Casi 24 años después...
El Diacono caminaba con paso parsimonioso por los corredores de la sede, se ajustó los lentes y volvió a repasar el programa del día
- Esos tres- dijo frunciendo levemente el seño- Nero, Zeus y Musa- repitió como si tan solo los nombres le provocaran indigestión, y así era, esos tres eran los dos seminaristas y la novicia más locos, habladores y molestos que la orden pudiera tener. Pero tal parecía que habían logrado, solo Dios sabía como, llegar a su período de prueba, antes de ordenarse, y él era el encargado de velar por esos chicos y de discernir si era su destino seguir la senda de el Señor o la del mundo, y en todos esos años en que lo habían dejado a cargo ninguno de los candidatos se había perdido, al menos, no aquellos que debían ordenarse, su juicio era crítico, y si el decía que era apto, era porque realmente lo eran, suspiró de nuevo- al menos de esos tres, hay uno que realmente se que vale el esfuerzo- y tenía razón, Zeus, el chico era sin duda alguna alguien hecho para esa vida, tenía la personalidad, el aura, la fortaleza y cada una de las virtudes necesarias para ese camino; pero, aún así no debía precipitarse, porque si había alguien en la sede que supiera sobre esos tres era él, conocía sus vidas y sus secretos como ninguno, así que si bien esos tres serían grandes religiosos, no serían un trabajo fácil.
- Buenos días- saludó logrando que los tres chicos en la sala voltearan a verle- soy el Diacono Vergill Borner, y además el encargado de vigilarlos y guiarlos durante esta su mas dura prueba
Los tres chicos le miraron soñadores y con grandes muestras de admiración, ninguno de los tres esperaba que su vigía fuera nada más y nada menos que el Diacono Borner, eran bien sabidas sus hazañas, era nada más y nada menos que un exorcista, "el exorcista", su fe era imbatible y su conocimiento era más grande que la biblioteca de la santa sede.
Antes de poder pronunciar palabra alguna un escándalo afuera llamó su atención.
- ¿Y eso a que se deberá?- indagó Nero extrañado y curioso
- Nada que te importe Nero- regañó Musa con voz chillona- no seas chismoso
- No está demás decirte- intercedió Zeus- que no deberías ser tan mal hablada
- ¿Quién lo dice?- indagó sarcástica- un chico que se mete a cura porque no aceptó que era marica
- Señorita- llamó Vergill molesto- guarde silencio, una religiosa debería conocer mejor su lugar
Musa le miró desafiante pero al momento se calló al ver la mirada fría del Diacono, ella mejor que nadie debería saber lo duro que era ese señor, en el convento todas las monjas hablaban de él con respeto y ahí iba ella de lengua larga a hacer un espectáculo frente a él, su vigía.
- Lo siento señor- se disculpó- no medí mis palabras.
- Así está mejor- asintió el Diacono observando por la puerta
Los tres chicos se movieron picados por la curiosidad y se acurrucaron tras el para poder ver con lo que el mayor bufó fastidiado
Al momento sintió un escalofrío
- ¿Qué acaso revivió la Inquisición y no me enteré?- preguntó Zeus bajito al ver la escena
- Yo me pregunto lo mismo- habló Vergill saliendo molesto
- ¿Qué sucede aquí?- preguntó con un tono de voz tan frio e imponente que detuvo a los dos sujetos- ¿ahora somos inquisidores?- cuestionó con completa indignación- cada día vamos para atrás es lo que dice la gente, y ahora resulta que retrocedimos 500 años, ¿Qué diablos sucede con ustedes?
- Son ordenes del Cardenal- habló Arius sudando frio
- ¿Del cardenal?- preguntó incrédulo
- Así es- habló Belial burlón, le encantaba humillarlo- así que si no te importa diaconito apártate, debemos llegar a estos ehm seres a que sean interrogados- y sin mas se marchó sonriendo impertinente, le encantaba lucirse frente al otro y nunca dejaría de hacerlo
- Dijo ¿seres?- preguntó musa en un tono fuerte y bastante inapropiado
- Si- aceptó el mayor volviéndose, había olvidado que los chicos estaban ahí- eso fue extraño
- ¿Usted cree que de verdad hayan sido ordenes del Cardenal?- indagó Nero viéndolo fijamente
- Averigüémoslo- habló llamándolos- como futuros religiosos deben aprender a dirigirse a sus superiores
- Nuestros superiores son los obispos y las otras hermanas de mayor antigüedad- habló musa siguiéndolos.
- Y el cardenal lo es de ellos- habló Zeus quién había permanecido en silencio
Vergill asintió, dándole la razón.
Al doblar la esquina del pasillo se encontraron de frente con el cardenal.
