Mi corazón latía con fuerza y mis brazos fuertemente aferrados a su cintura le demostraban las ganas que tengo de volver a ser uno con él. Estamos juntos hace un año y dos meses y sin embargo cada encuentro es mágico, como si nuestro amor no tuviera fin, y eso me alegraba de sobremanera.
- ¿Qué almorzaste hoy? – me preguntó con curiosidad.
- Comida – reí – deja de preocuparte tanto por eso, quedó en el pasado.
No contestó, supuse que no lo haría, sin embargo noté que estaba sonriendo. El hermoso barrio en el que vivía, a medida que avanzábamos en el viaje, se iba tornando menos limpio, las casas pintadas con colores vivos y decoradas con hermosas plantas eran reemplazadas por hogares pintados con graffiti, las calles eran desoladas y la seguridad que sentía antes fue transformada por un fuerte sentimiento de adrenalina. Adrenalina, eso sentía cada vez que iba a la casa de Reita, y me encantaba.
La moto frenó, pero mis brazos no quisieron soltarlo.
- Shin, suéltame – me dijo débilmente.
- ¡Ah! Perdona, es que…
Bajó bruscamente de la moto, por unos segundos nuestras miradas se mantuvieron fijas, hasta que yo, como todo chico sin personalidad la desvié. Sentí unos brazos rodearme y, acto seguido, me encontré en su cama, con él encima mío. Me besó frenéticamente mientras me despojaba del saco del uniforme, tirándolo hacia algún lugar de su habitación. Sentí un creciente calor invadirme a cada movimiento de Reita, él necesitaba de mí tanto como yo necesitaba de él. Una vez que no separamos me susurró al oído:
- Eres mío, solo yo puedo tocarte.
Sabe que el saber que solo soy suyo me enciende aún más y me lo recuerda cuando quiere verme totalmente entregado a él, sin vergüenza o timidez. Como siempre, algo en mi cabeza hizo un “click” y comencé a lamer su cuello mientras mis manos se encargaban con algo de lentitud de su cinturón. Una vez terminé de desabrocharlo, Reita me empujó y comenzó a sacarme la ropa con un poco de brusquedad, de verdad eso nunca me molestó. Nos besábamos de tal forma que sentía que el oxígeno escaseaba en aquella habitación, estaba bien, si moría en ese momento moría feliz. Su boca bajó por mi cuello, mis hombros, clavículas… hasta que su teléfono sonó.
- La puta madre.
Insultó, pero sin embargo atendió, algo que de por sí me pareció muy extraño. Contestaba con monosílabos y en sus ojos se reflejaba una furia inmensa. Fueron cinco minutos aproximadamente, en los que el amor y la pasión que estaban a flor de piel desaparecieron completamente. Sabía que algo extraño estaba pasando y no pensaba quedarme con la duda.
- ¿Quién era amor?
- Ruki, joder, quería joder – lo miré confuso – nada de que tengas que preocuparte bebé – suspiró.
Volvió a acostarse, pero esta vez a mi lado sin ninguna intención de por medio. Bostecé y un gran sueño me invadió, nunca terminé de acostumbrarme a levantarme tan temprano. Reita me abrazó y me propuso dormir un rato los dos juntos, ya que él no había dormido bien en toda la noche. Algo estaba pasando, es la persona más dormilona que conozco, se acuesta tenga o no sueño, cierra los ojos y no despierta hasta pasadas nueve horas mas o menos. Me preocupé, pero sabía que no era el momento para llevar a cabo un interrogatorio, descansaríamos un par de horas, abrazados sin que nadie nos moleste y después tendría que irme. Escuché un suave “te amo” y quedé profundamente dormido.
El suave sonido de su bajo me despertó, no abrí los ojos, me dediqué a escuchar el grave y armonioso sonido que producía. Una vez terminada la melodía abrí los ojos y me encontré con la camisa puesta, el cinturón abrochado y solo en la habitación de mi novio. Me levanté con energía y tomé mi saco, con curiosidad corrí las cortinas y visualicé el cielo oscuro lleno de estrellas, ya era muy tarde. Caminé con lentitud, aún estabilizando mi cuerpo, hacia el living donde aparte de Reita, estaba su morocho amigo Aoi.
