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Hetalia Gakuen por shudyeer

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Notas del capitulo:

Hola! Ëste fue el regalo de cumpleaños para mi querida y estimada amiga que siempre me ayuda con todos y cada uno de mis fics, así q con su permiso decidí publicar éste fic, para que más personas pudieran leerlo.  Tal vez es muy normalito pero espero q lo disfruten tanto como yo disfrute escribirlo. Aunque es mi primer fic de hetalia jejeje.

Mil gracias por todo Kary! eres mi salvación =)

 

Era un tedioso y rutinario día miércoles. Todos los alumnos del 2-D  odiaban los días miércoles y no solo porque era mitad de semana y ahora sí no podían ver el vaso “ni medio lleno ni medio vacío” ¡Estaba  a la mitad! Dijeran lo que dijeran. También su dolor de cabeza era porque exactamente ese día  tenían clase con el profesor más estricto, controlador, mandón  y odioso que pudiera existir.  El profesor Densen, alias “Dinamarca”  que como cada lunes, martes y miércoles les hacía la vida pesada con sus geniales clases de Matemáticas. Y exactamente a la primera hora del día debían enfrentar a su profesor.

Como cada miércoles el equipo de Alemania y Japón  esperaba en el pasillo a su último integrante,  que precisamente  se acercaba corriendo “a toda prisa” con esa cara de tonto que no podía esconder,  agitando su mano y llamando a sus amigos.

— ¿Qué pasa, Italia?

Pregunto Alemania un poco preocupado por la inusual energía en su amigo.

— ¡No debes correr por los pasillos! Es peligroso.

Italia no presto atención al regaño de su japonés amigo y llego hasta ellos saludándolos efusivamente para después contarles aquello por lo que venía realmente emocionado.

— ¡Escuchen,  escuchen! ¿Recuerdan que ayer no pudimos completar el trabajo para entregarlo hoy?

Las miradas de los pocos alumnos que pasaban por los pasillos se centraron en ellos, por ser Alemania y Japón (si a Italia ya lo descartaban por flojo) era casi imposible que su equipo faltara con una tarea. Los cuchicheos comenzaron a circular por su derredor.

— ¡Oye Italia! — Reprendió Ludwing  con su incansable tono militar — Anoche trazamos un plan para librarnos de esta, no tienes que andar gritando que no terminamos el trabajo.

— No tiene de que preocuparse Ludwing-san . — Tranquilizo Japón sacando un folder de su portafolios para entregárselo al rubio —   Cuando llegué a mi casa me encargué de terminarlo.

— ¡Oh!  Kiku tiene ojeras ¡Que mal!

— Oye… no debiste desvelarte por esto ya habíamos quedado en algo.

— No se preocupe por mí, desafortunadamente fue un proyecto sencillo y aún tiene algunas fallas.

— Ve ~ No te hubieras molestado — Interrumpió de nuevo Italia— El profesor no vendrá hoy.

Los dos chicos miraron extrañados a Feliciano y mientras esperaban su respuesta un flash back se formó en la mente de los tres.

—Y — Dijo el profesor antes de terminar la clase— como el festival escolar está muy cerca he decidido que quiero el trabajo que les pedí para mañana. Así que no me importa cómo le hagan pero ese trabajo debe de estar mañana en la mañana en mi escritorio.

— ¿¡Eh!? — Se quejaron al unísono todos los alumnos— ¡Pero si apenas nos dio los temas la clase de ayer! ¡Es imposible que esté terminado para mañana!

— Profesor — Levanto la mano Rusia interrumpiendo las quejas de sus compañeros —Mi equipo fue el último al que se le asigno tema ¿Podemos entregar el trabajo después?

— ¡Ya dije! No habrá prorrogas para nadie. Y más les vale que sean buenos trabajos o entonces disfruten su último festival escolar porque me asegurare de que no tengan nada que festejar después de esto— Dijo cortante el profesor como tomaba sus libros y abandonaba el aula.

 

El flash back terminó  con el descontento de todos y el aura terrible de su compañero ruso. Kiku y Ludwing asintieron esperando a que Italia les dijera a que venía todo ese roll sin embargo Italia seguía recordando lo que paso el día anterior.

— ¡Di de una vez a que viene todo esto! — Regaño Alemania sacudiendo de un lado a otro a veneciano para sacarlo de su ensoñación.

— Ah sí —Respondió Feliciano como restándole importancia al asunto—  es que atropellaron al profesor Dinamarca, tiene muchas lesiones hasta pareciera que lo golpearon y  es por eso que no vendrá por un buen tiempo.

— ¿Y va a estar bien? —Pregunto Japón preocupado. —Debemos ir al hospital y llevarle un obsequio.

No sé porque no puedo dejar de vincular esto a Iván y a su aura malévola — Pensó Alemania hastiado por lo ingenuos que podían llegar a ser sus compañeros.

— Ya  lo vez bastardo. Todo era pretexto tuyo para quedarte en mi casa hasta muy tarde.

La voz de romano acercándose por el pasillo llamo la atención del trío enfocando sus miradas en él.

