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Dos gotas de Chocolate son muy espesas por sasket17

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Notas del fanfic:

un nuevo proyecto

nacido de una idea loca

y realizandoce bajo la compañia de un buen amigo :D

 

Notas del capitulo:

el primer cap

wiiiii

este es un fic, q, bueno, nace bajo unas  extrañas circunstancias

y me tiene contento pq lo estoy aciendo junto a un feo xD

asi q

sin preambulos

el cap ...

 

La oscuridad es, por mucho que varias personas no lo crean así, un lugar cómodo y acogedor. Por eso mismo es difícil salir de allí. Para poder escapar se debe recurrir a una voluntad que esta por fuera de lo conocido del  mundo terrenal. Pero también, después de convivir en la oscuridad un tiempo determinado, la necesidad de luz alcanza un grado de importancia que el oscuro apenas puede soportar. Y esto no solo por él sino también por lo externo, que agrieta y golpea la cómoda burbuja en la que el huésped se encuentra dentro. En este contexto comienza mi relato dual, oscuridad y luz se encuentran para formar alguna otra cosa que vaya uno a imaginar.

Me parecía ciertamente que nuestra amistad estaba en peligro, pues cuando se mete el corazón, te enlías. A mí me pasó al revés: yo, un hombre y mi mejor amigo, a quien siempre he estimado muchísimo, se enamoró de mí. Yo me di cuenta bien pronto y notaba lo que el pobre estaba sufriendo.

Un fuego comenzó a despertar dentro de mí. Fuego impenetrable, inseparable, inconciliable y singularmente inesperado. Dicen que cuando uno aprende a controlar lo incontrolable es cuando uno comienza a encaminar su vida hacia, por lo menos, algún lado. No sé si esto sea cierto pero lo seguro es que tenía una obsesión al fin. Quizás inapropiada e incorrecta a la vista de unos muchos. Pero lo que sucedió luego fue inevitable como aquel que trata de apresar una bestia del tamaño de castillos en una jaula común y corriente.

Sebastián, era un hombre distinto. Pero nunca lo quise sofocar con mis inquietudes que a veces, debo confesar, eran de noche. Los sonidos de la música se entremezclaban con su mirada negra que me llevaban a los vacíos jamás recorridos por nadie. En ese tiempo andaba con toda mujer que ayudaban a saciarme de mi sed de sangre pero solo de sangre. Cuando me empezaba a dar cuenta de mi decepción apareció el.

 

 

Me daba lástima su delicadeza y a la vez mi rudeza. Tan distintos que nadie podría encontrar alguna similitud. Pero mi anhelo era protegerlo. Temía que se raje como una flor delicada y tampoco quería que ninguna abeja beba de su néctar. Solo yo, pensaba. Que pecaminosos pensamientos cruzaban en mi mente que inútilmente desaprobaba.

La situación no podía seguir así, me daba mucho dolor verlo tan triste, decaído, siempre sumergido en sus pensamientos y tratando de evitarme aunque él pueda decir que no y las situaciones también, yo lo sé, creo que en el fondo sabe que intentar algo conmigo no sería apropiado, pero no puede evitarlo, se que él quiere alejarse de mí, pero sin hacerme daño, pero lo que no sabe, es que si se va, yo me pierdo. Si, el ha sido mi mayor apoyo, mi hermano del alma, el amigo que más aprecio, aquel que nunca se desaparece, aquel que a pesar de lo que yo le dije en muchas ocasiones de rabia, nunca me dejo, y ahora ¿todo se viene abajo?, yo creo que no, no lo voy a permitir.

En la fiesta de una amiga, sus veintitrés exactamente, todos sus allegados más cercanos le decidimos hacer una celebración por su cumpleaños y por su ascenso en el trabajo. Ese día tenía la idea de ayudar a Sebastián. Había que confirmar mis sospechas.

La fiesta transcurría normal, charlando todo el mundo, riéndose, bebiendo y por supuesto coqueteando u otra actividad. Michelle,  la chica que me traía loco desde hace años, por supuesto asistió a la fiesta. Y yo al verla me sentí fuera de mis cabales, y es que era toda una mujer, o si, era una única entre muchas, su voz, su pelo, sus pechos, su figura, todo, en todo tenía mucho, y le sentaban bien. Era la mujer perfecta para mí, compenetraba conmigo como hombre.

Sabía que a Sebastián no le agradaba, así que lo que hice, me confirmo todo. Bien entrada la noche, me puse a bailar con ella, y le bese salvaje y descaradamente delante de todo el mundo, ganándome chiflidos y gritos de aprobación. Me senté riéndome con ella a mi lado, pero cuando lo comencé a buscar con la mirada, no lo vi. Ya me sentía muy seguro, pero igual, esta duda solo me la podría aclarar una sola persona, Sebastián.

El fuego en mi seguía extendiéndose salvajemente por todo mi cuerpo. Los latidos de mi corazón solo me dejaban dudas y pocas certezas.  Siempre conocí varios caminos, los cuales podía recorrer sin preocupación a lo largo de toda mi vida. Pero ahora enfrente de mí yacía un camino nuevo, sospechoso y a la vez atractivo, ni la caja de Pandora contenía tantos secretos como aquella senda.

 

Con el tiempo esperaba olvidar pero solo encontraba más desesperación. Esperaba que el llamase, acudiendo desesperadamente a mi morada.  Nada sucedió durante una semana. Mis pensamientos estaban al borde de la explosión. Fue entonces que lo llame.