- Hey! Hola Shin ¿Dormiste bien? – preguntó con un toque de ironía y rió.
- Si – dije alargando la palabra, mientras me sentaba en las piernas de Reita - ¿Qué hora es amor?
- Las nueve en punto – contestó mientras me abrazaba cariñosamente.
- ¿Eh? ¡Es muy tarde! Debo irme. Mierda, me van a matar.
- ¿Tus papis? – se burló Aoi.
- No me lo jodas al nene que después se me enoja. – rieron juntos.
- Andá a cagar Akira, me voy solo. – di la media vuelta, tomé mi mochila y me dirigí hacia la puerta.
- ¡No! Te van a violar.
- Y va a quedar en tu consciencia – le guiñé un ojo, él me siguió.
Me acompañaron los dos a la parada del bus que quedaba a aproximadamente dos cuadras. Siempre preferí volver a mi casa solo, algunas viejas chismosas del barrio (amigas de mi madre) me conocían muy bien y sé que están ahí, en sus casas, al tanto de cualquier movimiento fuera de lo común. Antes de subir, saludé al morocho en la mejilla y besé a Reita en los labios, fue corto, pero apasionado. Esperaba volver a verlo pronto.
Llegué a eso de las diez, una vez dentro tiré la mochila, solo Dios y las mucamas saben donde, me despojé del saco del uniforme y fui directo a mi cuarto. No saludé a nadie, mientras menos supieran de mi presencia allí, mejor. Una vez encerrado en mi “guarida” a sabiendas que tenía deberes del colegio, prendí mi notebook, puse música y me conecté al msn. Me sorprendí al ver que alguien que no conocía me había agregado, pues no utilizo ninguna red social y el único lugar en el que escribo y subo fotos es mi blog, donde tampoco doy mi mail. Dudé, pero terminé aceptándolo sólo porque el “nick” tenía un fragmento de una de las canciones de mi banda favorita, Alice Nine.
No hablé, esperé que aquella persona lo hiciera.
“¡Hola! Estaba esperando a que me aceptes ~”
Leí algo asombrado, ¿Quién podría ser? Respondí con un simple: “¿Por qué?”
“Bueno soy un seguidor tuyo, en tu blog y aunque me costó, terminé consiguiendo tu msn.”
Entonces recordé, hay un chico que siempre comenta mis entradas, por más estúpidas que sean, él está ahí con un ícono, opinión o textos interesantes. Antes de contestarle entré a su página y vi que me tenía en sus favoritos, Reita lo llama “El acosador de Shines” y varias veces ha comentado contestándole agresivamente con amenazas, yo solo me limito a reírme, pues sé que no lo puede evitar y amo lo celoso que es, en pocas palabras, todo lo que ocurra por internet me parece un chiste.
“Ah sí, creo que sé quién eres.”
“Tienes novio ¿no? JAJAJA Me odia.”
“Definitivamente eres tú. ¿Cómo conseguiste mi mail? Ya que te ha costado tanto, me gustaría saberlo.”
“Bueno… digamos que vamos al mismo colegio, un amigo le pidió a otro amigo que es amigo de uno tuyo…”
“Wow ~ una gran movida, pero, entonces no te conozco ¿verdad? ¿Puedes decirme quién eres? “
“No lo creo…”
Todo me pareció tan tonto y estaba tan aburrido que decidí seguir hablando con él cambiando de tema, al rato me habló Ko-ki pero no le mencioné nada de aquel asunto. Entre charlas y un nuevo texto en mi blog contando algo de mi día, se hizo de madrugada y decidí irme a dormir. Tenía el presentimiento que mañana sería un día muy agitado, me propuse averiguar quién era el “acosador” y qué quería de mí.
Le mandé un mensaje de texto a Reita.
Me acosté en mi cama.
Mi estómago rugió, pues no había cenado.
Cerré los ojos y quedé profundamente dormido.