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Buscadores de libertad por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

lamento haberme tardado, pero tampoco pasaron mas de 15 dias... o si???

je!, me gustaria hacerles una peticion n.nU, nada complicado, solo quisiera saber si alguna sabe como subir imagenes a la pagina, ya sea en mi perfil, en la firma o en el fic... si sabes me gustaria que me dijeran (obvio XD) ya sea en un review o en mi correo fansusi@hotmail.com

Gracias, ahora si a la conti, espero les guste

 

Siempre había animales asechándolos, seres carnívoros que querían aprovecharse de la debilidad de Shun, pero ellos no los asustaban no tanto como la seguridad de su heredero y la certeza de que yo seguía allí, buscándolos. Sabían que de un momento a otro mi arma les amenazaría la vida.

 

Por eso Shaka no permanecía mucho tiempo en un mismo refugio, estaba huyendo de mí, ya no quería enfrentarme. Estaba ambos cansados, deambulaba en círculos muchas veces, pero nunca dejaron de buscar algún lugar seguro para ese pequeño que nacería dentro de poco según mis cálculos. En esos momentos solo Shaka cazaba, cosa que se volvía mas difícil después de la tormenta que azoto la selva semanas atrás, aun había grandes pantanos y lugares peligrosos. Los frutos habían casi desaparecido de los árboles y por lo que era muy difícil encontrarlos, así que normalmente él se decidía por llevar un poco de carne a su compañero, aunque en muchas ocasiones regresaba sin nada pues en la búsqueda o persecución de algún animal se daba cuenta de que se alejaba demasiado, por ello decidía regresar con las manos vacías.

 

Pero la mayoría del tiempo no dejaba escapar a ninguna presa, con trampas o luchando contra tapires conseguía un poco de comida para su familia, a pesar de los años de agotamiento seguía siendo un cazador formidable, pero no esperaba menos de él, de un digno oponente. De todos los animales que se encontraban rodeándolo solo de mí tenía miedo, no les temía a los lobos, a los tigres, solo me temía a mí. A los demás podía perderlos entre los árboles o darles muerte con su daga, pero yo era más terco, aunque le perdía la pista volvía a encontrarlo, aunque intentara matarme yo le causaría un final similar a él.

 

Pasaba horas enteras, casi las mismas en la que Luz de Sol nos visitaba, no le importaba el esfuerzo que tenía que hacer para conseguir comida para Shun y su bebé, aunque notaba que eso cada vez le costaba más trabajo con su cuerpo maltrecho con sus muchas cicatrices, las muchas heridas en su cuerpo, durante estos meses palideció considerablemente así como había adelgazado, preocupado siempre por el bienestar de quienes lo esperaban en el refugio. Pero eso no le impedía andar por lo peores caminos, tratando de despistarme, dando vueltas por horas para que no encontrara el refugio, pero siempre le pise los talones.

 

Siempre estuve lo bastante cerca para intentar matarlo, aunque esas ocasiones disminuyeron constantemente después de la tormenta, en esas cuatro semanas lo había visto apenas siete u ocho veces, y en todas pasaba lo mismo: fallaba los tiros o lo dejaba ir. Fue muy difícil en ese tiempo rastrearlo, pero no me daba por vencido, así como él yo tampoco media mis esfuerzos para matarlo.

 

La selva se había convertido en una gran laguna donde solo sobresalían los árboles y algunas islas distantes donde muchos animales se refugiaron esperando a que el panorama mejorara o morir de hambre… estaba consciente de que mi presa podía estar en cualquiera de esos pequeños brotes de tierra.

 

Después de la tormenta que nos azoto y donde casi muere el pequeño uke pase más de diez días sin encontrar cualquier rastro, cualquier vestigio de que siquiera seguía con vida, aunque eso nunca lo dude, él jamás se dejaría vencer por una simple lluvia. Había escapado y sobrevivido a cazadores con sus armas, a trampas traicioneras, a luchas con animales, esta lluvia no lo iba a matar. Pero no encontraba su rastro, era muy hábil ocultándolo, escogía los senderos más difíciles, para él, para mí y para Shun. No fue tarea sencilla volver a dar con su paradero, en parte porque yo tampoco sabía si de verdad quería encontrarlos.

 

Esas dudas, esos sentimientos confusos se hacían cada vez más grandes en mi corazón, mientras más me adentraba en la selva, más grande era mi duda, no me hacía bien el convivir tanto tiempo con la maleza y con la presencia de Shaka así como de su libertad, eso me hacia sentir nostálgico, los recuerdos no dejaban de llegar a mi cabeza, recordaba mi vida como zodiaco, lo libre que también me había sentido en aquel tiempo… pero por otra parte esa libertad me llenaba de remordimientos, torturaba a mi conciencia a cada segundo que la mantenía.