 — ¿Piensas que me agrada que estés todos  los días en mi casa?  ¿Qué acaso no tienes nada mejor que hacer? Es molesto tener que verte hasta en mi casa ¡Maldición!  — Continúo el castaño mayor reclamando enfurecido como se acercaba a Alemania arrebatándole la pluma que sostenía.

— Nii-chan

— ¡Oye! — Reclamo Ludwing indignado— Si el que siempre está en mi casa  sin ser invitado eres tú.

—  ¡Yo si sé de tus malas intenciones!— Continuó reclamando Romano con ese tono de suegra entubada y fodonga—  A mí no me engañas macho patatas imbécil.

En un arrebato por mostrar su superioridad, Lovino reventó el bolígrafo que le había quitado a Ludwing lanzando los fragmentos en el piso y pisándolos.

— ¡Jajajajaja! ¡Ahora no tienes con que escribir!

— Estas todo lleno de tinta — Dijo Ludwing sintiendo pena por Lovino.

— ¡Maldición! ¡Todo es tu culpa, estúpido macho patatas!

Lovino  huyo hacia los baños casi llorando y  rojo como un tomate.

Un  molesto  chirrido de bocina seguido por la voz del escandaloso  presidente del consejo estudiantil gritando muy animado por el altavoz llamo la atención de todos.

— ¡Good morning everybody! ¡Tengan todos ustedes un excelente  miércoles! Y ahora — Dijo Alfred solemnizando su tono de voz— les daré un anuncio especial y muy importante.

Todos interrumpieron sus actividades, guardaron silencio y miraron atentos los altavoces esperando el anuncio del presidente.

— ¡Un meteorito destruirá  la escuela!

Un chisporroteo se escuchó y la pelea entre el presidente y el vicepresidente comenzó a hacerse audible.

— ¡Deja de usar el altavoz para tus estúpidas bromas!

— ¡Inglaterra! ¡Yo soy el héroe!— Lloriqueo Alfred al tiempo que se lanzaba a por el micro—  No tienen de que preocuparse planeo salvarlos.

— Además ¿Por qué demonios trajiste a Tony a la escuela? — Reclamo Arthur  forcejeando por el control del micrófono.

— Tú también traes cuando quieres a tus…

— ¡Cállate!

 Por fin Arthur se hizo del control del micrófono asestándole un golpe al presidente en la cabeza y aclarándose la garganta recobro la compostura.

— Se les recuerda a todos los grupos que  ya deben de tener planeada su actividad para el festival escolar que se llevara a cabo este fin de semana.  Las evaluaciones finalizan este viernes así que estudien correctamente por favor.

Los alumnos pusieron cara de fastidio y estaban a punto de regresar a sus respectivas actividades cuando de nuevo el altavoz transmitió la voz del vicepresidente, esta vez en un tono más informal y casi fastidiado.

— ¡Ah sí! Y también Alemania pase a la oficina del director antes de la salida.  ¡Ojala que sea algo muy grave y que seas expulsado, maldito!

La excéntrica risa de Arthur se siguió escuchando hasta que se volvió a cortar el sonido. 

Arthur siguió riéndose en la cabina dando vueltas como loco en la silla giratoria.

— ¿Por qué te robas mi espectacular aparición? — Reclamó Alfred haciendo pucheros.

— ¿Para esto hiciste que desapareciera el club de radio?

— ¡Por supuesto! Los anuncios los quería dar yo.

— ¡Solo haces bromas!

— ¿Qwd dwss? — Pregunto Alfred embutiéndose una hamburguesa.

Una gota de sudor escurrió pesadamente por la frente de Arthur que ya sabía que no podía hacer nada en contra del presidente y menos cuando se ponía a comer. Pero el que lo dejará en paz no significaba que dejara de molestarle.

 

A la hora indicada Alemania se dirigió hacia la oficina del director. Antes de llegar a su destino decidió echar un vistazo a la sala de castigo donde, como casi siempre y ya hasta ni era novedad, estaba su hermano apostando con otros tres que eran iguales que él. Francis Bonnefoy, Sadiq Annan y  hasta el profesor Antonio Fernández Carriedo estaba en la sala de castigo. Ludwing suspiro cansado, solo con mirar la escena casi podía adivinar para qué el Director Cuba lo necesitaba.

Al llegar a la dirección Ludwing recibió un sermón que no le correspondía y todo gracias a las acciones de su querido hermano mayor Gilbert que no dejaba de meterse en problemas.

El director le dijo a Ludwing  que Gilbert  estaba a punto de ser expulsado debido a su mal comportamiento, por lo cual era más que indispensable hablar con su tutor, confiándole esta tarea a él porque Prusia hacía caso omiso a las advertencias y continuaba ganándose horas en la sala de castigo.

 A su abuelo y tutor, Magna Germania,  no le iba a agradar nada enterarse de todo esto.  Aún con la orden entre las manos Alemania caminaba por los pasillos preguntándose ¿Por qué le pasaban a él tantas cosas? ¿Por qué tenía que estar rodeado de gente problemática? ¿Por qué todo esto tenía que aplazar sus planes? Seguramente Feliciano ya había regresado a casa y ahora no iba  a poder declarase. Resignado a esperar se dirigió una vez más a la sala de castigo para hablar con Gilbert y llevarlo a casa con él.

