Capítulo 11. Todo es mental.
Ambos hermanos se separaron lentamente, el mayor mantenía los ojos cerrados, y el otro lo miraba con curiosidad.
-¿Qué pasa Itachi?- se atrevió a preguntar. El mayor no respondió.
-Sasuke- lo llamo sin atreverse a mirarlo a los ojos -tu eres feliz con Naruto, porque dices que el destino así lo quiso- afirmó.
-¿Qué hay con eso?
-¿Crees...- soltó una leve risa -¿Crees que haya alguien para mí? Es decir, ¿crees que el destino también haya mandado a alguien exclusivamente para mí?
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-Deidara, te aseguro que encontraras a alguien que ha sido enviado para ti...- decía.
-Pero- interrumpió - ¿y si esa persona que fue "enviada para mí" tiene otras cosas en mente?- pregunto con aire de tristeza.
-No comprendo, ¿a qué te refieres?- confundido.
-Digo que, ¿qué tal si la persona destinada para mí no quiere estar conmigo?
-No seas absurdo, es otra de tus tonterías...
-¿Y si no lo es, Naruto?- interrumpió de nueva cuenta, exaltado -todo puede pasar, y eso incluye el que yo me quede solo de por vida, con mi estúpida y patética vida- dijo con todos los sentimientos que cualquier persona normal podría mantener acumulados, pero claro, Deidara no era normal, es una persona especial, que no puede ser tratada como cualquier otra. Naruto sabía eso.
-Deidara, tranquilízate, por favor- pidió amablemente -no sé por qué piensas eso, y mucho menos me deben de interesar tus razones para ponerte así con un tema tan trivial como este, pero...- las palabras de su hermano menor eran tan profesionales que lo hacían sentir aun peor que antes, aunque sabía que tenía la razón. El menor noto como había dejado de prestarle atención.
-Deidara, voy a preguntarte algo y quiero que me seas sincero- hablo serio y con determinación.
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-Sí, hay alguien- dijo esperanzando al mayor -debe de haber alguien que quiera pasar el resto de sus días junto a ti, en lo personal no me tomes en cuenta, pero debe de haber alguien que esté lo suficientemente loco como para poder soportarte día a día- bromeo formando una sonrisa de medio lado.
-Que simpático- respondió sarcástico.
-Es en serio Itachi, hay alguien esperando para encontrar a una persona como tú, pero creo que aún no esta tan loco como para decirte lo que siente- volvió a bromear un poco más serio que al principio.
-Entonces, ¿debo de esperar a que internen a esa persona en un centro psiquiátrico para poder encontrarla?- siguió con la broma.
-Eso, o aún no sabe que existes- concluyó.
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Lo había visto, había visto a ese pelirrojo que había logrado conquistarlo, enamorarlo hasta el punto de querer suicidarse cuando se dio cuenta de que lo había dejado. Lo había abandonado con la tonta excusa de que tenía que irse a estudiar al extranjero, si como no, ¿y tú nieve de que la quieres?
Cuando estuvo cerca de la resignación, a punto de olvidarlo, tenía que ver esa revista de moda en aquel puesto de periódico. En primera plana, la foto del que alguna vez fue su pareja, saliendo con uno de los empresarios más ricos de Europa, vaya giro de 180° que le dio su vida una simple revista.
Detuvo su auto a la primera oportunidad que tuvo, bajo corriendo y sin pensarlo dos veces, pago tantos yens como pidió el tendero, del número, solo para poder darse cuenta de que lo que estaba viendo no era un sueño, no era una broma, simplemente era verdad. La trágica verdad.
Bajo la cabeza y las lágrimas comenzaron a fluir, cayendo en la portada, ensuciando la figura de aquel ser al que amo, y juró proteger con su vida. Y ahora estaba en brazos de otro. Su vista estaba nublada, pero aun así se dio a la tarea de buscar el artículo y poder leerlo, lastimando su corazón aún más de lo que ya estaba.
Ese día debía asistir a una gran cena que realizarían sus tíos, los padres de Sasuke, pero no podría ir, no tenía las fuerzas suficientes como para poder enfrentar su otro problema. Sus padres. Los tendría que ver en la dichosa cena, y, aunque ellos lo hubieran olvidado, él no podía. Sus amados progenitores lo habían echado de su casa por dos simples razones, no tan simples a decir verdad, la primera era que había querido estudiar artes y no medicina, como su padre, y la segunda, fue cuando se enteraron de su relación con Sasori, cuando se dieron cuenta de su orientación sexual no era la que la sociedad exigía.
Ahora lloraba desconsoladamente por tener que recordarlo, por haberlo visto en vivo y a todo color, tenerlo tan cerca y no poder decir el amor que sentía, que aún no podía apagarse, porque, según él, era un amor tan puro que jamás, nunca en la vida podría extinguirse.
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-Deidara- lo llamo serio el menor -estás loco, ¿sabías?- dijo con una sonrisa burlona en el rostro.
-No es gracioso Naruto- dijo molesto -aunque sí- continuo -me lo dicen frecuentemente- le devolvió la sonrisa al menor, luego soltaron una carcajada.
-Ánimo hermano, yo soy feliz, y ahora es tu turno... no seas cobarde y ve a buscar a ese alguien- animó poniéndose de pie para acompañar al mayor.
-Solo espero encontrarlo- dijo en suspiro imitándolo, al tiempo que su vista se posaba en un pelinegro parado al final del pasillo. -Nos vemos luego Naruto- se despidió sin dejar de ver a ese moreno que conocía bien.
-Sí, cuídate- alcanzo a decir ya que el mayor se alejaba lentamente. -Itachi- lo llamo el ojiazul -¿crees que pueda pasar a ver a Sasuke?- cuestiono sonriendo.
-Supongo que sí- respondió simplemente notando como el mayor se alejaba. Naruto fue hasta la habitación del nombrado, golpeo la puerta recibiendo un adelante desde adentro.
-Sasuke- lo llamo feliz, acercándose para abrazarlo.
-Ah- se quejó.
-Lo siento, aun te duele mucho, ¿cierto?- sonrió preocupado.
-Si me das un beso tal vez se me quite el dolor- dijo sonriendo de medio lado.
-Pues te va a durar el dolor mucho tiempo- dijo recostándose en su pecho.
-¿Prefieres que sufra antes que darme un beso?
-Mmmm... sí- dijo con una gran sonrisa.
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El rubio subió a su auto encendiéndolo y junto con él, el estéreo sintonizado en una estación al azar.
Comienza a sonar The Reason de Hoobastank.
-A continuación una canción dedicada para una persona muy especial... The Reason- decía el simpático locutor.
El rubio cerró los ojos cansado, escuchando la canción. Los abrió luego de un rato, bajando la mirada, pensando en lo que decía.
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Por otro lado, un azabache ponía en marcha su auto, y cansado del silencio comenzó a cambiar la sintonía, hasta que se detuvo al escuchar la música. Detuvo la marcha en un semáforo en rojo, perdiéndose en la música, recordando los ojos azules de Deidara, su sonrisa, su rubio cabello, su dulce voz.
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Sasuke y Naruto se encontraban recostados, abrazados, sintiendo que solo estaban ellos dos, todo aquel que se atreviera a romper esa armonía, estaría muerto a manos de Sasuke.
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El claxon de los otros autos y la voz molesta de los conductores intentaban hacerlo avanzar, pero, ¿Cómo hacerlo si tenía a ese hermoso rubio en mente? Después de escuchar esa canción estaba más que seguro, le declararía sus sentimientos a Deidara.
Lo amaba demasiado como para tenerlo lejos un minuto más.