 

Esa libertad que ambos disfrutaban, simple, pero a la vez de devoción incondicional el uno para el otro, esa fidelidad y lealtad que existía entre Shaka y Shun no merecía acabar con un tiro en la cabeza, con un disparo fugaz de mi arma, que esa muerte vacía y sin sentido que yo planeaba darles. Esa forma de matar solo le pertenecía a los ignorantes. Yo no pretendía cambiar el mundo, no me concernía el hacer abrir los ojos a los dioses y que dejaran de mancillar la tierra de mis ancestro, pero tampoco quería ayudarlos a lograr tal atrocidad.

 

Antes yo era libre, junto a mis hermanos, junto a mis padres y amigos, crecí siendo criado como un zodiaco libre, deseando estar siempre al lado de mis iguales, con el conocimiento de que debía convivir con la tierra y no apoderarme de ella, ligarme al mundo. La muerte sin sentido era algo que solo hacían los ignorantes, los intolerantes. Aquellos que la aceptaban y practicaban, los que se sometían a ella fue un rasgo que conocí cuando llegué a Atenas, era aún una novedad, a pesar de estar ya casi seis años lejos de Acuario y todos los hijos de Nieve, aun trataba de acostumbrarme a esto y al tratar de hacerla y practicarla, me trajo de nuevo a esta libertad, la libertad de la selva, apreciarle, desearla… extrañarla.

 

Al ver la felicidad incondicional de Shaka y su compañero llegué a dudar y reprocharme la decisión que tomara hacia años, de dejar mi clan para mudarme a las ciudades y vivir la vida que los dioses consideraban más o menos decente y sobre todo, renegaba de la decisión de no haber regresado nunca con los míos.

 

Ver a Shaka rebosante de dicha junto a Shun me incomodaba, ellos dos me hacían pensar y eso era lo que menos deseaba hacer en estos momentos, así era fácil ser invadido por los fantasmas de mi pasado y de cuestionarme severamente como lo harían mi padre y mi familia, me cuestionaría sobre esas decisiones tomadas desde que salí de la aldea y me mude a la ciudad. Pensar me hacía poner mi vida en peligro, me distraía y así me veía rápidamente a merced de los depredadores, pero también me hacía dudar sobre la decisión de matarlo y eso francamente acabaría con mi reputación de cero derrotas.

 

Si pensaba, ya no los mataría y yo necesitaba saberlos muerto, llevar sus cadáveres a la ciudad.

 

Frente a Shaka me sentía como un ignorante, me sentía como el alumno que debía aprender de un maestro. Él tenía tanta sabiduría, tantas experiencias mientras que yo recién salía del cascaron, al menos así me sentía. Parecía que él ya hubiera vivido esta vida en varias ocasiones y que tenía la respuesta de todo. En sus ojos veía el infinito del universo, lo sentía omnipotente. Yo frente a él era un niño que necesitaba aprender demasiado, sentir y vivir. Él era un alma vieja entre los suyos.

 

Después de tantos años de observarlo, de darle caza, de comprenderlo termine por apreciarlo, por admirar su astucia. Dicen que eso pasa con los viejos adversarios y era casi un hecho de que eso estuviera pasando con nosotros.

 

No, eran pensamientos que no me podía permitir, cerré los ojos y deje que mi corazón se congelara de nuevo, tenía que matarlos, por mi vida, por mi supervivencia. Si no lo hacía jamás volvería a cazar para los dioses, ellos ya no conferían en mí y eso solo me obligaría a regresar a donde ya no podía hacerlo, pues mi familia no me aceparía con ellos. Yo ya no podría regresar jamás a ese mundo, no podría ser llamado de nuevo Hyoga de Acuario y sentirme orgulloso de ello, ahora mi nombre era Swan. La libertad que antes vi era imposible, regresar también lo era. El pensar en regresar tan solo fue un sueño, el sueño más hermoso que hubiera tenido desde que me adentre a esta selva, pero de todas maneras un sueño.

 

Ahora era un pequeño punto que nada valía para nadie, alguien que no tenía un hogar. Mezquino, cazador de su propia vida. Ya no tenía un lugar al cual volver, y mi destino estaba profundamente ligado al de Shaka así como al arma que cargaba en mis manos, a los dioses que me pagaban por dispararla y expulsar a los animales y zodiacos que invadieran sus cultivos, a los que intentaran robar su ganado. Definitivamente yo tenía que matar a Shaka y a Shun.

