro desconcierto, apenas duro un segundo pero yo me di cuenta de que esto me iba a traer problemas. Lo supe porque el inevitablemente se había dado cuenta de que ninguno de nosotros dos le habíamos olido a nada y para empeorar la situación el sabia que la chica si olía a algo antes y yo sospechosamente había estado en las dos ocasiones que se encontró con ella. Así que sin duda alguna el que iba a ser vigilado de ahora en adelante iba a ser yo.

 

Edward Cullen se giró hacia la recepcionista y rápidamente dijo con voz aterciopelada:

 

-Bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.

 

Giró sobre sí mismo sin mirarme a mí o a mi compañera y desapareció por la puerta.

 

Isabella Swan se dirigió con timidez hacia el escritorio y le entrego el comprobante de asistencia con todas las firmas.

 

- ¿Cómo te ha ido el primer día, cielo? -me preguntó de de forma maternal.

 

-Bien -mintió descaradamente con voz débil.

 

La secretaria no pareció muy convencida.

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Espero recibir sus rw. Asi sean animos, criticas o cualquier cosa que quieran decirme :P

Salu2 Ian_kaos!


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