-          ¿Cómo andas? – pregunte ansioso con alguna esperanza.

-          Ando excelente, conocí a alguien el otro día – hizo un pausa - ¿Va todo bien con Michelle?

-          Es solo un pasatiempo, ya me tiene cansado con sus mensajes. Y que me decís, ¿A quién conociste? 

-          Espero que  alguien especial. Pero no sé, ojala esta vez no salga como mis otros fracasos – lanzo un suspiro corto – Con mi suerte nunca se sabe…

-          Bueno, siempre me tendrás a mí – me reí  estúpidamente.

-          Sabes que no me gustan esas bromas…

-          Pero nunca supe el porque

-          Porque no me gustan ¿Ya? – respondió bruscamente

-          No te enojes así – trate de calmarlo ¿Por qué tanta bronca de repente? – Mira nos tenemos que juntar a hablar que hace mucho que no nos vemos ¿Qué te parece?

-          Dale – dijo sin muchas ganas.

La conversación no salió mal, pensé. Pero que mal humor tenía. Habíamos arreglado para el sábado de esa semana.

El tiempo pasó y la llama seguía más que encendida. Cuanto más pensaba, más me exasperaba. Se cruzaba en mi cabeza aquello que el amor no podía aplacar. ¿Cómo seguir después de una vez cumplido mi cometido?, nadie podía descifrarlo en aquel momento.

 

 

 

La semana se paso para mi mala suerte, muy lenta, el sábado era algo que se me hacia prácticamente utópico, pues no lo veía llegar en mucho tiempo. Finalmente, el día llego, cargado de muchas extrañas sensaciones.

Salí de mi casa a la tarde, le había llamado antes para decirle que lo vería a las  tres y media en el café que estaba a dos cuadras de mi departamento. Tenía la pinta más casual que pude encontrar, quería verme bien y despreocupado, aunque la verdad estaba muy nervioso. Después de una charla muy común y corriente lo invite a mi casa a pasar la noche. En mi experiencia aprendí que en determinadas situaciones la noche alumbra más que el día.

Mi plan era sencillo, pasarla bien y embriagarnos para que ninguna lengua se refugie en su timidez. Como si fuera un animal al acecho espere el momento adecuado. Era un espectáculo para mí ver sus expresiones tan adorables.

El momento esperado llego y no temí mostrar todas mis habilidades de cazador. Me miro de esa forma, veía su sed en sus ojos. Sostuve la mirada, me sorprendió que no fuera muy difícil. Era un momento crítico, un paso en falso y todo trabajo iría a parar al traste. Al final no resistió, soltó sus cadenas. Nuestros labios se unieron, nuestras lenguas se acariciaron.

Lo siguiente fue lo que más me costo en mi vida, retrocedí, debía de hacerlo, era parte del trabajo de un cazador. Nuestras miradas se volvieron a cruzar.

- ¿Qué sientes por mi? – pregunte, quizás demasiado pronto pero así como el no resistió yo tampoco.

Sostuvo su mirada fija, ya no era de sed sino de orgullo. El vacío estaba presente en aquellos ojos oscuros que escondían tan preciado secreto. La espera duro años.

-          Fue un impulso, nada mas – dijo sonriendo a medida que cerraba sus pestañas.

-          Así que un impulso – hice una pausa, no iba a perder la batalla tan fácilmente aunque sufría intensamente – ¿Solo eso?

-          ¿Esperabas algo más?

Seguía con su orgullo. Lo odiaba, quizás me lo merecía pero la rabia nublaba mis pensamientos.

-          No te hagas el tonto, te he visto como me miras…

-          ¿A qué viene esto? – pregunto con brusquedad.

-          No lo quieres admitir pero estas enamorado de mi.

Que tonto fui. Lamente mi exclamación durante los días que siguieron como nadie.

-          No ves que eres un idiota – su mirada estaba cargada de rabia – siempre se trata de vos ¿no?

-          No, solo quiero que me digas la verdad…

-          Me largo – dijo mientras cerraba la puerta de un portazo que lamente haberla dejado abierta sin llave

Aquella noche maldije el orgullo ¿Era yo tan egocéntrico? Al fin de cuentas, ¿Era realmente importante saber lo que Sebastián sentía por mi? ¿Por qué me importa tanto?

El fuego en mi interior quedo aplacado pero no por mucho tiempo. Y así como un boxeador que pierde una pelea quiere la revancha, yo me proponía a arreglar las cosas pero sin mucha seguridad de cómo quería que terminaran.

Si conocía a Sebastián, sabría que no dejaría la rabia que tenia conmigo fácilmente, por eso, lo que debía hacer para arreglar las cosas entre ambos era algo que tenía que ser con sumo cuidado. Para comenzar, tendríamos que estar en un lugar completamente apartado, y ya tenía en mente cual seria.

Esta vez, me jugaría todo para que me diga la verdad, quiero sacarme esta espina de duda, también no soy tonto, y sé que estoy poniendo nuestra amistad al borde de un acantilado, pero, siento que si no se la verdad, voy a enloquecer. Así que esta puede ser la última oportunidad, arriesgare todo, y ya se como hablaras.

 

 

 

Notas finales:

y q tal?

 

buenooo, este proyecto, no va a tardar demasiado asi q dentro de poco se actualiza

 

un agradecimiento a los que leen

 

byee

 

 


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