 

Seguí buscándolos mientras estos pensamientos inundaban mi cordura, me hacían pasar noches en vela, perdiéndome por completo entre la decisión y la duda cuando finalmente los encontré en una cueva, en uno de los múltiples islotes, detrás de varios troncos caídos. Los vigilé durante casi dos semanas, con el temor de que se dieran cuenta de mi presencia a pesar de que mantenía una gran distancia. Los vigile, dándome cuenta de los momentos en los que podía emboscarlos. Me di cuenta de que eso solo sería posible en una noche sin estrellas ni luna, cuando su luz delatora les dijera de mí. Afortunadamente esas noches ocurrían con mucha frecuencia en esa época del año.

 

Shun estaba totalmente irritable por su embarazo, sumamente agotado también y de no ser por el constante cuidado de su compañero haca mucho que hubiera caído ante la multitud de depredadores que los acechaban. Shaka a  pesar de su muy evidente cansancio, cansancio que lo hacían cabecear en constantes ocasiones y que lo hacían caer rendido al regresar de una cacera, a pesar de ese agotamiento físico permanecía siempre vigilante. Nada escapaba a sus miradas, no permitía que nada invadirá el territorio que había delimitado frente a la cueva, lo defendía con uñas y diente, dispuesto a dar la vida por proteger a Shun.

 

Sus ojos, oídos y olfato se habían agudizado en esas semanas. Pero había ocasiones durante la noche en las que dormitaba y varias veces lo sorprendió la invasión de un tigre o de caimanes y cocodrilos que llegaban a refugiarse también, pero él los rechazaba con increíble agilidad, asustando también a su compañero, temeroso de perderlo, pero nada lo hacia desistir de ser su protector noche y día.

 

Estaba sumamente cansado, y las reacciones que tenía eran las de una criatura desesperada, que tenía miedo a la muerte, que temía ser vencida en su intento, pero no por nadie más, sino por su propio cuerpo, por el sueño, mas que por los enemigos que los acechaban silenciosamente desde las penumbras esperando que se distrajera y los invitara a una cena apetitosa con su cuerpos. El los enfrentaba, se les plantaba en frente sin asomo de miedo, los asustaba, los mantenía alejado del cuerpo preñado de Shun, quería demostrar que no podían vencerlo a pesar de su cansancio, que por más que lo pensaran no lo dejaría de proteger y que permanecería al lado de su familia hasta la muerte.

 

Los imagine a ambos, en el terreno pacifico donde antes habitaron y una vez soñé en cómo serían sus vidas si viviesen allá, esperando la llegada de su hijo rebosantes de felicidad, sin toda esta preocupación, sin todo este miedo por su supervivencia. Quise pensar en cómo serían sus rostros si los dioses no se hubieran apoderado de su territorio y matado a los demás miembros de su clan. Pero solo era soñar. Este era el presente, apuntar y matar.

 

Sabia a la perfección que mi primer disparo debía ser contra Shaka pues si intentaba matar al uke primero y si lo lograba, él no me dejaría salir con vida de esto, me mataría apenas se diera cuenta de la muerte de su compañero. Y si fallaba a mi primer tiro en su contra no me daría una segunda oportunidad, moriría también. Por ello el primer tiro debía ser contra Shaka y debía ser certero.

 

Que uno de nosotros terminara muerto estaba escrito desde hacía mucho, Shun solo había tenido la mala suerte de encontrase con un condenado y de decidir compartir la vida con él. En el aire se podía casi tocar la tensión, se respiraba en el aire ese olor malsano, ese silencio preocupante que nos alertaba, que nos aseguraba que el final estaba cerca.

 

El viento, antiguo padre de su raza movía las hojas de los arboles intentando advertirles de mi presencia en ese lugar, muchas veces Shun se removía entre sueños, susurraba algo que no lograba escuchar, pero era rápidamente tranquilizado por los brazos de Shaka, odiaba su felicidad, la envidiaba, a veces me parecía que esa era la razón por la que hacia esto, el por qué me había empeñado tanto en matarlo, primero su libertad ahora su felicidad.

 

Pero la batalla final se aproximaba, los dos la esperábamos ansiosos, toda la selva lo hacía, los animales estaba nerviosos, los espíritus del agua y viento estaban inquietos, no nos dejaban en paz noche y día, parecía que en ocasiones se reocupaban demasiado por lo que le pasara a esta pareja, pero no cambiaría nada.

 

Una semana después, cuando la noche se tornó oscura, cuando ni la luna ni las estrellas se hicieron presentes, ocultas por las espesas nubes de una nueva tormenta, en esa noche me decidí finalmente a disparar, él se quedó dormido mas demoradamente, rindiéndose así a las noches de cansancio, de pasar en vela vigilando que su familia estuviera bien. En ese momento me di cuenta de que él ya me esperaba, de que él también estaba consciente de que esto no podía durar para siempre y de que la única manera de que acabara era que uno de los dos estuviera muerto.