La puerta estaba entrecerrada, parecía demasiado solitaria, probablemente ya no había nadie pero de igual forma empujó la puerta encontrándose dos cuerpos empalmados en una esquina del aula. En seguida reconoció a su hermano y a Roderich Edelstein, el hijo del subdirector. Estaban besándose y tocándose tan hambrientos de pasión, tan concentrados en los suyo que ni notaron la presencia del invasor.

Por su salud mental Ludwing prefirió no seguir viendo y cerró la puerta sin hacer ruido.

Así que por esto te expulsarán… ¡Dame un respiro, hermano estúpido!

— ¡Entrégame ese citatorio o prepárate para morir aquí mismo!

Una mujer desde el final del pasillo lo amenazaba con un bate de béisbol. Cuando Ludwing la miró detenidamente no podía creer que se tratará de la mismísima Elizabeta Héderváry, la prometida de Roderich.

 ¡Qué demonios estaba pasando aquí! sé preguntó Alemania sin saber cómo controlar la situación. Si la chica se enteraba de lo que estaban haciendo esos dos allí adentro seguro que se armaría un gran escándalo y lo iban a involucrar a él como su cómplice por estar allí; entonces serían expulsados y ahora no iba a poder ver a Italia ni declarase ¡¿Por qué a él?! Y todo por culpa de Gilbert.

 

— Te estoy hablando. — Reclamo Elizabeta preparándose para atacar. — He dicho que me entregues ese citatorio.

— Espera… no te pongas agresiva, no es lo que parece es solo que — Alemania reflexiono por un momento y comprendió que la chica no tenía intención de observar en el aula — ¿Para qué quieres el citatorio? No es algo que te incumba.

— Claro que sí. Escucha  bien.  — Dijo Elizabeta en un tono más pacífico bajando el arma. — No puedes entregarle ese citatorio a tu tutor, si me lo entregas a mi podré hacer algo para que no expulsen a Gilbert.

— ¿Por qué te interesa el asunto?

— Porque... por… — La joven titubeo un par de veces con un rubor en el rostro. — ¡Porque quiero que Austria-sama sea feliz!

— ¿Qué?— Espetó el rubio incrédulo—  ¿En serio sabes lo que dices?

— ¡Por supuesto que lo sé! Yo he sido la que se ha encargado desde hace unos meses de evitar que todo esto se sepa.

— Estamos hablando de tu prometido… ¿Hablas en serio?

— Ya dije que sí. Yo solo quiero que Austria-sama se decida, si Gilbert se va Austria-sama no volverá a ser el mismo y seguirá eternamente melancólico por el amor frustrado que siente por Vash… sin embargo yo sé que tiene una atracción descontrolada por Gilbert… quiero que se decida con toda la libertad del mundo y encuentre la felicidad.

— Ya veo…

Ludwing recapacitó unos momentos las palabras de la chica, sus intenciones parecían buenas. Extendió el citatorio hacia Elizabeta  pero ella ya no estaba en su anterior posición, estaba espiando desde la puerta con una hemorragia nasal.

— ¡Solo haces esto por tu placer personal! — Grito Ludwing indignado.

 

En la sala de consejo estudiantil el presidente y el vicepresidentes como siempre eran los últimos en irse y no exactamente por cuestiones laborales.

Alfred se acercó  discretamente hacia el escritorio de Arthur,  abrazándolo por la espalda le dio un pequeño beso en el cuello, provocando que su piel se erizara al contacto.

— ¡Aléjate de mí!

Espeto el de grandes cejas pensando que todo era una broma trató de zafarse. Alfred no aflojo sus brazos para nada y con un movimiento veloz lo tomo por el mentón obligándolo a mirarlo.  Arthur odiaba mostrar su debilidad pero estando tan cerca de los labios del presidente no podía rechazarlo. En cuestión de segundos la tensión de su quijada cedió al ritmo del beso, dejando que éste se prolongara por más tiempo. Conforme avanzaba el beso, Alfred hacía más cortés  su agarre y  sus cuerpos se empalmaban dejando que sus manos penetraran sus ropas.

Un reflejo provocado por la conciencia combativa del oji-verde aunada a una mala experiencia finalizaron en un rechazo instintivo y brusco de las muestras de cariño de Alfred.

— Quiero irme a casa.

Declaró Arthur después huir de los brazos del estadounidense,  tomando sus cosas abandono al presidente del consejo estudiantil.

Alfred no hizo nada por detenerlo ni quiera por acercase de nuevo. No era la primera vez que esto pasaba y lo único que deseaba era poder romper esa barrera que Arthur siempre ponía con todos incluso con él, que era su novio.

— Bueno que se le puede hacer así es él. 

 

 

Notas finales:

Y claro que continuará, solo q hoy lo dejó alí porq me quitan de la compu, pero advierto q ya esta finalizado. 

Nos leemos =)


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