Ese momento
Por: Laureo A.
Había un momento de la tarde la cual Harry esperaba con ansias, más que cualquier otra cosa en su día, lo primero que llegaba a él eran los pasos de la escalera que llevaba a su departamento, tan solo ese sonido ya le hacía sentir unas ansias indescriptibles, quería que llegara pero también le gustaba esa lenta agonía por verlo de nuevo.
Sentía su sangre hervir con tan solo ese sonido, su pulso tomaba un ritmo diferente al normal, era algo que ni el mismo lograba explicarse pero ahí estaba siempre la misma reacción, esa deliciosa reacción. Se relamía los labios al imaginar el húmedo aliento de su amante contra su cuello mientras lo devoraba y lo mordía, uno que otro jadeo se escapaba de su boca, casi podía oír la voz del rubio reprochándole que se excitara solo con pensar en eso, pero luego también pensaba que le besaría pues aunque no lo admitiera le complacía que el moreno le necesitara a ese grado.
Su cuerpo se estremecía de solo pensar como conquistaría de nuevo a Draco, como le haría saber esa necesidad constante que tenía, no podía evitar sonreír aun solo en ese cuarto que comenzaba a oscurecer, pues ese momento era suyo y solamente suyo, nadie podía quitárselo y era algo que no cambiaría por nada del mundo.
Era una agonía, pero también era tantas otras cosas, porque sabía que esa espera, esa tortura valdría la pena cuando su fantasía se volviera realidad, su pequeño momento para sentirse egoísta con todos los pensamientos que rondaban su mente, con todas las fantasías que aún no podía llevar a cabo con su delicioso amante.
Ahí estaba mirando fijamente la puerta, como si no existiera otra cosa que mereciera la pena, como si no existiera otra cosa y al menos para él así era, pues por ese pequeño espacio era por donde aparecería el dueño de sus más oscuras y perversas fantasías, en cuanto entrara por esa puerta dejaría de ser el ministro de magia Draco Lucius Malfoy para ser solo Draco, SU Draco, no podía dejar de subrayar eso en su mente, pues sabía que muchas personas deseaban al rubio en su cama pero sabía que solo él tenía ese privilegio.
Por fin como respondiendo a sus plegarias esa puerta que vigilaba tan celosamente se abrió, Draco le miro extrañado, no era la primera vez que encontraba al moreno así y jamás obtenía una respuesta lógica a esa espera delante de la puerta, antes de que pudiera articular palabra alguna ya había sido arrojado contra la pared, sus labios habían sido brutalmente asaltados por los de su impaciente prometido.
No podía dejar de tocarlo, en ese momento Draco era suyo, solamente suyo, como querría que fuera todo el tiempo, pero se conformaba con esos pequeños momentos, comenzó a recorrer ese esbelto cuerpo por sobre la ropa, deseando, necesitando saber si seguía tal cual salió de esa casa, no paso mucho tiempo antes de que suaves jadeos salieran de los labios del joven ministro.
- H-Harry… que… ¿Qué pasa? – tratando de apartarlo un poco pero sin poner gran empeño en ello.
Su cuerpo ardía, esas ansias se habían trasformado en un deseo irrefrenable, necesitaba ser saciado, saciarse de ese exquisito cuerpo, pero sabía que jamás podría saciarse, solo sería un lleno parcial, que no sería suficiente para aplacarlo por mucho tiempo, sin esperar más abrió la estorbosa túnica que portaba el ojigris y comenzó a degustarlo con sus labios, ronroneo al sentir la cálida piel en contacto con húmeda boca, tomaba cada parte de la piel del rubio adorándola con lo que podía, sus labios, sus manos, hasta sus ojos.
Su amante no dejaba de mirarle, no tenía palabras para decirle, solo deseaba que siguiera, solo deseaba sentirle de todas las maneras posibles, que arrasara con el cómo solo Harry sabía hacerlo, sus temblorosas manos se enredaron en el indomable cabello pues sentía que si no se aferraba a algo caería de lo fuerte que era su deseo en esos momentos.
Sin saber cómo se vio desnudo ante el héroe del mundo mágico, jadeando por más atención, rogando porque por fin le tomara como deseaba, que le llenara por completo y le reclamara ese día también como suyo, por que así era… Draco Malfoy era pertenencia de Harry Potter.
Harry se relamió los labios al ver cómo había reducido al rubio con sus caricias, amaba ese momento, le volteo de cara a la pared para poder seguir con su delicioso momento, pues si, solo él podía experimentarlo, esas expresiones de Draco le daban pequeñas dosis de muerte, una muerte que con gusto afrontaba solo por ver otra expresión más, por oír otro gemido más de esos labios.
El instante cúspide era cuando lograba entrar en él, era como el cielo y el infierno juntos, mezclados, tan delicioso, tan doloroso, todo resultaba pecaminoso en ese punto y él solo podía gemir sin control, deseando que no terminara, rogando poder seguir con ese ritmo, seguir fundido de esa manera dentro del rubio.
Ahí estaba ese deseable y hermoso hombre entregándosele, respondiendo y prodigándole caricias, era por mucho mejor de lo que sus fantasías podrían haber pensado, de lo que él pudo haber imaginado, sus cuerpos estaban hirviendo de calor, impregnados por completo de un sudor caliente a causa de todo el movimiento que estaban haciendo, sus músculos palpitaban debido a lo intenso de la actividad, todo se acabaría pronto y lo sabía, ninguno de los dos podría durar mucho más.
Y ahí estaba ese orgasmo que les dejaba ciegos por unos milisegundos, que les borraba todo de la mente excepto ellos, ese diminuto espacio por el cual estaban unidos y todos los corrientazos eléctricos que les recorrían sin piedad.
Eso era algo que no se podía describir, ahora estando ahí en el piso, escasamente cubiertos por la túnica del rubio pues ninguno de los dos tenía las fuerzas suficientes para moverse a otro sitio del departamento.
- Eres un egoísta Potter
- Lo se…. Y este es mi momento egoísta… Cada día lo espero con más ansias… Eres mío Draco Malfoy
No obtiene respuesta, solo una sonrisa que solo puede ser hecha por el rubio y que siempre derrite aún más el corazón del salvador del mundo mágico, pero esa sonrisa es todo lo que necesita, hasta la próxima tarde.