- Justo a ustedes estaba buscando- habló con protocolo saludando con un ademán al diacono cosa que extrañó a los chicos
- ¿Y a que debemos eso?- habló el Borner sin mucha etiqueta, de forma directa
- Tu mejor que nadie- habló el Cardenal- sabe que existe el mal en el mundo, has visto cosas que nadie ha visto, y estos chicos, tan prometedores deberían aprender desde ahora a reconocer al mal verdadero
- ¿Quiere decir que esos chicos eran el mal verdadero?- habló musa incrédula
- Son el mal oculto bajo una mascara- simplificó el Cardenal- pero no el mal verdadero, ese se oculta bajo un rostro diferente, un rostro que estos conocen e insisten en proteger.
- ¿Qué le hace pensar eso?- cuestionó Vergill de forma seca- ahora somos inquisidores cazando brujas
- Hijo mío- Habló el mayor logrando que el peliplata frunciera el seño ante la forma en que le había llamado- esa fue una época oscura de la historia de la iglesia, una mancha que por desgracia nunca lograremos borrar; te aseguro que está más que comprobado, esos chicos son demonios, así de simple, si hubieras visto lo que podían hacer cuando los capturamos tú también creerías.
¿Demonios? Pensó Vergill llevando uno de los mechones que habían resbalado en su rostro de su cabello de plata hacia atrás peinándolo severamente junto a los demás; una ligera molestia se disipó en su rostro sin saber muy bien el por qué, decidió ignorarla y caminó junto a Mundus y los chicos a lo largo del corredor.
Llegaron a una vieja parte de la sede, los calabozos que no se usaban desde hacia más de cuatro siglos, se colocaron en una especie de podio un poco más alto que el resto del terreno, ese lugar parecía un viejo tribunal de la inquisición, en la parte más baja se mostraban a los criminales, y en la parte donde estaban ellos se sentaban los inquisidores. Por suerte estaban de pie, pero eso no le quitaba la amarga sensación que comenzaba a alojarse en su estómago, era desagradable.
Frente a ellos Bael y belial en compañía de Agni y Rudra Llevaban a los chicos que vieran antes golpeados y con serias heridas y los lanzaban frente a ellos.
- ¿Beowulf les ha sacado algo?- habló Mundus
- Nada señor- se disculpó Belial- al parecer preferirían morir
- Ya veo- observó el Cardenal con una mueca de desagrado ante los chicos
- Pero... - observó Belial mientras Phanthom y Argosax entraban sosteniendo a un chico de cabellos plateados brutalmente golpeado y lo arrojaban a los pies de Mundus- digamos que no es du día de suerte.
Vergill sintió un escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza, cuando el chico alzó la vista, ese cabello, esos ojos, dios, esos ojos...
Nunca había visto ojos como esos... eran simplemente... hermosos... eran tan grises y profundos como los suyos pero tenían un ligero matiz azulado que le conferían un aspecto... irreal
- Aquí está señor- habló Argosax con esa voz siseante que le caracterizaba- el Íncubo.
- Bravo- canturreó el cardenal- pero pensé que sería no se, más grande o mayor, este chico es un crío.
- No se confunda por su apariencia- instó Ifrit apareciendo- eso es exactamente lo que el quiere.
- No se preocupen por eso- contestó Mundus- no soy fácil de engañar y se ve que este niño es el mal encarnado- encaró al joven- si no quieres sufrir demasiado es mejor que colabores- el chico le miró con odio y arrogancia- deberían colocarlo en su lugar.
Ifrit asintió y se acercó al joven sacando un cuchillo, sujetó sus cabellos con una mano, tirando de ellos hacia arriba y deslizó el cuchillo cortándoselos casi al ras- supongo que ahora no tienes tanto encanto íncubo
La puerta sonó abriéndose de pronto y cerrándose con violencia, luego el ruido de pasos que se alejaban veloces.
- Zeus- susurró Vergill mientras Nero y Musa se iban tras el para alcanzarle.
- Me parece que el niño se quebró- habló Mundus algo... ¿decepcionado?
- ¿Y que esperabas?- habló Vergill mostrando su total falta de respeto y aprecio por ese tipo- ¿que disfrutara de este espectáculo? Mira Mundus, demonios o no, lo que haces con ellos no tiene nombre, les acabas de mostrar a esos chicos la crueldad de la iglesia, en vez de la compasión y la aceptación de la que tanto nos enorgullecemos, si esos jóvenes abandonan el camino religioso les comprendería perfectamente.
- ¿Así como tú?- se burló Mundus- Esos chicos deben aprender que para luchar contra el mal de allá afuera no deben tener ninguna consideración para con estas aberraciones, no son humanos, y no deben ser tratados como tal, son chicos fuertes, no son como tú.
- Hablas como un verdadero inquisidor- sentenció el de cabello plateado.
- Mas respeto Diacono Borner- habló Mundus- quizás fuimos compañeros en el seminario, pero tú renunciaste a ordenarte y yo ahora soy el Cardenal, y tu superior.
- Como diga Excelencia- Habló Vergill tajante y dándose media vuelta- me parece que ellos ya saben reconocer el mal- y sin más se marchó.