 

Pocos segundos después de que se perdiera en una corta inconciencia, despertó dándose cuenta de que algo no estaba bien, los animales estaba muy callados, la selva estaba a la expectativa. Se levantó de su lugar escudriñando la maleza a su alrededor, intentando descubrir que era lo que ponía a la selva sí, pero estaba casi seguro de que era yo. Percibía mi olor a muerte y sin pensarlo dos veces tomo el arco que descansaba junto a Shun, lo preparo e intentaba apuntar a algún lugar sin saber exactamente a donde.

 

Dándome cuenta de que no tenía mucho tiempo, me desembaraza un poco de algunas ramas y apunte rápidamente mi arma a su cabeza, el por el rabillo del ojo vio el brillo de mi arma y se giró disparando la flecha que quedo a pocos centímetros de mi pecho. Tomo entonces la daga ocult6a entre sus ropas y comenzó a correr directo a mi escondite, embistiéndome. En sus ojos podía ver la rabia que hacía mucho tiempo sentía. Estaba completamente cansado de mi asecho. Disparé logrando que se detuviera, pero no le di. Shun se levantó en cuanto es grito de mi arma se dejó escuchar, saliendo de la cueva donde se refugiaba, aturdido y confundido.

 

-¿Qué sucede?- preguntó con ese inocente timbre de voz, mirando a todos lados hasta que se topó con mi mirada y de inmediato apunte hacia él.

 

-Entra a la cueva, escóndete, Shun- gritó Shaka mirándolo molesto

 

Estuve a punto de dispararle, de acabar con la vida del pequeño, a pesar de que me preparé para pensar en solo una cosa: dispararle a Shaka primero. Pero la velocidad con la que se estaban dando las cosas me estaba confundiendo, Shaka se percató de que estaba por quitarle lo que con tanto esfuerzo protegió y se lanzó furioso sobre mí. En ese momento disparé.

 

La sangre chorreó de un pequeño agujero que dejó la bala en el cuerpo de mi víctima, cayó al suelo en un giro sumamente asombroso al ser alcanzado por el impacto a la altura de las costillas, presionando con fuerza la zona herida para evitar que la sangre siguiera fluyendo. A pesar del inimaginable dolor que en esos momentos debía estar sintiendo se levantó del suelo para volverme a encarar al darse cuenta de que preparaba el arma para un tercer disparo en su contra. Mientras detrás de él su compañero no podía creer lo que sus ojos veían. Shaka mostró de nuevo las intenciones de lanzarse sobre mí y yo retrocedí apuntando nuevamente.

 

-¡Vámonos!- sollozó mirando a Shaka que se resistía a escucharlo, después me miró a mí- ¡Por favor!

 

Seguimos tensos mirándonos un momento más, Shaka estaba enfurecido, desafiante, en sus ojos húmedos y chispeantes veía el profundo odia que sentía hacia mí, no por atentar contra él, nunca me odio por eso, sino por atreverme a apuntar contra Shun. Apreté el gatillo una vez más cuando él decidió hacer cao a la súplica de su compañero, la bala paso zumbando muy cerca de su cabeza. Ambos se alejaron corriendo.

 

Dispare mientras los seguía con el arma, pero ninguna bala logró alcanzarlos, de nuevo se ocultaron en l maleza. Shaka estaba demasiado cansado, tropezaba con sus propios pies, cayó en más de dos ocasiones en medio de la lluvia de disparos que no lo alcanzaban, sujetando la mano de Shun que corría delante de él, dificultosamente por el estado tan avanzado de su embrazado

 

El viento me azoto dolido, casi podía escuchar los sollozos de Shun en mis odios, el pequeño lloraban mientras corría entre los árboles, más que Shaka el resentía el que nos los dejara en paz, que lo atormentara con el espectro de la muerte. El viento siguió soplando de esta manera, trayéndome el llanto del pequeño uke a los oídos. Espere que este dejara de soplar, que me dijera que mi trabajo había sido cumplido

 

Pero no ocurría, cada vez más furioso, me repetía que no podría lograr mi cometido. Ellos se aferrarían a la existencia, aun atormentados y cansados, no dejarían de pensar en la eternidad que los esperaba en el vientre de Shun. Durante la noche ellos corrieron abriendo un nuevo camino de vida para que su hijo viniera, para que la recompensa a tanto sufrimiento lograra llegar en paz.

 

Y el viento siguió soplando con el mismo dolor durante dos semanas más.

Notas finales:

n.nU jeje!!! espero sus reviews y ojala alguien sepa decirme como hacerlo :D

fansusi@hotmail.com


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